Reactivación económica del Cusco ignora a comunidades indígenas

El plan regional prevé una inversión de S/ 3 mil millones para reflotar la economía local entre el 2020 y el 2022. Sin embargo, ninguna de las medidas contempladas involucra a las comunidades indígenas amazónicas y quechuas. Muchas familias adecuaron sus casas como hospedajes con el apoyo de préstamos y ahora no están cumpliendo con pagar por la crisis.

SIN TRABAJO. La crisis económica generada por la pandemia ha dejado sin empleo a miles de comuneros que dependían del turismo.

SIN TRABAJO. La crisis económica generada por la pandemia ha dejado sin empleo a miles de comuneros que dependían del turismo.

Foto: Álvaro Franco/OjoPúblico

A tres meses del inicio del Estado de Emergencia, las comunidades indígenas de la Amazonía del Cusco han sido duramente golpeadas por el coronavirus. No solo han tenido que lidiar con un sistema de salud deficiente y lejano, sino también con la falta de alimentos al verse interrumpidas las vías de transporte. "Nos sentimos solos y abandonados", dice Gilberto Chinchay, de 28 años y jefe de la comunidad indígena de Tangoshiari, en el distrito de Megantoni, uno de los más ricos debido al canon del gas de Camisea. Sin embargo, el millonario presupuesto que genera esta actividad extractiva no se ha traducido en una mejor inversión pública. “No tenemos equipos médicos ni mascarillas, gel o medicamentos. El centro de salud está abandonado. No hay quién atienda posibles casos de coronavirus”, dice indignado. 

Pese a que en Tangoshiari, donde viven 150 indígenas Matsiguenga y Kakinte, no hay ningún caso confirmado de Covid-19, a Gilberto Chinchay le preocupa la precaria economía de la comunidad, mermada aún más por este difícil contexto. Antes de la pandemia, ellos vivían del turismo que se realizaba en el Santuario Nacional de Megantoni, pero ahora con el cierre de sus fronteras ya no se permite el ingreso de visitantes. 

El plan de reactivación no contempla el turismo comunitario porque es un tema complicado por la seguridad, dicen las autoridades.

Los alimentos ya escasean. “No llegan víveres ni productos de primera necesidad a nuestra comunidad. Tenemos mucho miedo de salir a comprar, porque no queremos contagiarnos. Necesitamos ayuda para seguir sobreviviendo”, dice Chinchay. En medio de este contexto, el gobierno regional de Cusco, presentó a fines de mayo un plan de reactivación de la economía. 

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LLAMADO DE EMERGENCIA. Los comuneros de la cuenca de Patacancha-Willoq, en Urubamba, contaron a OjoPúblico que con el comercio paralizado no están llegando alimentos. 
Foto: Álvaro Franco/ OjoPúblico

Dicho documento, al que tuvo acceso OjoPúblico, no toma en cuenta a las comunidades indígenas amazónicas y quechuas, pese a que representan el 27% de la población total de esta región, según el Ministerio de Cultura. En Cusco existen ocho pueblos indígenas u originarios, entre ellos los quechuas, matsigenka, yine, harakmbut y asháninka, donde viven 335 mil personas. Sin embargo, solo el 75% de la población indígena cuenta con agua, y apenas el 48% con servicio de desagüe. En cuanto al acceso a la salud, el 78% tiene algún seguro de salud. 

De acuerdo con la Dirección Regional de Salud del Cusco, en esta región hay más de 1.200 casos confirmados. En la provincia de La Convención hay 133 casos, pero ninguno es indígena amazónico, informó la entidad de salud.

El plan económico que los excluye

“La pandemia nos ha desnudado como país. Somos uno con brechas muy fuertes y sin políticas sostenidas para atender a las poblaciones vulnerables. La mirada está puesta en las ciudades, pero no en las comunidades indígenas, lamentablemente”, advierte la antropóloga del Centro Bartolomé de las Casas (CBC), Ligia Alencastre, quien confirmó que los planes económicos de la región Cusco no han considerado a las comunidades indígenas. 

Dicho plan diseñado por el Gobierno Regional del Cusco contempla una estrategia para los próximos tres años, y proyecta una inversión superior a los S/ 3 mil 700 millones. El objetivo es reflotar casi 100 mil empresas, entre pequeñas y grandes, así como reiniciar más de 180 obras públicas hasta el 2022, entre ellas el hospital Antonio Lorena, paralizado por sospechas de corrupción; el aeropuerto de Chinchero y la Vía de Evitamiento. 

Sin embargo, como han advertido los especialistas, en el documento no existe una propuesta dirigida a las comunidades indígenas. Solo detallan, por ejemplo, que se invertirá casi S/ 30 millones en el sector turismo, que es el principal motor económico en Cusco. 

Machu Picchu en covid

RETORNO. Para el próximo 1 de julio está programada la reapertura de Machu Picchu al turismo, informaron las autoridades regionales y del sector Cultura del Cusco.  
Foto: Gobierno Regional del Cusco

El plan que impulsa el gobierno regional contempla la “implementación, fiscalización y monitoreo de protocolos de bioseguridad en los prestadores de servicios turísticos e implementar bonos de subsidio para el artesano”. 

Para la segunda fase, en el 2021, el plan prevé campañas de turismo social y relanzamiento de Cusco a nivel internacional bajo el membrete  de “Cusco cero Covid-19”. Paralelamente, se pretende avanzar con la certificación de empresas y servicios turísticos que hayan implementado protocolos de bioseguridad. Otro sector que se impulsará en Cusco es el relacionado a proyectos de inversión pública que estaban paralizados y que representan inversiones por S/ 12 millones 829 mil.

Como tercera etapa, el plan precisa que en el 2022 se impulsarán “iniciativas de la actividad artesanal para la identificación de nuevos mercados”, y se promoverá la certificación de productos con potencial de exportación. Consultada sobre dicho plan regional, la directora de Turismo de la Dirección Regional de Comercio Exterior y Turismo (Dircetur) Cusco, Karen Nin Monterroso, dijo a OjoPúblico que no se ha considerado a las comunidades indígenas en este documento porque “el turismo rural comunitario es un poco más complicado, porque hay que velar por el cuidado a la población de la comunidad”. 

La pandemia nos ha desnudado como país. Tenemos brechas muy fuertes y sin políticas sostenidas para atender a las poblaciones vulnerables", dijo Ligia Alencastre.  

“Lo que nosotros queremos trabajar son protocolos especiales para las comunidades, porque es diferente a lo que podrían hacer otros prestadores de servicios. Vamos a ver cómo sería la reactivación del turismo comunitario (...) Ellos (los comuneros) no solo brindan el servicio de hospedaje sino también alimentación y dan a conocer sus costumbres. Todo eso debe tener un protocolo que vamos a trabajar. Espero que para la quincena del mes de julio podamos tener al menos algún avance respecto al protocolo para el turismo rural comunitario”, comentó Nin.


Aislados y en pobreza

 

Uno de los grupos más golpeados en esta pandemia son los comuneros quechua que trabajaban como porteadores en el Valle Sagrado de Los Incas, cargando los equipajes de los turistas que recorrían el Camino Inca hacia Machu Picchu. Alberto Huamán Huamanhuillca, de Ollantaytambo, es uno de ellos y también ocupa el cargo de presidente de la Asociación de Porteadores del Cusco.

Desde marzo, cuando se promulgó el Estado de Emergencia, se quedó sin trabajo. Antes de la pandemia, 500 turistas recorrían la ruta hacia Machu Picchu. 

De acuerdo con la Ley del Porteador, cada uno gana una remuneración diaria equivalente al 1,2% de una Unidad Impositiva Tributaria (UIT), es decir, más de S/ 200 en una jornada completa. El dirigente dice que ahora 5 mil porteadores están desempleados y que ninguno ha sido incluido en la lista de beneficiarios de los bonos que entregó el gobierno a las poblaciones vulnerables.

En Willoq, una de las comunidades quechuas del Valle de Urubamba, viven 250 familias. La mayoría se dedica a la siembra de productos como papa, quinua, maíz, arveja o haba, y al turismo rural vivencial, mediante hospedajes para viajeros interesados en conocer su cultura, sus danzas y sus tejidos. Los varones trabajan además como porteadores, cargando los equipajes de los visitantes y de los aventureros que realizan el famoso Camino Inca hasta  Machu Picchu.

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SIN OPORTUNIDADES. Las comunidades quechuas del Valle Sagrado de los Incas solicitan una reactivación que las incluya. 
Foto: Álvaro Franco/ OjoPúblico

En abril de este año un comunero foráneo, natural de Vilcabamba, falleció por Covid-19 en Willoq, adonde llegó para trabajar cosechando papa. La población de dicha comunidad se preocupó y pidió la intervención sanitaria de las autoridades de salud. Semanas después del reportaje de OjoPúblico personal de salud llegó a la zona y les tomó pruebas rápidas a quienes tuvieron contacto con el fallecido. Todos dieron negativo, aunque los comuneros se mantienen aislados por precaución. 

Ahora su principal preocupación es el empleo y la falta de alimentos, dijo Gregorio Melo, presidente de la comunidad de Willoq. “No tenemos ningún ingreso económico ni apoyo del gobierno regional ni del municipio de Ollantaytambo. Algunas ONG nos han entregado canastas de alimentos, pero ya se nos han terminado”, dijo. El Estado de Emergencia ha interrumpido la cadena de suministros de alimentos.

Ante ese panorama, los dirigentes quechuas de las comunidades de Willoq y Patacancha han propuesto vender artesanías por Internet. “Pero necesitamos apoyo. Solos no podemos”, dice Melo. 

En Cusco hay 7.500 comuneros dedicados a la artesanía, según la Dircetur, que precisa que la venta de productos dependía en un 95% de la llegada de turistas.

El Valle Sagrado en reposo

En el distrito de Ollantaytambo, el alcalde José Ríos Coronel asegura que el 80% de la población vivía del turismo. “Hay comunidades indígenas que dependen exclusivamente del turismo vivencial y comunitario. Ahora están sin trabajo. Estamos en una crisis total”, dijo a fines de mayo en un conversatorio virtual de alcaldes del Valle Sagrado de los Incas con el viceministro de Turismo, Guillermo Cortés.

Aquella vez Ríos le pidió al viceministro que aprobara tres proyectos municipales para reactivar las actividades económicas en el distrito, que incluyen el mejoramiento de actividades turísticas en las comunidades indígenas, con una inversión de S/ 3.1 millones, el mejoramiento de servicios turísticos del monumento arqueológico de Ollantaytambo por S/ 4.9 millones y el mejoramiento de la actividad turística en la microcuenca de Patacancha (que incluye a Willoq) por S/ 2.5 millones.

Sin embargo, hasta ahora no han recibido respuesta de parte del gobierno central. “Va a ser muy difícil cumplir con estos proyectos, quizás el próximo año. Sería importante que nos apoyen con la gestión de presupuesto porque se trata de las comunidades altoandinas”, dijo el alcalde Ríos, quien adelantó que coordina con el Gobierno del Cusco para incluir uno de los proyectos en el plan regional.

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GRANDES DESAFÍOS. Las comunidades del Valle de Urubamba vivían antes de la pandemia de los ingresos del turismo rural comunitario, pero ahora su economía local está paralizada. 
Foto: Álvaro Franco/ OjoPúblico

En el distrito de Ollantaytambo, conocido como “el último pueblo Inca viviente”, hay 36 comunidades originarias quechuas distribuidas en tres cuencas: Pachar, Piso de Valle y Patacancha, que ahora luchan por salir adelante en medio de un contexto de crisis. 

La consultora y especialista en turismo, Yadira Zela Vera, considera que la propuesta de reactivación del gobierno regional es como “una cachetada a las comunidades indígenas dedicadas al turismo rural comunitario. Numerosas comunidades adecuaron sus casas para convertirlas en hospedajes y cumplir los estándares exigidos. Para eso accedieron a créditos bancarios que no están cumpliendo con pagar”. 

Otra de las comunidades indígenas golpeadas por la pandemia es Amaru, ubicada en el distrito de Pisac, provincia de Calca, en el Valle Sagrado de los Incas, a una hora de viaje desde Cusco. Allí, 30 familias cuentan con un hospedaje rústico para los turistas, a quienes les enseñaban el proceso del tejido andino y el trabajo en el campo. 

Apoyados por la fundación Codespa, Unión Europea y CAF iniciaron el proyecto “La tierra de los Yachaq” en 2002, que les permitía obtener ingresos económicos. Al año podían atender hasta 1000 turistas, y el 10% de sus ganancias lo usaban en obras para la comunidad. Sin  embargo, el emprendimiento está paralizado desde que se suspendieron todas las actividades por la pandemia.

“En el corto plazo, en las comunidades quechuas y amazónicas del Cusco la vida será difícil. Esperemos que en el mediano plazo haya políticas regionales y nacionales para ayudarlas”, dice la antropóloga Ligia Alencastre. Mientras tanto, a las comunidades originarias del Cusco les queda resistir a una pandemia que ha expuesto las enormes desigualdades en nuestro país.

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