
En lo profundo de los bosques de Madre de Dios, Ascencio Pateachi Maca, de 65 años, sube a una roca gigante y mira hacia una cascada. Lo acompañan una docena de hombres y mujeres de los pueblos indígenas harakbut y matsiguenka. Fuma tabaco, hace rezos y después lanza una piedra al agua y dice fuerte: sawero. Luego, repite la operación una vez más. De este modo, busca despertar al espíritu de una enorme piedra sagrada que asemeja un gran rostro humano y al que llaman amana.
Cuentan los harakbut —que se traduce como gente o humano— que a la piedra con forma de rostro, de más de cinco metros de alto, se le pueden pedir deseos. Visto de frente, es la cara bien delineada de un hombre mayor y —agregan ellos— sabio. Por mucho tiempo, el Rostro Harakbut, como se ha hecho conocido, se mantuvo oculto en el bosque amazónico, incluso a los propios indígenas.
Hoy, la enorme piedra aparece como un importante atractivo de la Reserva Comunal Amarakaeri (RCA). Un equipo de OjoPúblico ha llegado a estos bosques como parte de una expedición organizado por la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), en la que también participan guardaparques, vigilantes comunitarios, líderes indígenas, expertos en cartografía, fotógrafos, motoristas y ayudantes que hacen posible que cada tramo, por los ríos y el bosque, transcurra seguro.
Desde Puerto Maldonado, capital de Madre de Dios, toma tres días llegar hasta el monumento lítico. Una parte se hace en camioneta, luego se navega por ríos y quebradas, y el último tramo exige una caminata de unas seis horas por el monte sinuoso. Ingresar a la Reserva Comunal Amarakaeri y transitar por el bosque amazónico hasta el Rostro Harakbut solo es posible en temporada seca, sin lluvias para no resbalar en los ascensos.
SANTUARIO NATURAL. La Reserva Comunal Amarakaeri se creó en 2002 y es administrada por el Sernanp y las comunidades que se ubican en su zona de amortiguamiento.
Foto: Diego Pérez / SPDA
Esta vez, el ritual que conduce Ascencio Pateachi Maca, desde lo alto de una roca, es para pedir al Rostro Harakbut permiso para permanecer en el lugar y que le vaya bien al equipo en su propósito de registrar su singularidad. El objetivo es tener imágenes actualizadas del rostro y de su entorno para construir una plataforma digital que le permita al público hacer un recorrido virtual. Y con ello se busca también que los pueblos que han habitado por siglos el lugar puedan contar sus historias a través de los recursos audiovisuales.
Atrás queda, por un momento, lo visto en el trayecto, en la zona de amortiguamiento de la reserva: la devastación ambiental y el deterioro social que causa la minería ilegal del oro.
A principios del 2023, Perupetro, la empresa estatal que promueve la explotación de petróleo y gas, puso en promoción 31 lotes, uno de ellos superpuesto a la Reserva Comunal Amarakaeri. En agosto último, la misma empresa anunció la futura suscripción de un convenio para identificar reservas de gas en la cuenca de Madre de Dios, en un área que también comprende Cusco y Puno.
OjoPúblico se comunicó con el área de prensa y, de promoción y contratación de Perupetro para conocer el estado de estos procesos, pero al cierre de este informe, no se obtuvo respuesta.
Ingresar a la Reserva Comunal Amarakaeri, para llegar al Rostro Harakbut, solo es posible en temporada seca".
También están presentes los cultivos ilícitos de hoja de coca. En los últimos años, en su sector colindante al Cusco, los cultivos de coca se han incrementado, de 171 hectáreas en 2019 a 325 en 2023, de acuerdo a la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida).
El Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) ha calculado una pérdida de bosque de 19.978 hectáreas entre los años 2001 y 2023 en la zona de amortiguamiento.
En otro punto, en un sector conocido como Siete Diablos, cerca de la comunidad Barranco Chico, los guardaparques alertan sobre la tala ilegal. En setiembre de 2020 uno de ellos fue agredido por mineros ilegales que operaban en dicha comunidad.
Kelly Patiachi Visse, de la comunidad Shintuya, hija de Asencio Pateachi Maca, es una de las primeras mujeres líderes en llegar hasta el Rostro Harakbut. Considera que su pueblo se encuentra dividido por la minería y su deseo al rostro de piedra es que eso cambie. “A los harakbut nos falta estar más unidos”, asegura.
IMPULSOR. Ascencio Pateachi Maca, impulsor de la creación de la Reserva Comunal Amarakaeri, realizó el ritual para despertar al espíritu del Rostro Harakbut.
Foto: Diego Pérez / SPDA
CULTO. Según los harakbut, el colosal rostro de piedra es sagrado y lugar de peregrinaje de sus antepasados. Se ubica en lo alto de una cascada.
Foto: Diego Pérez / SPDA
La Reserva Comunal Amarakaeri, que con sus 402.335 hectáreas es casi del tamaño de la región Tumbes, está ubicada en los distritos de Fitzcarrald, Manú, Madre de Dios y Huepetuhe de la provincia de Manu, en Madre de Dios. Es custodiada por apenas trece guardaparques distribuidos en cuatro puestos de control. El Rostro Harakbut —reconocido el 2021 como sitio arqueológico y Patrimonio Cultural de la Nación— está en el área donde se ubica el puesto Mirador Setapo, en el sureste de la reserva.
Las reservas comunales son gestionadas por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) y las comunidades que se ubican en su zona de amortiguamiento, organizadas, en este caso, en el Ejecutor del Contrato de Administración (ECA) de la Reserva Comunal Amarakaeri.
La omnipresente minería
Desde que el Rostro Harakbut fue redescubierto, apenas unos cuantos grupos de personas han llegado hasta él, y no existen los estudios suficientes para determinar su origen; si fue tallado por el hombre o es producto de la naturaleza. Los actuales harakbut saben de su existencia por lo que les contaban los abuelos, explica Luis Tayori Kendero, líder indígena y fiscal del ECA Amarakaeri, quien contempló por primera vez la piedra sagrada en 2013.
Luis Tayori Kendero, de 46 años, organiza el avance de la expedición y lidera al grupo apoyado en los guardaparques que, como él, han visitado antes al rostro de piedra. Él será uno de los más empeñosos en bajar de los botes al río, para empujarlos por el bajo nivel de las aguas, esto ocurrirá decenas de veces. También lo será a la hora de abrir trocha en el monte.
La Reserva Comunal Amarakaeri se creó el 2002 por exigencia de las propias comunidades de la zona, explica Ascencio Pateachi Maca, quien participó en las manifestaciones que exigían su creación. En su zona de amortiguamiento se ubican diez comunidades: ocho harakbut, una matsiguenka y una yine.
Puerto Luz es la comunidad harakbut más cercana al rostro de piedra, a un día de viaje sin parar. Es la más grande y poblada de las diez. Se sitúa en la margen derecha del río Colorado (Karene en harakbut) y está muy próxima a la quebrada Huasoroco.
URBE MINERA. En el centro poblado Delta 1 se aprecia el impacto de la minería: selva deforestada y contaminación. Aquí se vende de todo para la minería.
Foto: Diego Pérez / SPDA
De Puerto Luz es Federico Irisanehua Dakpe. En las noches, en torno al fogón del campamento, es el más conversador. Es la segunda vez que visita el rostro. Federico tiene el aspecto de un ewok, esa criatura afable de la saga de Star Wars. Es conductor de peque-peque y también cosecha plátano y yuca, pero cuando no le alcanza para llevar el pan a la casa, dice, se dedica a la minería del oro.
Los comuneros que trabajan esta minería en Puerto Luz son mayoría, reconocen algunos de sus habitantes al ser entrevistados por OjoPúblico. Argumentan que la minería que ellos practican tiene menor impacto que la que se opera con maquinaria pesada.
“Nosotros trabajamos de vez en cuando en la minería, a la semana podemos sacar de diez a doce gramos [de oro]. Trabajamos con carretillas y con un motor pequeño. En cambio, los mineros que trabajan con maquinaria pesada sacan de 15 a 20 gramos diarios. Si nosotros trabajáramos así ya seríamos ricos como el Donald Trump”, comenta Federico Irisanehua Dakpe.
El oro que sale de las comunidades y de otros puntos cercanos se vende en Delta 1, un centro poblado de origen minero también conocido como Pukiri. Aquí se compra todo lo necesario para hacer minería de gran impacto. Desde alfombras y motores, hasta mangueras y mercurio. Este último, al que conocen más con el nombre de azogue, ha quintuplicado su precio en los últimos años. De S/30 que pagaban por un frasco chico hace cinco años, ahora pagan S/150.
DAÑO AMBIENTAL. Partiendo de Delta 1 hacia la comunidad de Puerto Luz, se aprecian cerros de piedras con aguas marrones y verdes, señal que deja la actividad minera.
Foto: Diego Pérez / SPDA
ARTESANAL. Actividad minera en la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal Amarakaeri.
Foto: Diego Pérez / SPDA
Desde Puerto Maldonado toma unas seis horas por vía terrestre y por río llegar hasta Delta 1. Esta localidad se encuentra dentro del área de amortiguamiento de la Reserva Comunal Amarakaeri. Desde la carretera se aprecia el daño ambiental causado por la minería ilegal: decenas de cerros de piedra, que se elevan como pirámides de unos ocho metros de altura, rodeados por aguas marrones y verdes.
En una gran parte de este territorio afectado, los mineros actuaron y se fueron, aunque no todos. De noche, todavía se ven algunas luces sobre aquellos cerros artificiales, que son señal de que siguen trabajando. Con el precio internacional del oro bastante alto, todavía resulta lucrativo escarbar y buscar entre los residuos, explica el guardaparque Sebastián Muñoz Espinoza.
También están presentes los cultivos ilícitos de hoja de coca".
En Madre de Dios, la minería está presente y dinamiza casi todo, incluso en esta reserva. De las diez comunidades que conforman su cinturón de protección, la mitad acoge la actividad extractiva.
Los invitados
Los comuneros de Puerto Luz, que participan en la expedición al Rostro Harakbut, no recuerdan la fecha exacta de cuándo empezó la actividad minera con maquinaria pesada en su territorio, pero reconocen que fue un error permitir el ingreso de foráneos a las comunidades a cambio de un pago.
Para su bendición o perdición, en el territorio de algunas comunidades existe oro, pero al no tener el capital suficiente para extraerlo, estas optaron por convocar a 'invitados', con capital económico. “Son personas que no tienen ninguna identificación con el territorio, al que no le interesa lo que pase con la comunidad”, dice Luis Tayori Kendero, fiscal del ECA Amarakaeri que gestiona la reserva comunal.
Según el líder, los invitados han sido estratégicos y han recibido el apoyo del Estado a través de concesiones otorgadas dentro de la propia comunidad. “Ellos están al tanto de todo lo que pasa en la comunidad, les dicen a los comuneros: 'para qué cuidas tu territorio, mejor te voy a dar plata para que mandes a tu hijo a la universidad, para que se vaya de promoción'. Y a cambio piden que los dejen trabajar”, explica Tayori.
Esto ha creado una dependencia y ha gestado un nuevo tipo de gobernanza en las comunidades, añade el líder harakbut.
AMPLITUD. El área protegida soporta el asedio de la minería que se realiza en su zona de amortiguamiento. Los cultivos de coca también se han incrementado.
Foto: Diego Pérez / SPDA
Los hermanos Isaías y Alejandro Quique Cameno son vigilantes comunales, ambos de San José de Karene, una comunidad donde los denominados invitados se han posicionado. También, alertan, ha surgido una nueva figura, la de los “yernos”, hombres de afuera que se relacionan con las mujeres de la comunidad para ser aceptados y hacer minería.
“Ahora están en frente de la comunidad, haciendo minería en una zona virgen”, se lamenta Isaías Quique Cameno. Sostiene que han hablado con ellos, pero sin éxito.
Una sachavaca a la vista
Aunque la reserva se encuentra rodeada de amenazas, su historia y riqueza es algo que algunas comunidades buscan poner en valor. Establecer una ruta segura hasta el Rostro Harakbut es algo que no descartan.
Debaten sobre su viabilidad, pero lo accidentado del ingreso desanima a algunos. En las noches, los harakbut se actualizan sobre lo que han escuchado del famoso rostro y lo hacen hablando en su idioma. “Es un momento en el que nos hacemos preguntas y contamos lo que nos han relatado los abuelos”, dice Luis Tayori Kendero. También se cuestionan y hablan de la realidad social en sus comunidades.
Una tarde, dentro de la reserva, en el ingreso a la quebrada Aspirani, una sachavaca sorprende a la expedición. Los primeros en dar aviso, como ocurrirá casi siempre, son los motoristas que van al frente. La sachavaca o tapir cruza tranquila la quebrada, mueve su trompa prensil y emprende la retirada por las playas de arena. Más adelante también se verán un venado y su cría, un lagarto, tortugas charapa, monos aulladores, paujiles y varias huellas de jaguar.
En los ríos se pescan algunas sardinas y pequeños bagres. Andrés, vigilante comunal de 74 años, el mayor de todo el grupo, detalla los tipos de peces que existen en cada río y quebrada. Y explica, además, las formas de preparación y cómo el sabor cambia dependiendo del tipo de hoja en el que sean envueltos y cocidos.
INGRESO. En la quebrada de Aspirani, una sachavaca da la bienvenida a la expedición. En las playas se encontraron huellas de jaguar.
Foto: Diego Pérez / SPDA
EQUIPO. Parte del grupo que participó en la expedición al Rostro Harakbut. Al centro, Luis Tayori Kendero, líder y dirigente del ECA Amarakaeri.
Foto: Diego Pérez / SPDA
Andrés, el vigilante comunal, fue tres veces presidente de Puerto Luz. Le dicen Shihuahuaco, como el gran árbol amazónico que puede vivir cientos de años, pero que hoy es uno de los más amenazados en el bosque. Hasta los 18 años, Andrés vivió con los religiosos dominicos de la Misión de Shintuya.
Lamenta que los invitados se hayan posicionado en territorio harakbut. Territorio en harakbut es wändari. “Por mucho tiempo los hemos resistido, los hemos expulsado, ganamos, pero al final perdimos. Porque los terminamos invitando a los de afuera y estos se han quedado”, lamenta Andrés, al calor del fogón.
Por mucho tiempo [a los mineros] los hemos resistido, los hemos expulsado, ganamos, pero al final perdimos".
Recordando a Victorio Dariquebe Gerewa
Sebastián Muñoz Espinoza, guardaparque de la reserva por más de una década, trabaja 44 días seguidos en campo y 16 descansa. Salir del área protegida le puede tomar algunos días, más si es temporada de lluvias y un derrumbe lo deja varado. Con él, trabajan otros dos guardaparques en el puesto de vigilancia Salvación. También ha trabajado en Mirador Setapo y es la tercera vez que visita el Rostro Harakbut.
En aquel puesto de vigilancia trabajó Victorio Dariquebe Gerewa, quien fue asesinado el 19 de abril de este año cuando retornaba a su casa en Kosñipata, Cusco. Era natural de la comunidad de Queros Wachiperi. Sus compañeros señalan que recibía amenazas de presuntos mineros ilegales.
Un guardaparque que trabajó con él y que prefiere mantener su identidad en reserva, asegura que días antes de que fuera asesinado, luego de un patrullaje, Victorio Dariquebe recibió una amenaza. “Estábamos en las cuatrimotos y un hombre, un minero, nos para y nos dice de manera sarcástica: 'Mucho los quieren por acá'”. A lo que Victorio respondió que si querían hablar con él lo mejor era que vayan a la oficina.
Dariquebe Gerewa, antes de ser guardaparque fue vigilante comunal, un cargo que no incluye un pago monetario a cambio. Tras su asesinato, las autoridades destacaron tres policías de Lima al Mirador Setapo. No hay nadie procesado por este crimen. Los que lo conocieron, aseguran que Victorio era un sujeto frontal con los que ingresaban a la reserva a operar de forma ilegal.
INSUFICIENTE. La Reserva Comunal Amarakaeri cuenta con solo trece guardaparques. En la imagen, Sebastián Muñoz, quien trabajó con Victorio Dariquebe Gerewa.
Foto: Diego Pérez / SPDA
Los guardaparques más antiguos trabajan por un sueldo bruto de S/1.600, es decir, unos USD 427 al cambio actual. En abril, el gobierno promulgó una ley de guardaparques, pero a la fecha no cuenta con un reglamento aprobado que asegure mejoras de salarios, estabilidad laboral, seguro de vida y pagos adicionales por trabajar en zonas de alto riesgo.
La cultura de un pueblo
Para los antiguos harakbut, un opo era una persona sabia, alguien predestinado y que debía seguir una dieta estricta y un régimen de vida controlado. Andrés, Shihuahuaco, dice que hoy no existen opos, él no ha conocido a ninguno, solo sabe de ellos por lo que le han contado sus antepasados. Una de las razones por las que ya no existen, dice, es por los cambios en la sociedad, producto de las influencias de afuera. Cita, como ejemplo, el ingreso y abuso en el consumo de alcohol.
La actividad minera que se practica en la región desde el siglo pasado, pero que ha tomado enorme fuerza desde el inicio del nuevo milenio, sigue produciendo cambios en la sociedad harakbut.
Kelly Patiachi Visse, dirigente del ECA Amarakaeri, impulsa proyectos de reforestación y trabaja con mujeres en temas de género. Dice que el Plan Maestro de la reserva, aquel que establece políticas y acciones para cinco años, está por renovarse y busca que en este las mujeres tengan protagonismo. Shintuya, su comunidad harakbut, fue la primera en ser reconocida en 1950.
LIDERESA. Kelly Patiachi Visse integra la dirigencia del ECA Amarakaeri y es una de las primeras mujeres de su comunidad que llega al Rostro Harakbut.
Foto: Diego Pérez / SPDA
DESAFIANTE. Durante la expedición, los equipos se organizaron para empujar las embarcaciones que no podían avanzar por el bajo nivel del río.
Foto: Diego Pérez / SPDA
En los días de convivencia, durante la expedición, OjoPúblico pudo ver en los rostros de los harakbut, sus preocupaciones, la curiosidad de algunos, el compromiso y el interés. El equipo de la SPDA mapeó con cámaras 360 y drones el rostro de piedra y el bosque tupido que lo protege.
Una ruta turística hasta el gran Rostro Harakbut resulta impensable por el momento. Esta es la historia de un recorrido y de cómo en cada ruta se ha logrado identificar las amenazas y los atributos de una zona amazónica, rica en historia, pero hasta hoy poco explorada.