Sequías: fenómenos que paralizan

Sequías: fenómenos que paralizan
Leonardo Tello Imaina

Kukama - Director de Radio Ucamara

En 2024, la Amazonía experimentó la peor sequía del siglo. Sus estragos —el calor extremo, ríos replegados, embarcaciones encalladas, la falta de peces y otros alimentos— han marcado a los pueblos indígenas de las cuencas del Marañón y el Amazonas. El fenómeno ha reflotado el interés de las autoridades locales por la construcción de carreteras e, incluso, una hidrovía, rechazada por los kukama desde hace más de una década. La escasez de alimentos ha generado un alto costo de vida en las poblaciones ribereñas. “Con preocupaciones por falta de comida es imposible hablar de cierre de brechas”, señala Leonardo Tello Imaina.

SECUELAS. Cientos de mujeres, pescadores y agricultores de la Amazonía trabajan el triple para conseguir el mínimo de alimentos, cuenta el autor.

SECUELAS. Cientos de mujeres, pescadores y agricultores de la Amazonía trabajan el triple para conseguir el mínimo de alimentos, cuenta el autor.

Foto: Radio Ucamara / Leonardo Tello

 

La imagen de un arrugado melón a orillas del Marañón,

las ennegrecidas espigas de arroz de los barrizales,

una abierta sandía en el puerto de Nauta,

medio insípida; pero,

algo de olor tenía aún la cosecha de los últimos meses del 2024. 

Reúno sin esfuerzo esos débiles olores;

se activa la memoria y los recuerdos de la abundancia en mi niñez.

Hay mucho en agonía, 

hay mucho en agonía.

 

La sequía continuará presente un largo tiempo en la vida de los habitantes del Marañón, en sus cultivos, sus cuerpos, los de sus hijos y su memoria, hasta que sean sorprendidos por otro fenómeno extremo: la creciente o inundación de los ríos y bosques.

Las comunidades Chiriyacu y San Jorge (en el río Marañón), de Grau e Hipólito Unanue (en el río Amazonas), y otros pueblos lo saben. Han sentido en carne propia sus estragos.

La llegada de políticos y actividades extractivas a la Amazonía, históricamente, se ha asociado a la presencia de la bestia, el demonio o maitsangara, en lengua kukama. Por lo tanto, utilizaré esa narrativa para mostrar los rostros de la violenta presencia del Estado y las empresas en el territorio.

Los ríos han estado secos hasta inicios de noviembre de 2024. Las huellas aceitosas y oscuras de la bestia aparecieron en las playas, en el barro, en las espigas de arroz y en muchos otros lugares. El sol golpeaba sin piedad las espaldas de hombres y mujeres agricultores; se bebía agua caliente y sucia en las comunidades. 

Para los habitantes del Marañón, la sequía está presente: en sus cultivos, sus cuerpos y su memoria".

El maitsangara descendió pestilente, arrastrando toda su porquería desde las altas esferas del poder político y económico. Ese monstruo de 130 cabezas destruye y mata la Amazonía. Atrás quedaron los veranos de abundancia, con peces de todo tamaño y variedades en los ríos.

En los pueblos se reunían las familias y se disfrutaba a mesas llenas. Las comidas eran suculentas, mucha proteína, sabores y olores deliciosos en la cocina, en las ollas, en las calles. 

La otra bestia, la de dos caras —enviada por la primera bestia mayor de 130 cabezas—, trama, seduce, acecha, habla de progreso, miente. Ha organizado un Comité de Desarrollo. Tiene clara su misión cuando clava la mirada en la Amazonía.

Cuando habla, salpica su baba, llena de pestes y enfermedades que se esparcen en los territorios. Camina confianzuda la bestia, sintiéndose intocable. Miles de miradas la observan sigilosas, sin miedo.

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IMPACTOS. Durante la sequía de 2024, se bebía agua caliente y sucia en las comunidades amazónicas, explica el autor.
Foto: Radio Ucamara / Leonardo Tello

 

Las bestias del tercer envío aparecen uniformadas con cascos, camisas y solaperas, exhibiendo sus rangos y poderes asignados por la primera bestia. Con las mismas características de la bestia mayor, pero sin la capacidad de desobedecerla. Actúan sin alma, sin corazón. Llegan con regalos, promesas encantadoras, abrazan, sonríen, bromean, comen en casas de la gente. 

Ahora son fácilmente identificadas por las comunidades. Los comuneros observan y saben que mienten. Los ojos de los habitantes ya no son los mismos de la época del caucho. La bestia cree que es la única que observa, pero no. Hay cientos de ojos a orillas de los ríos y desde los árboles. Su observación es fina, develadora. 

 

Empresas y Estado

Don Manuel Tamani (70 años), habitante de la comunidad de San Jorge (distrito de Nauta), habla de una creciente grande de 1962, después de la vaciante del año anterior. Esa creciente fue una de las razones por las que muchas comunidades del Bajo Marañón, que vivían en zonas inundables, se trasladaron a la zona alta. 

Ese cambio trajo muchas consecuencias, como la expulsión de los kukama de lo que hoy es la Reserva Nacional Pacaya-Samiria a la zona de amortiguamiento. Un pueblo que siempre vivió en zonas inundables fue obligado a salir del territorio para dar pase a esta reserva. 

La sequía de 2024 ha levantado, nuevamente, el interés del empresariado peruano y de los gobiernos locales por el proyecto Hidrovía Amazónica, la construcción de carreteras y la minería aurífera, entre otras iniciativas extractivas y de infraestructura. 

En los últimos años, propuestas del actual Congreso han abierto las puertas a empresas extractivas a una velocidad vertiginosa. También se han promulgado leyes en contra de la Amazonía y de sus pueblos. 

El Congreso ha impulsado proyectos que han abierto las puertas a empresas extractivas a una velocidad vertiginosa". 

Pretenden saquear nuevamente nuestro país de la forma más ruin. El gobierno, con su faceta de patrón genocida, es la misma bestia; más cruel que la propia sequía que hemos vivido. 

Las sentencias favorables a las comunidades contaminadas y empobrecidas del Marañón, en la provincia de Loreto, y Punchana, en la provincia de Maynas, obligan al Estado peruano a cumplir con las demandas, pero no lo hacen. 

Niegan a sus propios ciudadanos sus derechos y los condenan, como en la época del caucho, a una vida inhumana. Hay un gobierno de patrones, con armas letales, medios de comunicación letales y empresas que generan terror en la población y los ecosistemas.   

Cientos de mujeres, pescadores y agricultores trabajan el triple para conseguir el mínimo de alimentos para sus familias, mientras los gobiernos, en todos sus niveles, reciben dinero del fideicomiso y cierre de brechas. Con preocupaciones por comida es imposible hablar de cierre de brechas. 

Sequía_Leonardo Tello

FOCO. La sequía ha reavivado el interés de empresarios y autoridades en proyectos de infraestructura y actividades extractivas, sostiene el autor.
Foto: Radio Ucamara / Leonardo Tello

 

Los pueblos que se reorganizan desde la memoria y las resistencias, donde el derecho de los humanos encuentra reciprocidad en el derecho de los no humanos, proponen un cambio de paradigma: uno que no incorpora solamente a los humanos, sino a todas las categorías de “gentes”.

Conocer las entrañas de la bestia, desenmascararla, obligarla a dialogar con la verdad y vigilarla permanentemente son caminos de justicia y paz. Un camino que debemos aprender a caminar juntos, articulados y convencidos.

 

 

Editado por Gloria Ziegler

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