ESTUDIO. Solo la quinta parte de los árboles jóvenes se adapta a temperaturas más cálidas.
El 2024 estuvo marcado por sequías severas: el río Amazonas descendió a niveles históricos y los incendios forestales afectaron a gran parte de la región. Ciudadades amazónicas, como Manaos, en Brasil, y Loreto, en Perú, estuvieron entre las más afectadas. Una reciente investigación publicada en la revista Science alerta que la biodiversidad no será capaz de adaptarse a la misma velocidad con la que se están generando los cambios por la emergencia climática.
El estudio se centra en los bosques tropicales del continente americano, desde mesoamérica hasta la Amazonía. Luego revisar datos recopilados durante más de cuatro décadas, los investigadores concluyeron que estos ecosistemas vienen adaptándose muy lentamente a la emergencia climática, lo que incrementa su vulnerabilidad frente a sequías, olas de calor y pérdida de biodiversidad.
Para el análisis, los árboles fueron clasificados en tres categorías: los más jóvenes que se adaptan mejor, los que sobreviven y tratan de adecuarse y los que están muriendo porque no han logrado sobrellevar los cambios.
Del grupo de árboles jóvenes, solo el 22% sigue el ritmo de los cambios del clima, advierte la publicación. Dicho de otro modo, el 78% de árboles jóvenes no se está adaptando a las nuevas condiciones.
¿Cómo se refleja la adaptación de un árbol? El estudio contó con la participación de biólogos del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP). Uno de ellos, Gerardo Flores Llampazo, pone como ejemplo el aumento de “especies residuas”. Es decir, árboles que pierden sus hojas en algunas épocas.
“Cuando llega una temporada de estrés, estas especies dejan de producir hojas porque necesitan de una importante fuente hídrica para hacerlo. De esta manera, se conservan”, explica. También puede ocurrir —continúa Flores Llampazo— que crezcan hojas de menor tamaño.
Ante la ausencia de lluvias, también es posible que las plantas con raíces profundas y capacidad de captar más agua tengan mayores posibilidades de adaptarse, añade.

CLASIFICACIÓN. La investigación analizó parcelas de bosques permanentes desde México hasta el sur de Brasil.
Fuente: Captura de estudio de Science
Los autores del estudio monitorearon 415 parcelas de bosque permanente. En Perú, estas se encuentran en Loreto, Madre de Dios y en la zona de montaña amazónica de Cusco. En los últimos años, las dos primeras presentaron escenarios críticos por la crisis climática.
Científicos de las Naciones Unidas estiman que, para el año 2100, la temperatura global se incrementará alrededor de 4 °C y las lluvias se reducirán un 20%.
Jhon del Águila Pasquel, biólogo del IIAP con experiencia en investigaciones sobre el ciclo del carbono en los bosques de la Amazonía, no descarta la pérdida de algunas especies de árboles por efecto de la crisis climática. Según explica, se espera que “la composición de los bosques cambie, no en cinco años, sino en un proceso de mediano o largo plazo”.

CAMBIOS. La crisis climática es motor de cambios agudos en territorios como la Amazonía.
Foto: OjoPúblico / Aldair Mejía
El estudio publicado en Science, explican los especialistas consultados por este medio, puede servir como advertencia de lo que podría ocurrirle a especies como el aguaje, de importancia económica en la selva.
“Los aguajes crecen en humedales, son felices en estos sistemas, donde el suelo se llena de agua cada cierto tiempo, y producen sus frutos que son muy aprovechados. Sin embargo, con una sequía prolongada, se esperaría que sus condiciones cambien y su número disminuya”, dice del Águila Pasquel.
El científico aclara que los impactos son diferentes en la llanura y en la montaña amazónica. Por eso, la respuesta de los árboles a temperaturas más cálidas también variará. En el llano, por ejemplo, se producen inundaciones. En las zonas altas, no.
Para el estudio, los especialistas analizaron los rasgos funcionales de 250.000 árboles: tamaños y tipos de hojas, dimensiones y densidad de los troncos, tasas de crecimiento y semillas, entre otros. La mayoría cambia a solo una fracción de la velocidad requerida para mantener el equilibrio con el clima.
En un escenario de deterioro de la filtración y regulación del agua, las consecuencias serían extremas. “Esto afectaría la seguridad hídrica y la estabilidad de los hábitats, por lo que numerosas especies podrían verse comprometidas, poniendo en desequilibrio también a la biodiversidad que depende de ciertas plantas”, explica Flores Llampazo.
Por su parte, del Águila Pasquel adelantó que el IIAP está por finalizar un nuevo estudio para identificar los efectos de la crisis climática en las semillas de diversas especies de árboles.
El 22 de mayo, Día Internacional de la Diversidad Biológica, Antonio Guterres, secretario general de la ONU, llamó la atención sobre el daño que la humanidad está ocasionado a la biodiversidad “como consecuencia de la contaminación, la crisis climática, la destrucción de los ecosistemas y, en última instancia, los intereses a corto plazo, que alimentan el uso insostenible de nuestro mundo natural”.
La Amazonía, clave para contrarrestar el avance de la crisis climática mundial, incrementó su pérdida de bosques primarios entre el 2023 y 2024. Así lo estableció un reciente análisis de la Universidad de Maryland (UMD), de Estados Unidos, y Global Forest Watch.
En la lista de 10 países que han perdido más cobertura arbórea por causas humanas y naturales, incluidos incendios no intencionados, aparecen seis de América Latina: Brasil, Bolivia, Perú, Colombia, Nicaragua y México.