
DESIGUALDAD. Ser mujer y nacer en un hogar pobre aumenta el riesgo frente a la inseguridad alimentaria.
Cada 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, y el espacio público se llena de discursos sobre igualdad de género, pero la realidad para miles de jóvenes peruanas sigue marcada por barreras estructurales que condicionan su futuro desde la infancia.
En este contexto, resulta profundamente contradictorio que, mientras desde las declaraciones oficiales del Gobierno se habla de empoderamiento femenino, en la práctica se evita —o directamente se rechaza— la incorporación del enfoque de género en las políticas públicas.
Más alarmante aún es que, desde el Legislativo, se haya impulsado recientemente un proyecto de ley que pretende eliminar la figura del feminicidio, desconociendo por completo las desigualdades estructurales que enfrentan las mujeres y las violencias específicas que las vulneran cada día.
En nuestro país, las garantías para la autonomía económica de las mujeres siguen siendo frágiles y el cumplimiento de sus derechos, precario, porque las estructuras que sostienen la desigualdad de género permanecen intactas.
Lamentablemente, la evidencia muestra que las brechas de género persisten y que no hemos avanzado mucho para impedir que los roles de género tradicionales y las expectativas impuestas sigan limitando a las mujeres y restringiendo sus oportunidades.
Las garantías para la autonomía económica de las mujeres siguen siendo frágiles".
El 11 de marzo próximo, el estudio longitudinal presentará los resultados de su última encuesta (la ronda 7), realizada entre 2023 y 2024. Desde 2002, este estudio ha seguido la vida de aproximadamente 3.000 niños y niñas en el país, es decir, más de dos décadas de análisis sobre sus condiciones de vida.
A lo largo de estos años, ha rastreado la trayectoria de dos cohortes de jóvenes en el Perú desde su infancia, lo que ha permitido identificar patrones de desigualdad y sus impactos a lo largo del tiempo.
Dirigido por el Grupo de Análisis para el Desarrollo (Grade) y el Instituto de Investigación Nutricional (IIN), los resultados muestran información sobre educación, trabajo, nutrición y salud mental y, en esos documentos, demuestran que las brechas de género no solo persisten, sino que, en algunos casos, se han profundizado1.
Difundir estas cifras en exclusiva es fundamental en el contexto del Día Internacional de la Mujer, una fecha que nos recuerda la urgencia de enfrentar las desigualdades que continúan limitando las oportunidades de las mujeres en el país.
La carga del embarazo adolescente
Uno de los hallazgos más preocupantes que señala la encuesta en educación es el persistente impacto del embarazo adolescente en la trayectoria de las mujeres. Mientras que el 94% de quienes no fueron madres en la adolescencia logró completar la secundaria, solo el 66% de quienes fueron madres o se comprometieron pudo terminarla (Cueto y Espinoza, 2025).
Esta situación no es casualidad en un país donde la educación sexual integral sigue siendo cuestionada y el embarazo temprano sigue cargando con un fuerte estigma social, que empuja a las jóvenes madres a abandonar sus estudios para asumir, casi en exclusiva, el rol de cuidadoras.
Además, retomar la educación en la vida adulta es significativamente más difícil para las mujeres que para los hombres. Tal como lo señala un estudio previo sobre abandono escolar (Rojas et al., 2024), quienes logran retomar sus estudios son, en su mayoría, hombres de hogares con mayores recursos.
Retomar la educación en la vida adulta es más difícil para las mujeres que para los hombres".
En ese mismo estudio, también se recoge información cualitativa y muestra casos como el de Diana, una mujer de 28 años que interrumpió su educación a los 14 años tras quedar embarazada. En cada entrevista de seguimiento ella mencionaba que anhelaba terminar la secundaria para acceder a trabajos mejor remunerados y menos precarizados que los que tuvo en su adolescencia y adultez temprana, pero sus opciones eran limitadas.
Las condiciones laborales inestables y los trabajos de cuidado de su hijo y del hogar hicieron muy difícil el retorno de Diana al sistema educativo hasta la edad de 27 años, cuando finalmente pudo matricularse en un Centro de Educación Básica Alternativa (CEBA) que ofrecía educación remota.
Lamentablemente, hay poca investigación sobre esta modalidad educativa, y la existente destaca la necesidad de un mayor monitoreo sobre la calidad de la educación que imparte y el efecto en la mejora de oportunidades.
Historias como esta muestran con crudeza cómo las brechas de género en educación estarían condicionadas por la falta de políticas efectivas que permitan a mujeres como Diana retomar sus estudios lo antes posible y construir trayectorias más equitativas.
La brecha de género en el empleo
El mercado laboral sigue siendo profundamente desigual, según los resultados de la última encuesta. Campos y López (2025) analizan los datos y destacan que la brecha de género en el empleo ha sido persistente desde la adolescencia de los participantes, pero se agravó tras la pandemia de la covid-19.
A los 22 años, esta brecha alcanzaba ya el 22%, el doble de lo que era a los 15 años. Y, aunque señalan que tanto hombres como mujeres experimentaron una lenta recuperación laboral después de la pandemia, el ritmo de recuperación fue significativamente mayor para los hombres, lo que profundizó aún más la desigualdad.
A esta disparidad se suma la marcada diferencia de género en el tiempo dedicado al trabajo de cuidados no remunerado a lo largo del ciclo de vida de las y los encuestados por el estudio. A los 15 años, las mujeres ya destinaban 12 minutos más al día que los hombres a estas tareas; sin embargo, a los 22 años, la brecha se había ampliado drásticamente, alcanzando casi tres horas más al día.
La carga invisible del trabajo doméstico y de cuidados recae sobre las mujeres a lo largo de su vida y se intensifica en la adultez, limitando su acceso a mejores oportunidades laborales y su desarrollo profesional.
La carga invisible del trabajo doméstico y de cuidados recae sobre las mujeres".
Estos resultados no solo reflejan una desigualdad estructural en el mercado laboral, sino también una socialización temprana, que asigna a las mujeres la responsabilidad del cuidado como parte de su identidad.
En una investigación previa con niñas de la muestra cualitativa del estudio Niños del Milenio, (Rojas, 2019), documentamos cómo las adolescentes perciben que su rol como mujeres está intrínsecamente ligado al cuidado, lo que implica una inevitable postergación de su desarrollo personal y profesional.
En dicho estudio se menciona el testimonio de Lupe, una participante de zona urbana, quien a los 16 años expresó: “Voy a tener que ser más mamá antes que mujer; mis hijos siempre van a estar antes que yo, yo voy a tener que cuidarlos (…) Seguro que mi pareja me va a ayudar en sus días libres, pero no tanto (…) Será, pues, como todo hombre, que siempre es más su trabajo”.
Hablar de empoderamiento femenino, entonces, resulta vacío si no se generan cambios estructurales que transformen la vida de las mujeres. ¿Cómo pueden las mujeres alcanzar autonomía si siguen cargando, casi en exclusiva, el peso del trabajo de cuidados?
Salud física y mental: una crisis silenciada
En la cohorte menor que participó de la encuesta, según Curi y Campos (2025), las mujeres presentan una mayor prevalencia simultánea de sobrepeso, inseguridad alimentaria y síntomas de ansiedad, depresión y estrés.
En términos de salud física, el riesgo cardiovascular es 12 puntos porcentuales mayor en mujeres de 22 años que en hombres, una diferencia que respondería a factores tanto biológicos como sociales, incluyendo la mayor carga de estrés y la menor disponibilidad de tiempo para el autocuidado.
Además, señalan que ser mujer y haber nacido en hogares más pobres son factores clave de riesgo para la inseguridad alimentaria a esta edad.
El riesgo cardiovascular es 12 puntos porcentuales mayor en mujeres de 22 años que en hombres".
Finalmente, la encuesta de Niños del Milenio en Perú señala que la salud mental es un problema crítico para las jóvenes mujeres peruanas. A los 22 años, las mujeres presentan una mayor prevalencia de síntomas de estrés, ansiedad y depresión que sus pares varones, condiciones que se agravan en entornos urbanos.
Estos hallazgos evidencian cómo las expectativas de cuidado, las barreras en el empleo y la falta de oportunidades educativas generan una presión constante que impacta su bienestar emocional.
Urge priorizar la salud mental como un eje transversal en educación, empleo y protección social, garantizando el acceso a servicios con enfoque de género. Sin estrategias que atiendan las condiciones estructurales que afectan desproporcionadamente a las mujeres jóvenes, su derecho a la salud y al bienestar seguirá siendo una promesa incumplida.
Romper el ciclo de desigualdad
La evidencia de la séptima ronda de encuestas del estudio Niños del Milenio en Perú (2023) no refleja simples “elecciones personales”, sino las consecuencias de un sistema que sigue limitando las oportunidades de las mujeres jóvenes desde múltiples frentes.
Garantizar la educación sin interrupciones para las jóvenes madres, evitar que se sigan reforzando roles tradicionales que restringen el desarrollo pleno de las mujeres, implementar efectivamente la educación sexual integral, garantizar el acceso y cuidado de su salud física y mental, así como asegurar empleos dignos y reconocer el valor esencial del trabajo de cuidados, no deben ser opciones, sino prioridades.
La evidencia de la séptima ronda de encuestas del estudio Niños del Milenio en Perú no refleja simples elecciones personales".
Las cifras mostradas son contundentes y nos interpelan a todos. El verdadero empoderamiento de las mujeres exige transformar las estructuras que perpetúan roles limitantes, garantizando condiciones equitativas para su autonomía, participación y bienestar.
La pregunta que nos queda es: ¿hasta cuándo seguiremos normalizando estas desigualdades en lugar de actuar para transformar la realidad de las niñas y mujeres peruanas?
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Referencias:
(1) Los datos aquí citados (Cueto y Espinoza, 2025; Campos y López, 2025 y; Curi y Campos, 2025) corresponden a los resultados de la Ronda 7 del estudio Niños del Milenio, que estarán disponibles y serán de libre descarga a partir del 12 de marzo en la web del estudio https://ninosdelmilenio.org/ y del Grupo de Análisis para el Desarrollo – GRADE https://www.grade.org.pe/ así como en sus redes sociales.
Editado por Norka Peralta