Esther Samper: “Hay mucho marketing engañoso sobre los suplementos nutricionales"

La médica y divulgadora española ha investigado por más de tres años la literatura científica sobre productos pseudocientíficos que prometen reforzar el sistema inmunológico, aumentar la energía o potenciar la memoria. En esta entrevista con OjoPúblico, Esther Samper conversa sobre su experiencia en la comunicación sanitaria, la necesidad de una alfabetización en temas de salud para evitar engaños y su reciente publicación “El lado oculto de la farmacia”, un libro en el que aborda la falta de evidencia detrás del consumo de suplementos dietéticos y de algunos productos hechos a base de plantas medicinales.

CIENCIA. Esther Samper tiene más de 15 años de experiencia en divulgación y, desde 2019, investiga la baja evidencia de productos pseudocientíficos.

CIENCIA. Esther Samper tiene más de 15 años de experiencia en divulgación y, desde 2019, investiga la baja evidencia de productos pseudocientíficos.

Foto: Pilar Valbuena

La publicidad de vitaminas que, supuestamente, aumentan la energía y un comercial televisivo en el que se promocionaba un medicamento como beneficioso para la mucosidad en gripes fueron claves para la médica española Esther Samper. Entonces comenzó a investigar cómo algunos de estos suplementos nutricionales y compuestos hechos a base de plantas no siempre tienen la evidencia que respalde sus supuestas propiedades.

La formación que Samper recibió en medicina, su trabajo como científica y, sobre todo, como divulgadora la llevaron a profundizar en la ineficacia de supuestos tratamientos, como la homeopatía o los complementos nutricionales. Más de tres años de investigación y una tarde frente al televisor están reflejados en su reciente libro El lado oculto de la farmacia, una publicación donde analiza los productos que, aunque tienen poca o nula evidencia científica, se venden en las farmacias. “No suelo ver mucho la televisión, pero en ese espacio corto de tiempo me topé con varios productos y pensé ‘Madre mía, realmente, pueden anunciar lo que quieran’”, recuerda.

Especializada en biotecnología biomédica y con más de 15 años de experiencia en la divulgación científica, Esther Samper conversa con OjoPúblico sobre su trabajo en divulgación de ciencia, su investigación sobre los compuestos con escasa evidencia y la urgente necesidad de que el conocimiento sobre salud se difunda entre la población general. “Es conveniente estar informado para saber si lo que compramos tiene realmente eficacia o no”, señala.

¿Cómo empezó su interés por investigar y difundir información sobre productos con baja evidencia científica, como los compuestos homeopáticos o los suplementos nutricionales?

Ha sido un trabajo continuo desde hace mucho tiempo porque, aparte de mi formación como médica, llevo más de 15 años divulgando sobre salud y medicina y, de vez en cuando, procuraba realizar artículos o charlas críticas sobre productos sin eficacia demostrada. Llegó un momento, a finales de 2019, poco antes de la pandemia, que viendo la televisión me topé con un montón de productos engañosos en uno de los canales más importantes de España, y me pareció indignante que hubiera tal impunidad como para anunciar este tipo de productos a plena luz del día y delante de millones de personas. Eso fue la gota que colmó el vaso. Entonces, empecé a ser más activa criticando estos productos, tanto en artículos como en redes sociales. También participé denunciando estos productos para que retiraran su publicidad y tuve éxito en varias ocasiones.

¿Cuáles son los principales hallazgos de sus investigaciones sobre el consumo de plantas medicinales y los riesgos de consumirlas sin algún tipo de asesoría?

En torno a las plantas medicinales, está mucho el misticismo en el que se idealiza lo natural. Muchas personas piensan que lo natural es más sano, [pero] no tiene por qué ser así, necesariamente. Yo siempre digo que la cicuta es muy natural y como tomes una dosis muy alta, te mueres. El problema es que hay personas que toman plantas medicinales y no son conscientes de los riesgos. Es decir, si tienen algún efecto o algún principio activo como los medicamentos, pues también tienen riesgos similares.

Por otro lado, también hay que tener cuidado porque hay personas que toman medicamentos que pueden interferir con las plantas medicinales. En ese caso, se puede incrementar el riesgo de toxicidad del hígado o problemas en el riñón. Hay que tener cuidado a la hora de tomar estos productos y, sobre todo, es muy recomendable consultar antes al médico o al farmacéutico para que nos aconseje sobre qué es lo ideal.

Me pareció indignante que hubiera tal impunidad como para anunciar este tipo de productos delante de millones de personas”.

¿Qué tipos de productos componen el mercado de las plantas medicinales?

Dentro de las plantas medicinales encontramos absolutamente de todo: desde medicamentos a base de plantas que han pasado por ensayos clínicos y se utilizan en la medicina convencional, hasta complementos dietéticos con plantas medicinales que no han demostrado nada. También encontramos algo intermedio, es decir, los medicamentos tradicionales a base de plantas.

En la Unión Europea si una planta medicinal tiene detrás, al menos, 30 años de utilización para una determinada indicación se considera que es un medicamento tradicional y no necesita pasar por ensayos clínicos. Esto implica que hay plantas medicinales en el mercado europeo que no han pasado por ensayos clínicos por contar con esa legislación privilegiada.

¿Cuál es el riesgo de normalizar la automedicación con plantas medicinales sin evidencia?

El consumo de plantas medicinales tiene sus peligros. Por ejemplo, el aloe vera ingerido puede ser potencialmente cancerígeno. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria lo tiene considerado como potencial carcinógeno y, por ahora, no se sabe por debajo de qué nivel de dosis puede ser seguro. Está claro que es un potente laxante cuando se ingiere, [pero] el problema es que tiene moléculas que pueden ser cancerígenas y, por eso, no se recomienda su consumo. Otra cosa es que te lo apliques a la piel ya que, aunque las propiedades no están muy claras, parece que sí puede ser beneficioso para el tratamiento de heridas o quemaduras.

Existe la idea de que, aunque no haya pruebas de si un compuesto funciona o no, al menos no hará daño porque es natural...

Es verdad que en la mayoría de los casos son productos muy seguros. Pero, claro, hay que tener en cuenta que hay personas vulnerables. Están los niños, las embarazadas y las personas ancianas que pueden ser especialmente vulnerables a determinados productos. A veces, la población general no tiene conciencia de eso. Un caso típico es la manzanilla que, a partir de ciertas dosis, puede ser abortiva en embarazadas. Hay muchas personas que no lo saben, por ejemplo.

¿Cuáles son los principales hallazgos sobre el consumo de suplementos nutricionales?

En torno a los complementos dietéticos, hay mucho marketing engañoso y esto ha llevado a muchas personas a pensar que, aunque estés sano y tengas una dieta saludable, es recomendable tomar un complemento dietético con frecuencia, porque así vas a estar más sano. En realidad, no hay ningún estudio que lo justifique. De hecho, es justo lo contrario. En los últimos años, los resultados de ensayos clínicos nos dicen que las personas que toman con frecuencia complementos dietéticos no están más sanas e, incluso, pueden incrementar el riesgo de algunas enfermedades.

Por lo que, hay mucha diferencia entre lo que te cuenta la ciencia sobre la utilidad de estos productos y el marketing detrás que menciona numerosas propiedades que no se han demostrado. Por ejemplo, algunos dicen que refuerza las defensas, ayuda a tu vitalidad, ayuda en la concentración o potencia tu memoria. Encontramos mensajes de todo tipo en torno a estos productos.

Foto: Andina

PSEUDOCIENCIA. La venta de productos con baja o nula eficacia en las farmacias les confiere una supuesta fiabilidad que no ha sido probada. 
Foto: Andina

 

¿Considera que una de las razones por las que estos productos generan ventas se debe a la desinformación que existe sobre salud, como creer que se puede reforzar el sistema inmune o que se puede curar la gripe?

Sí, en realidad, también es falta de conocimiento médico. No hay nada que te cure una gripe o un resfriado. [Lo que] hay [es] medicamentos, como el ibuprofeno o el paracetamol, que te alivian los síntomas, pero no te curan ese resfriado. En el caso del sistema inmunitario, este funciona con normalidad en prácticamente todas las personas y, si tuviéramos algún problema, sufriríamos infecciones graves o enfermedades autoinmunitarias.

[Sin embargo], en muchas personas se ha instalado la idea de que necesitamos un refuerzo del sistema inmunitario para prevenir infecciones y, en realidad, es totalmente normal que, de vez en cuando, cojamos una gripe o algún resfriado. El problema es que cojamos, por ejemplo, infecciones graves que son típicas de las personas inmunodeprimidas, como aquellas que tienen Sida. Pero a estas personas, que realmente necesitan un refuerzo de su sistema inmunitario, estos complementos no les sirven para nada. Entonces, realmente, no cumplen lo que prometen.

¿Cuál es el motivo por el cual los productos con escasa evidencia científica se ofertan en las farmacias?

Principalmente, porque es muy rentable estar en la farmacia. Por un lado, porque te aporta un aura saludable. Al estar en la farmacia, el farmacéutico da garantía de confianza. Las farmacias son establecimientos sanitarios, aunque sean negocios privados. Cuando la gente va a la farmacia y encuentra esos productos piensa ‘tienen que ser saludables e incluso necesarios’.

Además, muchas veces el etiquetado de los complementos dietéticos se parece mucho al de algunos medicamentos, entonces, muchas personas se confunden y piensan que realmente son muy saludables. Todo esto también permite a las empresas venderlos por precios altos porque se sabe que cualquier producto que tú le puedas poner un mensaje saludable se va a vender mejor y, además, a un mejor precio.

¿Sobre quiénes recae la responsabilidad de la venta de estos productos?

Yo creo que la responsabilidad está muy compartida. Por un lado, están las autoridades sanitarias que permiten esta publicidad engañosa. Muy pocas veces se suele retirar y es mucho más difícil que se sancione. Por lo que, las empresas saben que les compensa hacer publicidad engañosa porque, prácticamente, no van a recibir castigo. Por otro lado, están los profesionales sanitarios, sobre todo, médicos y farmacéuticos que toleran estos productos o en algunos casos incluso los promocionan, los venden o recetan.

Si juntamos la dejadez de las autoridades sanitarias junto a la promoción [que hacen] los sanitarios, eso lleva a muchas personas a pensar que estos productos son recomendables y funcionarán. Además, por otro lado, tenemos la publicidad engañosa, que hacen estas empresas y que está muy extendida por muchos países.

Se ha instalado la idea de que necesitamos un refuerzo del sistema inmunitario”.

Mencionó que hay una gran diferencia entre la cantidad de información engañosa que bombardea el marketing y la difusión de evidencia que, de verdad, respalda este tipo de productos, ¿cuál considera que sería una manera efectiva de hacer llegar al público la información científica?

Yo creo que es importante que las autoridades sanitarias o el gobierno periódicamente hagan campañas informativas sobre estos productos. En España, en la pandemia, como se promocionaron tantos productos como útiles contra el coronavirus, el Ministerio de Consumo tomó medidas e hizo una campaña avisando que no existía ningún complemento dietético que pudiera curar o prevenir la covid-19. Yo creo que esto se debería hacer de forma periódica porque no sólo es necesario durante la pandemia, es una necesidad constante.

¿Cuál es la importancia de tener acceso a la mejor evidencia científica?

La información es vital. Yo siempre digo que una persona que toma una decisión sin tener un mínimo de información detrás, no es libre. Creo que tanto las autoridades políticas como el personal de salud deberíamos informar un poco sobre estos productos, y no solo desde un punto de vista sanitario, sino también económico, pues hay muchas personas que compran determinados productos y, ello, puede suponer un desembolso importante. Hay productos, como los colágenos, que pueden ser bastante caros y eso supone un gasto muy importante.

¿Cuál es el impacto que ha tenido la publicación de su libro en la comunidad farmacéutica española y en la población en general?

He visto bastante atención entre los medios generalistas. Entre los medios especializados en salud, la atención no ha sido tan grande, algunos abiertamente me han comentado que no podían tratar el tema porque si recibes anunciantes de estos productos, tocar el tema te puede poner en una situación delicada. También, muchos farmacéuticos conocen el libro y hay básicamente dos posturas: están los que están a favor de que se hable abiertamente de los problemas de estos productos, y hay otras personas que creen que no es buena idea poner el foco en ellos ni en la farmacia porque puede desprestigiar al sector farmacéutico. Yo soy defensora de la postura de que se tienen que informar sobre estos productos, y que se tiene que hacer con transparencia.

Por último, ¿cuál es el objetivo de esta publicación y cómo espera que ayude a las personas?

Me gustaría que fuera una guía útil para que las personas desarrollen pensamiento crítico sobre productos de salud en general y, más en particular, sobre lo que podemos encontrar en las farmacias. No todo lo que reluce es oro. Es verdad que muchos productos son muy útiles, sobre todo, los medicamentos que cuentan con muchas garantías de eficacia, pero no es así en todos los casos. Es conveniente estar informado para saber si lo que compramos tiene realmente eficacia o no.

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