"La madera de un árbol es su memoria. En ella se quedan registrados los avatares de la vida. Sus anillos nos describen los cambios ecológicos o históricos que han rodeado a un árbol y nos enseñan las vicisitudes de cada individuo".
Enrique García Gómez, en La inteligencia de los bosques
Un árbol de shihuahuaco de 40 metros y 40 toneladas puede tardar hasta 500 años en alcanzar este tamaño, pero el hombre necesita apenas una hora para cortarlo y extraerlo del bosque amazónico. La densidad de su madera hace que sea imposible transportarlo por el río, como ocurre con los troncos de otras especies, que son enviados flotando hacia aserraderos ubicados cerca de las riberas de las ciudades más próximas, como Pucallpa o Iquitos, las dos centros de acopio de madera más importantes de la Amazonía de Perú. Para extraer ejemplares centenarios de shihuahuaco se necesita talar bosques y abrir caminos.
La demanda global que hay sobre este longevo árbol de madera dura lo ha convertido hace tiempo en una de las especies más extraídas de los bosques entre el 2010 al 2020. Los compendios estadísticos del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) muestran que en diez años se extrajeron por lo menos 353.310 árboles de shihuahuaco. Lo que significan 1’625.227 metros cúbicos de su madera (m3). Bajo el nombre común de shihuahuaco, se encuentran seis especies, pero tres son las más comerciales: dipteryx odorata, dipteryx micrantha y coumarouna odorata. Pero este gigante amazónico no es el único árbol amenazado.
El tornillo (cedrelinga cateniformis) puede llegar a tener una altura de 45 metros tras el paso de cientos de años. Las riberas de los ríos son sus lugares preferidos para crecer. Por eso, encontrar uno y talarlo es más sencillo que sacar otras especies que crecen en zonas más agrestes del bosque. El tornillo cumple una importante función ecológica en la Amazonía, ya que sus grandes raíces fijan nitrógeno al suelo y enriquecen la tierra a su alrededor, para ser aprovechada por otras plantas.
La presión comercial que hay sobre los árboles más grandes y longevos de la Amazonía los ha convertido en las especies amazónicas más talado.
Entre el 2010 al 2020 se talaron oficialmente 379.302 árboles de tornillo, lo que equivale a 1’744.791 m3 de su madera. La demanda global de la madera amazónica también alcanza a otras especies. Entre el 2010 y 2020 los árboles más talados fueron, además del shihuahuaco y el tornillo, la cumala, lupuna, cachimbo, capinuri, capirona, bolaina y copaiba.
El estudio reciente Maderas tropicales 2050 establece un escenario de mucha presión sobre los bosques tropicales. Según este documento, en un contexto bastante conservador, la producción mundial total de madera en rollo aumentará un 13% en 2050, hasta ascender a 4.300 millones de m³. "La duplicación del consumo de recursos en el mundo para 2050 probablemente superaría la oferta sostenible mundial y provocaría impactos negativos en la biodiversidad, el clima, los ecosistemas y el bienestar humano", señala en el informe uno de los autores, Christian Held.
CORTADAS DEL BOSQUE. Solo entre el 2010 y 2020 se talaron oficialmente 379.302 árboles de tornillo y 353.310 de shihuahuaco.
Foto: OjoPúblico / Marco Garro
En la Amazonía peruana esta masiva demanda de recursos se traduce en la permanente extracción de árboles, con mucha frecuencia de áreas no autorizadas. Y esta situación ocurre mientras diversos especialistas solicitan que se revise la lista de especies forestales amenazadas y se incorporen nuevas, como el shihuahuaco.
Para entender qué árboles y especies son los más presionados, OjoPúblico análizó el historial de producción de madera rolliza (madera en su estado natural, después de haber sido cortada) de los bosques amazónicos del Perú en los últimos 10 años. Los datos muestran que el tornillo y shihuahuaco encabezan la lista de extracción de madera a nivel nacional desde el 2019. Esta situación se registra tras el descenso de la producción de especies como la cumala, ishpingo y capinuri, las cuales empezaron a desaparecer de las cifras oficiales luego de un fuerte periodo de explotación.
Tatiana Espinosa Quiñones, directora ejecutiva de la ONG Arbio, se ha dedicado de forma especial al estudio del shihuahuaco. La institución que dirige se ocupa de la conservación de mil hectáreas de bosque en la cuenca del río Las Piedras, en Madre de Dios, una de las regiones amazónicas más biodiversas del país. Los estudios que han impulsado en esta concesión estiman que el 68% de todos los árboles de shihuahuaco de esta zona poseen más de 500 años y el 16% más de mil años.
El principal problema de la sobreexplotación del shihuahuaco es que su extracción no es sostenible, indica Espinosa Quiñones. La tasa anual de crecimiento de esta especie es de un milímetro y, luego de 200 años, disminuye. Para que uno de estos árboles llegue a tener un tronco con un diámetro de un metro deben pasar alrededor de 700 años.
La presión comercial sobre el shihuahuaco y su lento crecimiento son algunas de las razones por las que diversos especialistas e instituciones solicitan, desde 2015, que el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) lo incluya en la clasificación de especies amenazadas de flora silvestre. Sin embargo, como ha explicado OjoPúblico en anteriores reportajes, esta lista no se actualiza desde el 2006.
En cuanto al tornillo, Eloy Cuéllar Bautista, director del departamento de manejo forestal de la Universidad Nacional Agraria La Molina, sostiene que la reducción de la población de esta especie es notoria. "Cuando trabajé en INIA [Instituto Nacional de Innovación Agraria], en el año 74 encontrábamos ocho árboles de tornillo por hectárea, en el inventario del 2014 se llega a encontrar un tornillo cada ocho hectáreas. Su tasa de permanencia en el medio es muy mala. Solo se lo está sacando y no se dan condiciones para reponer o restablecer en el medio", aseguró Cuéllar Bautista, experto en silvicultura, plantaciones y agroforestería.
VITAL.El tornillo cumple una importante función ecológica en la Amazonía, ya que sus raíces fijan nitrógeno al suelo y enriquecen la tierra a su alrededor.
Ilustración: OjoPúblico / Claudia Calderón.
La explotación intensiva de la cumala
La cumala (virola albidiflora) es otro de estos árboles centenarios amenazado por la sobreexplotación. Esta especie suele preferir la llanura amazónica en lugar de los bosques montañosos, por lo que su población se encuentra distribuida principalmente en regiones de la selva baja. Puede llegar a vivir hasta los 100 años y medir más de 30 metros. Si bien no es de los más altos de la Amazonía, sus frutos sirven de alimento a especies de tucanes y loros.
La mayoría de árboles maduros de esta especie están desapareciendo, según los registros del informe del Inventario Nacional Forestal y de Fauna Silvestre del Perú, elaborado por Serfor en 2019.
En el periodo del 2010 al 2020 se han cortado 1'570.452 metros cúbicos de madera de cumala, lo que correspondería a 341.402 árboles según criterios para el cálculo de pérdida de cobertura boscosa establecido por Osinfor. Su madera es apreciada en el mercado para elaboración de chapas y láminas para interiores.
La explotación intensiva de este árbol, como sucede con los otros, ha ocasionado que cada vez sea más difícil encontrar uno en los bosques. Los resultados del primer panel del Inventario Nacional Forestal advierten que en la selva baja solo se han encontrado árboles jóvenes de virola albidiflora que tienen un diámetro de 20 a 29,9 cm, sin hallar registros por encima de esa talla, por lo que "se debe considerar la necesidad de incorporar medidas orientadas a la conservación de la especie".
A los árboles jóvenes se les llama fustales, y son como una persona de 20 años, explica a OjoPúblico el docente de la Universidad Nacional Agraria de la Selva, Jorge Álvarez Melo. "Cuando una semilla encuentra condiciones favorables de temperatura, humedad y suelo empieza a germinar y nace la plántula. Luego crece y entra a la categoría de brinzal, que es comparable a un niño pequeño. Sigue desarrollándose y se transforma en un latizal, equiparable a un adolescente. Con el tiempo se transforma en un fustal", detalla el especialista en conservación de recursos forestales.
ALIMENTO.Si bien no es el árbol más alto de la Amazonía, los frutos de la cumala son la comida de especies de tucanes y loros.
Ilustración: OjoPúblico / Claudia Calderón.
Una especie maderera llega a la madurez cuando su circunferencia ha alcanzado un tamaño determinado establecido por las autoridades forestales. Esta medida, en el negocio de la madera, es conocida como el diámetro mínimo de corta y es distinta para cada especie.
En la selva baja solo quedan árboles jóvenes de cumala que aún no llegan a la altura mínima de aprovechamiento porque la mayoría de adultos ya fueron talados. Por desgracia, el peligro de desaparición no es exclusivo de la especie cumala, otros árboles madereros de la Amazonía son impactados por la sobreexplotación.
La escasez de la lupuna, el ishpingo y cachimbo
A la lupuna (ceiba pentandra) también se le conoce como palo algodón, porque su forma se asemeja al dulce formado por hilos de azúcar, tiene un tronco recto que acaba en una copa en forma de globo. Una vez al año, esta especie se desprende de su manto de hojas para renovarlo por racimos de flores blancas, que luego se convierten en copos similares al algodón. Se trata de un gigante entre el resto de árboles, ya que puede llegar a medir 70 metros de alto y su tronco alcanzar hasta los 2,5 metros de diámetro. Vive cientos de años y es fuente de alimento para especies silvestres.
Su madera es utilizada para la construcción de muebles y por eso tiene una gran demanda en el mercado internacional. Bajo el nombre común de lupuna, se agrupa a otras tres especies: ceiba lupuna, ceiba samauma y chorisia integrifolia. Es la quinta especie con mayor producción del 2010 al 2020. Según registros de Serfor, durante este periodo se extrajo 1’255.359 m3 de madera rolliza, el equivalente a 272.904 árboles. Pero la presencia de la lupuna en los rankings de explotación maderera data de los años 90.
Con el paso de las décadas, la cantidad de madera de lupuna extraída ha ido descendiendo. En el 2008 se tuvo un pico de extracción de 188.396 m3 y en el 2020 se llegó a una sexta parte de esa cifra (30.222 m3). Eloy Cuéllar Bautista, de la Universidad Nacional Agraria La Molina, explicó a OjoPúblico que cuando esto ocurre, puede significar que los empresarios madereros ya no encuentran la especie en campo y por eso disminuye su producción. "Hay más de 4.200 especies arbóreas en la Amazonía. Identificadas serán 600, pero con valor maderero unas 60, de las cuales no son más de 10 las que tienen mayor presión comercial", refirió.
La cantidad de madera de lupuna extraída ha ido descendiendo. En el 2008 se tuvo un pico de extracción de 188.396 m3 y en el 2020 se llegó a una sexta parte de esa cifra.
De hecho, el Inventario Nacional Forestal detalla que la lupuna está una condición crítica, ya que solo se ha podido visualizar fustales de 20 a 29,9 cm de diámetro. "La lupuna presenta escasa población de individuos juveniles y adultos. Este tipo de comportamiento revela una población en declive y no garantiza la perpetuidad de la especie", señala el informe.
Cuéllar Bautista indica que en el país hay ausencia de un buen manejo silvicultural. "La debilidad en el sistema es que no hay buenos planes para reponer los árboles que se están sacando. En el Perú no hay verdaderos empresarios forestales, somos mayormente extractivistas, y se espera que los árboles se reproduzcan por sí solos, cuando es muy difícil para un árbol crecer en un ambiente como la selva", dijo.
El experto advierte que cuando una especie empieza a desaparecer de la Amazonía, los empresarios buscan otras. Eso ocurre con la lupuna, pero también con el ishpingo, un árbol de 40 metros de altura que ha pasado de figurar en el ranking de las especies más cortadas durante las décadas de los años 80 y 90 a tener nula presencia en la producción del nuevo milenio. En 1993 y 1995 se extraían cantidades superiores a los 170 mil m3 de madera rolliza; en el 2020 apenas se llegó a una producción de 6 mil m3.
Si uno se pone a revisar las especies de madera extraídas desde los años 90 a la actualidad, notará que el ishpingo empezó a desaparecer de los cuadros de extracción de madera desde el 2008. Esta especie está desapareciendo en silencio, tras décadas de excesiva explotación.
Cuando una especie empieza a desaparecer de la Amazonía, los empresarios buscan otras. Eso ocurre con la lupuna, pero también con el ishpingo.
"Antes se sacaba caoba, cedro, ishpingo. Se terminó con eso en las partes más accesibles y empezaron con otras especies como tornillo, shihuahuaco, moena, cumala y capinuri", añade Jorge Álvarez Melo, de la Universidad Nacional Agraria de la Selva.
El cachimbo (nombre común de 8 especies de árboles) se ubica en el sexto puesto de las especies más extraídas durante el 2010-2020. Este árbol es abundante en Loreto y llega a tener una altura de 40 metros. Debido a que sus maderas se ven parecidas es usado por algunos empresarios para adulterar el tornillo.
EXTRAÍDOS. La ley peruana establece que las empresas concesionarias forestales deben reponer el árbol talado con la siembra de otros, pero especialistas consultados señalan que esto no se cumple, y cuando se hace es insuficiente.
Foto: OjoPúblico / Marco Garro
Cuestionamientos a la norma y fiscalización
En el país, la extracción de árboles con fines maderables está reglamentada por la Ley Forestal y de Fauna Silvestre. Esta norma establece un periodo de 40 años de concesión de áreas utilizadas para la extracción de madera. En ese tiempo, los empresarios solo pueden realizar hasta dos ciclos de corta en la misma parcela. Los árboles que se aprovechan son aquellos que han sobrepasado el diámetro mínimo de corta, una medida establecida por las autoridades forestales que indica la madurez de la madera.
Toda concesión debe tener un plan de manejo que es aprobado y fiscalizado por el gobierno nacional y los gobiernos locales. Este plan establece que para lograr la reposición del recurso se debe dejar un 20% de árboles semilleros en la concesión. Pese a la existencia de estas normas, especialistas consultados para este informe señalan que no son suficientes para garantizar la reposición de los árboles extraídos. Muestra de ello es la alarmante disminución de árboles maduros de especies madereras como la lupuna, cumala, ishpingo, entre otras.
Cuéllar Bautista explica que en el caso de los árboles semilleros, la norma establece que se debe dejar a los árboles más altos y con mejor semilla en pie. Sin embargo, estos árboles son los que tienen un alto valor comercial, por lo que son extraídos y, en su mayoría, los empresarios optan por dejar árboles con defectos: "dejan los árboles con problemas y las semillas de estos nuevos árboles van a tener esos mismos problemas".
La actividad de recuperación de las especies aprovechadas debe ser más activa, no basta con esperar que las semillas caigan de los árboles. Debajo de un semillero pueden crecer cientos de plántulas, pero en unos meses la mayoría habrá muerto. Para que una semilla llegue a ser un fustal en la Amazonía se requieren de condiciones favorables, señaló Cuéllar Bautista.
Por su parte, Álvarez Melo indica que el clima de la selva es propicio para el crecimiento de las plantas, pero “hay una competencia tremenda”. En cada ciclo, un árbol bota miles de semillas, pero solo el 10% sobrevivirá porque necesitan recibir luz solar, si estos retoños de árbol no la encuentran se morirán por la humedad o se convertirán en el alimento de animales.
La actividad de recuperación de las especies aprovechadas debe ser más activa, no basta con esperar que las semillas caigan de los árboles.
El especialista plantea que antes de que estas plantas mueran, sean recolectadas y llevadas a un invernadero, con el fin de ser introducidas nuevamente al bosque, una vez alcancen una mejor altura.
Otro cuestionamiento tiene que ver con el diámetro mínimo de corta de ciertas especies, establecido en el 2002. Este diámetro, que se toma al tronco de un árbol a la altura de 1,30 metros, indica que la madera ya es aprovechable y no tiene que ver con el ciclo de vida del árbol.
Debido a que solo se permite el aprovechamiento de una parcela cada 20 años, los especialistas están preocupados por aquellos árboles que tienen un lento crecimiento, como el caso del shihuahuaco, que puede crecer hasta 0,37 cm por año. El diámetro mínimo de corta de esta especie es de 0,51 cm, por lo que a un fustal de 0,41 cm le tomaría 27 años llegar a esa talla. La cumala es otra especie que tiene lento crecimiento, de aproximadamente 0,36 cm por año.
La norma solo establece el diámetro mínimo de corta de 41 especies, las que no están comprendidas en esta lista pueden ser cortadas cuando lleguen a los 0,41 cm.
A los cuestionamientos sobre las normas forestales, se suma la disminución de fiscalización forestal. Entre 2020 y 2021 el número de supervisiones realizadas por el Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y de Fauna Silvestre (Osinfor) disminuyó en comparación con años pre pandémicos. Del mismo modo, la Subdirección de Concesiones realizó 517 supervisiones en el 2019 y luego estas se redujeron a 126 en 2020, y 197 en 2021.
Osinfor señaló a OjoPúblico que la pandemia “ha implicado restricciones para el libre tránsito, generando dificultades en las notificaciones a los administrados y la ejecución misma de las supervisiones, así como también ha propiciado la disminución del presupuesto institucional”.
César Ipenza, abogado especialista en Derecho Ambiental, considera que la pandemia pudo ser un factor que complicó la fiscalización forestal. Sin embargo, señaló que desde ya hace algunos años Serfor y Osinfor reciben ataques propiciados por grupos de interés que dificultan su labor de fiscalización. El 2020 fue despedido el director ejecutivo de Serfor, Luis Alberto Gonzáles-Zúñiga en un contexto de muchas presiones económicas y lucha contra la tala ilegal en el sector.
La tala ilegal amenaza al capinuri
La industria maderera formal ejerce presión sobre estas especies y la tala ilegal la depreda sin control de por medio. Desde 2018 a 2020 se autorizó la extracción de 315.103 m3 de tornillo, pero desde el 2018 al 2021 Osinfor detectó que un volumen de 76.317,724 m3 de madera no autorizada de esta especie era movilizada en el mercado. Es decir, el equivalente al 24% del total legal.
El capinuri (maquira coriacea) es árbol que se encuentra en el segundo lugar de las especies más extraídas de forma ilegal. Durante el 2018 al 2021 se detectó un volumen ilegal de 58.402 m3. La madera del capinuri es empleada principalmente para hacer triplay. Su tala indiscriminada en el sector informal la pone en peligro, ya que Serfor solo se ha encontrado 0,61 árboles de esta especie por hectárea. La cumala también se encuentra en la lista de las cinco especies con más producción legal, así como en la mayor extracción ilegal de los últimos cuatro años.
EN PELIGRO.La madera del capinuri es empleada principalmente para hacer triplay. Su tala es indiscriminada en el sector informal.
Ilustración: OjoPúblico / Claudia Calderón.
En el caso del shihuahuaco, la situación es distinta: desde 2019 dejó de aparecer entre las 10 especies con mayor volumen extraído de árboles no autorizados. Ese mismo año, en paralelo, la especie tuvo el récord de producción autorizada de la última década. Rolando Navarro, expresidente ejecutivo de Osinfor y miembro del Centro de Derecho Ambiental Internacional (CIEL), explicó a OjoPúblico la diferencia en los registros.
A menos supervisiones, menos detección de hechos irregulares. Esto se puede apreciar en la diferencia entre el volumen de madera ilegal de tornillo encontrada en 2019 (26.445 m3) y en 2020 (1.864 m3). Es decir, una reducción del 93%.
Mientras el volumen de permiso de extracción de una especie es monitoreado por Serfor, en base a las declaraciones de manejo ambiental remitidas por las autoridades forestales, el estimado de árboles extraídos sin autorización es un promedio que Osinfor establece en base a las supervisiones que realiza en campo.
El estimado de árboles extraídos sin autorización es un promedio que Osinfor establece en base a las supervisiones que realiza en campo.
Rolando Navarro considera que Osinfor pudo variar su forma de fiscalización, orientándola a realizar supervisiones a contratos que no son de alto riesgo. "El shihuahuaco ya empieza a desaparecer en el gráfico de extracción de zonas no autorizadas. O no están supervisando a esta especie o realmente no está siendo sometida a infracción", señala. Debido a que el shihuahuaco es una especie apreciada en el mercado, el experto no cree que los traficantes de madera frenen su extracción. Osinfor no respondió las consultas de este medio sobre este tema.
A la contradicción entre los registros y la desactualización de normas de protección a especies, se suman dificultades para el monitoreo de especies forestales. El tratado de libre comercio firmado entre Perú y Estados Unidos planteó implementar una plataforma para monitorear la deforestación y la tala en la Amazonía. Sin embargo, el Sistema Nacional de Información Forestal y de Fauna Silvestre (Sniffs), a cargo del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego, aún no termina de implementarse.
Serfor indicó a OjoPúblico que el Sniffs está conformado por seis módulos y cuatro componentes. Hasta el momento se ha avanzado en los módulos de inventarios, monitoreo de la cobertura de bosques, monitoreo del patrimonio forestal, módulo de control y cuatro componentes (catastro forestal, estadístico, normatividad y capacidades), lo que representa un total del 60% de la plataforma.
Actualmente, Serfor gestiona el presupuesto necesario para poner en operación los módulos de promoción y competitividad, y el módulo de gestión del conocimiento para la consolidación y mantenimiento de todo el Sniffs. Este medio solicitó información sobre la inversión requerida para que el Sniffs entre en operación, pero este requerimiento no fue atendido. Mientras este sistema aún no se implementa, la tala ilegal y el extractivismo van ganando la batalla a poblaciones de árboles centenarios en la Amazonía y amenazan a las nuevas generaciones.