
Actualización: 26 de enero de 2023 - 5:03 p.m.
El 7 de diciembre, Pedro Castillo intentó llevar a cabo un golpe de Estado en Perú. Ese mismo día fue vacado por el Congreso, detenido en la Prefectura de Lima y Dina Boluarte ―entonces vicepresidenta― asumió por sucesión constitucional el más alto mando del país. Desde entonces, una serie de manifestaciones se han registrado en el país, que en su mayoría demandan la renuncia de Boluarte, la salida del Congreso y elecciones inmediatas para este año.
Ahora el expresidente cumple 18 meses de prisión preventiva por los presuntos delitos de rebelión, conspiración, abuso de autoridad y grave perturbación de la tranquilidad pública. El gobierno de Boluarte intenta calmar las protestas con más represión. En poco más de un mes de gestión, 57 personas han fallecido en las manifestaciones: 46 civiles y un policía durante los enfrentamientos, y otras 10 personas a consecuencia del bloqueo de vías y accidentes de tránsito a raíz de la paralización.
Entre los fallecidos en los enfrentamientos hay siete menores de edad, tres de ellos eran escolares. Gran parte de las muertes son producto de graves heridas en la cabeza y tórax, generadas por proyectiles de armas de fuego de uso policial o militar. El Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público reportó que solo en Puno ―la región con mayor número de muertes― nueve de los 17 civiles fallecidos presentaban proyectiles disparados con armas de fuego.
DOLOR. En Huamanga, los familiares y amigos de los deudos lloran las muertes inusitadas y violentas de sus seres queridos.
Crédito: OjoPúblico / Miguel Gutiérrez
La mayoría de los fallecidos pertenecen a regiones del sur andino, con altos niveles de pobreza monetaria. Allí, la represión policial y militar ha arremetido con mayor fuerza.
En este mismo periodo, más de 1.000 civiles y 500 agentes de las fuerzas del orden han sido heridos. La Defensoría del Pueblo ha identificado, además, diversos hechos de violencia, desde ataques a instituciones públicas y privadas, incendios, saqueos, daño a aeropuertos y enfrentamientos directos con la Policía Nacional del Perú (PNP). El suboficial de segunda de la PNP, José Luis Soncco Quispe, fue hallado calcinado en Juliaca, Puno.
Esta última región y Ayacucho, uno de los departamentos más asolados en la época del conflicto armado interno, reúnen el mayor número de muertes directas. Hay seis fallecidos más en Apurímac, tierra del pueblo chanka y con una gran cantidad de comunidades quechuas. Tres muertes más en Junín, otras tres en Arequipa, dos en La Libertad y una en Cusco.
Las pruebas sobre el uso de armas de fuego contra civiles por parte de los militares desde el inicio de la represión son distintas y numerosas. Las necropsias realizadas a ocho de los 10 jóvenes que fallecieron en Ayacucho señalan que recibieron impactos por proyectiles de arma de fuego. En seis casos, estos impactos fueron en el tórax. En uno, fue en el cráneo y, en otro, en el abdomen. Lo mismo ocurrió en Juliaca.
La Misión en Perú de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh) también ha expresado su preocupación por el incremento de la violencia en el país.
OjoPúblico presenta un memorial de algunas de las víctimas mortales de las movilizaciones de las últimas semanas. Las semblanzas pertenecen a adolescentes de entre 15 y 19 años, tres jóvenes de entre 22 y 26, y cuatro personas más, de entre 29 y 40 años. Se trata de chicos y hombres de Puno, Cusco, Apurímac, Ayacucho y La Libertad que, en algunos casos, salían a marchar por primera vez en sus vidas. Otros solo volvían a casa o eran brigadistas para atender a los heridos.
El joven que puso a su familia primero
Nelson Uber Pilco Condori
22 años - Puno
A Nelson Uber Pilco Condori le gustaba bromear en quechua. A veces, usaba el idioma que aprendió en su pueblo natal de Chupa (Azángaro) para susurrarle frases de amor a su pareja por seis años, Ayme Condori Pari. Ambos se conocieron en el colegio Pedro Vilca Apaza de Juliaca. Allí, Nelson era conocido como hábil jugador de fútbol y llegó a formar parte de un equipo de la segunda división.
Pero el sueño de jugar en la liga profesional no se cumplió. Al culminar el colegio asumió la responsabilidad de sostener económicamente a sus padres y hermanos menores. Con un préstamo del banco se compró un mototaxi para generar algunos ingresos, mientras estudiaba la carrera de maquinaria pesada en el Instituto Superior Escomape.
En la empresa de mototaxis Los Ángeles, sus compañeros lo apodaron Orejitas, y en su familia también empezaron a llamarlo así de cariño. Hace unos meses tuvo que vender su moto y comenzó a dedicarse a la albañilería y otros oficios del día a día.
A Nelson Uber Pilco Condori le gustaba bromear en quechua".
Parte del dinero que ganaba era empleado para pagar el alquiler de su cuarto, ubicado cerca al aeropuerto de Juliaca. Ayme Condori, su pareja, cuenta que el 9 de enero salió con su hermano menor a ver las protestas, pero fue alcanzado por un proyectil de arma de fuego.
Nelson fue enterrado en Juliaca, pese a que el deseo de la familia era trasladarlo al centro poblado de Chupa, ubicado a hora y media de esa ciudad.
El estudiante de medicina que dio su vida
Marco Antonio Samillan Sanga
31 años - Puno
A Milagros le conmovía escuchar la zampoña de su hermano Marco Antonio Samillan Sanga. La suaves melodías del instrumento andino resonaban en su hogar ubicado en Juliaca, la ciudad comercial más importante de Puno.
Marco Antonio también interpretaba notas alegres y enérgicas durante las celebraciones comunales junto a sus compañeros del grupo llamado AJC Sicuris Cabanillas. En febrero tenía planeado participar en la fiesta de la virgencita de La Candelaria y venerarla con su música.
Marco Antonio y Milagros eran los menores en una familia compuesta por ocho hijos. "Siempre nos daba fortaleza y nos protegía pese a ser uno de los más pequeños", dice Milagros sobre su hermano, quien además era visto como un ejemplo para todos ellos.
Desde pequeño el sueño de Marco Antonio era estudiar medicina".
Quería ser médico. Cursaba el undécimo semestre de la carrera de Medicina Humana en la Universidad Nacional de Altiplano y, años antes, se había graduado como bachiller en Biología.
Desde que era pequeño, el sueño de Marco Antonio era estudiar Medicina, especializarse en el exterior y regresar a Juliaca para desempeñarse como médico en una ciudad que carece de especialistas. Su hermana cuenta que mientras estudiaba dedicaba tiempo a causas sociales.
En Juliaca, las protestas se retomaron el 4 de enero. Desde esa fecha, Marco Antonio y un grupo de brigadistas ayudaban en la atención y traslado de quienes eran heridos.
"Siempre llevaba su botiquín y una bata. Salía de la casa, ayudaba un rato y volvía", dice Milagros. El día en que su hermano falleció, su familia lo esperaba como siempre, pero recibieron la noticia de que fue impactado por un perdigón en el pecho.
El padre amoroso
Gabriel Omar López Amanqui
35 años - Puno
La jornada de Gabriel Omar López Amanqui iniciaba a las 5 a. m., en el centro poblado de Mucra, ubicado a 15 minutos de la ciudad de Juliaca. Conducía su volquete cargado con adoquines o ladrillos hechos con arcilla de canteras cercanas y los vendía.
Como conductor de maquinaria pesada, pasaba largas jornadas fuera de casa. Sin embargo, a veces juntaba a su familia y se iban de paseo. Su hijo Omar, de 16 años, recuerda aquellos viajes junto a su madre y su pequeño hermano, de tres años.
A Gabriel también le gustaba jugar al fútbol. Su hermano Abraham era su compañero en la cancha. Las familias de ambos se reunían para ver los encuentros. "Siempre nos llevaba a sus partidos. Le llamaban para jugar en el colegio y en varias canchas", dice su hijo Omar.
A Gabriel también le gustaba jugar al fútbol. Su hermano Abraham era su compañero en la cancha".
Debido a los bloqueos, Gabriel paró su actividad de venta de adoquines. El día en que perdió la vida, fue al centro de la ciudad de Puno para buscar algún trabajo provisional. Recibió un impacto de perdigones en la cabeza cuando transitaba cerca al aeropuerto Inca Manco Cápac. Ese día, había quedado con su esposa para encontrarse en Juliaca. Ella le había empaquetado su almuerzo y se dirigía a su encuentro cuando se enteró de su muerte.
Un querido dirigente quechua
Remo Candia Guevara
40 años - Cusco
Remo Candia Guevara era un contador comprometido con las causas sociales. Ocupaba los cargos de presidente de la comunidad campesina Anansaya Uninsaya Ccoyana, y de la Federación Campesina de la provincia de Anta, en la región Cusco.
Su madre Leopolda Guevara, de 70 años, lo recordó como un hijo cariñoso y un poco distraído. "Cada vez que lo veía, me decía: '¿mamita ya está el desayuno?', '¿ya está la comidita?'. Si tenía algo, se lo guardaba en su bolsillo y me lo traía", dijo su madre al medio Trama TV.
La meta de Remo era lograr que se respeten los derechos".
Remo y un grupo de ciudadanos de Anta se habían movilizado a la ciudad de Cusco para participar de las protestas que exigen la renuncia de Dina Boluarte a la presidencia de la República y el adelanto de las elecciones generales. En las últimas entrevistas brindadas a medios de comunicación locales hacía hincapié en que su protesta era pacífica.
Mientras se encontraba con un grupo de manifestantes en la avenida 28 de Julio, un proyectil de arma de fuego le impactó en el tórax. Una multitud acompañó el entierro del dirigente en la provincia de Anta. Elias Ccollatupa, alcalde de la localidad, recordó que la meta de Remo era lograr que se respeten los derechos de sus conciudadanos.
El policía orgullo de sus padres campesinos
José Luis Soncco Quispe
29 años - Puno
El suboficial de la Policía Nacional del Perú José Luis Soncco Quispe era el mayor de siete hermanos. Hace cinco años dejó su pueblo natal ubicado en una comunidad quechua del distrito de Yanaoca, provincia de Canas (Cusco), para ingresar a la escuela de la Policía Nacional. Tras terminar su carrera, fue destacado a Juliaca.
Su padre Eulogio es campesino y trabaja en el campo. Como los ingresos de la familia no eran suficientes, José Luis enviaba parte de su sueldo para ayudar a sus padres.
El domingo 8 de enero, José Luis llamó a su padre para recomendarle que se cuide, ya que las protestas en regiones del sur se estaban volviendo más violentas. Antes de terminar esta llamada, su padre le pidió a José Luis que se protegiera también, contó Eulogio Soncco a Radio Titanka.
Durante la noche del lunes, el patrullero en el que se encontraba José Luis Soncco fue interceptado por un grupo de manifestantes en la ciudad de Juliaca, en Puno. Su compañero de patrulla logró escapar del lugar, pero José Luis no. La mañana del martes 10 de enero se halló su cuerpo completamente calcinado junto a la camioneta policial.
El niño y el hombre de la casa
D.A.Q.
15 años - Apurímac
Tenía solo 15 años, pero D.A.Q. ya sabía vivir la vida de los hombres grandes. En su casa, un pequeño cuarto alquilado en Huayhuaca ―un centro poblado en la provincia de Andahuaylas, en la región de Apurímac―, el adolescente era quien mantenía a su madre y a sus dos hermanos menores. “Tenía planes para nosotros ―dice Esther, su hermana de 17 años―. Apoyarnos, ante todo”.
El estudiante de tercero de secundaria llevaba la doble vida de los niños trabajadores. Por un lado, iba a clases en el colegio Simón Bolívar y, por el otro, salía a trabajar a las chacras de la zona o en alguna obra de construcción.
A pesar de su precipitada e impuesta madurez, D.A.Q. era, todavía, un niño".
El joven tenía, literalmente, proyectos inmensos para su futuro. Dice su hermana Esther que soñaba con trabajar con maquinaria pesada. “También quería tener una casa muy grande”, recuerda. A veces pensaba en volverse policía, por qué no.
A pesar de su precipitada e impuesta madurez, D.A.Q. era, todavía, un niño. Le gustaba que su madre, una ama de casa y ocasional vendedora de anticuchos, le engría y le cocine arroz chaufa con huevo frito. Uno de sus pasatiempos favoritos era el Free Fire, un videojuego de acción y aventura, que, por momentos, lo entretenía hasta olvidar sus obligadas tareas como precoz hombre de la casa.
Michelle, cuñado y amigo de D.A.Q., dice que fue con él a las manifestaciones en el Aeropuerto de Andahuaylas y que asistieron solo por curiosidad. Era la primera vez que se sumaban a alguna protesta. Había pasado poco más de media hora desde su llegada, cuando D.A.Q. recibió el impacto. Según Michelle, su cuñado le dijo “ayúdame, hermano” y, minutos después, falleció.
Un delantero visionario
Beckham Quispe Garfias
18 años - Apurímac
Como buen amante del fútbol y admirador de sus grandes figuras, su padre le puso como nombre Beckhan Romario (en honor, por supuesto, al mediocampista inglés y superestrella David Beckham y al delantero carioca Romario de Souza Faria). Tal vez por eso, o quizá solo por coincidencia, Beckhan Romario Quispe Garfias heredó la pasión incontrolable por el balón.
Empezó su carrera deportiva a los seis años. A partir de entonces, el joven oriundo de la comunidad de Yanayacu, en la provincia de Andahuaylas, jugó en distintos clubes locales, hasta convertirse en una estrella del fútbol en Apurímac. Alianza de Lliupapuquio, La Victoria y Los Chankas son algunos de los equipos por los cuales desfiló el delantero Quispe Garfias.
Como un buen visionario de las jugadas ganadoras, Beckhan trató de imponer sus reglas en la cancha".
Su familia era numerosa y de escasos recursos económicos: un padre agricultor de papas, ollucos, ocas; una madre vendedora de choclos; seis hermanos. “Quizá por los bajos recursos mi hermano no ha llegado más allá en el fútbol, porque tenía mucho futuro”, dice Raquel Quispe Garfias, su hermana mayor, de 23 años.
La joven recuerda que Beckhan, quien cursaba el cuarto año de secundaria, suplía la escasez a punta de talento: con tal de que juegue con ellos, eran los propios clubes los que le daban los chimpunes y la ropa deportiva.
Además, estaba formando un equipo de fútbol amateur, Red Lyon. “Él no era un ‘piraña’ o un delincuente, él era dueño de su equipo de fútbol”, dice Raquel. Como un buen visionario de las jugadas ganadoras, trató de imponer sus reglas en la cancha.
Beckhan Romario había ido a protestar al aeropuerto de Andahuaylas, el 11 de diciembre. Su hermana Raquel desea que su pedido de justicia llegue a la mayor cantidad de personas posibles. “Para Perú solo vale Lima, no las provincias”, dice y reclama que han matado a la gente de su pueblo “como si fueran animales”.
El médico de la familia
Wilfredo Lizarme Barboza
18 años - Apurímac
Wilfredo Lizarme Barboza era la esperanza de sus padres, dos agricultores del centro poblado Ccacce, en Andahuaylas. Como era un buen alumno, al terminar la primaria lo enviaron hacia Abancay, la capital de la región Apurímac, donde ingresó a un colegio que también era un seminario de sacerdotes. Con mucho esfuerzo, la familia reunía los 200 soles de la mensualidad.
Tras culminar la secundaria, Wilfredo continuó firme en sus planes académicos. Volvió a Andahuaylas y se matriculó en una academia preuniversitaria. “Su sueño era ser médico”, dice Luis Lizarme Barboza, su hermano mayor.
“Su sueño era ser médico”, dice Luis Lizarme Barboza, su hermano mayor.
Para cubrir los gastos de sus estudios, Wilfredo y Luis salían a la plaza de la ciudad a buscar trabajo. Allí, cuando tenían suerte, los recogían los dueños de sembríos o construcciones que necesitaban peones para la jornada. De cierto modo, Wilfredo estaba practicando la disciplina, la minuciosidad y el esfuerzo que necesitaría para la medicina en las labores físicas de la ciudad y el campo.
A pesar de sus obligaciones con los estudios y su familia, guardaba algo de dinero para sus vanidades juveniles. Le gustaba coleccionar zapatillas de distintos modelos y colores. Dice el hermano mayor que ha dejado unos tres o cuatro pares nuevos, que jamás podrá usar. Sin embargo, Luis quiere recordar a Wilfredo con la humildad que siempre conservó: calzando sus ojotas de caucho y trabajando hombro a hombro en las chacras.
Luis Lizarme Barbonza cuenta que su hermano murió el segundo día que salió a marchar. Era 12 de diciembre, en el aeropuerto de Andahuaylas. Llevaba una pancarta que decía “Cierren el Congreso”. “El segundo día, más bonito lo había dibujado”, recuerda. Pide ayuda para que su familia de escasos recursos económicos, conformada por sus dos padres y ocho hermanos, pueda salir adelante.
Un estudiante religioso
Cristian Rojas Vásquez
19 años - Apurímac
Cristian Rojas Vásquez ansiaba ser policía. Se había preparado muy bien, pero no pasó la evaluación por su estatura. Noemí Rojas Vasquez recuerda que su hermano menor se puso muy triste, pero la familia lo animó para que estudie otra cosa. Por eso, se matriculó en un instituto de Andahuaylas, en Apurímac, para estudiar Farmacia. Apenas había terminado el primer ciclo.
Noemí cree que su hermano no se dejaba vencer tan fácil ante las adversidades por sus fieles creencias cristianas. “Él siempre nos animaba, a mí me decía ‘no hay que rendirse’”, cuenta su hermana. Recuerda al joven tocando canciones evangélicas en su teclado y entonando alabanzas. Para Noemí, su hermano era el más estudioso y cariñoso.
Para Noemí, su hermano era el más estudioso y cariñoso".
Para su amigo Filio Hurtado Omonte, Cristian era un chico hábil y, sobre todo, responsable. “Estaba en el camino de Dios”, dice. Trabajaba los fines de semana para traer dinero a la casa, pero su principal meta era terminar de estudiar.
En el centro poblado de Ancatira, su padre ―un agricultor de papas, ollucos y cebada―, su madre ―ama de casa―, sus cinco hermanos y sus amigos aún no creen en su irreversible partida.
Cristian Rojas Vásquez fue herido el 10 de diciembre. Su amigo, Filio Hurtado Omonte, dice que habían ido juntos a las protestas en el aeropuerto de Andahuaylas, pero en algún momento se separaron. En ese lapso a Cristian le cayó una bomba lacrimógena en la cabeza. Por la gravedad de su lesión, fue trasladado al Hospital Guillermo Díaz de la Vega, en Abancay, donde aguantó con vida cuatro días.
El cantante intrépido y sentimental
Carlos Huamán Cabrera
26 años - La Libertad
Carlos Huamán Cabrera era una persona intrépida. A sus cortos 26 años, su espíritu aventurero ya lo había llevado a tomar decisiones importantes que cambiaron su vida. Cuando apenas era un adolescente de 16 ―en su natal distrito de Bagua Grande, en la región Amazonas― se acercó al director de una orquesta musical, mientras esta grababa un videoclip en medio de una plaza, y le ofreció ser uno de los vocalistas.
“Me dijo que siempre había practicado lo que es canto, pero no había una orquesta que le diera la oportunidad ―recuerda Jesusito Vásquez, director de Ilusión Sensual, el grupo de cumbia amazónica que le abrió las puertas desde entonces―. Tenía una voz fina”.
Con esa suave y sentida voz, Huamán Cabrera fue el célebre intérprete de los éxitos Solterito y Parrandero, Mi linda guambrita o Tu recuerdo de amor. De hecho, esta última canción fue la que conquistó a Leydi Campos: ella era una fan de Ilusión Sensual, él era el famoso vocalista. Cuando se conocieron se gustaron y, pronto, se quisieron. Hace siete años tuvieron un hijo.
Con esa suave voz, fue el célebre intérprete de los éxitos Solterito y Parrandero o Mi linda guambrita".
Fue esa intrepidez suya, y también el amor por los demás, la que llevó a Carlos Huamán Cabrera a buscar un mejor futuro para su familia. Durante la pandemia viajó solo desde Amazonas hacia Lima: necesitaba otro empleo, ganar más dinero para los suyos. En la capital trabajó como repartidor de pollos en una avícola. Leydi Campos, recuerda a su “amor”, su “vida”, su “viejo”, su “bebé” como un esposo y un padre que lo entregaba todo.
Hace medio año, su arrojo habitual le marcó nuevos rumbos: La Libertad. En la provincia de Virú consiguió un puesto como empleado de una empresa agroexportadora. Gracias a ese esfuerzo había logrado construir una pequeña casa de madera en el centro poblado El Ron.
Huamán Cabrera había prometido volver allí para Navidad. Su mujer, en medio de su reciente e increíble duelo, por momentos siente como si nada hubiera pasado. Como si solo faltaran pocos días para reunirse con su amor de la voz sentimental.
Hasta ahora, Leydi Campos no entiende bien lo que pasó con su marido. Dice que el 11 de diciembre, ella y Carlos conversaron por chat todo el día. Alrededor de las 9:00 p.m. él le escribió contándole que estaba en las protestas. “¿Para qué, pues, te has ido?” le preguntó ella. Nunca obtuvo respuesta. Antes de las 5:00 a.m. recibió una llamada del celular de su esposo, pero habló un hombre diciéndole que Carlos había muerto.
Un danzante inagotable
Clemer Rojas García
22 años - Ayacucho
Clemer Rojas García comenzó a bailar desde muy niño, porque en su casa ―en la provincia de Huamanga, en la región andina de Ayacucho― a todos les gustaba hacerlo. Ya de adolescente, se unió a la comparsa Los Huaraqueros de Quinua. Con ellos, salía en cada carnaval ayacuchano a bailar danzas tradicionales por las calles y las plazas de su ciudad.
Clemer tenía planeada su rutina diaria como una coreografía armoniosa".
Era uno de los bailarines líderes, recuerda su padre, Reider Rojas Jaúregui. “Mi hijo era una persona alegre y muy activa”, dice. Clemer era quien animaba a más jóvenes a unirse a Los Huaraqueros de Quinua y organizaba al grupo. En los concursos de comparsas, muchas veces quedaron en primer lugar. “Siempre hemos salido campeones con nuestras costumbres”, recuerda Reider sobre los triunfos artísticos de su primogénito.
Clemer tenía planeada su rutina diaria como una coreografía armoniosa. Por las mañanas, estudiaba Mecánica Automotriz en el instituto Senati. Por las tarde, trabajaba con su padre en Rojas Rojitas, un carwash que era el negocio familiar. El joven solía gastarle bromas a su padre, a su madre y a su hermano menor. Reider Rojas Jáuregui admiraba cómo, en medio del trajín, el bailarín incansable siempre podía ser un “palomilla”.
Su padre dice que nadie en la familia sabía que Clemer había ido a protestar al Aeropuerto de Ayacucho. Recuerda que, cuando salió de la casa, el joven le dijo que iba a darle el encuentro a su mamá en el mercado donde ella trabaja. Cuando vio por las noticias los disturbios en el aeropuerto, se preocupó por su hijo y lo llamó a su celular. Contestó un hombre que le dijo “al joven le ha caído una bala, ya se lo llevaron, yo me he encontrado su celular”. Reiner indica que Clemer tenía un proyectil en el pecho que dañó mortalmente su riñón y su hígado.
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*El retrato de D.A.Q. fue incluido en la composición fotográfica con autorización de sus familiares.