INCERTIDUMBRE. Cientos de personas deambulan en busca de cupos para marcharse de Lima.

El bus que nunca llega: Los migrantes varados en las calles de Lima tomada por la pandemia

El bus que nunca llega: Los migrantes varados en las calles de Lima tomada por la pandemia

INCERTIDUMBRE. Cientos de personas deambulan en busca de cupos para marcharse de Lima.

Fotos: Musuk Nolte.

Algunas calles de La Victoria se han convertido en campos de desplazados que buscan regresar a sus regiones. El drama de la migración forzada por el Covid-19 continúa y se agrava a cada hora. Al momento de este registro, algunos llevaban semanas a la intemperie, mientras muy pocos lograban partir. En pleno Día del Trabajo, muchos se irán porque aquí lo perdieron todo.

1 Mayo, 2020

En medio de la crisis nacional por el Covid-19, a las afueras de los terminales de buses ubicados en el distrito limeño de La Victoria, cientos de personas llevan días acampando a la espera de un bus que los lleve a sus pueblos. Perdidos sus trabajos, sin forma de pagar alquileres o adquirir alimentos, todos tienen en ese cupo improbable la última esperanza de estos días. Algunos llegaron a la capital en busca de prosperidad, y ahora se van escapando de una amenaza que los acecha hora tras hora. 

Ciertas calles del distrito lucen como campos de refugiados, con carpas y cobertizos improvisados donde hay madres que deben alimentar niños y bebés recién nacidos, mujeres de la tercera edad que vinieron para someterse a tratamientos médicos ahora imposibles, hombres con gesto cansado por la espera, familias que ya no pueden costear el suelo donde duermen.

Hay grupos de familiares que van juntos, pero también extraños entre sí que comparten vereda para dormir. Hay gente que viaja con paquetes pesados que guardan sus pertenencias, y gente que lleva poco más que lo que tiene encima. Hay personas solas y parejas. Hay gente que luce todavía con fuerza y gente que ya casi no tiene mucha. Hay gente con miedo y gente con más miedo. 

Si todo saliera bien, en unas horas partirían a Piura unos, a Pucallpa otros, a Cajamarca tantos más y a varios destinos como rutas se puede imaginar. Algunos empezarían viajes que tomarán 30 horas y serían afortunados. Pero las gestiones con sus autoridades regionales no avanzan con suficiente rapidez. El grupo crece, las necesidades apremian, y algunos vuelven a considerar la idea de caminar cientos o miles de kilómetros de vuelta a casa.

Estas imágenes fueron tomadas en distintos puntos de las avenidas 28 de Julio y Bausate y Meza. La angustia es la misma que en otros puntos de migrantes de estos días.  

 

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RIESGO. La falta de agua y las condiciones precarias elevan el riesgo hora tras hora. De un primer grupo de quinientas personas, más de cuarenta dieron positivo a la prueba de Covid-19.

 

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GRUPO. Wilson Granda (28) ha empezado esta travesía junto a sus dos hijos y otros siete parientes. Esperan llegar juntos a Ayabaca, Piura, en la costa norte del Perú.

 

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CRISIS. La familia Villena vino a Lima para tratar a uno de sus hijos que tenía cáncer. Su hijo fue dado de alta, pero no pudieron regresar a su pueblo en la provincia amazónica de Pucallpa. Han estado acampando en la calle durante cuatro días, a la espera de uno de los autobuses que el gobierno regional esta gestionando.

 

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PARTIDA. María Isabel Llamanjo dio a luz hace veinte días a una niña que aún no tiene nombre. Tras esperar 3 días con su pareja, pudieron conseguir un asiento en un autobús que salió hacia Piura. De ahí deberán seguir hasta Pacaipampa, en un viaje de más de 30 horas.

 

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BÚSQUEDA. Lino Huamán y Salomón Peña han estado moviéndose por las compañías de transporte durante una semana tratando de conseguir espacio en un autobús. Ambos estudiaban y trabajaban en Lima, pero cuando se quedaron sin recursos ni un lugar donde dormir, decidieron volver a Huajipampa, en la sierra de Piura.

 

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PÉRDIDA. La familia Juárez vino a Lima para tratar a su hijo mayor que sufre de parálisis cerebral. Permanecieron en la capital hasta que se les acabó el dinero. Después de dos días en la calle, consiguieron subir a un autobús a Piura. Por desgracia, la mascota que llevaban no fue admitida y tuvieron que dejarla.

 

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MUDANZA. Para muchas de estas familias, la partida es total y definitiva. Cargan con lo que pueden, que es todo lo esencial que les queda.

 

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RETORNO. Edgar Valencia (19) trabajó como electricista hasta que comenzó el estado de emergencia. Se quedó sin trabajo y no pudo seguir pagando la habitación que compartía con su pareja. Ahora ambos esperan un autobús que los lleve a Cajamarca.

 

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PACIENTE. Carmen Huamán (63) viajo a Lima con su esposo para someterse a un tratamiento para la cirrosis. Al ya no poder pagar la habitación, ambos tuvieron que regresar a su natal Piura.

 

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COMPAÑÍA. La familia Orozco tiene diez miembros, incluyendo tres niños y un bebé de dos semanas. Todos han estado durmiendo durante cinco noches fuera de una estación de autobuses, esperando un espacio para viajar al norte.

 

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SIN TECHO. Muchas personas llevan más de una semana viviendo en la calle. La ayuda de algunas organizaciones caritativas alivia algunas necesidades, pero a veces no alcanza para todos.

 

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DISTANCIA. Escena en una esquina de la zona de terminales en La Victoria. En todos los puntos se observa alguien que ha perdido casi todo y quiere regresar a su tierra.

 

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CLIMA. Los cambios bruscos de temperatura añaden nuevos estragos a la espera. Hay que protegerse con lo que se puede.

 

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PEDIDO. Un grupo muestra un cartel para mostrar su demanda principal. Lo que más necesitan es una solución a su problema de transporte.

 

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PROTECCIÓN. Una mujer llamada Ana Cruz y su hija de 3 años esperan en los exteriores de una estación de autobuses en La Victoria.
 
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SOLEDAD. La espera hace coincidir a extraños que no tienen mucha opción de socializar. Las normas de aislamiento so también un asunto de supervivencia.
Este portafolio es parte de una serie producida con el apoyo del Pulitzer Center on Crisis Reporting.
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