AGRAVIADOS. La Fiscalía ha identificado, además de los jóvenes asesinados Inti Sotelo y Bryan Pintado, un total de 78 heridos por la Policía.

“El policía me apuntó y disparó”: el testimonio de los heridos en las protestas contra Merino

“El policía me apuntó y disparó”: el testimonio de los heridos en las protestas contra Merino

AGRAVIADOS. La Fiscalía ha identificado, además de los jóvenes asesinados Inti Sotelo y Bryan Pintado, un total de 78 heridos por la Policía.

Foto: Andina

Ha pasado casi un año de las protestas de noviembre del 2020, cuando cientos de personas se movilizaron para oponerse al polémico ascenso de Manuel Merino al poder. Entonces, la represión policial, avalada por aquel efímero régimen, dejó dos fallecidos, los jóvenes Inti Sotelo y Bryan Pintado, y decenas de heridos. Hoy la Fiscalía ha determinado que once mandos de la Policía son responsables de homicidio, lesiones graves y leves y abuso de autoridad. OjoPúblico presenta el testimonio de los afectados en las jornadas de violencia de aquel mes: al menos 78 de ellos fueron impactados por perdigones de goma y plomo, canicas de vidrio y bombas lacrimógenas disparadas directamente al cuerpo.

10 Octubre, 2021

Alrededor de las 8 de la noche del 14 de noviembre del 2020, a la misma hora en que Bryan Pintado era abatido por una descarga de perdigones de plomo en las protestas contra el régimen de Manuel Merino; otro de los manifestantes, Arturo Vilca Mina, estaba en el cruce de las avenidas Piérola y Abancay, en mira de un escopetero de la Policía. “Nunca me voy a olvidar: me apuntó y disparó. Quiso eliminarme”, dijo Vilca a la Fiscalía, que calificó a aquella represión policial, impulsada desde las altas esferas del poder de entonces, como “indiscriminada, desproporcionada e ilegal”.

De acuerdo al certificado médico, Vilca Mina fue diagnosticado de trauma múltiple por una descarga de perdigones de plomo ─munición letal que está prohibida para la contención de manifestaciones, desde el año 2004─ que se alojaron en su pulmón derecho, el omóplato, una de sus orejas, la parte derecha de su cabeza y en la garganta. “Yo estaba sangrando, todo el piso estaba lleno de sangre [...] me imagino que habría sido mejor para ellos verme tirado porque esa era su intención, eliminarme”, dijo Vilca Mina.

“Nunca me voy a olvidar: me apuntó y disparó. Quiso eliminarme”, relató el ciudadano Arturo Vilca a la Fiscalía.

Esta manifestación fue una de las 78 declaraciones que forman parte del expediente de la fiscal Jhousy Aburto de la Primera Fiscalía Penal Supraprovincial, en el caso que involucra hasta el momento a once altos mandos de la Policía y que a nivel de la Fiscalía de la Nación alcanza al exministro del Interior, Gastón Rodríguez; al expremier, Ántero Flores-Aráoz; y a Manuel Merino, quien ejerció como presidente por cinco días. El 30 de setiembre último, la fiscal formalizó investigación contra la cadena de mando que estuvo a cargo de contener las manifestaciones, entre el 10 y 15 de noviembre del año pasado, en Lima.

“[La Policía usó] municiones prohibidas (perdigones de plomo y canicas de vidrio) y armas potencialmente letales (bombas lacrimógenas, perdigones de goma y granadas lacrimógenas de mano), que fueron disparadas directamente al cuerpo de los manifestantes [...] expresión de graves violaciones a los derechos humanos”, ha concluido la fiscal Aburto, de acuerdo a la disposición fiscal revisada por nuestro medio. Según dicho documento, este accionar fue ordenado por los altos mandos de la Policía.

La Fiscalía imputa los delitos de homicidio calificado, lesiones graves y leves, y abuso de autoridad, en primer lugar, contra el teniente general PNP (r) Jorge Lam Almonte, quien se encargó de la Comandancia General durante las protestas contra Merino. Para la fiscal, Lam Almonte tuvo conocimiento de la “represión policial indiscriminada” y, aún así, “no detuvo su aplicación, sino más bien autorizó que se movilizara más personal”. Según la investigación, Lam Almonte era informado directamente por sus subordinados.

La Fiscalía además ha incluido al general PNP Jorge Cayas Medina, jefe de la Región Policial Lima, quien estuvo a cargo de ejecutar “la estrategia de represión policial”, así como diseñar el plan de operaciones de la Policía. A él se suman los encargados entonces de las principales unidades presentes en las marchas: el coronel PNP Percy Tenorio Gamonal, jefe de la Dirección de Operaciones Especiales (Diroes), y el coronel PNP Carlos Villafuerte Salas, encargado de la Dirección de Operaciones Especiales (USE).

 

Infografía con la cantidad de municiones utilizadas por la Policía en las protestas.

 

Bajo el mando jerárquico de Villafuerte Salas estuvo el también investigado coronel PNP Luis Castañeda Urbina, jefe de la Unidad de Servicios Especiales Sur. En marzo de este año, OjoPúblico reveló que dicho equipo concentró la mayor cantidad de disparos durante las protestas: 380 cartuchos con perdigones de goma y 1.133 lacrimógenas. La Fiscalía agrega que Castañeda Urbina “habría ordenado a sus subordinados que disparen al cuerpo de los manifestantes” con municiones prohibidas, como canicas de vidrio.

Junto al equipo de Castañeda Urbina, nuestro medio también identificó que la Unidad de Servicios Especiales del Centro disparó 632 cartuchos de perdigones y 934 lacrimógenas durante las protestas. Esta unidad estuvo a cargo del comandante PNP Víctor Oliva Angulo, quien también ha sido incluido como investigado por la Fiscalía. La lista de investigados continúa con el comandante PNP Charles Apaza Pilares, jefe del Primer Batallón Halcón; y el comandante PNP Mitchel Arguedas Pérez, encargado de la Policía Montada.

El Ministerio Público, por último, ha incluido en la formalización de las pesquisas al mayor PNP Juan Chenett del Pozo, jefe de las Fuerzas Especiales de la Diroes; al mayor PNP José Luis Solari Chilcce, a cargo del área de instrucción de la División de Servicios Especiales; y al capitán PNP Mario García Chávez, encargado del área de subsistencia de la oficina de administración de la Policía. La fiscal Aburto ha declarado compleja la investigación contra estos once policías, y tendrá ocho meses adicionales para culminarla.

OjoPúblico recogió los testimonios de 78 personas que fueron heridas durante las protestas del mes de noviembre del año pasado, y que están incluidas en la formalización de las investigaciones por la Fiscalía. Dichas declaraciones, sumadas a los certificados médicos, permiten determinar lesiones con canicas de vidrio y perdigones de plomo; así como el impacto de lacrimógenas en el rostro, cabeza y torso de decenas de manifestantes. Entre los agraviados, además, hay seis periodistas; uno de ellos, reportero de nuestro medio. 

 

El uso de perdigones de plomo

El expediente fiscal por delitos contra los derechos humanos durante las protestas recogió los testimonios de cinco personas que fueron impactadas por perdigones de plomo, una munición letal que la Policía no tiene permitido utilizar en la contención de protestas, desde el 2001. El primer caso es de Lucio Suárez Valle, quien el 14 de noviembre, a las 6 de la tarde, se encontraba a la altura del Centro Comercial El Hueco, cuando recibió impactos de perdigones en su mano y hombro izquierdo, así como en la cabeza. “Los perdigones de plomo aún permanecen en su cuerpo”, precisa el documento fiscal.

El segundo caso también ocurrió el 14 de noviembre y es de Mirko Missiego Razzeto, quien se encontraba en la avenida Nicolás de Piérola, a las 7:30 de la noche. “Siento un impacto en mi pierna izquierda [...] me levanté el buzo y ya estaban llenas de sangre mis dos piernas [...] me sacaron una placa a ambas piernas y me dijeron que, efectivamente, tenía cinco perdigones”, dijo Missiego Razzeto. El certificado médico y una radiografía precisan que dos proyectiles le impactaron en la pierna derecha, y otros tres, en la izquierda.

El tercer caso es el de Álvaro Moreno Quispe, quien pasadas las 8 de la noche, del mismo 14 de noviembre, se encontraba por las inmediaciones de la Corte Superior de Lima. Según el documento fiscal, Moreno Quispe recibió siete impactos de perdigones de plomo en las piernas y la cadera, de los cuales tres aún permanecen en su cuerpo. “Yo pensaba que no era tan grave, pero igual no podía pararme [...] otros jóvenes me ayudaron a llevarme a una vereda, y vieron la cantidad de sangre [en mis piernas]”, relató Moreno Quispe.

 

Fotografía del memorial de Inti y Bryan
MEMORIAL. Los jóvenes Inti Sotelo y Bryan Pintado fueron asesinados durante las marchas, con el disparo de perdigones de plomo, una munición prohibida durante la contención de protestas.
Foto: OjoPúblico / Musuk Nolte

 

La Fiscalía también identificó, en cuarto lugar, el caso de Joseph Barrantes Villanueva, quien recibió el impacto de perdigones de plomo en su pierna y brazo derecho, mientras se ubicaba en la avenida Abancay, pasadas las 9 de la noche, el 14 de noviembre. “Yo estaba en primera línea desactivando bombas lacrimógenas [...] la Policía la tenía a 20 metros adelante [mío]; saqué mi celular para grabar esos incidentes y me cayeron esos impactos de perdigones”, dijo el manifestante ante la fiscal Jhousy Aburto.

El último caso corresponde a Paula Olivares Moreno, quien estaba grabando la manifestación del 14 de noviembre, a la altura de la intersección de las avenidas Abancay y Nicolás de Piérola, alrededor de las 9:30 de la noche. “Mientras estaba grabando el momento es cuando recibo un perdigón en la mano derecha, de la Policía”, recordó Olivares Moreno en su declaración. El certificado médico legal del Hospital Santa Rosa confirmó el impacto de un “proyectil de arma de fuego” en su antebrazo derecho.

Cabe recordar que, de acuerdo a las pericias forenses realizadas a los cuerpos de Inti Sotelo Camargo y Bryan Pintado Sánchez, ambos murieron por impacto de perdigones de plomo. En el caso de este último, la necropsia concluye que los perdigones “pueden ser disparados por una escopeta calibre 12”, como el armamento usado por la Policía durante las protestas. En el caso de Sotelo, la Fiscalía concluye que el perdigón de plomo “perforó su pecho, ocasionando su deceso”.

 

Canicas de vidrio como proyectiles

Además de los perdigones de plomo, la Fiscalía identificó como proyectiles potencialmente letales el uso de canicas de vidrio, por parte de la Policía. El expediente fiscal recogió el testimonio de tres ciudadanos a quienes se les extrajo estas municiones. El primero es René Caqui Crisóstomo, un universitario que se encontraba entre las avenidas Nicolás de Piérola y Abancay, a las 8:30 de la noche del 12 de noviembre. Según el relato fiscal, Caqui Crisóstomo sintió un impacto en el abdomen que lo dejó sin aire.

“Sin embargo, continuó caminando, pero al levantarse el polo vio un orificio profundo en su abdomen”, continúa el relato de la fiscal Aburto. El documento indica que Caqui Crisóstomo “logró cubrirse [la herida] con una bandera que portaba, a fin de evitar la hemorragia”. En el Hospital Dos de Mayo, los médicos le extrajeron del abdomen una canica de vidrio, que fue disparada por policías ubicados a 20 metros del manifestante, según la Fiscalía. El certificado médico determinó un “traumatismo abdominal abierto por proyectil de arma de fuego”.

El segundo caso es de Percy Pérez Shapiama, que, el mismo 12 de setiembre, se desplazaba por la avenida Grau, en el Cercado de Lima. Al momento de llegar al Centro Comercial El Hueco, Pérez Shapiama divisó un grupo de escopeteros de la Policía, a unos 15 metros de donde se encontraba. En ese momento, un policía “le apunta con una escopeta y realiza tres disparos dirigidos a su persona, dos de ellos no llegan a impactarle, pero el tercero (una canica de vidrio) le perfora el abdomen”, explica el documento fiscal.

 

Fotografía del impacto de una canica en el abdomen de René Caqui Crisóstomo.
IMPACTO. El ciudadano René Caqui Crisóstomo recibió un disparo con una canica de vidrio, que le ocasionó un traumatismo abdominal abierto.
Foto: Expediente fiscal

 

Ante el impacto, según el testimonio recogido por la Fiscalía, Pérez Shapiama cae en el pavimento y es auxiliado por otros manifestantes que estaban en la zona. En el Hospital Almenara, los médicos identificaron que Pérez Shapiama también tenía hematomas en ambos brazos y en la pierna derecha. El certificado médico precisa que, a través de una intervención quirúrgica, encontraron un “cuerpo extraño en el abdomen, que aparenta ser [una canica] de vidrio”. El hospital determinó una incapacidad médica de 40 días.

El tercer y último caso de una canica de vidrio usada como proyectil está relacionado a Luis Alejandro Aguilar Rodríguez, que el 12 de noviembre se encontraba protestando en el cruce de la avenida Abancay con el jirón Montevideo, cerca al local del Centro Comercial Moda Internacional. Aunque no se precisa la hora del incidente, el documento fiscal detalla que Aguilar Rodríguez recibió el “impacto de una canica en la espalda, rompiéndole dos costillas y perforando su pulmón izquierdo”.

La canica de vidrio ingresó en el cuerpo de Aguilar Rodríguez a través del lado izquierdo de su tórax, mientras se encontraba a una distancia de 15 metros de un grupo de policías. Según la descripción de la fiscal Aburto, el manifestante “intentó correr, pero al verse imposibilitado empezó a trotar, llegando a una esquina para ser auxiliado por unos manifestantes”. Aguilar Rodríguez fue llevado al Hospital Almenara, donde fue internado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) debido a insuficiencia respiratoria aguda.

 

Bombas lacrimógenas disparadas al cuerpo

Aunque el uso de las bombas lacrimógenas por la Policía está permitido, la Fiscalía precisa que estas fueron usadas de manera indiscriminada y que fueron disparadas “directamente al cuerpo de los manifestantes [...] que originaron lesiones mortales y graves”. En ese sentido, 14 casos recogidos por la Fiscalía permiten ejemplificar la gravedad de estas acciones. Los primeros cuatro casos ocurrieron el 10 de noviembre, fecha en que la Policía empleó cerca de 600 cartuchos de estos químicos, según determinó OjoPúblico en marzo.

En dicha fecha, Marlon Cruz Bances se encontraba ayudando a una mujer que se había caído en el jirón Carabaya, cuando fue impactado por una lacrimógena en el estómago. Dicho proyectil disparado por un equipo policial le ocasionó una quemadura de primer grado. En el caso de Kevín Huamán Capcha, quien se encontraba en el cruce de las avenidas Garcilaso de la Vega y Tacna, fue impactado por una bomba lacrimógena en la nariz, que le fracturó los huesos del rostro, de acuerdo al documento fiscal.

"Había un montón de gente herida a mi costado, parecía una matanza horrible", recordó César Sánchez a la Fiscalía.

El tercer caso del 10 de noviembre es de Pamela Vargas Arancibia, que recibió dos impactos de lacrimógena en la oreja derecha y en el omóplato, mientras protestaba en el cruce de la avenida Emancipación con el jirón de la Unión. “Vi una fila de policías [...] con armas levantadas apuntando hacia las personas [cuando] siento un impacto [...] en ese momento me desvanecí y caí contra el suelo [...] oía un zumbido en las orejas y sentía mojada la parte derecha de mi cuello [...] me di cuenta que era sangre” relató Vargas Arancibia.

El cuarto caso de dicha fecha corresponde a Nicolás Ayala Oré, quien se encontraba cerca a la Estación de Bomberos, en los alrededores de la Plaza San Martín. De acuerdo al documento fiscal, Ayala Oré intentó correr en sentido contrario de la Policía, cuando “me impacta una bomba lacrimógena en mi cuello, cerca de la yugular, y rebota en mi hombro [...] yo me palpaba y sentía algo que me colgaba”. Ayala Oré estuvo internado diez días en la Clínica Internacional, por una “herida cervical por proyectil de arma de fuego”.

Los otros tres casos corresponden al 12 de noviembre. El primero es de César Sánchez Rojas quien estaba cerca al edificio Alzamora, ubicado en la avenida Abancay. El ciudadano relató a la Fiscalía que una primera lacrimógena le impactó en el pie, ante lo cuál “me escondo y en ese momento, el policía me ve esconderme y me termina rematando; [una segunda bomba lacrimógena] me cae en la punta del dedo gordo del pie y destroza mis zapatillas negras, reventándose, y destrozando mi dedo en dos”.

Sánchez Rojas, de acuerdo a su declaración, intentó huir del lugar a pesar de que “sentía que algo colgaba de mi pie”. Al darle la espalda a la fila de policías, el manifestante recibió una ráfaga de perdigones de goma, que le ocasionaron 12 impactos en el cuerpo. “Cuando me saco la media”, continúa Sánchez Rojas, “tenía demasiada sangre y chorreando; en ese momento me doy cuenta que había un montón de gente herida a mi costado, parecía una matanza horrible, nunca había visto tal cosa”.

 

Fotografía del impacto de bomba lacrimógena en el rostro de Franco Cabrera Cano.
ROTURA.El ciudadano Franco Cabrera recibió un impacto de lacrimógena en el rostro, a pesar de que alzó las manos y pidió que no le disparen; lo que le ocasionó la fractura de tres dientes.
Foto: Expediente fiscal

 

El segundo caso del 12 de noviembre ocurrió con Franco Cabrera Cano, quien se encontraba prestando ayuda a ciudadanos “que se estaban ahogando” con el humo de las lacrimógenas. En dicho momento, Cabrera Cano se encontró con un grupo de policías, ante lo cual “alcé las manos como señal de paz, diciéndoles a los policías: tranquilos, no me disparen”. La respuesta de estos fue el disparo de una lacrimógena que impactó en el rostro de Cabrera Cano y que le ocasionó cortes y la fractura de tres dientes.

El último caso del 12 de noviembre es de Gabriel Guevara Roggero, quien se desplazaba por la calle Belén, con dirección al Real Plaza del Centro Cívico. De acuerdo al expediente, Guevara Roggero recibió un impacto de lacrimógena en el rostro, que fue disparado por policías ubicados a unos 15 metros. “Me quemó la mejilla, sentí que tenía la carne viva en ese momento; después, entré en shock [...] cuando comienzo a sentir que bajaba sangre por mi cara, yo desperté”, relató el ciudadano ante la Fiscalía.

El 13 de noviembre resalta el caso de Karina Castello García, quien se encontraba en el cruce de las avenidas Nicolás de Piérola y Tacna, cuando observó a un grupo de policías arrojando lacrimógenas. Al intentar brindar auxilio a un joven que estaba en el suelo, sin conocimiento, se percató que la Policía “me estaba apuntando [...] porque, donde yo me movía, me seguían con esa pistola”. Castello García atinó a sacar un trapo blanco y pedirles que “por favor, no me disparen”; sin embargo, “me seguían apuntando y me disparan sin piedad”. La bomba lacrimógena le impactó en la pierna derecha.

Otros seis casos de lacrimógenas disparadas al cuerpo de los manifestantes destacan el 14 de noviembre. El primero está relacionado a Bruno Lázaro Cancha, a quien un cartucho de este químico le destrozó el dedo medio y anular de su mano izquierda, mientras se ubicaba en el cruce de las avenidas Abancay y Piérola. En esa zona también estaba Gustavo Rivero Gonzales, quien recibió el impacto de una lacrimógena en su cabeza. “Una bomba rebotó en la cabeza de un hombre y se desmayó [...] al intentar levantarlo me cayó una bomba lacrimógena y me caí, no podía mover mis piernas”, relató Rivero.

 

Fotografía del impacto de una lacrimógena en la cabeza de Gustavo Rivero Gonzales.
TRAUMATISMO. El estudiante Gustavo Rivero Gonzales recibió el impacto de una bomba lacrimógena de manera directa en su cabeza, mientras intentaba auxiliar a un herido.
Foto: Expediente fiscal

 

El tercer caso del 14 de noviembre es de Martín Saturio Hurtado, quien recibió el impacto de una lacrimógena en la cabeza mientras auxiliaba a una mujer desmayada. El cartucho le ocasionó pérdida de conocimiento y sangrado. “[Estaba] dándole primeros auxilios cuando siento que me impacta la bomba y pierdo el conocimiento [...] al momento que me levanto siento en mi cabeza bastante frío”, relató Saturio Hurtado. Alberth Ñahui Pérez también fue impactado por una lacrimógena en la cabeza, mientras estaba a 10 metros de una barricada de policías, en el cruce de las avenidas Abancay con Nicolás de Piérola.

“Yo he visto que la Policía, de rato en rato, disparaba de frente [...] a ‘quema ropa’”, relató Ñahui Pérez ante la fiscal Aburto, y agregó que “[cuando] me disparan en la cabeza, yo dije que seguro es un golpe simple, ahorita se me pasa [...] y traté de caminar, pero ya no podía mantenerme en pie”. Ñahui Pérez comenzó a ver borroso y ya no podía escuchar de manera nítida, de acuerdo a su testimonio. “Lo único que pude hacer era sentarme y hacer presión [...] mi cara, mi mascarilla y el polo estaban húmedos por la cantidad de sangre que me estaba saliendo”, agregó Ñahui Pérez en su declaración fiscal como agraviado.

El quinto y sexto caso del 14 de noviembre corresponden a Ricardo Ramírez Pacheco y Álex Flores Laura. El primero relató ante el Ministerio Público que “me cayó el proyectil [lacrimógeno] y caí de rodillas; cuando me levanté sentía dolor, me toqué la cabeza y vi mi mano llena de sangre”. Flores Laura, por su parte, es un estudiante universitario que estaba transmitiendo las manifestaciones, en vivo, a través de Facebook. “Cuando giro hacia la Policía, veo como un proyectil se dirige a mi rostro, era una bomba lacrimógena [...] y me cayó en el ojo derecho”, recordó Flores Laura en su testimonio.

 

Brutal ataque contra los periodistas

En la revisión de la formalización de la investigación, OjoPúblico además identificó a seis reporteros que fueron heridos por acciones de la Policía mientras realizaban su labor, entre ellos un integrante de este medio. Como se informó en noviembre del año pasado, el periodista Alonso Balbuena Bellatín recibió el impacto de un cartucho lacrimógeno en su pierna izquierda, que dejó expuesto el músculo, a pesar de que se identificó en reiteradas veces como periodista ante el escopetero que realizó el disparo.

El segundo caso es del periodista José Miguel Hidalgo Rodríguez, de Cuarto Poder. El 12 de noviembre, dicho reportero se encontraba en las afueras del edificio Alzamora, cuando “un efectivo policial, a menos de medio metro, le disparó una bomba lacrimógena directamente en el pie derecho”. Hidalgo Rodríguez y su camarógrafo Roberto Muñoz Torres continuaron informando cómo la Policía disparaba directamente al cuerpo de los manifestantes. En dicho momento, un policía “se dio cuenta de ello y le apuntó directamente con su escopeta”. El periodista recibió impactos de perdigón en la espalda y la cadera.

 

Fotografía de Alonso Balbuena enseñando su carnet de prensa, herido en el suelo, junto a policías-
ATAQUE. A pesar de que el reportero Alonso Balbuena, de OjoPúblico, se identificó como periodista, la Policía disparó una bomba lacrimógena contra su cuerpo. 
Foto: Walter Hupiu

 

El tercer herido fue José Romero Rivas del diario El Comercio, quien recibió un impacto de perdigón de goma, cuando se encontraba en el mismo lugar que el periodista de Cuarto Poder. A ellos se suma el fotógrafo Alonso Chero Uceda, también de El Comercio. Mientras cubría las protestas del 12 de noviembre, Chero Uceda recibió el impacto de una canica de vidrio en su espalda. Minutos antes, según la disposición fiscal, el fotoperiodista había registrado con su cámara la herida de un manifestante herido por un proyectil de arma de fuego, cerca al cruce de las avenidas Abancay y Grau, en el Centro de Lima.

El fotógrafo independiente Piero Alarcón Macedo, por su parte, se encontraba en el cruce de las avenidas Abancay y Piérola, el 14 de noviembre; cuando es “impactado en la cabeza por un perdigón de goma, que le causó sangrado y cayó al suelo”, de acuerdo a la disposición de formalización de las investigaciones. El reportero de la cadena extranjera Televisa, Jefferson Fowks Gómez, finalmente, recibió el impacto de perdigones de goma en la parte baja de la espalda, a pesar de que estaba debidamente identificado con su indumentaria periodística.

El caso de estos seis reporteros, así como los antes descritos por impacto de perdigones de plomo y goma, bombas lacrimógenas y canicas de vidrio, forman parte de los 80 agraviados que la Fiscalía ha identificado. Este grupo incluye a los jóvenes asesinados Inti Sotelo y Bryan Pintado. En los siguientes ocho meses, la fiscal Aburto ─quien está a cargo de este caso de manera exclusiva─ deberá preparar la acusación contra los altos mandos de la Policía que estuvieron a cargo de la contención de las protestas contra Merino.

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