Es una de las enfermedades infecciosas que más muertes causa en el planeta y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), deja 800 fallecidos al año en el Perú. La tuberculosis es una amenaza que suele pasar desapercibida para la gran mayoría de personas, a pesar de que las últimas cifras oficiales estiman en 32 mil los afectados en todo el ámbito nacional, casi diez veces la actual cifra de peruanos infectados por la pandemia de Covid-19.
El riesgo es global y ha motivado un llamado de alerta de la OMS ante la vulnerabilidad evidenciada por personas con problemas respiratorios a los embates del coronavirus.
A la fecha, no existe información oficial de cuántas personas han sido afectadas por ambas enfermedades en el mundo, aunque las autoridades internacionales consideran que los pacientes de TB están entre los que pueden padecer síntomas muy graves, de contagiarse con el nuevo virus.
"Aunque la experiencia sobre infección por Covid-19 en pacientes con TB es limitada, se prevé que las personas enfermas con TB y Covid-19 pueden tener peores resultados de tratamiento, especialmente si el tratamiento de la TB se interrumpe", ha dicho por su parte la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
En Lima se concentra más del 60% de la población infectada con tuberculosis simple y el 88% con TB-XDR, su variante extremadamente resistente.
El principal foco infeccioso de la enfermedad en la capital peruana es el Cerro San Cosme, en el distrito de La Victoria, donde hay unos 350 casos. La cifra es el resultado de la suma de dos peligrosos componentes: la pobreza extrema y el hacinamiento.
En viviendas de la zona hay familias numerosas que comparten espacios de apenas cinco metros cuadrados, madres solteras que deben dejan de comer para poder alimentar a sus hijos, y jóvenes que terminan cayendo en las drogas a falta de oportunidades.
Aunque la TB es una enfermedad curable, son muchos los pacientes que abandonan el tratamiento por una serie de razones, desde la falta de apoyo familiar y temas de adicción hasta los efectos adversos de los fármacos o el desabastecimiento de medicamentos e insumos de laboratorio.
Por estos días, los pacientes del San Cosme han empezado a recibir del Estado medicinas para que no interrumpan el tratamiento. El problema -o lo que podría serlo- es que la cuarentena mantiene en en encierro a familias enteras, expuestas a una u otra enfermedad.
E.F. (18), paciente de tuberculosis, parado en la entrada del edificio donde vive. El 26 de noviembre del 2019 le diagnosticaron la enfermedad en el hospital de Bravo Chico, de El Agustino. E.F. vive junto a su madre, su hermana y sus dos sobrinos en un pequeño cuarto. Su sueldo apenas le alcanza para pagar el alquiler y alimentar a su familia, motivo por el cual muchas veces él deja de comer. Cerro San Cosme, 21 de diciembre del 2019.
M.C. (49) carga a su hijo, quien padece de retardo severo desde el nacimiento. El 10 de septiembre del 2019 le diagnosticaron tuberculosis multidrogorresistente (TB-MDR), cuyo tratamiento dura dos años. Su otro hijo, de 18 años, también tiene la enfermedad y está en tratamiento desde junio del 2019. Ella es madre soltera y trabaja como recicladora para alimentar y pagar el espacio que alquilan, donde vive junto a sus cinco hijos. Cerro San Cosme, 21 de diciembre del 2019.
I.D. (42) tendido en su cama. Tiene problemas para caminar debido a la tuberculosis. Su medio hermano, Lucas (56), le ayuda con el pago del alquiler de la habitación y su alimentación. Él trabaja vendiendo helados y lo poco que gana lo comparte, pero no le alcanza para los dos. Cerro San Cosme, febrero del 2017.
Vista del Cerro San Cosme, hogar de cientos de migrantes de todo el Perú, cubierto de casas, veredas y escaleras. Se calcula que por cada una de sus 7,5 hectáreas hay 325 viviendas. El hacinamiento en que viven sus vecinos es caldo de cultivo para el desarrollo de enfermedades altamente contagiosas como la tuberculosis. Cerro San Cosme, 6 de marzo del 2010.
J.C. (19), paciente con tuberculosis, en el cuarto que comparte con sus dos hermanos. Debido a la enfermedad, y para seguir su tratamiento, tuvo que abandonar el colegio. El mayor temor de J.C., sin embargo, era sentir la discriminación de sus compañeros de estudios. Cerro San Cosme, 19 de enero de 2019.
Interior de una habitación en una de las casas del Cerro San Cosme. La mayoría de las familias que viven allí se encuentra en situación de pobreza extrema, desnutrición, desempleo y condiciones insalubres debido a la falta de servicios básicos. En esta habitación puede llegar a dormir una familia entera. Cerro San Cosme, 6 de marzo del 2020.
J.M. carga a su hijo mientras sus tres hermanos la observan. Ella padeció tuberculosis hace dos años y se recuperó hace poco. Su hermano menor, R.M., murió el año pasado a causa de la tuberculosis multidrogorresistente (TB-MDR). Cerro San Cosme, 1 de marzo del 2018.
R.R. (21), paciente con tuberculosis multidrogorresistente (TB-MDR), sentado en el pasadizo del lugar donde vive. En septiembre del 2019 le detectaron la enfermedad y desde noviembre del mismo año empezó su tratamiento por nueve meses. Toma 13 pastillas cada día. Vive junto con su madre y hermanas en una habitación prefabricada de madera, en un edificio de cuatro pisos habitado por más de 30 familias. Cerro San Cosme, 6 de marzo del 2020.
A.F (08), acostada en un colchón viejo en la azotea del edificio donde vive. Ella estuvo enferma de tuberculosis, pero se recuperó hace algunos meses. La enfermedad no distingue edad. Cerro San Cosme, 20 de febrero del 2020.
K.C. (23), paciente con tuberculosis multidrogorresistente (TB-MDR), parada en la azotea del edificio donde vive. Cerro San Cosme, 6 de marzo del 2020.
Flores sobre la mesa del cuarto de un paciente con tuberculosis y VIH. Muchas de las personas que padecen esta última enfermedad, al tener dañado su sistema inmunológico, son propensas a contraer TB. Cerro San Cosme, 20 de febrero del 2017.
L.E. (29) abraza a su hija en la habitación que alquila en San Cosme. El 17 de noviembre del 2019 le diagnosticaron tuberculosis simple, cuyo tratamiento dura seis meses. Ella no sabe dónde ni cómo se contagió. La enfermedad es invisible y muchos pacientes no saben que están enfermos hasta que la afección está avanzada. Cerro San Cosme, 21 de diciembre del 2019.
J.C (27) se contagió de tuberculosis en el penal en el que estuvo recluido cinco años. Tras salir en libertad decidió no continuar con el tratamiento porque pensó que ya estaba curado, a pesar de que se sentía débil y sin apetito. El abandono del tratamiento es una de las principales causas de muerte por esta enfermedad. Cerro San Cosme, 19 de enero del 2019.
Paciente de tuberculosis a la espera ser atendida por una de las enfermeras en el puesto de salud de San Cosme. A este lugar acude la mayoría de pacientes de la zona para que le suministren las pastillas que cada cual tomará durante el día. A pesar de estar ubicada en el lugar con mayor concentración de enfermos de TB de Lima, la posta no ha sido mejorada en los últimos diez años. San Cosme, 6 de marzo del 2020.