Uno de los grupos de edad más golpeados emocionalmente durante la pandemia han sido los niños. A la imposibilidad de asistir a las escuelas, de socializar y jugar con amigos, se suma el hecho de que muchos han quedado huérfanos. El Perú es el país más afectado del mundo por estos duelos silenciados: se estima que uno de cada 100 niños y niñas del país perdieron a su padre, o madre, o ambos, o al abuelo apoderado debido a las muertes asociadas a la Covid-19, estima un reciente estudio publicado en la revista The Lancet.
Hasta ahora, los datos de los menores que perdieron a un familiar a causa de la pandemia han sido limitados. Sin embargo, la investigación analizó las cifras en 21 países y estimó que un millón y medio de niños en todo el mundo perdieron al menos a uno de sus padres, abuelos o cuidadores debido a causas relacionadas a la Covid-19. La cifra incluye muertes causadas de manera directa por la Covid-19 y las causadas de manera indirecta por otras razones, como los encierros, las restricciones, el limitado acceso a la atención de salud y al tratamiento de enfermedades crónicas.
Los resultados sugieren que, en general, 1’562.000 menores experimentaron la muerte de un cuidador primario o secundario, que puede ser uno de sus abuelos o apoderados. De estos, el 66,7% (1’042.000) de niños y niñas perdieron a su padre, madre o ambos.
Según el estudio, el Perú es uno de los países con la tasa más alta de niños que perdieron a su cuidador principal (padre, madre o ambos o abuelo apoderado): 10 de cada 1000 niños, lo que representa una cifra durísima para el país: 98.975 menores en estado de orfandad. Entre los otros países de la región que tienen también elevadas tasas de pérdidas se encuentra México (3 niños por cada 1.000), Brasil (2 por cada 1.000) y Colombia (2 por cada 1.000).
Para obtener estos resultados sobre las tasas de orfandad, la investigación analizó los datos de exceso de mortalidad y de mortalidad por Covid-19, desde el 1 de marzo de 2020 hasta el 30 de abril de 2021. El análisis abarcó 21 países, que representaron el 77% de las muertes por la Covid-19 en todo el mundo. Entre los países estudiados se encuentran, en América Latina, Argentina, Brasil, Colombia, México y Perú.
Estas cifras son preocupantes porque el desamparo los pone en una situación de mayor vulnerabilidad, resaltan los autores de la investigación. “Estos niños a menudo enfrentan consecuencias adversas, incluida la pobreza, el abuso y la institucionalización”, se lee en el estudio.
Por ello, Camila Gianella, psicóloga y magíster en Salud Internacional, sostiene que este estudio ha dado luces sobre una cifra importante de niños peruanos que han quedado en orfandad, pero que ahora es clave saber un poco más sobre esos casos y, en esa línea, sería útil realizar una revisión cualitativa.
“La pandemia da una falsa sensación de igualdad, como si nos hubiera afectado a todos por igual y queda claro que no nos ha afectado a todos por igual. Por eso, es importante saber quiénes son esas personas que han muerto y a quiénes están afectando”, precisó a OjoPúblico.
Los datos de este reporte anuncian el enorme subregistro. Hasta mayo de este año, antes del proceso de sinceramiento de fallecidos, las cifras oficiales en Perú reportaban solo aproximadamente 10.800 niñas, niños y adolescentes huérfanos a causa de la muerte de su madre, padre, o ambos por la Covid-19.
Estas cifras son preocupantes porque el desamparo los pone en una situación de mayor vulnerabilidad
Desde abril del 2020, el Estado les otorga, previo solicitud y registro, una pensión de 200 soles mensuales a todos los menores afectados por estas pérdidas hasta que cumplan 18 años. El monto es depositado cada dos meses a la madre o al padre, o en caso de que ambos hayan fallecido, al familiar más cercano.
Aunque este aporte económico resulta importante para apoyar a los menores en situación de desprotección; también puede ser utilizado para diseñar otras medidas de asistencia social. Camila Gianella, psicóloga especialista en salud pública, explica que la entrega de esta pensión puede ayudar a conocer quienes están recibiendo estos bonos, a qué sectores socioeconómicos pertenecen, quienes los están cuidando y con qué capacidad los están cuidando.
“Eso es para dar cuenta de la desprotección no solamente material. Creo que sí es importante que el Estado diga qué es lo que va a hacer y cuáles son las tareas pendientes frente a esto”, afirmó.
Visualizaciones: Gianfranco Huamán
Prevención y programas de apoyo
El estudio publicado en The Lancet incentiva la vacunación como principal medida para prevenir los fallecimientos asociados a la Covid-19. Además, enfatiza en la importancia de la creación de programas sociales que puedan ayudar a enfrentar posibles consecuencias relacionadas a la orfandad. “La evidencia de epidemias anteriores muestra que las respuestas ineficaces a la muerte de un padre o cuidador, incluso cuando hay un padre o cuidador sobreviviente, pueden conducir a resultados psicosociales, neurocognitivos, socioeconómicos y biomédicos perjudiciales para los niños”, aseguraron.
Al respecto, Camila Gianella hace énfasis en el papel del Estado en la identificación de los menores que han perdido a un familiar primario y en los programas de apoyo que este genera para evitar que las consecuencias de estas pérdidas sean duraderas. “Tenemos una responsabilidad como país de atender esas otras necesidades creadas por la pandemia y para que el evento traumático no sea algo que los limite por el resto de sus vidas, porque eso no es así”, indicó.
Perú es uno de los países con la tasa más alta de niños que perdieron a su cuidador principal.
En cuanto a los impactos en la salud mental de los menores, el estudio científico recomienda la creación de grupos de apoyo psicosocial para que los apoderados sobrevivientes puedan acompañar en el duelo adaptativo, la comunicación abierta y terapias centradas en el trauma. Mariela Tavera, psicóloga del equipo de salud adolescente del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), resalta que el familiar que queda a cargo tiene un rol crucial en lograr que los menores entiendan la pérdida y transiten el duelo. “Estas personas que se quedan tienen una tarea fundamental de ayudar al niño, a la niña o al adolescente a procesar el duelo, pero también de ayudarlos a desarrollarse”.
La especialista sostiene que lo recomendable es que el adulto hable con la verdad sobre la pérdida del ser querido y pueda contener los sentimientos del menor. Además, advierte que se debe evitar la conspiración del silencio, la cual consiste en que los familiares se ponen de acuerdo para no hablar del tema de la muerte o no decir los términos “mamá”, “papá” o “abuelo”. Eso lo hacen porque creen que, de esa manera, el niño o la niña no sentirá la pérdida y va a seguir su vida normal; sin embargo, podría ser perjudicial. “No es posible engañar a los niños en ese sentido y no lo intentemos, porque podríamos estar aportando hacia un duelo patológico [es decir, causar dificultades para aceptar la muerte del ser querido]”, enfatizó.
Mariela Tavera también señala que la manera de hablar sobre estas pérdidas varía según la edad, puesto que, hasta antes de los siete años, los niños no comprenden la idea de la muerte como un adulto. “Es fundamental hablarles con la verdad y no significa hablarles como adultos, significa adaptar nuestra forma de hablar al entender, a la cognición del niño, pero diciéndole siempre la verdad”, señaló.
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La representante de Unicef en Perú subrayó que la ausencia de alguien que explique el fallecimiento del cuidador principal y que acompañe en el proceso de duelo podría afectar el desarrollo del menor. “La pérdida de figuras significativas en la infancia, la niñez y la adolescencia sí ponen en mayor vulnerabilidad en relación a la salud mental de los chicos”, mencionó.
La directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA), institución que apoyó en la elaboración del estudio, Nora Volkow, resaltó la importancia de la investigación para identificar las consecuencias en la salud mental y en el bienestar futuro de los niños que perdieron a sus cuidadores. “Las experiencias después de la pérdida de un padre o cuidador pueden ser devastadoras, existen intervenciones basadas en evidencia que pueden prevenir consecuencias adversas adicionales, como el uso de sustancias, y debemos asegurarnos de que los niños tengan acceso a estas intervenciones", afirmó en un comunicado de prensa.
Mariela Tavera, psicóloga de Unicef en Perú, confirmó que, en los adolescentes, la falta de figuras de soporte y de vínculos afectivos positivos puede llevarlos a consumir sustancias, como el alcohol, o a tener comportamientos de riesgos, como realizar actos sin protección o autolesionarse. Por ello, la investigación publicada en The Lancet también aconseja reforzar las líneas de asistencia a menores que son posibles víctimas de la violencia y el abuso doméstico. “Los programas deben garantizar que las niñas estén protegidas contra el matrimonio infantil, los embarazos no deseados y la infección por el VIH”, indicaron.
Estamos entrando con poca capacidad del Estado para monitorear el estado de los niños en abandono
Además, resalta el papel de los apoyos económicos para compensar los índices de aumento de la pobreza relacionados a la pandemia. Ello debido a que la muerte de adultos dentro del entorno familiar está asociados a impactos económicos relevantes, como los casos en el país de personas que vendieron o hipotecaron propiedades (casas, terrenos o autos) para cubrir los altos costos de los servicios de salud. “Sabemos que internar a uno de los miembros de las familias ha significado deudas; entonces, habría que saber cuál es la situación de esa familia actualmente”, dijo Camila Gianella, directora ejecutiva del Centro de Investigaciones Sociológicas, Económicas y Antropológicas (Cisepa).
La especialista también mencionó que posiblemente muchos de esos niños que han quedado en situación de orfandad -sobre todo, en el caso de la pérdida de ambos cuidadores- requieran ser trasladados a centros de protección, que en el país son escasos. De acuerdo con información del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) existen 240 Centros de Acogida Residencial (CAR) en los que viven niñas, niños y adolescentes en situación de abandono o riesgo.
“Son números enormes [los obtenidos en el estudio], entonces, habría que pensar qué está pasando ahora con el sistema de protección, porque tenemos un sistema deficiente. Los albergues son pocos y estamos entrando con poca capacidad del Estado para monitorear el estado de los niños en abandono”, concluyó.
Referencias:
Estudio: Estimaciones mínimas mundiales de niños afectados por la orfandad asociada al Covid-19 y la muerte de los cuidadores: un estudio de modelo. Por: Susan D Hillis, doctora en Filosofía; H. Juliette T. Unwin, PhD; Yu Chen, MSc; Lucie Cluver, PhD; Lorraine Sherr, PhD; Philip S Goldman, MA; et al.