PRÓXIMAS PANDEMIAS. Las posibilidades de enfrentar emergencias sanitarias de este tipo se triplicarán en las próximas décadas.

Futuros pandémicos: destrucción de bosques aumenta riesgos de nuevas enfermedades

Futuros pandémicos: destrucción de bosques aumenta riesgos de nuevas enfermedades

PRÓXIMAS PANDEMIAS. Las posibilidades de enfrentar emergencias sanitarias de este tipo se triplicarán en las próximas décadas.

Ilustración: Shutterstock

El aumento de la demanda alimenticia conlleva un cambio en el uso de los suelos para implementar actividades agrícolas, un aumento en la crianza de vacas y cerdos —dos de los mamíferos que más virus comparten con los seres humanos—, e incluso mayores probabilidades de consumo de animales silvestres. Estas actividades impulsan el paso de un virus que habita en la vida silvestre hacia las personas, lo que causa la mayoría de las pandemias. Un informe científico de la Universidad de Harvard alerta sobre la necesidad de pensar en posibles escenarios pandémicos en un futuro próximo. Por eso, los especialistas recomiendan crear un comité integrado por sectores del Estado y la academia científica, enfocado en evaluar los riesgos de una nueva pandemia y las posibles medidas para prevenirla.

7 Noviembre, 2021

Las personas que vivieron la Primera y la Segunda Guerra Mundial temen que eventos similares se repitan, pues acabaron con más de 30 y 45  millones de vidas, respectivamente. Aquellas que, en Chernóbil, estuvieron expuestas a la exploción del reactor nuclear empezaron a temer a una sustancia que no podían ver ni oler, pero que estropeaba su salud y acababa con la vida de quienes estaban en mayor contacto, tal como cuenta la escritora ucraniana Svetlana Alexievich en el libro “Voces de Chernóbil”. 

Ahora, no cabe duda que uno de los mayores temores para las generaciones más jóvenes es enfrentarse a un virus como el SARS-CoV-2, que por más pequeño que sea —apenas llega a medir 0,1 micras de diámetro— detuvo al mundo por casi un año, afectó la economía y se llevó casi cinco millones de vidas hasta el momento. 

En este contexto, con los países aún luchando para salir de esta pandemia, es comprensible que se evite pensar en otra emergencia sanitaria de este tipo en un futuro próximo. Pero, los especialistas de la Universidad de Harvard advierten que es necesario empezar a evaluar posibles escenarios pandémicos. Un artículo publicado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos concluyó que las posibilidades de enfrentar nuevas pandemias se triplicarán en las próximas décadas. Al respecto, el reporte de Harvard también advierte que las enfermedades infecciosas emergentes aumentaron su frecuencia en las últimas cinco décadas. 

Por eso, los especialistas enfatizan en la importancia de empezar a adoptar medidas de preparación y, sobre todo, encontrar maneras de prevenir la aparición de nuevas enfermedades zoonóticas. Es decir, aquellas que sufren los animales, y que pueden ser transmitidas en forma directa o indirecta a los humanos.  

Foto: Andina

ALIMENTACIÓN. Los cerdos y las vacas son dos de los mamíferos que más virus comparten con los seres humanos. 
Foto: Andina

 

Ricardo Castillo, profesor asistente de epidemiología en la Universidad de Pensilvania, explicó a OjoPúblico que el desbordamiento consiste en que un patógeno que está contenido dentro de su propio reservorio —es decir, dentro de una especie específica— sale de ese “contenedor” y salta a otra especie distinta. En el caso de las enfermedades zoonóticas, este desbordamiento se da desde una especie animal a la especie humana. 

De hecho, el 70% de las enfermedades emergentes, como el ébola o el zika, y casi todas las pandemias, como la influenza y el VIH, son de origen zoonótico, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En otras palabras, fueron transmitidas por agentes patógenos de origen animal. “Estos microbios se ‘propagan’ debido al contacto entre la vida silvestre, el ganado y las personas”, enfatizaron. 

En esa línea, los especialistas del Instituto de Salud Global de la Universidad de Harvard y de la Escuela de Salud Pública Harvard Chan C - Change señalan como impulsores de este desbordamiento a actividades humanas comunes, como el cambio de uso de la tierra, la caza de animales salvajes, el comercio de vida silvestre y la crianza de animales. 

Además, recomiendan impulsar actividades de conservación forestal para reducir el riesgo de propagación de enfermedades zoonóticas, realizar investigaciones que permitan identificar los puntos críticos en los que surjan zoonosis virales e invertir en la prevención de futuros desbordamientos de virus con alto riesgo de ocasionar pandemias. “Tenemos que empezar a plantearnos posibles escenarios [pandémicos] para identificar cuánto será el costo económico de implementar medidas de prevención y contención”, dijo Castillo.

Ilustración: Claudia Calderón / OjoPúblico

 

Aumentan las probabilidades

 

El reporte de Harvard advirtió que las enfermedades infecciosas emergentes (EID), como el dengue en Perú, aumentaron su frecuencia en los últimos 50 años. Muchas de estas, indican, se transmitieron de animales a humanos. “El 50% de las EID se originan en la vida silvestre, y esa proporción ha aumentado en las últimas décadas”, se lee en el documento. Esto es preocupante si se tiene en cuenta que el principal riesgo de pandemia son las enfermedades de origen zoonótico.  

Las posibilidades de que surjan nuevas enfermedades de ese tipo son amplias, si consideramos que existen casi 1,7 millones de virus desconocidos en mamíferos y aves, de los cuales entre 631.000 y 827.000 tienen el potencial de infectar a las personas. Carol Zavaleta, médica investigadora y especialista en temas de cambio climático, señaló que existe una rama de la medicina dedicada a estudiar el desbordamiento de estos gérmenes y que, para esos investigadores, no fue una sorpresa que haya un nuevo coronavirus con el potencial de originar una pandemia. “Lo que están detectando es que eso [el desbordamiento] es más frecuente”, dijo a este medio.

El reporte de Harvard advirtió que las enfermedades infecciosas emergentes aumentaron su frecuencia en los últimos 50 años".

En ese sentido, un estudio publicado por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos ofrece datos sobre la posibilidad de enfrentar nuevas pandemias en menos tiempo de lo imaginado. El artículo estimó que es posible que la probabilidad de brotes de enfermedades nuevas se triplique en las próximas décadas. 

El análisis, basado en los brotes de enfermedades registrados en los últimos 400 años, calculó que es probable que, en un lapso de 200 años, ocurra una pandemia similar en escala a la de Covid-19. “[Eso] corresponde a, aproximadamente, un 40% de probabilidad de encontrar un evento de este tipo en la vida, y es posible que esta probabilidad aumente en las próximas décadas [duplicándose en, más o menos, 40 años]”, explicó Marco Marani, autor que lideró el estudio, a OjoPúblico

Finalmente, el informe elaborado por los investigadores de Harvard identificó tres puntos críticos a nivel mundial en los que pueden comenzar estas próximas pandemias: África Oriental, Asia Meridional y Asia Sudoriental. Sin embargo, un artículo científico publicado en la revista “Nature” halló que América del Sur es una de las regiones que tiene áreas extensas en las que pueden ocurrir enfermedades infecciosas emergentes pronosticadas. Otras de esas áreas con alto riesgo son América del Norte, Asia y África Central, según el estudio.

Ilustración: Nature

PANDEMIAS. América del Sur es una de las regiones en las hay altas probabilidades de que surjan nuevas enfermedades emergentes, como el dengue.
Ilustración: Nature

 

El gran impulsor: la actividad humana 

 

Los especialistas de Harvard aseguran que el incremento en las probabilidades de que broten nuevas enfermedades con potencial pandémico está relacionado a actividades humanas en las que existe una fuerte interacción entre el hombre y los animales. Una de ellas es la deforestación, que en Perú afectó a 203.272 hectáreas de bosques solo en 2020.

Las especies que sobreviven a la deforestación, principalmente, en zonas tropicales —explica el informe— se vuelven menos sensibles a la perturbación humana y, de esa manera, tienen mayor capacidad de infectar a los humanos o a los animales de granja de los cuales se alimentan. Los especialistas ponen como ejemplo el incremento de las especies de roedores que pueden transmitir el síndrome pulmonar por hantavirus, luego de la deforestación en América. 

Sin embargo, esa modificación en el ecosistema no es la única actividad que impulsa la propagación de enfermedades zoonóticas, ya que el cambio de uso de la tierra —el cual afectó a casi un tercio de la superficie terrestre entre 1960 y 2019— también está relacionado con el incremento de estos brotes. El reporte señala que, aproximadamente, la mitad de las enfermedades infecciosas emergentes de origen zoonótico a nivel mundial han sido causadas por los cambios en el uso de la tierra, en las prácticas agrícolas, en la caza y en la producción de alimentos. 

Asimismo, el incremento de la demanda alimenticia de origen animal constituye también un factor de riesgo. Por un lado, explican, la expansión agrícola puede promover el traslado de personas y animales de granja a espacios de vida silvestres, exponiéndolos a los vectores y a patógenos de las especies que allí habitaban. “Estas acciones pueden perturbar los hábitats de la vida silvestre y reducir la biodiversidad, lo que puede crear vías de desbordamiento”, señalan. 

Los mamíferos domesticados contienen el 50% de los virus zoonóticos".

A esa relación entre la biodiversidad y las probabilidades de desborde (spillover) se le conoce como efecto de dilución. El médico Castillo explicó que esta hipótesis consiste en afirmar que a mayor cantidad de especies, el patógeno puede saltar entre una y otra dificultando que llegue a especies totalmente distintas, como la humana. 

Por otro lado, la necesidad de producir más alimento se traduce en la intensificación de la actividad ganadera, la cual puede servir como reservorios de posibles patógenos zoonóticos con potencial para transmitirse a humanos. Los investigadores de Harvard señalaron que la cercanía a mamíferos domesticados con un alto contacto con humanos, como el ganado, favorece el riesgo de aparición y propagación de este tipo de enfermedades.

“Es más probable que las especies domesticadas compartan virus zoonóticos con los seres humanos”, indicaron. De hecho, los mamíferos domesticados —12 especies, en total— contienen el 50% de los virus zoonóticos. El informe detalló que los cerdos, las vacas, los caballos, las ovejas y las cabras se encuentran entre las 10 principales especies de mamíferos domesticados que comparten la mayor cantidad de virus con los humanos. 

César Ugarte, profesor auxiliar en la Universidad Peruana Cayetano Heredia, explicó a OjoPúblico que la necesidad de alimentar a una gran cantidad de población influye en la creación de más criaderos de animales, que además están cada vez más llenos, y en los que aumenta las posibilidades de que un patógeno se transmita por contacto con el animal o a través de sus heces. “Esto de pensar solamente en la sopa de murciélago como la única fuente [de un desbordamiento] es algo muy alejado. La forma en que nosotros estamos criando animales en zonas más urbanas es igualmente peligrosa”, aseguró.

Foto: Andina

IMPULSORES. El incremento en las probabilidades de que broten nuevas enfermedades con potencial pandémico está relacionado a actividades como el comercio ilegal de animales silvestres.
Foto: Andina

 

El comercio ilegal de animales silvestres es otra de las actividades en las que se crea un contacto estrecho, que puede servir para la transmisión de enfermedades zoonóticas. “Es más probable que algunos mamíferos comercializados sean portadores de enfermedades zoonóticas. Por ejemplo, el 26,5% de los mamíferos en el comercio de vida silvestre alberga el 75% de los virus zoonóticos conocidos”, indicaron. Tan solo en Perú se decomisan más de 5.000 especímenes de animales silvestres al año, y, a nivel mundial, se estima que el comercio de especies silvestres tiene un valor de entre USD 7.000 y más de USD 20.000 millones anuales. 

La caza y el consumo de esos animales silvestres como parte de prácticas culturales también constituye otro de los impulsores del desbordamiento. El informe de Harvard pone como ejemplo la ciudad de Iquitos, en la que se comercializa animales salvajes para la alimentación, los cuales pueden proporcionar altos valores de nutrientes y grasas. Por último, los investigadores señalan que la crisis climática tiene un impacto importante, aunque la evidencia que revisaron se caracterizó por contener estudios independientes, cuyas conclusiones no siempre coincidían entre sí. 

El reporte explicó que, mientras se incrementan las temperaturas en el mundo, la distribución de los reservorios de enfermedades y hábitats están cambiando. “En una revisión de 40.000 especies en todo el mundo, se descubrió que aproximadamente la mitad ya estaban en movimiento como resultado de las condiciones climáticas cambiantes”, resaltó. En este sentido, Ugarte destacó que tener un clima más caliente aumenta las probabilidades de que los vectores —como mosquitos— se propaguen. “En algunos sitios van a tener las condiciones propicias para entrar a una zona donde realmente hay toda una población virgen para algunas infecciones transmitidas por mosquitos o por insectos”, detalló.

 

Aún podemos prevenir

 

El manejo de las pandemias se ha caracterizado por ser reactivo. Es decir, crear mecanismos —como vacunas, medicamentos y el fortalecimiento del sistema sanitario— enfocados en contener estas emergencias. Sin embargo, dichas medidas no enfrentan el problema de fondo: el desbordamiento de un virus de la vida silvestre a los humanos, que constituye la causa de riesgo de que se desarrolle un evento pandémico. 

En esta línea, el reporte resalta que es más costoso contener una pandemia que prevenirla, aunque el financiamiento de este último aspecto es insuficiente. “Las inversiones actuales para abordar los impulsores de la propagación son pequeñas en comparación con las pérdidas económicas directas de Covid-19”, sostiene. Los datos recogidos evidenciaron que, a nivel mundial, se gasta como máximo USD 4.000 millones cada año en actividades de prevención de desbordamiento (spillover) y que los gastos para enfrentar la pandemia por la Covid-19 resultaron en una pérdida estimada de USD 4 billones. 

Por eso, su principal recomendación consiste en incrementar la inversión en actividades de prevención de desbordamientos. Una de ellas es la conservación de áreas forestales, debido a que la deforestación y el cambio de uso de suelos son dos de los impulsores más importantes del salto de patógenos entre especies. “Las actividades de prevención de derrames, como la conservación de los bosques tropicales, brindan muchos beneficios, incluido el secuestro de carbono, que es más importante que nunca dados los hallazgos del Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático”, señalaron.

Asimismo, teniendo en cuenta la revisión de casos en diferentes países, aconsejaron implementar estrategias que impulsen el cambio de comportamiento sobre el consumo de animales silvestre. Un ejemplo de eso se halló en la Amazonía brasileña, donde se realizó una campaña social sobre la importancia de reducir el consumo de carne y, paralelamente, se replicó la misma intervención junto con la entrega de cupones de descuento para comprar pollo. Los resultados fueron que, cuando se entregó el incentivo, los niveles de consumo de pollo se incrementaron, pero no disminuyó el de carne silvestre; mientras que, sin los vales de descuento, se redujo su consumo en un 62%. En ese sentido, los expertos de Harvard afirman que la aplicación de estas estrategias deben tener en cuenta la interacción entre factores económicos, demográficos y culturales.

Foto: Andina

DEFORESTACIÓN. La conservación de los bosques constituye una de las principales recomendaciones para reducir las probabilidades de futuras pandemias. 
Foto: Andina

 

De acuerdo con los investigadores, este trabajo conjunto entre diferentes ámbitos también debería replicarse en el sector salud, por lo que proponen el enfoque One Health. El mismo consiste en un trabajo colaborativo para detectar las amenazas y responder a los desafíos para la salud que implican la relación entre seres humanos, animales y medioambiente, según la Organización Mundial de la Salud. El informe de Harvard afirmó que los costos de la implementación de medidas de conservación de bosques y del enfoque One Health ascenderían a entre USD 22.000 y USD 31.000 millones por año, un monto menor a lo que costó enfrentar la pandemia de la Covid-19 (USD 4 billones).

Por su parte, Castillo resaltó la importancia de que los comités a cargo de evaluar las posibilidades de una pandemia estén compuestos por profesionales de diferentes sectores del Estado y de la academia científica. “Una de las cosas que también nos ha fallado mucho [es que] hemos estado trabajando por separado cada uno de los actores. Han habido varias experiencias en las que han podido trabajar el Estado y la academia juntos”, opinó.

El informe sobre prevención de pandemias subraya, además, la necesidad de realizar más investigación. Esto con el fin identificar las zonas en las que es más probable que surjan desbordes de virus entre especies, ya sea por el incremento de la tala de árboles, de la actividad ganadera u otras actividades en las que hay una interacción entre el humano, la granja y hábitats silvestres. “El descubrimiento de virus en la vida silvestre puede ayudar a informar dónde deben centrarse las actividades de prevención de desbordes y, al mismo tiempo, beneficiar a la conservación de la vida silvestre”, aseguraron.

Carol Zavaleta dijo que en Latinoamérica hay muy pocas iniciativas que se dediquen exclusivamente a estudiar estas interacciones y que eso podría traer repercusiones en caso se origine una enfermedad infecciosa emergente. “Si nosotros seguimos invadiendo, no nos preparamos y no tenemos planes de contingencia —por ejemplo, en la Amazonía del Perú o de Brasil, donde hay todas estas actividades ilegales [como la tala o el comercio de animales silvestres]— no vamos darnos cuenta o, quizá, no vamos a poder detectar a tiempo un desborde”.

La importancia de invertir en la preparación frente a posibles nuevas pandemias también fue destacada en la investigación hecha por Marani. “Hay mucho que podemos hacer sobre la aparición de un evento similar a la Covid-19, si estamos más preparados: invirtiendo en tecnología de vacunas y reduciendo las fuentes de aparición de nuevas enfermedades, que son bastante conocidas, en realidad”, dijo.

 

 

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