El auge de las inversiones sostenibles y el lavado de imagen de empresas contaminantes

El sector financiero ha respondido a la creciente urgencia de abordar la crisis climática impulsando fondos de inversión a los que denominan verdes, que tienen como objetivo destinar los millonarios ahorros de sus clientes a empresas y proyectos sostenibles o responsables con el medio ambiente. Este producto financiero se encuentra en auge, pero es acechada por el ‘greenwashing’ o lavado verde: un sistema que permite a las empresas más contaminantes del sector que mejoren su imagen o continúen recibiendo fondos.

FLUJOS FINANCIEROS. La industria de los fondos de inversión maneja unos USD 50 billones en el mundo.

FLUJOS FINANCIEROS. La industria de los fondos de inversión maneja unos USD 50 billones en el mundo.

Ilustración: Claudia Calderón / OjoPúblico

En mayo de este año una de las mayores productoras de crudo del mundo, Exxon Mobil, sufrió un duro revés en su junta de accionistas. El fondo de cobertura Engine N° 1, con apenas el 0,02% de participación en la compañía estadounidense, logró proponer y colocar a tres defensores ambientales  entre los doce miembros del consejo de administración de una empresa, que mueve unos USD 265 millones anuales por la explotación de petróleo y que fue protagonista de una de las mayores catástrofes ecológicas por derrame de hidrocarburos en Ecuador.

Esta pequeña sociedad privada logró convencer a los grandes accionistas de Exxon, entre los que se encuentran las compañías globales de fondos mutuos BlackRock, The Vanguard Group y State Street para que voten por sus candidatos. BlackRock es el mayor administrador de activos en el mundo y su director ejecutivo, Laurence Fink, ya había dado señales en pro del medio ambiente cuando manifestó que la crisis climática es una amenaza financiera a largo plazo.

Más allá de la efectividad que este recambio tenga en las futuras decisiones de la empresa, lo ocurrido en Exxon revela el poder que están adquiriendo las firmas de inversión de Wall Street para condicionar el destino de sus recursos. Sobre todo desde que administran millones de dólares de personas y empresas cada vez más interesadas en que sus activos se destinen a fines amigables con el medio ambiente.

Las firmas de Wall Street están adquiriendo poder para condicionar el destino de sus recursos". 

Los fondos de inversión son patrimonios colectivos organizados por gestores que convocan a personas y empresas con millonarios excedentes, que buscan mayores rendimientos por su capital. Estos activos son colocados en el mercado por empresas denominadas Sociedades Administradoras de Fondos de Inversión. Una vez formados los grupos no se admiten nuevos interesados, y la cuota de ingreso mínima en algunos casos es de USD 100 mil o USD 500 mil.

Los fondos de inversión denominados verdes son una respuesta del sector financiero, ante una mayor demanda de sus clientes por financiar proyectos socioambientales. La diferencia es que estas ofrecen colocar los activos en proyectos o compañías que se preocupen por el medio ambiente, la biodiversidad, la responsabilidad social o que cuentan con acciones sostenibles. Clientes que no solo buscan rentabilidad económica, sino asegurar un impacto positivo en el planeta y la sociedad.

 

Una lenta transición

El Fondo Monetario Internacional (FMI) considera que los denominados fondos de inversión verdes pueden desempeñar una función importante en la transición hacia una economía verde, aquella definida por las Naciones Unidas como un modelo eficiente de recursos, bajo en carbono y socialmente inclusivo. En informe Global Financial Stability Report (GFSR), publicado en octubre, indican que este producto financiero ayudaria a reducir los efectos más perjudiciales del cambio climático.

“En 2020, los fondos de inversión convencionales votaron a favor de casi 50% de las decisiones de accionistas relacionadas con el clima, frente a un 20% en 2015. Los fondos orientados a la inversión sostenible tienen una trayectoria aún más sólida: votaron a favor de aproximadamente el 60% de estas medidas; y en el caso de los fondos especializados en el medio ambiente, la cifra rozó el 70%”, señala el FMI.

 

Bancos
GESTORAS. Los bancos, financieras y aseguradoras cuentan con sus propias subsidiarias para administrar fondos de inversión privados.
Foto: Andina

 

Las inversiones verdes crecen con rapidez, aunque aún son minoría. La industria de los fondos de inversión maneja unos USD 50 billones en el mundo, pero los fondos sostenibles representaron apenas USD 3,6 billones al cierre del 2020, es decir, el 7% del sector. En tanto, los servicios financieros con objetivos específicos en el cambio climático movilizaron USD 130.000 millones de ese total.

El flujo financiero y su destino fue uno de los temas abordados en la conferencia del clima COP26 que se celebró en Glasgow, Reino Unido. Allí se anunció que 450 grandes firmas del sector canalizarán inversiones por USD 130 billones hacia objetivos que promuevan una economía descarbonizada. Esto en el marco de la Alianza Financiera de Glasgow hacia las Cero Emisiones Netas, creada en abril y que reúne a banqueros, aseguradores e inversores.

Sin embargo, organizaciones como Global Witness han documentado el millonario respaldo que bancos y administradores de activos en Reino Unido, Estados Unidos y China le han dado en los últimos años a empresas acusadas de deforestar los bosques. En el reciente informe Deforestation Dividens se revela que los gigantes financieros HSBC, Deutsche Bank, JPMorgan, BNP Paribas, Rabobank y Bank of China, entre otros, realizaron acuerdos por USD 157.000 millones con grupos agroindustriales de soja, carne, aceite de palma y más.

El 2020 los fondos sostenibles sumaron USD 3,6 billones, es decir, el 7% de lo que se moviliza por esta vía".

La exministra del Ambiente Lucía Ruiz Ostoic explica que el destino de los flujos financieros fue un tema constante en la COP26 porque hay una mayor preocupación reputacional en los bancos internacionales sobre las proyectos que financian, pero también una comprensión del costo que se deriva de los daños ambientales y que se reflejan, por ejemplo, en la labor de las aseguradoras. 

“En Glasgow ha quedado expuesta la necesidad de que los flujos financieros estén relacionados a metas contra la crisis climática y la pérdida de biodiversidad. La banca privada está entendiendo que hay un componente de riesgo ambiental adicional en sus acciones. Tanto las inversiones privadas como las públicas deben analizar si invierten en una carretera en la Amazonía, con su consecuente deforestación, o en un proyecto eólico o hídrico”, añadió.

 

COP
FORO CLIMÁTICO.La COP26 incluyó el debate de una mejor canalización de los flujos financieros.
Foto: COP26

 

Entre los principales fondos internacionales que ofrecen destinar los recursos a combatir la crisis climática o sumar a una economía verde está Global X Hydrogen ETF, especializado en la industria del hidrógeno; Pictet Water, comprometida con la gestión del agua y tecnologías hídricas, DWS Concept ESG Blue Economy, enfocada en preservar los océanos. Estas administradoras gestionan sus principales activos en Europa, Estados Unidos y Asia.

La consultora estadounidense Morningstar, dedicada al análisis financiero y al monitoreo de fondos sostenibles incluye también a DNB Fund Renewable Energy retail A, que invierte en empresas vinculadas a energías renovables como la compañía eléctrica Enel y la productora de módulos fotovoltaicos First Solar. Así como la suiza Quaero Capital Funds que coloca activos en las empresas tecnológicas Enphase Energy, Plug Power y TPI Composites y otros.

En Perú son 37 sociedades administradoras de fondos de inversión registradas ante la Superintendencia del Mercado Valores (SMV), entre las que también se encuentran subsidiarias de los holdings financieros Credicorp, BBVA, Scotia, Intercorp y Sura. Todas ofrecen diversos instrumentos de ahorro e inversión, pero el que ha anunciado recientemente un fondo de inversión sostenible es el BBVA.

A diferencia de los productos financieros que suelen incluir a clientes con activos millonarios, este nuevo producto contempla cuotas de ingreso de USD 100 y tiene un periodo mínimo de permanencia, como los fondos mutuos. El economista Renzo Jiménez, de la Universidad del Pacífico, señala que el mercado peruano es muy reducido para captar millonarios fondos verdes, por lo que los clientes con intenciones medioambientales apuestan por gestores internacionales.

 

 

OjoPúblico consultó sobre las características de sus fondos a Credicorp, Intercorp y BBVA. Solo esta última remitió algunas de sus comunicaciones oficiales donde explican que este nuevo producto fue diseñado para invertir en compañías internacionales acreditadas como sostenibles según los parámetros ESG. Este es el rango de medición internacional para el sector financiero y proviene de las siglas en inglés de metas medioambientales, sociales y de gobernanza corporativa.

Según sus notas de prensa, este fondo “colabora con la reducción de la huella de emisiones de carbono y evita la exposición a industrias implicadas en temas controvertidos o dañinos para la sociedad". Además, incorporaron los estándares ESG en todas las herramientas de inversión que gestionan a través de su subsidiaria BBVA Asset Management para analizar el potencial de las inversiones y los riesgos que implican.

Jiménez explica que las carteras de proyectos o actividades empresariales que hoy reciben financiamiento bajo la denominación verde o sostenible ya existían. Por ejemplo, obras que incluyen viviendas rurales, energía alternativa o hidroeléctricas, solo que ahora se han seleccionado y separado para ofrecerlos como productos especiales a los inversionistas. A esto se suman iniciativas de compañías que nacieron siendo sostenibles, como las plantas eólicas, y otras que han creado metas específicas de reconversión de energía o reducción de uso de agua para intentar captar esos fondos. 

 

Transparencia para los inversores

¿Pero qué es ser sostenible o verde? El Índice de Sostenibilidad Dow Jones es elaborado desde 1999 por la compañía de inversiones suiza RobecoSAM, y es considerado el primer indicador mundial que permite a los inversionistas identificar y clasificar a las empresas responsables. Este ranking anual considera el análisis de cerca de 600 variables y se rige por los criterios de cumplimiento en materia ambiental, social y de Gobernanza corporativa ESG. 

Según la empresa, para su elaboración se consideran “informes medioambientales y los esfuerzos realizados por las compañías para reducir niveles de contaminación o emisiones de carbono (..) la gestión de residuos, manejo del agua y el uso de otros recursos ambientales”. También la diversidad y respeto de los derechos humanos en el ambiente laboral, así como los lazos que mantienen con la comunidad, iniciativas filantrópicas y el respeto a los derechos de sus accionistas, entre otros aspectos.

Los criterios ESG consideran compromisos ambientales, sociales y gobernanza corporativa".

En 2017 la Corporación Financiera Internacional (IFC) y las bolsas de valores del Mercado Integrado Latinoamericano (MILA) se unieron a Dow Jones y a Roboco para crear otro índice de sostenibilidad que muestre el desempeño en la región: el Dow Jones Sustainability MILA Pacific Alliance. En esa misma línea, en julio la Bolsa de Valores de Lima (BVL) anunció que al cierre de este año se incorporará el índice ESG al mercado peruano para sustituir los actuales parámetros de responsabilidad que solo evalúan el buen gobierno corporativo.

Sin embargo, en el sector empresarial el uso del término sostenibilidad no significa necesariamente que sus actividades sean 100% limpias o ecológicas. Esta semana se conoció el ranking Dow Jones Sustainability MILA Pacific Alliance del periodo 2020-2021, donde se considera a seis empresas peruanas. Este es el primer año que aparecen en dicha el Banco BBVA Perú, del grupo español del mismo nombre; e InRetail Perú Corp, que agrupa la cadena de boticas y supermercados del conglomerado Intercorp.

 

Empresas
SOSTENIBLES. Esta semana el índice de sostenibilidad Dow Jones para la Alianza del Pacífico reveló su ranking anual, donde aparecen seis empresas perusanas.
Composición: OjoPúblico

 

Las otras cuatro compañías consideradas sostenibles por este Índice Dow Jones son la fabricante de aceros y derivados Corporación Aceros Arequipa, la empresa de maquinarias Ferreycorp y las productoras Cementos Pacasmayo y Unión Andina de Cementos (Unacem), que reúne las operaciones Cementos Lima y Cemento Andino. En la lista internacional se menciona, además, a la estadounidense Southern Copper, subsidiaria del Grupo México y matriz de la minera Southern Perú que tiene un conflicto social latente en el sur del país por el uso del agua y una posible afectación de sus valles agrícolas.

Ruiz Ostoic considera positivo que toda empresa se someta a parámetros internacionales para evaluar sus actividades, pero dice que se debe hacer una segunda lectura a este tipo de rankings. “Es posible que una empresa extractiva tenga buenas prácticas, por supuesto que sí, pero no nos dejemos llevar solo por la etiqueta verde. En la balanza se suman antecedentes que la ciudadanía recuerda, heridas abiertas que son difíciles de revertir. Por eso, un sello verde no debe pesar como único referente para ser receptor de fondos con fines ambientales”.

BBVA, Inretail, Aceros Arequipa, Ferreycorp, Pacasmayo y Unacem aparecen en el ranking de sostenibilidad".

La mayoría de administradoras de fondos de inversión no transparentan la lista de empresas y, sobre todo, de proyectos que reciben los activos bajo el rótulo verde. En tanto, las compañías que acogen este dinero tampoco abren sus datos para que el inversor o futuros interesados sepan cómo se usaron los fondos. Si un inversionista particular quisiera saber dónde colocar su dinero de manera responsable, tendría que investigarlo por su cuenta.

El economista Renzo Jiménez, advierte que los inversionistas deben averiguar hasta qué punto los fondos donde confían su dinero cumplen estas características, y si el uso que le dan las empresas tienen un impacto real o solo sirven como herramienta de marketing para la compañía. “No todos los fondos de inversión que se etiquetan como sostenibles o verdes canalizan el dinero a empresas comprometidas a 100% con este objetivo”, añade.

“Hay un poco de trampa en este esquema porque en la actividad internacional uno no puede saber si el dinero termina en proyectos verdes o si alguna de las operaciones de las empresas financiadas están vinculadas a subsidiarias contaminantes o directamente hacen un uso excesivo de los recursos. La única forma es que el inversionista indague en la estructura de la compañía a la que está apoyando”, señaló.

 

 

Esta opacidad se repite, por ejemplo, en las Asociaciones de Fondos de Pensiones (AFP), clientes naturales de los fondos de inversión porque buscan la rentabilidad del dinero que le confían sus usuarios a largo plazo. Según la data de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS), en Perú las AFP Integra, Hábitat, Prima y Profuturo destinan parte de los activos a administradoras como BD Capital SAFI, Credifondo, Enfoca SAFI o BlackRock Institutional Trust. Sin embargo, no se conocen las empresas específicas que lo reciben.

Martín Vilela, coordinador de la Campaña del Clima para América Latina y el Caribe de la organización Corporate Accountability, señala que debido a esta ausencia de transparencia y de información, los rankings ESG le permiten a petroleras, mineras y otras firmas que hacen un uso intensivo de recursos ser receptoras de inversiones verdes. Esto se evidenció en el ranking FTSE4Good que elabora la Bolsa de Londres bajo los mismos parámetros ESG y que es empleado por administradoras de fondos.

Por ejemplo, hasta el año 2010 la petrolera estadounidense BP fue incluida en dicha lista por supuestamente mostrar buenas prácticas en materia ambiental, social y de gobernanza. Ese mismo año la productora de crudo propició uno de los peores desastres ambientales de la historia en el Golfo de México. La minera británica Río Tinto, que cuenta con proyectos de cobre en Cajamarca, Perú, también apareció en esta lista hasta 2007.

En 2020 la empresa de alimentos Nestlé, considerada por Greenpeace como la segunda mayor fuente de contaminación plástica del mundo, se mantuvo en el ranking de buenas prácticas de la Bolsa de Londres, con un puntaje de 4,9 de un total de 5. Entre los factores que consideraron están sus esfuerzos por consumir menos energía renovable y fabricar envases reciclables para sus golosinas al 2025. 

 

El riesgo del “lavado verde”

En su reporte global de octubre, el FMI advierte sobre el riesgo del denominado lavado verde o greenwashing, una actividad que engloba las estrategias de marketing engañoso que realizan las empresas más contaminantes para incluir presuntos beneficios medioambientales en sus actividades, sin que se puedan demostrar o comprobar. Según la institución, esta práctica le resta confianza al mercado y requiere de una exhaustiva supervisión y regulación.

"Es necesaria una supervisión y reglamentación adecuada para evitar el lavado verde, es decir, el uso de marketing engañoso para persuadir al público de que los productos de una organización, los objetivos y las políticas son respetuosos con el medio ambiente, y para garantizar que las etiquetas que usan representen de manera justa la inversión de los fondos objetivos”, señala el FMI.

 

Eolica
RENOVABLES. Los proyectos de viviendas rurales y energías renovables son algunos de los proyectos que captan fondos verdes. 
Foto: Andina.

 

Sin embargo, para algunos expertos estas recomendaciones no reducirán el riesgo. Martín Vilela, de Corporate Accountability, explica que es muy difícil comprobar la eficacia de los fondos verdes y que, por el contrario, empresas contaminantes como las petroleras solo están creando proyectos sostenibles paralelos a sus negocios de combustibles fósiles para seguir recibiendo fondos y competir en el mercado.

“Como organización tenemos una posición crítica a la economía verde y a los fondos de inversión que se denominan verdes porque no se puede vender como solución la misma economía de mercado que nos puso en esta situación. Lo que se debe hacer es reducir el consumo y encontrar un equilibrio en la economía de mercado. Las empresas no quieren perder y están creando alternativas que apelan a la publicidad y el nombre”, señala.

Corporate Accountability junto a Global Witness y otras organizaciones sin ánimo de lucro analizaron la representación que tuvo la industria de los combustibles fósiles en la cumbre sobre el cambio climático COP26. Ellos demostraron que esta industria tuvo más delegados que cualquier país: 503 empleadas o asociados con el sector del gas y el petróleo. 

Una opinión diferente tiene Mariana Bellot, asesora para América Latina del proyecto Biodiversity Finance Initiative del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). “Creo que ambas iniciativas no están peleadas. La reducción del consumo y la huella ecológica pueden ir de la mano con la economía verde. La gran agenda de hoy está en las inversiones verdes, hay que transformar los portafolios de inversión y la trazabilidad de las mismas para no incluir a empresas contaminantes ni petroleras ni extractivas”, sostuvo.

 

Solar
ENERGÍA. Los proyectos alternativos de energía, como la solar, se encuentran priorizados en la cartera de inversiones sostenibles.
Foto: Andina.

 

El PNUD ha impulsado el involucramiento de la empresa privada y específicamente del sector financiero en el diseño de soluciones para el medio ambiente. Como parte de este esfuerzo, en 2020 se creó el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza (TFND, por sus siglas en inglés) en el que participan importantes bancos de inversión, financieras y aseguradoras del mercado. 

Su objetivo es desarrollar marcos de gestión y divulgación de riesgos para que las compañías financieras informen y actúen sobre los riesgos relacionados con el medio ambiente y biodiversidad. Por ejemplo, redirigir y aumentar los flujos de financiación a gran escala hacia actividades positivas para la naturaleza.

“El sector financiero está siendo un actor protagonista en estas iniciativas de cambio. Debido a la pandemia están más interesados en promover inversiones que no afecten la biodiversidad. No solo piensan de qué manera pueden mitigar el riesgo de inversión y pérdida, sino también cómo evitar otorgar capital a inversiones que tendrán un impacto negativo. Lo cierto es que se necesita medir esta trazabilidad para asegurar la correcta canalización de los fondos”, añade Bellot.

En Perú, desde enero el Ministerio del Ambiente impulsa la Hoja de Ruta de las Finanzas Verdes (HRFV) para asesorar a bancos, financieras, aseguradoras y fondos de pensiones en la implementación de acciones para concretar inversiones amigables con el ambientales. La iniciativa ha sido respaldada por la Asociación de Bancos (Asbanc) y en sus temáticas de trabajo priorizará el cambio climático, biodiversidad y servicios ecosistémicos, infraestructura natural, los eco y bionegocios, la economía circular y la producción limpia.

En marzo de este año, la Unión Europea puso en vigor una normativa de divulgación de finanzas sostenibles para transparentar las inversiones ambientales, sociales y de gobernanza, que cumplen los denominados parámetros ESG. Se espera que este tipo de acciones logre transparentar la zona gris en la que se están moviendo los fondos de inversión verdes.

 

 

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