INEQUIDAD. Distritos con menos áreas verdes en Lima registran más calor que los que cuentan con ellas, lo que refleja una desigualdad frente a la crisis climática.
En Lima, donde el concreto se expande y el calor se siente cada vez con más fuerza, las áreas verdes se convierten en un lujo desigual. Un nuevo estudio, publicado en la revista Remote Sensing, revela que los distritos más vulnerables de Lima enfrentan las temperaturas más altas debido a la escasez y fragmentación de sus espacios verdes.
La investigación muestra que zonas como Carabayllo, Puente Piedra y San Martín de Porres carecen de vegetación continua, lo que los deja más expuestos al calor urbano en comparación con distritos con mayores recursos, como San Isidro, La Molina o San Borja.
“Ha habido cambios muy drásticos porque estos distritos, anteriormente, tenían mucha área verde, que incluía zonas agrícolas. Pero, con el fuerte crecimiento de la ciudad, han sido reemplazadas por áreas urbanas”, explica Deyvis Cano, autor principal del estudio, a OjoPúblico.
Este patrón demuestra una desigualdad climática: quienes viven en zonas con más recursos están mejor preparados para enfrentar las consecuencias del calentamiento urbano. Mientras tanto, las poblaciones vulnerables están doblemente expuestas a las altas temperaturas y a la escasez de infraestructura verde que las proteja.
El cambio climático es una realidad tangible, que vivimos día a día”, dice María Chirinos, quien vive en el límite del Callao y San Martín de Porres.
Hace cuatro años, una investigación de OjoPúblico y el grupo de trabajo Espacio y Análisis evidenció las amplias brechas de acceso a espacios públicos y áreas verdes que existen en la capital: más de la mitad de los distritos de Lima y Callao tienen menos de 3 metros cuadrados de áreas de esparcimiento por habitante.
“La falta de una planificación urbana estratégica, que priorice el acceso equitativo a las áreas verdes, ha arraigado aún más estas disparidades, promoviendo inconscientemente la injusticia ambiental urbana”, advierte el nuevo estudio.
Los investigadores llegaron a estas conclusiones gracias al uso de tecnología satelital. Así, analizaron cómo ha cambiado la cobertura vegetal y la temperatura superficial del suelo en la capital peruana en casi cuatro décadas, entre 1986 y 2024. Esta metodología les permitió observar que, donde hay más vegetación, el calor se siente menos.
“Lo interesante de este estudio es que hace una comparación entre lo que se tenía y lo que se tiene ahora en términos de áreas verdes. Eso no se había hecho antes. Además, proporciona mapas actualizados”, afirma Liliana Miranda Sara, investigadora en planificación urbana sostenible y adaptación a la crisis climática, que no participó en el estudio.
IMPACTO. Los distritos con menores ingresos suelen tener menos áreas verdes y, por ello, enfrentan con mayor intensidad los efectos del aumento de temperatura.
Foto: OjoPúblico / Ana Sotelo
Los resultados de la investigación coinciden con datos recogidos recientemente por Lima Cómo Vamos. En un estudio de percepción, publicado en abril por el observatorio ciudadano, casi el 50% de los limeños señaló que, frente a la crisis climática, consideraban como una necesidad prioritaria proteger las áreas naturales existentes y aumentar la cantidad de zonas verdes y árboles que existen en la ciudad.
“Hay una demanda importante por aumento de estas áreas, dado que se está identificando los distintos beneficios que dan a las personas”, resalta Patricia Alata, directora de conocimiento de Lima Cómo Vamos. La especialista explica que estos beneficios van, desde fines recreativos, como hacer deporte o jugar en parques, hasta impactos directos en la salud física y mental.
“Las áreas verdes ayudan en la reducción de contaminantes, la reducción de temperaturas —especialmente durante el verano— y, por lo tanto, disminuyen el riesgo de golpes de calor. También ofrece beneficios a la salud mental, al contribuir a la reducción del estrés y la ansiedad en la vida urbana”, afirma.
Brecha térmica entre los distritos
El estudio clasificó a los distritos de la capital en cuatro grupos. Dos de ellos se encuentran entre los que han tenido un mejor desempeño en el desarrollo de áreas verdes entre 1986 y 2024, y los otros dos corresponden a los que presentaron los peores desempeños.
Entre los de mejor desempeño se encuentran La Molina, San Isidro, Chaclacayo, Surco, San Borja, Cieneguilla, Jesús María, Lince, San Miguel, Pueblo Libre, Surquillo, La Perla y Bellavista.
En contraste, en el grupo con el peor desempeño, están Carabayllo, San Martín de Porres, Puente Piedra, Callao, Santa Anita, El Agustino, Comas, Ate, Lurigancho, Los Olivos y Lurín.

CLASIFICACIÓN. Los colores verde, amarillo, rojo y azul corresponden a los distritos que tienen un desempeño muy bueno, bueno, malo y muy malo, respectivamente.
Gráfico: Remote Sensing
El autor principal del estudio explicó a OjoPúblico que, tanto la presencia de áreas verdes como la cercanía al mar, se encuentran entre las razones que explican las diferencias de temperatura entre distritos. Además, influyen factores como el tipo de construcción utilizada de manera preponderante.
“Los distritos que están cerca al mar, por lo general, tienen edificios grandes y estos generan sombras bastante fuertes, que también les ayuda a regular la temperatura. Mientras que, en la periferia, se cuenta con construcciones más pequeñas, a lo mucho de tres o cuatro pisos. Es una construcción más horizontal, que no ayuda mucho”, precisa.
Otro aspecto no incluido en el estudio, pero advertido por el autor reside en las diferencias entre los distritos en términos de ingresos. Deyvis Cano cuenta que, cuando revisó las características socioeconómicas y evaluó el mapa de la capital, vio que los lugares más adinerados son aquellos que tienen un buen comportamiento y que, por lo tanto, están regulando muy bien su temperatura.
“No me sorprende que los distritos con más áreas verdes y sombra coincidan con aquellos de mayores ingresos”, señala Patricia Alata. La especialista explica que esto se debe a un doble fenómeno: por un lado, estos distritos cuentan con una mayor capacidad de recaudación fiscal, lo que les permite invertir en parques, calles limpias e infraestructura urbana de calidad; y por otro, esa misma calidad ambiental los convierte en zonas atractivas para personas con mayor capacidad adquisitiva.
Injusticia ambiental
La investigación prueba, además, una advertencia que hizo el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) en su reporte de 2021: “el cambio climático afecta a todos, pero no a todos por igual”. Aunque ese impacto se puede notar a escala global, el nuevo estudio evidencia que también ocurre a escala local.
En Lima, por ejemplo, el acceso desigual a áreas verdes agrava las consecuencias del calentamiento urbano, particularmente en zonas vulnerables. Eso lo sabe María Chirinos, quien vive en el límite de Callao y San Martín de Porres, una de las zonas más afectadas por la falta de áreas verdes y la contaminación.
María recuerda cómo, en sus primeros años de vida en la zona, la playa Márquez era un lugar donde podía bañarse y disfrutar de un ambiente saludable. Hoy, la realidad es diferente: la playa está altamente contaminada.
“Para nosotros, el cambio climático no solamente es un discurso o un tema de moda, es una realidad tangible y latente, que vivimos día a día. Cuando cualquiera escucha la palabra ‘playa’, piensa en una playa muy bonita, donde uno puede bañarse. Esa no es la playa que viene a mi mente, no es la playa donde yo vivo”, dice.
Esa situación refleja lo que los autores denominan “injusticia ambiental”. La especialista Liliana Miranda explica que este término hace referencia a cómo las comunidades más vulnerables son las que más sufren las consecuencias de la crisis climática debido a la falta de recursos para mitigar estos efectos.
“Por ejemplo, en el verano de 2024, hemos encontrado picos de temperatura altísimos en algunas viviendas de San Juan de Lurigancho, el Agustino y Barrios Altos. En los últimos pisos, con techos de calamina, que tienen una alta capacidad de transferencia de calor, hemos encontrado temperaturas de 51°C”, advierte.
Miranda señala que la distribución justa de la temperatura se está convirtiendo en un tema clave en la planificación urbana. “Existe un término que es el de la equidad térmica, que significa que todos tengan las mismas oportunidades de mantener una temperatura adecuada en sus hogares”, indica.
Por eso, los investigadores destacan que el estudio sirve como una advertencia para los gobiernos locales de que la información puede y debería ser utilizada para distribuir equitativamente los beneficios de las áreas verdes.
Adaptarse a un planeta más caliente
Aunque la investigación revela que hay diferencias entre los distritos, también concluye que la crisis climática ha impactado en la temperatura general de la capital peruana. Los hallazgos muestran que, desde 1990, la temperatura del suelo ha aumentado en 6,43°C debido a la expansión urbana.
“A medida que el clima se calienta, es probable que aumenten la frecuencia e intensidad de las olas de calor, lo que presenta desafíos adicionales para ciudades como Lima, que ya lidian con altas temperaturas superficiales”, concluye el estudio.
Deyvis Cano asegura que, aunque las áreas verdes ayudan a mitigar el calor a nivel local, no son suficientes para contrarrestar el incremento general de la temperatura en Lima.

CALENTAMIENTO. Las áreas verdes no bastan frente al aumento general de temperatura en Lima, que se caracteriza por su ecosistema árido.
Foto: Andina
“El cambio climático y fenómenos como El Niño costero están detrás del incremento de la temperatura, y eso no puede ser apaciguado solo con áreas verdes”, explica. El investigador recomienda tomar en cuenta las características del ecosistema limeño, no solo en la planificación urbana, sino también en la gestión sostenible de los recursos naturales.
“Es esencial equilibrar la expansión de áreas verdes con el consumo de agua. Un desafío común en ciudades con un desarrollo avanzado de vegetación es que el uso del agua para la población compite con el de los espacios verdes. Este aspecto es crítico en Lima, una ciudad desértica, con menos de 50 mm de precipitación anual y la más poblada del Perú”, advierte el estudio.