Entre la adaptación y la sospecha: la metamorfosis de los negocios en América Latina

Entre la adaptación y la sospecha: la metamorfosis de los negocios en América Latina

Varias empresas de la región cambiaron de giro en sus negocios para sobrevivir a la pandemia, pero en el camino muchas otras aprovecharon el contexto para convertirse en proveedoras de insumos médicos a pesar de que no tenían experiencia en el rubro.

30 Junio, 2020

Por La Diaria - Juan Aldecoa, Stephanie Demirdjian, Natalia Uval

 

En marzo de este año la empresa Dersolan S.A, dedicada a la fabricación de zapatos en Uruguay, tenía todo listo para comenzar a preparar los pedidos de la temporada de invierno, cuando el coronavirus aterrizó en América Latina. Los materiales, los modelos, la mano de obra, todo estaba listo, pero el 13 de ese mes, el gobierno decretó la emergencia sanitaria y se paralizaron las ventas. La compañía  se vio forzada, como decenas de otras en la región, a buscar un segundo plan para adaptarse y sobrevivir.

Varias empresas de América Latina han adoptado durante los últimos meses nuevas líneas de negocio vinculadas a la demanda de productos que genera la pandemia. Algunas lo hicieron para aprovechar el contexto e incrementar sus ganancias; otras irrumpieron de un momento a otros en negocios vinculados a la salud para el que no tienen experiencia.

Objetivo: sobrevivir 

Dersolan S.A. es una empresa familiar de calzado que nació en la década del 60. Además de fabricar zapatos, también importa equipamientos de hotelería, como carros de limpieza, ropa de cama, almohadas, bandejas o apoya maletas. “Tratamos de abrir un poco más el abanico porque, con el calzado nacional solo, está complicado”, confiesa Alejandro Biasiolli.

Alejandro se encarga de las ventas junto a su hermano. El papá, que hoy tiene más de 80 años, es el fundador de la empresa y se mantiene como director, aunque en estos días ejerce el cargo a la distancia, para cuidar la salud. La página web dice en la parte institucional que la filosofía de la empresa no es “hacer negocio simplemente” sino, además, “crear algo valioso” y “que tenga trascendencia”. 

La pandemia de Covid-19 no es la primera crisis que golpea a esta empresa uruguaya, que ya había tenido que ajustarse después de la crisis del 2001 en Argentina, un país del que dependía gran parte de sus exportaciones. “El 2002 fue un año bisagra para nosotros”, recuerda Alejandro; “tuvimos que reducir la cantidad de personal y a partir de ahí fueron años muy complejos. Pero, después de mucho trabajo, dedicación y desgaste, pudimos salir adelante”. 

Hoy intentan emplear la misma fórmula para sobrevivir en el mercado. La empresa sigue de pie y da batalla en un escenario local en el que muchas fábricas tuvieron que cerrar y los comercios quedaron suspendidos durante meses. Las mascarillas aparecen en este contexto como un bote salvavidas al cual aferrarse para mantenerse a flote.

La idea de empezar con la venta de tapabocas surgió “de la necesidad del mercado”, explica Alejandro. “Vimos que la enfermedad iba creciendo de una manera desmedida y que en Argentina se estaba complicando. Prestamos atención a estas señales y, después, cuando el virus empezó a aparecer en varios lados, vimos que lo que se veía en las imágenes, todo el tiempo, eran tapabocas. Se notaba que la enfermedad era muy volátil”. Tarde o temprano, pensaron, serían útiles y necesarios también en Uruguay.

Esta compañía familiar ocupa ahora el cuarto lugar en el ranking de empresas beneficiarias de compras estatales de mascarillas. “Fue un giro de 180 grados”, dice Alejandro acerca de los cambios que se vieron obligados a implementar cuando llegó la pandemia al país. El vendedor no cree que sigan haciendo tapabocas durante mucho tiempo más, porque “ya se está dejando de lado y también hay mucha oferta”. Sin embargo, asegura que en su momento fue una buena decisión. 

 

Buen ojo para los negocios

 

Otras empresas se dedicaron a la importación de insumos como una forma de incrementar sus ganancias. Es el caso de la empresa mobiliaria uruguaya Bertoni. Matías De Uribarri, ejecutivo de ventas de Bertoni, contó que la empresa ya tenía clientes del rubro médico, por ejemplo las mutualistas La Española, Casa de Galicia, CASMU, Medicina Personalizada (MP) y el Hospital Británico, a quienes les vendía pisos hospitalarios y camas médicas. Aprovechando la infraestructura que ya tenían para la importación, la utilizaron para comprar mascarillas y venderles a mutualistas que ya eran clientes suyos. Pero esta línea de negocios “es circunstancial, nada más”, aclaró.

En Perú, más de 33 millones de mascarillas (alrededor de 155 toneladas) salieron rumbo a China entre enero y marzo de este año. Estos productos, valorizados en US$4.9 millones, salieron por vía aérea hacia el país de origen del brote del Covid-19. De acuerdo a cifras oficiales del gobierno peruano, un grupo de 70 empresas de dicho país enviaron sus cargamentos al gigante asiático, mientras la enfermedad se expandía a Europa y a América Latina; y al mismo tiempo se reportaba el desabastecimiento de mascarillas en el mercado peruano. 

Un grupo de 12 compañías lideraron los envíos a China, principalmente en febrero. Entre ellas, destacan empresas creadas recientemente, entre 2018 y 2019, así como otras que cambiaron su giro de manera sorpresiva ya que se dedicaban a la exportación de productos disímiles (ropa, conservas, alimentos, adornos) o la importación de autopartes, en casos similares a los de otros países de la región.

También hubo compañías, gran parte de ellas ubicadas en el centro de la capital, que exportaban por primera vez en las actuales circunstancias o que habían dejado de hacerlo durante años y que de pronto activaban sus procesos para despachar mercadería al extranjero.

Recién el 8 de abril Perú ordenó que los cargamentos de mascarillas y otros insumos sanitarios no salgan del país hasta que tengan una opinión favorable de su Ministerio de Salud. Tres días después, el primer ministro en este país, Vicente Zevallos, incluso llegó a hablar de la requisa de dichos productos. Para aquella fecha, casi todas las empresas con acceso a las mascarillas habían despachado sus productos al extranjero.

La uruguaya Dister Joyas SRL también comenzó a incursionar en el rubro médico a raíz del surgimiento de la Covid-19, pero llegó para quedarse. “Sin dudas, nos vamos a quedar en el rubro”, aseguró el dueño de la empresa, Diego Pérez. Dister Joyas tiene una oficina en Asia que paralizó completamente sus actividades a raíz de la pandemia de covid-19. 

La importación y venta de mascarillas “se vio como una oportunidad en la crisis”, y la empresa consiguió venderle los productos que importó a operadores de la salud en Uruguay, principalmente mutualistas y emergencias médicas.

 

Cambios sospechosos

 

En otros casos, las empresas han cambiado sus razones sociales para venderle a los Estados insumos vinculados a la pandemia. En Colombia, la celeridad con la que las autoridades de ámbito nacional, regional y local han tenido que contratar el suministro de insumos para combatir el coronavirus deja casos sospechosos como el de Turnkey Logistics Consultants S.A.S, que el 27 de abril firmó con la Secretaría de Salud del Valle del Cauca un contrato por US$ 7'325.740) para la compra de 300 ventiladores mecánicos.

Un mes después de la firma de dicho contrato, Turnkey, cuya actividad principal es “Otras actividades complementarias al transporte” cambió su razón social para adaptarse a las necesidades del contrato firmado con el Estado.

Esto deja un manto de duda sobre la idoneidad de Turnkey para proveer material sanitario como ventiladores hospitalarios. A esto, cabe agregar que Turnkey en el pasado ha importado productos de las empresas California Tattoos y Alcoholes Finos Dominicanos, este último con productos tales como alcohol etílico natural, dióxido de Carbón, biomasa y fertilizantes.

Algo similar ocurrió con la comercializadora mexicana Cruhoz, fundada en 2015, que tiene como objeto social lo relacionado con la construcción, compra, venta y distribución de productos para la construcción, según su acta constitutiva. Sin embargo, vendió 10.825 mascarillas quirúrgicas para Covid-19 a 0,34 centavos de dólar, es decir, un monto total de 907,76 dólares. La compra a la firma creada en Oaxaca, en México, y propiedad de Mario Enrique Ortega Toward y Carlos Enrique Zacarías Ramírez, fue realizada por Telecomunicaciones de México.

 

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