*Entrevista editada por Gloria Ziegler
Las actividades del gobierno de Dina Boluarte de los últimos días —condecoraciones, reuniones bilaterales y firma de acuerdos comerciales— contrastaron con las dificultades de miles de escolares de Lima Metropolitana, Callao y Huaral para seguir sus clases de manera remota, en el marco del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).
Algo similar ocurrió con los trabajadores que necesitaban desplazarse durante los días declarados no laborables, y con las protestas en rechazo a la inseguridad ciudadana. Aunque con una convocatoria menor a la esperada, el politólogo Paolo Sosa Villagarcia considera que estas movilizaciones fueron efectivas. “Compitieron en atención con el mismo foro”, dijo a OjoPúblico.
En esta entrevista —realizada el 12 de noviembre y actualizada tras el final del evento económico—, el investigador del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) aborda los desafíos de Perú frente a las creciente dependencia a las inversiones chinas, el megapuerto de Chancay y el triunfo de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos, entre otros temas.
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No tenemos un poder de negociación muy fuerte a nivel económico".
En los últimos días, en un contexto de protestas por la inseguridad, el gobierno anunció diversos acuerdos con líderes que participaron de APEC, en Lima. Entre ellos destaca, por ejemplo, la actualización del TLC con China. ¿Estos anuncios le dan aire al Ejecutivo? ¿Tienen un impacto real para el país?
La imagen [de Perú] no cambió de manera sustantiva. Más bien, la presencia de prensa extranjera en la APEC, precisamente de países que, normalmente, no monitorean la política peruana, ha abierto una oportunidad para que las protestas y el descontento de la gente llegue a otros espacios. El impacto ha sido más bien negativo [para el gobierno] en cuanto a imagen.
En términos económicos, las negociaciones del foro abren la oportunidad para acelerar procesos, pero no me parece que cambien tendencias. Si algo se refuerza es la dependencia económica que está empezando a tener [Perú] respecto a China, y la irrelevancia que van teniendo otros socios comerciales de la década pasada.
Si bien esto [la actualización del TLC y otros acuerdos] se muestra como un logro de negociación dentro del foro, en realidad no es algo que no hubiera sucedido sin la mediación de APEC. En general, no tenemos un poder de negociación muy fuerte a nivel económico.
RELATIVO. Aunque los acuerdos firmados entre Perú y China se mostraron como un logro del foro económico, esto no es necesariamente así, dijo Paolo Sosa.
Foto: Presidencia
¿Considera que esa mayor dependencia hacia China y la pérdida de relevancia de otros actores ha tenido un correlato en las actividades, por ejemplo, con los presidentes Xi Jinping y el estadounidense Joe Biden?
Absolutamente. Ahí hay dos factores. Uno que tiene que ver con la importancia [de China], a nivel económico, que no es de ahora, pero que cada vez es más fuerte. Especialmente, a la luz de las nuevas elecciones [en Estados Unidos].
Ese es, precisamente, el segundo punto: Biden es un presidente saliente. Lo que, en Estados Unidos, llaman el “pato rengo”, un presidente que ya no tiene capacidad de decisión. Creo que eso también juega un rol para entender la predominancia que ha tenido Xi Jinping en el recibimiento.
Uno de los eventos centrales de APEC fue la inauguración del puerto de Chancay, aunque la ceremonía se hizo de manera remota.
Ahí está la necesidad de un evento protocolar que confirme estas relaciones económicas, y este nuevo momento en la economía peruana. Pero, por otro lado, lo más resaltante es esta condición de evento remoto que habla de un país, no solo convulsionado, sino ingobernable.
El hecho de que la presidenta no pueda asegurar que otro mandatario pueda estar ahí…Obviamente, el gobierno va a decir que no tiene que ver con ello, sino con otro tipo de cosas, con las agendas. Pero, ahí, es obvio que hay un problema de seguridad y de protestas al cual no querían exponer a los mandatarios; por lo cual construyeron una especie de fortín en Lima, para que parezca que las cosas funcionan más o menos de manera normal.
Ahora, a pesar de haber intentado construir un fortín, las protestas han sido muy efectivas para captar la atención de la prensa internacional. Y eso, claramente, ha ido en contra de los planes que tenía este gobierno.
Construyeron una especie de fortín en Lima, para que parezca que las cosas funcionan más o menos de manera normal".
¿Aun cuando, en Lima, las protestas tuvieron menos convocatoria de la esperada?
Creo que ahí hay un problema de expectativas. Quienes esperan protestas masivas, como las de los estallidos sociales, no necesariamente tienen expectativas realistas.
Para lo que, normalmente, es una protesta con piquetes y en una semana con trabajo remoto, creo que ha sido bastante efectiva. No, necesariamente, en su convocatoria, pero sí en términos de llamar la atención, de estar presente en las noticias y, como decía, captar la atención de medios que, normalmente, no están muy al tanto de esto.
Y eso se condimenta, además, con las imágenes que vienen de distintas regiones. Una protesta no solamente se mide por cuánta gente convoca, sino también por cuánta atención e influencia tiene en el debate. Y creo que, en ese sentido, sí han competido por el nivel de atención con el propio foro.
También hubo muestras de uso desproporcionado de la fuerza por parte de la Policía, tanto en Lima como en Arequipa.
Absolutamente. Y eso ya se ha vuelto parte del repertorio, lamentablemente, aunque está fuera de todo lo reglamentado nacionalmente y a nivel internacional. Esto también ha sido parte de la discusión en algunos medios y habla, nuevamente, de la incapacidad que tiene el gobierno para responder de un modo que no sea la represión.
VIOLENCIA. La represión frente a las protestas evidencia la incapacidad del gobierno para responder a las demandas sociales, señala Paola Sosa.
Foto: OjoPúblico / Renato Pajuelo
Frente a las protestas, se especuló con la posibilidad de que el foro se cancele, como ocurrió con Chile, en 2019. Sin embargo, el Ejecutivo hizo de este evento una prioridad. ¿Cuál es el mensaje?
(...) A pesar de las distancias del escenario social entre Chile [ese año] y Perú [ahora], lo que revela el ímpetu, la terquedad del gobierno [peruano] por sacar adelante este evento nos dice mucho sobre sus prioridades.
La prioridad de este gobierno no es, necesariamente, responder a las demandas sociales, a las agendas más urgentes, como la seguridad; sino, sobre todo, proyectar una imagen de bienestar y de paz hacia el mundo, sin importar si eso conlleva, por ejemplo, suspender labores escolares, generar un clima de incomodidad a los sectores que trabajan en la ciudad (...) Entonces, es, básicamente, una ciudad maquillada para el público internacional.
Diversos actores políticos han hecho referencia a la necesidad de dar una buena imagen del país, a pesar del deterioro que esta ya tiene, por temas como el indulto al fallecido Alberto Fujimori o el impulso de leyes que desacatan sentencias de la Corte Interamericana.
De hecho, la imagen del Perú en el extranjero, a partir de las mediciones sobre el régimen político, es que el país ya no es una democracia. Es un régimen híbrido, y muy poco hace este gobierno para demostrar lo contrario (...) Entonces, la imagen del país importa en algunos aspectos, pero no en otros.
Uno debería cuestionarse cuánto [provecho] puede sacar [Perú] con un evento como este, en un contexto internacional en el cual los países están tomando vías cada vez más aislacionistas. Tenemos a Estados Unidos, que acaba de escoger a un presidente que no tiene ninguna preocupación por la cuestión global, sino más bien por la política doméstica.
[Para el gobierno] la imagen del país importa en algunos aspectos, pero no en otros".
¿Qué impacto va a tener el regreso de Donald Trump al poder, en un contexto en que China tiene una mayor presencia en la región?
Uno de los primeros temas con la elección de Donald Trump es que América Latina pasa a ser todavía más irrelevante para la política norteamericana. Ya había dejado de ser un espacio geopolítico importante para la toma de decisiones, para la proyección de la política exterior norteamericana, [y] va a quedar más relegada.
Esto ya lo han venido aprovechando otras potencias, como China, en los últimos años. Nosotros ya estamos dentro de esa órbita: Perú tiene una dependencia muy fuerte con China y económicamente es uno de nuestros socios más importantes.
Esto tiene un impacto positivo y uno negativo. El positivo es que ya no dependemos de los cambios de la política norteamericana, donde lo que se avecina es bastante preocupante. El problema es que uno depende de un país que, no necesariamente, se preocupa por temas de derechos humanos, respeto de las libertades políticas, etcétera. Eso no es una agenda que China proyecte hacia la esfera global (...).
¿Qué implica eso?
En general, el panorama hacia adelante es bastante preocupante. En Perú ya hemos entrado en un proceso de erosión democrático. Muchos de los indicadores nos muestran un país que ha dejado de ser una democracia para convertirse en un régimen híbrido.
A nivel doméstico tenemos muchas limitaciones para contener esa erosión. Una de las esperanzas más fuertes que teníamos, y que ha sido muy importante en países como Guatemala, ha sido la presión de la comunidad internacional. Esa presión cada vez se está deteriorando más y las elecciones norteamericanas también nos cambian ese rumbo.
La presencia de China también. Y los problemas que tiene la Unión Europea, en este momento, hace que uno pueda perder un poco las esperanzas de que haya una presión internacional que ayude a la restauración de las instituciones.
Con Donald Trump, América Latina pasa a ser todavía más irrelevante para la política norteamericana".
¿Estamos solos en esto?
Ese es un poco el mensaje: que, lamentablemente, de acá en adelante, [aunque] hay algunos aliados internacionales que van a tener todavía algún tipo de injerencia, va a terminar siendo una batalla más doméstica (...).
En ese contexto, ¿cómo se ubica la inauguración del puerto de Chancay?
Creo que es uno de esos casos que resumen el estado de las cosas del país: la importancia que tiene un nuevo actor económico como China y la improvisación de algunas medidas para acelerar estos temas (...).
[Ha habido] poca discusión sobre los impactos reales económicos que va a tener el puerto hacia adelante. Pero, sobre todo, muy poca discusión sobre el impacto social que está teniendo ya en muchos espacios, no solo a nivel urbanístico (...), sino, además, en un contexto de auge de economías ilegales, de economías delictivas, de la extorsión.
Creo que ahí hay una falta de perspectiva (...). O sea, cuál es el plan que tiene este gobierno para asegurarse que este impacto económico no va a generar estos problemas, que ya estamos viendo en otras partes, a nivel de extorsión, a nivel de este cobro de cupos.
Y [también] a nivel de penetración de economías ilegales, que aprovechan estos espacios para mover los capitales que se generan en estas economías ilícitas (...). Es aritmética básica, estas dos cosas se van a encontrar, en algún momento, y el gobierno no tiene una respuesta, no tiene un plan para contener ese impacto social y criminal que puede tener también este desarrollo.
ALERTAS. Paolo Sosa cree que el puerto de Chancay puede despertar interés de actores criminales. El gobierno no tiene un plan para eso, advierte.
Foto: Presidencia
Los resultados del Latinobarómetro de 2023 señalaron que, [aunque] el 50% de la población peruana apoya a la democracia, [más del 90% está insatisfecho con los resultados de esta]. ¿Qué implica esa falta de confianza en el sistema?
Creo que lo acabamos de ver en Estados Unidos. [Allí] también hay una creciente insatisfacción con la democracia, una polarización muy fuerte, y el Partido Demócrata intentó movilizar a la ciudadanía a partir de la defensa de una de las instituciones del orden constitucional. [Ese] es un discurso vacío cuando tienes a una gran porción de la ciudadanía que no está contenta.
Lo mismo pasa en el Perú: uno no puede esperar que la gente salga a protestar para restablecer las instituciones cuando tienes un descontento generalizado. Es básicamente “vamos a defender el status quo”, ese status quo con el que, ni en el mejor momento de funcionamiento de la democracia, la gente estaba completamente satisfecha (...).
Creo que eso es un llamado de atención para que el discurso de protección de las instituciones venga acompañado por alternativas, propuestas que nos lleven a mirar hacia futuro. Es decir, una alternativa política y económica, no solamente para contestar esta erosión, en este momento, sino promover efectivamente un cambio.
Esa creo que es la agenda y ahí fallan, también, muchos de los dirigentes políticos que están intentando movilizar a la gente con un discurso de restauración de las instituciones con las que el peruano común no tiene ningún tipo de satisfacción, ni hoy ni hace 10 años.
No se puede esperar que la gente salga a protestar para restablecer las instituciones cuando tienes un descontento generalizado".
Esto ocurre en un contexto en que las economías ilegales se han visto beneficiadas por normas impulsadas desde el Congreso.
Sí, totalmente. Los políticos, especialmente aquellas fuerzas representadas en el Parlamento, no tienen ningún interés en que estas cosas mejoren. Por el contrario, están sacando todo el provecho posible. Lo hemos visto con el tema de la ley sobre crimen organizado, que es básicamente una ley que les protege de futuras investigaciones (...).
En general, el Congreso está avanzando con una desregulación de distintas economías. Acabamos de hacer un estudio con el Instituto para la Gobernanza de los Recursos Naturales donde se ve que hay un 60% de congresistas que votan, casi constantemente, por la desregulación de la minería informal, ilegal, y por temas relacionados con estas economías ilícitas.
En ese contexto, uno no puede esperar mucho de ahí. Pero sí hay políticos de oposición, gente que está por fuera del Parlamento, que tiene un interés electoral en algunos casos, pero también un interés genuino por defender a las instituciones. Quizás el mensaje para estos actores es que esa defensa abstracta no va a generar adhesiones (...).
Muchos de los cambios normativos a los que hacía referencia han avanzado sin que el Ejecutivo los observe. Por el contrario, las agendas del Gobierno y el Legislativo parecen tener puntos en común. ¿Qué impactos está generando esta alianza?
Junto con dos colegas, Moisés Arce y José Incio, hicimos una investigación sobre este proceso (...) y encontramos que, efectivamente, hay un desbalance que ha terminado de romper el equilibrio de poderes. Esa concentración [de poderes, en parte, se origina con] medidas que van tomando los congresistas para protegerse de modo particular. Pero, en suma, le han dado al Congreso la capacidad de ponerse por encima del resto de poderes del Estado.
Creo que el momento cumbre de esto va a ser la elección del 2026, con la bicamerilidad (...) Es un hecho que el sistema político peruano va a cambiar. El poder Legislativo que vamos a tener, a partir del 2026, va a ser superpoderoso y, sobre todo, con muy poco control de otras instituciones.
**Debido a la coyuntura se agregaron cinco preguntas adicionales el sábado 16 de noviembre. Por eso, estas cinco consultas iniciales no forman parte de la entrevista original, en video.