En su casa de la comunidad shipibo-konibo de San Francisco, en Ucayali, Betty Muñoz Agustín, pone a hervir hojas de kawa y lianas de ayahuasca (Banisteriopsis caapi) en una olla de aluminio. Es tarde y mientras espera, para relajarse, fuma un mapacho, como llaman al tabaco natural puro y potente.
De este modo se inicia la preparación de una bebida que toma el nombre de su componente principal, la ayahuasca, y que ha motivado el surgimiento de un mercado turístico sin control ni fiscalización que tiene como centro de atención a la Amazonía, de donde esta planta es originaria.
Cada vez es más frecuente que decenas de turistas de diversos países lleguen a regiones de la Amazonía buscando lo que las agencias de turismo llaman "una experiencia única".
Un informe publicado por el Centro Internacional de Educación, Investigación y Servicios Etnobotánicos (Iceers) —con sede en España y que busca transformar la relación de la sociedad con las medicinas indígenas— identificó que hasta el 2019 habían 232 centros de retiro turístico de ayahuasca en la Amazonía de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú, y en Costa Rica. De este total, el 74% se encuentra en Perú (173).
Según la publicación del Iceers, estos centros en el Perú se ubican en Iquitos, Loreto (67); Valle Sagrado del Cusco (41); Pucallpa, en Ucayali (38); Tarapoto, en San Martín (12); Puerto Maldonado, en Madre de Dios (9) y seis sin paradero conocido.
CUIDADO. El maestro o la maestra empieza la sesión con cantos. Luego de administrar la bebida acompaña el proceso.
CEREMONIA. En las sesiones se utilizan preparados en base a plantas con propiedades medicinales y terapéuticas como la camalonga, el agua florida y la propia ayahuasca.
En 2018, se creó en Ucayali la Asociación Onanyabo Médicos Ancestrales Shipibo-Konibo (Asomashk), que reúne a sabios y sabias curanderos de este pueblo indígena que residen en el país y en el extranjero. De acuerdo a su vicepresidente, Claudio Sinuiri Lomas, esta organización congrega a 152 maestros y maestras de la ayahuasca, la tercera parte son mujeres. Sin embargo, estima que el número total de médicos ancestrales solo de este pueblo suman unos 400.
"Todo se ha convertido en un negocio"
Betty Muñoz Agustín, que además de ser maestra ayahuasquera también es maestra de educación inicial, dice que con el auge del turismo por el ayahuasca “todo se ha convertido en un negocio”.
Para ser maestro o maestra ayahuasquero se tiene que pasar por un proceso largo de años de preparación, que incluye una dieta estricta con plantas medicinales. Pero desde hace algún tiempo esto no ocurre así. “Las personas dietan tres o seis meses nada más y ya se presentan como maestros”, dice la profesora de 39 años.
Desde el 2008, los conocimientos y usos tradicionales de la ayahuasca son patrimonio cultural en Perú. Por siglos, su consumo como parte de la medicina tradicional era exclusivo de algunos pueblos indígenas amazónicos, como el shipibo-konibo o el kukama-kukamiria, pero en las últimas décadas su fama y demanda ha cruzado fronteras.
PREPARACIÓN. Lianas de ayahuasca que se usarán para ser hervidas, junto con otras plantas, con el fin de obtener la bebida conocida como ayahuasca.
Según la Fundación iO, que desarrolla proyectos en salud global, el turismo de ayahuasca implica viajar a la Amazonía con el fin de contratar servicios vinculados al uso no tradicional de la planta. Muchos de los visitantes buscan, principalmente, experimentar sus efectos alucinógenos. En países como Brasil, se han conformado iglesias en torno a la ayahuasca.
Según Iceers, en 2019 los 173 centros turísticos de ayahuasca en Perú recibieron a cerca de 36.000 personas de 39 países.
El antropólogo shipibo-konibo Russell Roque Cumapa, de 40 años, recuerda que de niño su abuelo tomaba la bebida con el fin de obtener visiones que ayuden a su comunidad. Explica que ese era uno de los usos en la práctica tradicional, pero que ahora, "en los centros donde se realizan las denominadas ceremonias de ayahuasca, el fin es recreativo y alejado de los preceptos indígenas".
A las prácticas chamánicas desarrolladas fuera de su contexto tradicional, se le conoce como neochamanismo, señala en un artículo la antropóloga española María Albert-Rodrigo. El chamanismo, en cambio, explica la autora, “incorpora distintas dimensiones: social, cultural, espiritual, política y económica, además de la dimensión médico-terapéutica”.
Lejos de ese concepto de entretenimiento y turístico, maestros y maestras shipibo-konibo reivindican el uso tradicional de la bebida. Betty Muñoz Agustín adquirió los conocimientos de su padre, el reconocido maestro Antonio Muñoz Burga, conocido como Senen Pani, quien falleció en 2021 por covid-19.
Betty Muñoz Agustín adquirió los conocimientos de su padre, Antonio Muñoz Burga, conocido como Senen Pani”
En el idioma shipibo-konibo se emplea la palabra unaya u onaya para denominar a la persona que “une sus conocimientos sobre plantas medicinales y su capacidad de establecer contacto con el mundo de los espíritus, con el fin de alcanzar el restablecimiento de la salud”, se lee en el libro Los unaya y su mundo (1982), de la psicóloga peruana Clara Cárdenas Timoteo.
TABACO. Además de la ayahuasca, el tabaco también forma parte de la medicina tradicional del pueblo shipibo-konibo.
La maestra Karina García Ríos, de la comunidad de Caco Macaya (Ucayali), tuvo que seguir un largo proceso de aprendizaje para convertirse en sabia de la planta. “Yo estaba pasando por problemas emocionales y psicológicos. La ayahuasca me ayudó a superarlos”, cuenta.
Luego de esa etapa, Karina García le pidió al maestro que la ayudó a sanar, a que la guíe hasta convertirse en maestra ayahuasquera. Sus antepasados también se dedicaban a curar con la planta. Antes, los unaya eran generalmente varones, pero, según cuenta la psicóloga Clara Cárdenas, con el tiempo esta figura empezó a cambiar.
La maestra reivindica que las personas acudan a la ayahuasca como una vía de curación. “La ayahuasca es para todos, no ve raza, religión, pobre ni rico; pero es muy importante acercarse con respeto y humildad, para que la ayahuasca también te pueda recibir con amor y respeto. Todo es recíproco en esta vida”, asegura.
Pedro Favaron Peyón, autor del libro Las visiones y los mundos, sendas visionarias de la Amazonía occidental, que aborda las prácticas e ideas del chamanismo amazónico, sostiene que las investigaciones demuestran que la ayahuasca posiblemente tuvo un primer uso en algún lugar del río Marañón, presumiblemente por grupos tupi-guaraní como los kukama. Y desde allí su uso, por influencia cultural, se extendió a otras naciones amazónicas.
LARGA COCCIÓN. Betty Muñoz Agustín enciende el fuego para comenzar a preparar la bebida de ayahuasca.
BREBAJE. La ayahuasca es una bebida de sabor amargo, que tiene como principales componentes la ayahuasca y la chacruna, aunque también se puede combinar con otras plantas.
De acuerdo al investigador, antes de la ayahuasca los shipibo-konibo usaban el tabaco y otras plantas medicinales combinados con cantos. En la Amazonía peruana a estos cantos se les conoce como ikaros. Para los shipibo-konibo, estos cantos, que además tienen un componente poético, se llaman rao bewa, explica Favaron Peyón.
El antropólogo Alberto Chirif también cuestiona los usos comerciales de la planta: “el afán de acumular dinero no tiene límites y es capaz de transgredir espacios sagrados”, señala.
El negocio no está en curar, sino en propiciar la experiencia psicoactiva", advierte Pedro Favaron Peyón.
Según Karina García Ríos, antes solo el maestro o guía tomaba la ayahuasca. Pero con el tiempo, la bebida también pasó a ser consumido por las personas invitadas, y desde entonces esto es algo que practican indígenas, mestizos y extranjeros. “El negocio no está en curar, sino en propiciar la experiencia psicoactiva”, menciona Pedro Favaron Peyón.
Ruperto Fasabi Valera es un conocido maestro del tabaco. En un momento de su vida intentó acercarse a los usos y conocimientos de la ayahuasca, pero “no era mi don”, recuerda a sus 69 años. Por entonces, su maestro le advertía de que no se debía de mezclar el ayahuasca con cualquier planta. “Por eso los gringos reaccionan mal”, le alertaba.
Otra de las principales amenazas que genera el desmesurado incremento del turismo por el ayahuasca es la presión que se ejerce sobre la planta. Según especialistas del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana su alta demanda ha generado que se tenga que ir cada vez más lejos en el bosque para encontrarla.
Karina García Ríos, maestra de la ayahuasca, sostiene que “en estas épocas es cada vez más difícil conseguir insumos, porque hay mucha deforestación y tala indiscriminada, y cada vez nos tenemos que meter en la profundidad del bosque para conseguir la liana”.
GUÍA ESPIRITUAL. Karina García Ríos antes de ser maestra de la planta, fue paciente. Hoy forma parte de una organización que trabaja con niños y niñas temas como la medicina tradicional.
La ceremonia de la planta
Los maestros y maestras de la ayahuasca dicen que muchas veces los turistas que llegan a los albergues o casas de retiro no cumplen con los requisitos para realizar una sesión de ayahuasca, como, por ejemplo, haber seguido una dieta. Muchos otros, llegan y tienen prescripciones de medicamentos psiquiátricos o han consumido sustancias ilegales. Esto ha generado malas reacciones y hechos violentos contra los mismos maestros, denuncia Claudio Sinuiri Lomas, de la Asociación Onanyabo Médicos Ancestrales Shipibo-Konibo (Asomashk).
El 19 de abril del 2018 la maestra ayahuasquera y sabia del pueblo shipibo-konibo, Olivia Arévalo, fue asesinada de dos disparos en su comunidad de Victoria Gracia, en Ucayali. El crimen se realizó durante una ceremonia de ayahuasca con un turista canadiense. El caso continúa en investigación penal sin que se haya condenado a nadie.
Una ceremonia real implica reunirse previamente con el visitante y hacer un análisis profundo de su estado, explica Betty Muñoz Agustín. “El médico tradicional tiene que saber a quién recibir en su casa, para que no haya muerte, para que no haya locuras, porque no sabemos qué tipo de personas están entrando a nuestra comunidad”, señala.
ANCESTRALIDAD. Roldán Muñoz Agustín dice que la ayahuasca no sirve para tratar todo tipo de dolencias o enfermedades, como creen muchos visitantes.
MAESTRA. Betty Muñoz Agustín aprendió de la ayahuasca por su padre, Antonio Muñoz Burga.
Roldán Muñoz Agustín, conocido como “Rawa” y hermano de la profesora Betty Muñoz Agustín, plantea la creación de una asociación nacional de unayas o maestros y maestras de la ayahuasca, en la que estén registrados y legitimados los médicos tradicionales que cumplen con dar un tratamiento adecuado. “Tienes que estar bien preparado para ser maestro, tienes que saber qué es lo que hace la ayahuasca, qué es lo que cura y qué es lo que no cura”, asevera.
"Tienes que saber que es lo que hace la ayahuasca, qué es lo que cura y que es lo que no", dice Roldán Muñoz.
Sin embargo, la creación de la citada asociación plantea desafíos como el establecer quiénes serían los encargados de reconocer a un verdadero maestro o maestra de ayahuasca y quien no lo es. Incluso en los propios pueblos indígenas hay personas no preparadas que se hacen pasar por maestros, dicen los mismos líderes indígenas.
“Los verdaderos maestros saben bajar y controlar el efecto de la ayahuasca. Entonces los nuevos [las personas que no tienen la suficiente preparación] no saben exactamente cómo bajar [los efectos]”, señala Russell Roque.
Aquellos que se hacen llamar maestros y no tienen la experiencia debida, “en realidad solo te ofrecen experimentar, pero no ven el tema de hacer un diagnóstico, como lo hace un doctor cuando te vas a una clínica”, añade Roque Cumapa.
Según Claudio Sinuiri Lomas, de la Asomashk, creada en 2018 y que agrupa mayoritariamente a maestros y maestras de Ucayali, su organización cuenta con un estatuto disciplinario. “En caso de reportarse un hecho de gravedad el maestro o maestra es separado”, explica. Entre las faltas graves figuran violencia sexual contra los pacientes y la inclusión de sustancias ajenas a las ceremonias como marihuana o estupefacientes.