La Torita: la poderosa voz que retrata al barrio a través del rap

La Torita: la poderosa voz que retrata al barrio a través del rap

Anaís Quispe es reconocida como una de las voces más potentes dentro del panorama musical urbano, un entorno marcadamente masculino. Creció en San Juan de Miraflores pero hoy vive en el Callao, donde participa de un movimiento que busca mejorar la vida comunitaria a través del arte. En medio de la pandemia, se dio tiempo para participar del disco "Chiqapwan Takisunchis" [Hablemos con la verdad], producido por OjoPúblico. Esta es la tercera voz de un esfuerzo que busca combatir la desinformación en el país.

21 Marzo, 2021

Anaís Quispe rememora el concierto que la marcó como artista a través de una foto movida y saturada. Era una noche de marzo del 2011 y la Plaza San Martín estaba a tope. No existía el distanciamiento social. Mucho menos entre la multitud de una protesta como la de aquella tarde: se conmemoraba otro Día Internacional de la Mujer y el grito de reclamo no se quedó en las calles aledañas. Desde el escenario, La Torita, Sofgab, Blue y Karolinativa —integrantes de la agrupación Hermanas del Underground— hicieron cantar, bailar y mover el cuello a lo que recordarían como un “mar de gente”. 

“Yo estaba acostumbrada a cantar en anfiteatros y en pequeños locales, me quedé en shock porque nunca había tocado frente a esa cantidad de personas”, recuerda La Torita una década después, con 31 años, desde el otro lado de la línea telefónica.

 

 

ESTRENO. Este es el tercer single del disco de OjoPúblico, con una voz femenina que destaca en la escena del rap local.

 

Que su primera gran presentación haya sido en una plaza pública fue consecuencia lógica de una carrera que comenzó a construir en su barrio de San Juan de Miraflores. Cuando tenía trece años, Anaís escuchaba junto a sus seis hermanos varones las canciones de Lauryn Hill, Snoop Dogg, Cypress Hill, 50 Cent y varios artistas de hip hop, cortesía de una pareja de familiares que le mandaba la música desde los Estados Unidos. Al poco tiempo empezó a cantar covers, pero la realidad de lo que pasaba alrededor se impuso en su imaginario. 

“Trataba de escribir canciones de lo que vivía en el barrio”, explica la rapera. 

Uno de los primeros temas donde se plasmó la hermandad de la calle fue en “Noche y Día”, una canción de más de ocho minutos interpretada por media docena de artistas, entre ellos La Torita. Tiempo después llegaría “Chápala”, la que considera su primera canción propia y pieza clave para el futuro de su carrera. “Un tema de barrio y ‘chacotero’”, describe Quispe. Un torrente escrito en rima y cantado con la actitud e impronta de la calle:

...Toma Mejoral si te duele la cabeza, 
al escuchar la rima que esta chica expresa, 
ella rápido se presenta, 
le dicen La Torita, 
sale desde SJM y te hace requisa, 
ella sola camina y no avisa, 
en las avenidas legaliza…

 

Concierto
SUELTAS EN PLAZA. La Torita (izquierda) junto a las Hermanas del Underground en el que fuera su primer gran concierto.
Foto: Archivo de La Torita.

 

Hoy la artista explora diversas temáticas a través de sus canciones: la legalización de la marihuana (“Lánzame ese bate”), el amor —y el desamor— (“Cerca de ti”), el simple vacilón, como ella lo describe (“Me quieren cacharrear”); o la lucha contra la violencia hacia la mujer (“Déjenla decidir”). Anaís Quispe explica que prefiere no escribir canciones de un solo tópico o estilo, sino explorar el abanico de opciones que le ofrece el género. “Me gusta tener canciones que pueda cantar en un parque, para concientizar a la gente, o en una discoteca, para ponerlos a bailar”, comenta. Eso sí: casi siempre con un cable atado a las vivencias personales y del barrio, tanto de las buenas como de las malas.

La Torita no habla mucho al respecto, pero nos cuenta un poco: durante buena parte de su primera juventud fue testigo de amigas y conocidas víctimas de algún agresor. En base a esos recuerdos escribió algunas de las canciones que protestan contra la violencia hacia la mujer y contra cualquier tipo de agresión, como el acoso callejero o el intento de decidir sobre sus cuerpos.

El empleo del entorno como fuente de inspiración para los artistas del género urbano no es casual. En el 2017, un estudio elaborado por el Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico demostró, con base en el análisis de las letras de veintiún raperos del Callao, que uno de los temas más recurrentes y explotados por los artistas de este género era el barrio, donde “lo bueno y lo malo conviven”. 

La investigación demostró que los raperos plasmaban en sus letras el contraste entre los aspectos negativos y positivos de la calle. Entre estos últimos, por ejemplo, el respeto entre los vecinos y la confraternidad debido al encuentro diario y el tiempo compartido en la zona donde viven.

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Antes de despegar en la escena del rap local, La Torita comenzó insertándose en la movida urbana a través de pequeños conciertos que se organizaban en los parques y discotecas de San Juan de Miraflores. En esos espacios, los jóvenes raperos se orientaban tanto por la improvisación (llámese freestyle) como por las canciones previamente escritas. “Nos veían como unos bichos raros”, recuerda La Torita. Pero el grupo crecía a diario, y con ello la seguridad que provoca sentirse entre pares. 

Luego se integró al Consulado Sur, un colectivo espontáneo de artistas del género urbano que representaba ese punto cardinal de la capital. Se reunía con el grupo todos los viernes por la tarde en Villa María del Triunfo, a un viaje en combi de siete kilómetros desde San Juan de Miraflores. Valía la pena: la persistencia y organización del colectivo ayudó a que pasara de “activar la zona”, como la artista define a sus reuniones en espacios públicos del distrito, a obtener el permiso para presentarse en el anfiteatro municipal. 

“Allí consolidé mi arte”, recuerda. 

 

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DE CALLE. Anaís aborda las diversas vivencias del barrio desde ópticas lúdicas y reflexivas. 
Foto: Musuk Nolte. 

 

Luego vendrían decenas de presentaciones de La Torita en Chorrillos, Puente Piedra, Los Olivos, San Juan de Lurigancho — “un distrito que me acogió de una forma increíble”— y San Martín de Porres. También en Arequipa, Moquegua (Ilo), La Libertad (Trujillo), Tacna, Huancayo, Huánuco, Cusco, Puno e incluso Bolivia. 

A esas alturas, la ‘chapa’ que le habían puesto de chiquilla en honor a uno de sus hermanos (conocido como ‘Toro’ en el barrio) ya se había convertido en su nombre artístico. Los referentes musicales ya no eran raperos gringos sino destacadas agrupaciones locales, como Radikal People o Callao Cartel. Y en el 2018 lanzaba su primer disco, bajo el sello de la productora LanzaPeRecords: “Lo bueno viene en pote pequeño”, un álbum de cinco canciones que juega en pared con el viejo refrán y con su 1,45 cm. de estatura. 

Hoy es reconocida por ser una voz potente y versátil dentro de la creciente escena del rap peruano, mayoritariamente dominada por el género masculino. Marco Pérez, músico chalaco y manager de La Torita, explica que el crecimiento exponencial de artistas y seguidores del rap se debe, en buena parte, a la entrada con fuerza de las batallas de freestyle, un subgénero del hip hop en el que dos contendientes improvisan con palabras o temáticas elegidas al azar, utilizando elementos del entorno para encajar las mejores rimas contra su oponente. Tal es la llegada que poco antes de la primera cuarentena, el 6 de marzo del 2020, la final de la Freestyle Master Series (FMS) Internacional llenó la Plaza de Acho para el concierto. 

“Hay colectivos de artistas en Santa Anita, Ate, La Victoria, Surquillo, La Molina, el Callao y Chorrillos, por mencionar algunos. En cada barrio no habrá menos de 30 raperos que se están dedicando a hacer música”, explica Pérez. La salvedad radica en que no todos se desenvuelven de igual manera en ambos frentes: algunos escriben muy bien sus canciones pero prefieren no dedicarse al freestyle, mientras que otros son muy buenos para la improvisación pero no para la escritura de temas propios. 

A La Torita, por ejemplo, se le conoce más por la escritura de sus canciones —a pesar de que participó como jurado en una final de freestyle del 2018— y por la versatilidad de sus composiciones. Ha grabado temas con artistas tan disímiles como Kanaku y el Tigre (“Si te mueres mañana”) o Ruby Palomino (“La vida es una”). Y tiene un dominio escénico “con el que se come a todos y a cualquiera”, resalta Marco Pérez, que la escuchó cantar por primera vez en uno de aquellos conciertos con el Consulado Sur. Y agrega: “Que una mujer salga a rapear ya es romper un parámetro, un estereotipo. Además, no todas han tenido un ímpetu como el de La Torita para cantar de frente y sin miedo”. 

 

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INFLUENCIA. La Torita conoció el hip hop escuchando a intérpretes foráneos, pero luego los raperos peruanos se volvieron sus referentes. 
Foto: Musuk Nolte. 

 

Leandro Guerrero, productor musical, vecino y viejo amigo de La Torita, destaca que además de carisma y dominio escénico, la rapera goza de una muy buena técnica vocal, que no es algo común en la escena de rap peruana. “Generalmente se dedican solo a rapear, pero La Torita sí domina la técnica vocal, sabe hacer coros y melodías”, explica. 

Solo la pandemia pudo frenarla. Y a medias. 

La Torita vive la cultura del rap a través del canto y del estilo. Del estilismo urbano, precisa. El arte de tejer trenzas de diversas formas y texturas. Trenzas como las que ella lleva y cambia constantemente. Un negocio para financiar su carrera musical y complementarla en tiempos difíciles: a eso se dedicó con mucha más urgencia desde que un virus la separó a ella y al resto de artistas de los escenarios. 

De hecho, estaba completamente concentrada en los peinados cuando OjoPúblico la contactó, en diciembre del 2020. La propuesta: escribir una canción. El tema: la lucha contra la desinformación en plena crisis política y sanitaria. El problema: que no podía darse abasto. La solución: grabar en enero. El aliado: Leandro Guerrero, su productor musical. El resultado: un tema que aborda sin atenuantes los peligros causados por las mentiras que circulan acerca de la pandemia, la precariedad del sistema de salud y la necesidad de una vacuna para todos. 

Y a pesar que por naturaleza su rap sea frontal y combativo, La Torita reconoce que evaluaron y analizaron tanto el tono como el contenido de las frases en la letra. “Son temas delicados, fuertes, y seguro van a traer comentarios positivos y negativos, porque este es un mundo de locos”, cuenta riendo. 

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La Torita se mudó al barrio chalaco de Santa Rosa hace casi diez años. Allí conoció Made in Callao, la asociación cultural que promueve el rap, el baile y la pintura como herramientas para fortalecer la vida comunitaria de la zona, y que fue fundada en el 2009 por el propio Marco Pérez. Allí también es donde conoció a Leandro Guerrero, miembro activo de la asociación y quien se convertiría en su productor musical.  Y allí es donde tuvo uno de sus últimos conciertos pre pandemia, en el evento “Santa NaviRap”, de carácter benéfico y organizado por la asociación. 

En agosto del 2020, el Ministerio de Cultura reconoció a Made in Callao como ‘punto de cultura’, una denominación que otorga la institución para ampliar el ejercicio de los derechos culturales de la comunidad e impulsar la inclusión y empoderamiento de la ciudadanía. Gracias a ese reconocimiento, la asociación está a punto de inaugurar su propio estudio musical, donde producirá temas de artistas urbanos bajo el sello homónimo de Made in Callao

Leandro Guerrero es uno de los que organiza la habilitación del espacio. Durante una pausa en la mudanza, cuenta por teléfono que Made in Callao también se dedica a la recuperación de espacios públicos de Santa Rosa, como unos túneles de la zona que tenían mala iluminación. “La gente que tomaba en las calles los usaba como baño, estaban siempre sucios. Lo que hicimos fue ponerle una buena luz y muralizarlos, ahora se conservan mejor, la gente los cuida”, explica. 

 

Estudio
EN EL ESTUDIO. Durante la grabación del tema para el disco Chiqapwan Takisunchis, en el estudio del DJ Harold Hochman. 
Foto: Musuk Nolte.  

 

“Muralizar” significa pintar e intervenir. Reinventar. Rescatar. Un espíritu con el que La Torita se hermanó desde que pisó la cuadra y que se canalizará a través del evento 'Locos del Techo', un festival de música por streaming que Made in Callao viene preparando para el próximo 24 de abril. La dinámica del evento consistirá en que los artistas se presenten desde las azoteas de los edificios habitacionales en Santa Rosa, con todos los protocolos de seguridad necesarios. Participarán La Torita, Renata Flores, Ray BG, Blaximental, Inkas Mob, Django, Tayta Bird y Jay Army. 

¿Y entonces, Anaís, para ti qué significa el barrio?, le preguntamos. Y divide su respuesta: “San Juan de Miraflores es mi casa, mi hogar y mi cuna. El hogar donde nací, crecí y donde he sido feliz. Mientras que el Callao, de cierta forma, se ha vuelto arte para mí. Ni bien vine a vivir me encontré con amigos a los que siempre he visto luchando y guerreando por conseguir un cambio…He caído en buenas manos, de muchachos que quieren transformar el barrio y hacer cosas positivas”. 

Y es que con base en ese espíritu de hermandad fue que La Torita inició, construyó y sigue fortaleciendo su carrera como artista: desde aquellas presentaciones espontáneas con colectivos urbanos hasta los conciertos de gran alcance y convocatoria en todo Lima y el Perú. Siempre con el corazón y la mente en el barrio. 
 

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