Los crímenes de la época del caucho y el derecho a la verdad

Los crímenes de la época del caucho y el derecho a la verdad
Leonardo Tello Imaina

Kukama - Director de Radio Ucamara

Tras una reunión con representantes indígenas murui, murui buee, boras, secoyas, achuar, kichwa y maijuna, el pueblo kukama presentará una demanda ante el Poder Judicial de Perú para solicitar la creación de una Comisión de la Verdad que indague sobre las vulneraciones a los derechos humanos durante la época del caucho. “Queremos que se escuche la verdad contada por los pueblos indígenas”, explica el autor.

MEMORIA. "Es responsabilidad de cada peruano y peruana reconocer este capítulo de nuestra historia", señala el autor.

MEMORIA. "Es responsabilidad de cada peruano y peruana reconocer este capítulo de nuestra historia", señala el autor.

Foto: Radio Ucamara / Margaux

En febrero de 2025, los kukama de Perú, Colombia y Brasil nos encontramos en Nauta, a propósito del V Encuentro Kukama. Nos hemos mirado fijamente a la cara. Después, nos hemos abrazado. 

Conversando, hemos ido acercándonos a nuestra historia partida en pedacitos. Tantas historias de desplazamientos, huidas. Mientras nos escuchábamos, llorar fue inevitable.

Las historias también nos han mostrado cómo hemos ido creciendo, viviendo, migrando y luchando. Pero, sobre todo, esperanzándonos. Soñando que un día volveríamos a encontrarnos. Y así ha ocurrido. 

Los kukama hemos aparecido kukamakana katupi (los kukama aparecen), pero no poquitos, miles. Hemos bajado y surcado ríos, atravesando nuestros territorios para volver a ser el gran pueblo, descendientes de los antiguos tupí guaraní. 

Conversando, hemos ido acercándonos a nuestra historia partida en pedacitos".

En esta reunión también fueron invitados representantes de otros pueblos indígenas hermanos, tocados por la violencia cauchera, como los pueblos murui, murui buee, boras, secoyas, achuar, kichwa y maijuna. 

Un viejo tema nos convocaba a todos: la época del caucho y la posibilidad de una demanda para exigir una Comisión de la Verdad por los crímenes cometidos en esos oscuros años, marcados por el sufrimiento y la muerte de miles de indígenas. 

 

“Después que consiguió dormirles profundamente a 

todos, el ‘tigre negro’ entró al campamento y los mató 

cortándoles el cuello y chupándoles la sangre. Solo uno 

se salvó escondiéndose en el bosque. Desde ahí, 

escuchaba a sus compañeros que gritaban.

Así mataba el ‘tigre negro’ a los siringueros” .

Relato del Tigre Negro.

REUNIÓN. Los kukama se reunieron en Nauta (Loreto) con representantes de otros pueblos indígenas para evaluar si presentaban una demanda.
Foto: Leonardo Tello Imaina

 

Un camino espinado

 

El autor – Río Marañón 

Tantas veces conversamos de la chacra, cómo sembrar los plátanos, yuca y granos. Yendo a la pesca me contaba de lugares donde solía ir a pescar con su tío y mis hermanos mayores. Me mostraba las plantas y las enfermedades que se podían curar con ellas. 

Pero fue aquella vez, cuando nos internamos en el monte para sacar resina de leche caspi para las tinajas de mi madre, que hablamos de un tema difícil, “la época del caucho”.

—¿Qué te pasó papá?

Se notaba en su rostro que el recuerdo le ofendía profundamente. Cambió su semblante de un momento a otro.

—¡No vuelvas a hacer esas preguntas! ¡Vamos! -me dijo.

Su actitud fue inquietante para mí. Muchas tardes de mi niñez recuerdo sus interminables narraciones, entre ellas, la del “tigre negro”. También lo había escuchado en mis viajes por los ríos, en diferentes versiones. Aproveché el momento para iniciar la conversación, preguntando por ese felino asesino:

—Le llamaban el “tigre negro”, y asesinaba brutalmente en los campamentos. El “tigre negro” era el patrón.

Abrir heridas del pasado no fue fácil para ninguno. Yo empezaba a conocer ese lado triste de mi familia y, para él, no era un tema del pasado. Estaba tan presente el dolor, el abuso y los asesinatos que sufrieron muchos hombres y mujeres en esa época. Muchos sentimientos encontrados en esa tarde de 100 años de memoria, muchos rostros, nombres, rabia.

Se notaba en su rostro que el recuerdo le ofendía profundamente".
 

Nubi – Río Ampiyacu

Mi abuelita nos contaba cómo sufrió cuando salió del Putumayo. Ella vino cuando tenía 10 años y recordaba:

“Cuando yo estaba grandecita, viendo como mis padres sufrían, tenía que ver cómo escapar de esos sufrimientos. Yo estaba metida en un corral. Cuando ya teníamos 10 o 11 años, entraba el capataz para violarnos y sacarnos afuera, y continuar con el trabajo que hacían de seis a seis. 

Salí afuera, me hice la enferma, para que pudieran sentir pena. Pero, en lugar de sentir pena por cómo me han violado, me arrastraron y me botaron en el barranco. Ahí reaccioné y huí sin destino a donde ir. 

Mandaban a unos soldados para que nos persigan y no podamos llegar a ninguna tierra. Me agarró y, con la punta de la escopeta, me pico mi ojo y me he quedado muerta. El dios en el que nosotros creemos siempre ha estado conmigo. Esta historia tan triste, ustedes vayan a contar a la gente”. 

Cada vez que ella contaba su historia, tenía que llorar".

Mi abuelita falleció cuando yo tenía 14 años. Yo vi cómo tenía su ojo reventado. Cada vez que ella contaba su historia, tenía que llorar.

Los patrones caucheros cometían muchos crímenes, violencia, [vulneración de] todos los derechos humanos, también en referencia a la violencia sexual. No solo a las indígenas bora, sino a todas. 

Nos ponemos a pensar en los momentos tan difíciles que nuestros ancestros han pasado, para que un día nos sintamos libres. No sabemos por qué ha sucedido tanta crueldad y esos responsables, los patrones, esos que nunca sintieron que éramos personas, siguen en medio de nosotros. 

Luego, vino la prohibición de hablar en nuestro idioma, no querían que los indígenas estén con los mestizos. Solo algunos, por tener ese corazón indígena, por querer esa cultura, han logrado que esa cultura prevalezca. Una de ellas era mi abuelita. 

Somos boras del clan aguaje. No quiero perder mi cultura, porque la llevo dentro de mi corazón. Es mi vida, aunque de tanto sufrimiento, sin comer, sin tomar, hemos podido seguir adelante. Todavía hay muchos pueblos indígenas que queremos salir adelante.

DOLOR. Para los pueblos indígenas, las vulneraciones sufridas en la época del caucho no son un tema del pasado. 
Foto: Radio Ucamara / Anja

 

Julia – Río Marañón

Mi abuelito tenía un palito, ahí contaba los días de su trabajo. Él ya había entregado su remesa. El patrón le dijo “mira abuelo, tú todavía estás debiendo”. 

El seguía anotando cuantos días de trabajo tenía. El patrón seguía diciéndole que estaba debiendo. Su ropa —camisa, pantalón— era bien viejita, “remendosita". No tenía con qué vestirse porque seguía debiendo. 

El patrón, por no querer soltarle, le pagaba con esas fichas de lata que hacían (moneda de latón del patrón), para que compre arroz, azúcar solo donde él [al patrón]. 

Así él se ha muerto, sin cobrar nada de lo que trabajaba. 

El patrón seguía diciéndole que estaba debiendo".

José – Río Marañón

He visto trabajar a la gente con el jebe fino. He jugado con pelota de jebe en la playa. He visto el abuso del patrón con la gente, con hombres y mujeres. Les hacían pelear como peleas de gallos, el más fuerte le mataba al más débil. 

El patrón tenía su lanchita, iban de jóvenes y volvían de ancianos, porque nunca pagaban su cuenta. ¿Por qué no se defendía la gente? Porque simplemente no sabíamos leer ni escribir, peor sumar. No sabíamos cuántos días trabajábamos. 

Les metían bastante aguardiente y les emborrachaban y, después, ya ni se acordaban de nada. He visto cómo los patrones se llevaban a sus mujeres, mientras los hombres estaban borrachos. 
 

¿Es posible una Comisión de la Verdad?

El abordaje de los grandes temas en la Amazonia está generalmente vinculado a análisis coyunturales, con tendencias económicas, extractivistas y poca conciencia de las dinámicas y existencia de pueblos y culturas. Hay una urgente necesidad de proteger la Amazonía de las amenazas que se ciernen sobre ella, y de las acciones políticas que la excluyen de su rol vital.

Apelando a la memoria, podemos establecer una cronología de las diferentes formas de violencias que se ejercieron sobre los pueblos: los genocidios en la época del caucho, la violencia en la extracción del palo de rosa, la comercialización de pieles y animales vivos, la madera, el petróleo y, actualmente, el oro.

Hoy, las mega inversiones extractivistas en la Amazonía ponen en evidencia el enorme interés del capitalismo más brutal en el último saqueo de la Amazonía, si lo permitimos. Frente a estos intereses, los pueblos indígenas son vistos como obstáculos de los que hay que deshacerse. Esto hace que sea importante una nueva forma de relación, de política ética, comunicación, resistencia, y justicia social.

Hay una urgente necesidad de proteger la Amazonía de las amenazas que se ciernen sobre ella".

En el pueblo kukama, Radio Ucamara desarrolla investigaciones sobre las memorias vivas de la época del caucho, acudiendo a los últimos testimonios vivos de esa época y sus descendientes, que habitan los países de Perú, Brasil y Colombia, en el Trapecio amazónico.

También ha organizado encuentros para diseñar un plan para exigir a los gobiernos de nuestros países, iniciando en el Perú, una Comisión de la Verdad que investigue los asesinatos de miles de indígenas en manos de los barones del caucho, y se escuche la verdad contada por los pueblos indígenas. 
 

El derecho a la verdad

El genocidio ocurrido en la época del caucho es un tema que compete al país. Sin embargo, desde el Estado, se ha ocultado esta dolorosa realidad. No es un asunto de indios y patrones solamente, el Estado y todas las instituciones existentes en esa época y en gran parte hasta la fecha, incluyendo la iglesia, tienen responsabilidad.

No se trata solamente de una actitud de indiferencia: se intentó borrar de la historia las atrocidades ocurridas y, hoy mismo, se trata a los pueblos con la misma brutalidad. El extractivismo de hace más de 100 años no ha cambiado, actúa hoy mismo en contubernio con el Estado, con la misma crueldad contra los pueblos.

El dolor de la esclavitud, de la explotación y el miedo no se puede resarcir negando la realidad. Las memorias están grabadas en los bosques, el río, en la piel de nuestros abuelos y abuelas. Las miles de vidas tomadas, las familias divididas y los pueblos exterminados no volverán.

VERDAD. "El dolor de la esclavitud, de la explotación y el miedo no se puede resarcir negando la realidad", recuerda el autor.
Foto: Radio Ucamara / Anja

 

Es responsabilidad de cada peruano y peruana reconocer este capítulo de nuestra historia, de la Amazonía ensangrentada en manos de los patrones, que arrasaban con los cuerpos, los territorios.

Después de más de 100 años del genocidio del caucho, la historia se repite cada día: el patrón, con su látigo, tiene el rostro del Estado, que abandona a sus ciudadanos y les explota, que es indiferente y cínico. También de la petrolera, del maderero, del empresario injusto, que pasa sobre el derecho de las personas buscando el lucro supremo.

Es este modelo económico extractivista, que extrae las entrañas de nuestra selva, de nuestros ríos, que quiere tomar nuestras almas con sus instintos de ambición; un modelo asesino que tiene nombres y rostros concretos.

Es cierto que la verdad nos hace libres, nos permite caminar nuevos senderos, construir una nueva historia. Por eso, demandamos una Comisión de la Verdad, porque mirarnos a los ojos y reconocernos las heridas nos permite sanar. Porque la verdad nos permite detener el miedo y el dolor.

Exigimos justicia y no repetición. Exigimos detener el exterminio de la Amazonía y su gente. Exigimos vivir libres y dignos, por eso exigimos la verdad.

 

Editado por Gloria Ziegler

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