PENTAGONITO. En el Cuartel General del Ejército, en San Borja, se cometieron atroces abusos y violaciones de derechos humanos durante el régimen de Alberto Fujimori.
La historia del caso Sótano SIE, vinculado a la desaparición forzada de personas en los calabozos del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), puede resultar poco conocida en comparación con otras desapariciones del periodo de violencia 1980-2000. Pero, sin duda, representa un modelo de cómo los familiares de las víctimas, con el concurso del periodismo de investigación y del propio Estado, lograron que el derecho a la verdad, contra todo pronóstico, se abra camino.
El 5 de octubre de 2024 se cumplieron 31 años de la detención y posterior desaparición de Martín Roca Casas, quien en el año 1993 fue ejecutado y sus restos fueron cremados en los calabozos del SIE.
Ese mismo año, pero el 16 de diciembre, desapareció Kenneth Anzualdo Castro, estudiante de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional del Callao y amigo de Roca Casas. Su ausencia forzada ocurrió días antes de atestiguar en la investigación iniciada por la desaparición de su amigo.
Luego está el caso del empresario panadero Justiniano Najarro Rúa, desaparecido el 6 de julio del mismo año.
El caso Sótano SIE fue resuelto en forma definitiva el 27 de abril de 2018, cuando la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia ratificó la condena impuesta al ex asesor presidencial y jefe de facto del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), Vladimiro Montesinos Torres (a 25 años de cárcel), al ex comandante general del Ejército Peruano Nicolás Hermoza Ríos (a 23 años de cárcel), y al ex director de la Dirección Nacional de Inteligencia del Ejército, Jorge Enrique Naval Paiva (a 23 años de cárcel). Los tres fueron sentenciados como autores del delito de desaparición forzada de personas1.
Muerte en el Pentagonito reveló por vez primera el destino final de tres desaparecidos en los sótanos del SIE".
En este caso, fueron los familiares quienes iniciaron la búsqueda y recopilaron las primeras evidencias para conocer el paradero de las víctimas. Años después, en noviembre de 2004, se publica el libro Muerte en el Pentagonito (de Ricardo Uceda), revelándose por vez primera el destino final de los tres desaparecidos en los sótanos del SIE, así como detalles sobre su detención e ingreso ilegal a dicho recinto militar2.
La fuente principal de esas revelaciones, aunque luego lo negara durante el juicio seguido contra los responsables de las desapariciones, fue el exagente de inteligencia Jesús Sosa, miembro del Puesto de Inteligencia de Lima (PIL) del SIE, que operaba en la DINCOTE, en la época en que ocurrieron los hechos.
Un año después de la publicación del libro, en noviembre de 2005, en el marco del procedimiento de extradición seguido contra el ex presidente Alberto Fujimori, entonces prófugo en Chile, se dieron las circunstancias para el análisis de tres cuadernos que detallan las ocurrencias en los sótanos del SIE durante los años 1993 y 1994, documentos que eran parte del archivo de la Procuraduría Ad Hoc para los casos Fujimori y Montesinos3.
Aunque los cuadernos no revelan nombres, debido a que los detenidos eran denominados por códigos, el análisis de fechas y horas de ingreso a los calabozos no dejaba dudas, la llegada de los tres desaparecidos quedó plenamente documentada, evidencia que terminó por confirmar lo revelado por el exagente de inteligencia Jesús Sosa: Kenneth Anzualdo Castro, Martín Roca Casas y Justiniano Najarro Rúa habían ingresado a los calabozos del SIE y jamás salieron.
En esa misma línea, los cuadernos del SIE son una macabra fuente de información de lo que finalmente ocurrió con los tres desaparecidos durante su permanencia en los calabozos, particularmente en el caso de Martín Roca Casas.
Quedó plenamente documentado que tres personas que ingresaron al SIE jamás salieron".
En síntesis, dos de los tres cuadernos que son: el Registro de personal que ingresa a los calabozos y el Memorándum del servicio de custodia documentaron —sin ser ese su objetivo principal— el impacto físico y psicológico de las torturas a las que Martín Roca Casas fue sometido durante los interrogatorios que antecedieron a su ejecución.
El libro Muerte en el Pentagonito, adelantaba algo sobre las torturas infringidas en los sótanos del SIE. En el caso de Justiniano Najarro Rúa, las referencias son expresas al mencionarse los tormentos y golpes a los que fue sometido durante los interrogatorios. Y en el caso de Martín Roca Casas, la referencia a los interrogatorios previos a su muerte permite suponer que corrió la misma suerte.
De hecho, el Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), al analizar los patrones de violaciones a los derechos humanos, atribuidos a los agentes del Estado durante el periodo de violencia 1980-2000, específicamente al referirse a los casos de tortura, plantea un escenario que bien podría recrear lo que vivieron los detenidos en los sótanos del SIE. Es a partir de ese análisis que es posible enmarcar y comprender con mayor precisión aquello que los cuadernos del Sótano SIE revelan sobre los últimos días de Martín Roca Casas.
Para la CVR, la tortura fue un instrumento de la lucha contrasubversiva, y su objetivo fue extraer información de las personas detenidas y lograr que confesaran o, pese a ser inocentes, que se autoinculparan como miembros de alguna organización terrorista.
El mismo informe describe los tipos de tortura física y psicológica a los que eran sometidas las víctimas mientras eran interrogadas. Una referencia general sobre estas son los golpes de puño y patadas, los daños causados con objetos contundentes, como palos, bastones, porras de goma, culatas de fusiles, y todo ello aplicado a través de métodos diversos, con el objetivo de infringir daño y sufrimiento a las víctimas.
Los detenidos podían ser privados de alimento, agua e higiene, u ocupar espacios insalubres".
Con la misma intención, los detenidos podían ser privados de alimento, agua e higiene, u ocupar espacios insalubres, a lo que se suma el propio hecho de permanecer recluidos, incomunicados, sin contacto familiar y con la incertidumbre de cuál sería su destino final. Entre los centros de detención donde se denunciaron estas prácticas, la CVR incluyó, precisamente, a los sótanos del SIE4.
El 5 de octubre de 1993, a las 22:00 horas, se registró en los citados cuadernos la llegada a los calabozos del SIE, de cinco agentes del PIL, al que pertenecía Jesús Sosa, con un detenido a quien se identificó con el código 5C, se trataba de Martín Roca Casas, y tal circunstancia fue considerada como probada en la sentencia recaída en el caso Sótano SIE.
Desde ese momento, los cuadernos del SIE documentaron sucesos que calzan con los patrones de tortura descritos por la CVR. Desde su ingreso, hasta el 21 de octubre, los cuadernos dan cuenta de los sucesivos interrogatorios a los que Martín Roca Casas fue sometido por los agentes del PIL, así como de su progresivo deterioro mental, días en que el propio Vladimiro Montesinos visitó el lugar.
Con más de diez días de reclusión y por lo menos seis sesiones de interrogatorio, Martín Roca Casas empezó a dar muestras de un comportamiento violento, que no se evidenció al inicio de su ilegal encierro. Todo indica que era víctima de torturas.
Además de registrar los momentos de interrogatorio, los cuadernos del SIE son evidencia de tratos degradantes, como la dosificación de comida, la restricción de uso del colchón y, aparentemente, del consumo de agua. En tales condiciones, Martín Roca Casas empieza a sollozar y recordar a su familia, a patear la puerta de su celda y a negarse a ingerir alimentos por temor a ser envenenado.
También exterioriza manifestaciones de autoinculpación, como dar vivas a la subversión, quizá como último recurso para evitar mayor sufrimiento, lo que da cuenta del impacto psicológico de las torturas. En esa misma línea, la sentencia emitida en el caso Sótano SIE señala que tal comportamiento se debería a que el detenido no se encontraba en buenas condiciones mentales5.
Martín Roca Casas fue ejecutado y sus restos cremados en los calabozos del Servicio de Inteligencia del Ejército".
Después del 21 de octubre de 1993, Martín Roca Casas (5C) no aparece más en los cuadernos del SIE y en ninguno de ellos se registra salida o egreso que explique su ausencia. Más bien, el último registro da cuenta de su previo aislamiento, quizá como antesala de su eliminación.
La súbita desaparición de Martín Roca Casas, después de aquel 21 de octubre de 1993, confirmaría lo revelado en el libro Muerte en el Pentagonito: “… Roca fue interrogado y ejecutado, y su cadáver pulverizado en el incinerador”6, hecho que los cuadernos del SIE confirmaron e hicieron irrefutable.
A consecuencia de lo anterior, la sentencia emitida en el caso Sótano SIE consideró tales hechos como plenamente probados. En el mismo sentido, se concluyó que Justiniano Najarro Rúa y Kenneth Anzualdo Castro también fueron asesinados y sus restos cremados en los hornos del SIE.
Con toda esa evidencia, Martín Roca Casas ya no sería un desaparecido, pues su destino final es hoy plenamente conocido y documentado. Entre el 5 y 21 de octubre de 1993, el joven estudiante de economía de la Universidad Nacional del Callao fue detenido ilegalmente, torturado, asesinado y sus restos cremados en los hornos del SIE.
Finalmente, ninguna modalidad de reparación, sea dineraria o simbólica, será suficiente para compensar el daño causado a los familiares de las víctimas del caso Sótano SIE. Sin embargo, evitar que lo ocurrido sea enterrado en el olvido es parte de ese esfuerzo de reparación.
Por ello, documentar este tipo de hechos y difundirlos es una forma de honrar la memoria de las víctimas, más aún, como ocurre con los desaparecidos del caso Sótano SIE, cuando para el Estado peruano tienen oficialmente la calidad de víctimas y son parte del Plan Integral de Reparaciones, creado por Ley Nº 285927.
Para cerrar este artículo, complemento lo expuesto hasta ahora con la descripción de los días que Martín Roca Casas permaneció en los sótanos del SIE, a partir del contenido de los cuadernos Registro de personal que ingresa a los calabozos y Memorándum del servicio de custodia. Estos identifican a Martín como “5C” o el “detenido”, y señalan, en síntesis, las incidencias registradas durante su encierro. Incluyo una columna adicional con datos referenciales para categorizar las ocurrencias registradas.
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*Víctor Manuel Quinteros fue director de Registro e Investigación Forense de la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas del MINJUSDH y director general de Seguridad Democrática del Ministerio del Interior.
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Referencias bibliográficas
(1) El ex jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), Enrique Oliveros Pérez, a la fecha no ha sido sentenciado por estar prófugo de la justicia.
(2) Uceda, Ricardo. Muerte en el Pentagonito. Planeta, 2da edición. Lima 2019.
(3) Quinteros, Víctor. La estrategia de extradición del ex presidente Alberto Fujimori. Palestra Ed. Lima 2023.
(4) Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (versión el línea). Tomo VI. 4.1 La tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Págs. 214, 215, 233, 244, 250, 256.
(5) Sentencia, Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia (caso Sótano SIE). Párrafo 466.
(6) Uceda, Ricardo. Muerte en el Pentagonito. Planeta, 2da edición. Lima 2019. Pág. 422.
(7) Son beneficiarios de la Ley Nº28592 quienes forman parte del Registro Único de Víctimas (RUV), herramienta que excluye por mandato de la Ley a toda persona perteneciente a algún grupo terrorista.