PREVENCIÓN. Tras la pandemia se ha elevado la notificación de intentos de suicido en Perú, una conducta de múltiples causas que debe ser tratada por un profesional de salud mental.

Un dolor silencioso: intentos de suicidio predominan en mujeres y jóvenes en Perú

Un dolor silencioso: intentos de suicidio predominan en mujeres y jóvenes en Perú

PREVENCIÓN. Tras la pandemia se ha elevado la notificación de intentos de suicido en Perú, una conducta de múltiples causas que debe ser tratada por un profesional de salud mental.

Ilustración: OjoPúblico / Jhafet Ruiz Pianchachi

Entre 2018 y 2023, se notificaron, al menos, 7.787 intentos de suicidio en Perú, según la vigilancia centinela del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC). De esta cifra, el 69% de casos corresponden a mujeres y 47% a jóvenes de 18 a 29 años. Ayacucho, la región con más fallecidos por el conflicto armado interno, se ubica como la segunda localidad con más reportes (1.180), solo después de Lima. Pese a que el suicidio es un problema de salud pública, Perú no cuenta con un registro uniforme de casos. Esta expresión de desesperanza —con múltiples causas, no necesariamente vinculadas a trastornos de salud mental— presenta una tendencia ascendente tras la pandemia.

3 Marzo, 2024

Cada muerte por suicidio es una tragedia, con un efecto dominó que afecta la vida de familiares y amigos. Una expresión de desesperanza y dolor, que —con ayuda de un profesional de salud mental— se puede prevenir.

En Perú, un promedio de 600 personas se quitan la vida cada año. En el mundo, esto ocurre cada 40 segundos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por eso, aunque es evitable, el suicidio es considerado un problema de salud pública. 

Solo entre 2018 y 2023, se notificaron, al menos, 7.787 intentos de suicidio —conducta potencialmente lesiva, y sin resultado fatal, que puede acabar con la vida de una persona— en el ámbito nacional, de acuerdo a información del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC) a la que accedió OjoPúblico por la Ley de Transparencia. 

Si se toma en cuenta los indicadores de género y etapas de vida, se advierte que, a lo largo del periodo analizado, estos casos predominan en las mujeres y en la población joven, de 18 a 29 años. Esta tendencia fue reconocida por el CDC y por el Ministerio de Salud (Minsa), en comunicación con este medio.

En los últimos seis años, se registraron 5.372 intentos de suicidio (69%) en mujeres, 2.408 (31%) en hombres y otros siete en los que no se precisó el género. En ese periodo, asimismo, la mayoría de los casos se concentró en la población joven (3.669). Esto representa el 47% de lo notificado por etapas de vida. El menor grupo está en los menores de 11 años (96 casos), seguidos por los adultos mayores (162). 

 

La ideación suicida o el intento de suicidio no significan, necesariamente, que la persona padezca una enfermedad. Es una conducta de múltiples causas, que, en muchos casos, está asociada a diagnósticos de salud mental —como la depresión—, pero que también puede tener otros determinantes, como el entorno social, cultural y familiar, los estilos de crianza, exposición a la violencia, situaciones fuertes de estrés, niveles de frustración, la desigualdad y el consumo de sustancias, detallan psicólogos y psiquiatras a OjoPúblico.

Dentro del periodo analizado por este medio, hubo un pico de notificaciones en 2019 (1.567). Luego, durante el primer año de la pandemia, se reportó un descenso (656) y, posterior a ello, un incremento progresivo hasta alcanzar los 2.092 casos, en 2023.

Los reportes de intentos de suicidio del CDC —órgano desconcentrado del Minsa— provienen de la vigilancia epidemiológica de problemas priorizados de salud mental: el intento de suicidio, la depresión moderada y grave, y el primer episodio psicótico. Esto se lleva a cabo en los establecimientos de salud “centinela”, en el marco de la directiva sanitaria N° 071-Minsa/CDC-V.01, aprobada el 13 de julio de 2016. 

Al ser consultado por este medio, el CDC precisó que, a la fecha, la denominada vigilancia centinela no se aplica en todos los establecimientos de salud, sino en 262 notificantes. De estos, 95 son Centros de Salud Mental Comunitaria, 58 hospitales, un instituto y 108 centros o puestos de salud. De las 25 regiones del país, 10 aún hacen notificaciones de manera irregular, dada su frecuencia.

“En función a la vigilancia que tenemos, ahora es un poco difícil señalar si está aumentando o no [la cantidad de intentos de suicidio] porque la vigilancia se está consolidando. Pero, de acuerdo a otros estudios y a la tendencia mundial, está aumentando, principalmente, en adolescentes y gente joven (...). El intento de suicidio es más frecuente en mujeres y el suicidio en hombres”, dijo César Munayco Escate, director ejecutivo del CDC, a OjoPúblico. El especialista precisó, no obstante, que lo notificado sí permite identificar patrones de género y edades.

Los trastornos de salud mental —uno de los factores de riesgo— se agudizaron durante la pandemia por covid-19, en un contexto de aislamiento, pérdida de interacciones, duelos, incertidumbre y desesperanza. 

Mujer

DOLOR. El conflicto armado interno y la pandemia por covid-19 han sido etapas que han provocado secuelas en la salud mental de los peruanos.
Foto: OjoPúblico / Leslie Searles

 

“En el plano económico, luego de la pandemia, el Perú es un país al que aún le cuesta levantarse, hay mucha pérdida de empleo (...), los adolescentes, de repente, tienen que trabajar. [Antes] a muchos jóvenes sus padres podían pagarle la carrera, ahora ya no lo hacen. Eso puede generar frustraciones y produce sensación de insatisfacción en la población”, señala la psiquiatra Natalia Ascurra Cano, de la Dirección de Salud Mental del Minsa.

Con relación a las regiones, Lima —que también cuenta con la mayor población en el ámbito nacional— presenta un incremento continuo a partir de 2020. Le sigue Ayacucho, la región con más fallecidos por el conflicto armado interno, que reporta 1.180 notificaciones de intentos de suicido entre 2018 y 2023. Esta preocupante cifra supera la de regiones con mayor población, como Arequipa, Cajamarca, Piura, La Libertad, Cusco, Junín, Puno, Ancash, Callao, Loreto, Ica, San Martín, Huánuco y Lambayeque.

El terrorismo, así como la delincuencia, el narcotráfico, la salud y los problemas económicos figuran, precisamente, como factores que generan alto estrés en los habitantes de Huamanga (Ayacucho), así como de Huaraz (Áncash) y Cajamarca (capital de Cajamarca), según un estudio epidemiológico de salud mental, realizado en estas tres localidades y publicado por el Instituto de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, en 2020. 

En la población analizada, el 19,3% reportó que tuvo un familiar fallecido o desaparecido y el 25,9% que experimentó alguna pérdida personal por la “violencia terrorista”. “La magnitud de las pérdidas son sustancialmente mayores en la población de Ayacucho, una de las regiones más afectadas por el terrorismo”, refiere el informe.

 

Un invisible problema de salud pública

A partir de datos recabados con una serie de solicitudes de acceso a la información sustentados en la Ley de Transparencia, OjoPúblico pudo determinar que las estadísticas sobre intentos de suicidio de la mayoría de las entidades públicas de salud —Minsa, Essalud y Fuerzas Armadas— discrepan. 

En otras palabras, Perú no cuenta con un registro uniforme de los casos, pese a que el suicidio es un importante problema de salud pública. 

A pesar de la diferencia en las cifras, los datos de las diversas entidades analizadas comparten un patrón común: la mayoría de las notificaciones por intentos de suicidio corresponden a mujeres.

“El suicidio de una persona es como una bomba atómica, que revienta y arrasa con todos. Hay muchos sobrevivientes que sufren tanto por la pérdida que también tienen ideación suicida, y es un duelo muy difícil de vivir porque hay mucho estigma (...) Hay miembros de la familia que no quieren contar la verdad porque sienten que van a ser atacados”, señala Álvaro Valdivia Pareja, director del Centro Peruano de Suicidología y Prevención del Suicidio (Sentido). 

De acuerdo a la vigilancia centinela del CDC, en 2023, se registraron 2.092 intentos de suicidio de hombres y mujeres en el ámbito nacional. Esta cantidad es más del doble de lo reportado en 2018 (948), y 34% más alto que lo registrado para 2019 (1.567). 

Estas cifras, si se comparan con las de la Dirección de Salud Mental del Minsa, son moderadas. Esta última, contabilizó 6.218 casos en los establecimientos de salud a su cargo durante el año pasado, según estadísticas proporcionadas a OjoPúblico. En 2022 se notificaron 5.840, y, en 2021, 3.896. Es decir, a pesar de las discrepancias en la cantidad de reportes, la tendencia ascendente persiste.

 

Según Natalia Ascurra Cano, psiquiatra de la referida dirección, las estadísticas del CDC —órgano del Minsa a cargo de la vigilancia sanitaria— tienen un subregistro debido a que no todos los establecimientos de salud notifican los casos que detectan. 

Esto ocurre pese a que, de acuerdo a la directiva sanitaria N°071-Minsa/CDC V.0, todo  intento de suicidio atendido en el servicio de emergencia de los establecimientos centinela debe ser registrado por el personal de salud en una ficha ya establecida.

Conocido el hecho, los responsables de vigilancia de salud mental de la Oficina de Epidemiología coordinan el llenado de ese documento y el seguimiento de los casos con los profesionales de las unidades de salud mental que realizan la interconsulta. Así, cada mes, el personal de salud debe ingresar los datos en un aplicativo online y elaborar informes de vigilancia trimestrales.

Según el CDC, las regiones que notifican irregularmente son Apurímac, Ica, Junín, la Libertad, Lambayeque, Madre de Dios, Puno, San Martín, Tumbes y Ucayali. En tanto, las que registran un mayor número de casos son Lima y Ayacucho.

A partir de sus cifras, la entidad reconoce “un incremento progresivo en el número de casos notificados y de unidades notificantes”, así como un descenso, en 2020, que “estaría relacionado con la pandemia”. Además, en su boletín epidemiológico de la semana 44 de 2023, refiere que el incremento desde 2022 podría estar relacionado a la implementación de un mayor número de centros de salud mental comunitaria. 

Es posible que la violencia pueda constituir un predictor de intento de suicidio, particularmente, en las mujeres”.

De los 2.092 casos identificados por la vigilancia centinela en 2023, 1.844 corresponden al Seguro Integral de Salud (SIS), que representa la mayor proporción (88%). Luego, sigue la categoría “no específica” (127). Tras ello, Essalud (107), el sector privado (11), Fuerzas Armadas y Policía (3). 

Sin embargo, lo identificado por el CDC tampoco coincide con lo reportado por el mismo Essalud, en información brindada a este medio en cumplimiento a la Ley de Transparencia. El Seguro Social reportó menos casos (51) que los hallados por el CDC en los establecimientos centinela (107), entre 2018 y 2023.

“Según lo que podemos deducir hay un choque entre manejo de ansiedad y depresión durante la pandemia (...). El suicidio no es una enfermedad. Me habla de que hay algo que está sucediendo en el ser humano y, por tanto, es bueno abordarlo desde el punto de vista integral, desde otra aristas, como por ejemplo, el problema de desempleo, sociales”, explica Carlos Vera Scamarone, psiquiatra del Hospital III de Emergencias Grau, de Essalud. 

Al analizar los datos por centro asistencial de Essalud, se identifica que, en los últimos seis años, el mayor número de casos (3) corresponden al Centro de Atención Primaria (CAP) II Huanta, en Ayacucho.

Salud mental

ATENCIÓN. Previo a las conductas suicidas aparecen señales de alerta que, si se tratan a tiempo, pueden controlarse y desaparecer de la mente.
Foto: Minsa

 

Luego, con dos casos, aparece la Institución Prestadora de Servicio de Salud (Ipress) Villasol, Trébol, así como los hospitales Guillermo Almenara y Edgardo Rebagliati, todos en Lima. También registran dos notificaciones el CAP III Castilla, en Piura; II Chilca, en Huancayo. Es decir, hay establecimientos que reportan solo un caso al año desde 2017.

Consultada por esta discrepancia, la oficina de información de operaciones de Essalud solo respondió que se basa en criterios de la institución. Ante la falta de mayores detalles, OjoPúblico se comunicó mediante correo con la Oficina de Relaciones Institucionales de Essalud. Sin embargo, hasta el cierre de este informe, no hubo respuesta.

Como en el caso anterior, pese a las diferencias, Essalud comparte, aunque en menor escala, los patrones del CDC. Según la información del mismo Seguro Social, se registró un alza de casos en 2019. Luego, un descenso a partir de la pandemia (2020), y un nuevo crecimiento en los últimos tres años. 

Con relación al género, la mayoría (71%) de los pacientes son mujeres y 29% hombres. Y, si se toma en cuenta las edades, el mayor grupo se encuentra entre los 4 y 25 años (36 casos), con 71% del total.

Este medio también solicitó información pública a las instituciones de las Fuerzas Armadas: la Marina de Guerra, el Ejército del Perú y la Fuerza Aérea del Perú (FAP). La primera afirmó que el Centro Médico Naval Cirujano Mayor Santiago Távara no ha reportado casos entre 2017 y 2023. La segunda dijo que, de acuerdo a la información de diagnósticos, no existe ningún código de "intento de suicidio".

En contraparte, la FAP identificó 10 casos, entre 2021 y 2023. Las edades fluctúan entre los 17 y los 46 años. En estos casos, la tendencia respecto al género también se replica: ocho correspondieron a mujeres y dos a hombres.

De acuerdo al Sistema Informático Nacional de Defunciones (Sinadef), entre 2018 y 2023, 3.681 personas se quitaron la vida en Perú. Desde el inicio de la pandemia, se evidenció un incremento de estos actos prevenibles y, en 2021, se reportó la cifra más alta en el periodo analizado (712). 

 

Cada muerte por suicidio puede afectar a un estimado de 135 personas que conocían a quien tomó esa decisión, según el estudio publicado en la revista científica Suicide and Life-Threatening Behavior, en 2018.

Si se toma en cuenta los datos del Sinadef, se evidencia un descenso de casos a partir del 2022 y 2023. No obstante, el Minsa aclaró que existe un subregistro de casos para el año pasado. “Hubo un problema en el registro de Sinadef. El de 2023 no lo tenemos completo. Entonces, la cifra no se ajusta a la realidad”, explicó la psiquiatra Natalia Ascurra Cano.

En detalle, la lamentable estadística de muertes por suicidio también evidencia que, del total de casos registrados entre 2018 y 2023, el 45% correspondió a personas de entre 18 y 35 años. Las regiones con más reportes son Lima, Arequipa, Cusco, Junín y Puno. El 69% tenía como estado civil soltero. 

El estudio Suicidios en Perú: descripción epidemiológica a través del Sinadef en el periodo 2017-2021 hace referencia factores como las condiciones económicas bajas y problemas básicos de personalidad. "Los casos de suicidios fueron más frecuentes en el sexo masculino y adultos jóvenes”, sostiene el informe. 

La muerte por suicidio ocurre más en hombres (69% en el periodo analizado), mientras que el intento de suicidio es más frecuente en mujeres, lo cual se evidencia a lo largo del periodo analizado con la vigilancia epidemiológica del CDC.

 

Mujeres y jóvenes

Solo en 2023, el servicio de emergencia del Instituto de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi —uno de los más importantes del país— recibió 703 casos de intentos de suicidio. De ellos, 533 eran mujeres y 170 hombres. Además, según su reporte epidemiológico, en ambos grupos, el mayor porcentaje se encontraba en jóvenes de 15 a 19 años.

“Lo preocupante es que estamos recibiendo más jóvenes, niños y adolescentes con intentos suicidas. Se ve que hay una mayor proporción en varones y mujeres, pero sobre todo en mujeres, niñas, adolescentes y personas que están entrando a la juventud, que llegan por esta conducta”, refiere a este medio Arturo Changana Arroyo, médico psiquiatra del departamento de emergencia del Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, ubicado en el distrito limeño de San Martín de Porres.

Lo que ocurre en esta institución especializada también ha sido advertido en otros establecimientos de Lima, como el Hospital de Emergencias Villa El Salvador. Un reciente reporte indica que, de enero a agosto de 2023, se habían notificado 519 casos de intento suicida, de los cuales 69,4% correspondía a mujeres y 30,6% a hombres. 

 

Estos análisis epidemiológicos hacen referencia a casos que, en su mayoría, han estado vinculados a problemas de pareja, con los padres, y afecciones de salud mental. Estas últimas, destacan los especialistas, pueden tratarse de forma temprana con la ayuda de un profesional de la salud, para evitar que se agudicen.

“Los hombres, cuando tienen alguna conducta suicida, pueden tener, vamos a llamarlo, más ‘impulsividad’ que las mujeres: en el momento, no son conscientes de cuánto daño pueden hacerse y terminan llegando al suicidio”, señala la psiquiatra Natalia Ascurra Cano. 

Por su parte, el director del Centro de Investigación en Salud Mental de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, Humberto Castillo Martell, señala que estas diferencias muestran un tema de género y cultural, antes que psicopatológico. “El hombre tiene más exposición de riesgo, pero ahí se ha distorsionado en la cultura masculina este tema de la ‘valentía’. Es una distorsión cultural”, añade.

Un estudio publicado en la revista The Lancet, en mayo de 2022, ratifica que, aunque las tasas de suicidio son más altas en hombres, la autolesión es más común en las mujeres. Ambas experiencias, que evidencian un “dolor psicológico insoportable”, son el resultado de una interacción de varios factores a lo largo de la vida. Estas pueden variar según el género, la edad, el origen étnico y la geografía.

“Las posibles explicaciones de las tasas más altas en los hombres incluyen (...) la búsqueda de ayuda (los hombres tienden a hacerlo en menor medida) y la agrupación de factores de riesgo (por ejemplo, el abuso de alcohol)”, refiere el estudio. 

En el ámbito nacional, de acuerdo a un reporte del boletín epidemiológico, entre enero y octubre de 2023, se identificó que el 27,9% de los 1.696 casos sufrió violencia psicológica. El 10,4% sufrió violencia física, y el 9,2% violencia sexual. 

 

En otro reporte de 2018, donde se analizaron 753 casos reportados entre enero y diciembre de 2017, se detectó que tres de cada cinco casos habían sufrido algún tipo de violencia, siendo más frecuente la psicológica. “Es posible que la violencia pueda constituir un predictor de intento de suicidio, particularmente, en las mujeres”, refiere el informe. 

De acuerdo al psicólogo clínico Álvaro Valdivia Pareja, entre los grupos con mayores factores de riesgo, figuran aquellos que han atravesado por experiencias de violencia y abuso sexual. “A veces, las personas no solo reviven esta situación, sino que tenemos familias que encubren la violencia, dificultan las denuncias o, en última instancia, son los que violentan. Eso es terrible y en nuestro país es muy común”, sostiene.

Otros factores de riesgo, según el especialista, están vinculados a diagnósticos psiquiátricos, como la depresión, el trastorno bipolar, el trastorno de límite de personal y los traumas; así como la imposibilidad de acceder a un tratamiento profesional. A ellos se suman la adolescencia, una época compleja donde se suele detectar ideación suicida. Y, también, la posibilidad de que la persona tenga acceso a medios para quitarse la vida. 

Situaciones estresantes en el entorno familiar o social comunitario, el consumo de sustancias y situaciones de violencia también constituyen factores de riesgo, destaca la psiquiatra Natalia Ascurra Cano.

De los 2.092 casos detectados por la vigilancia centinela en 2023, casi la mitad (1.020) correspondió a jóvenes, de entre 18 y 29 años. Luego, figuran adolescentes de 12 a 17 años (567), adultos mayores de 60 años (50), y niños de hasta 11 años (19).

Lo registrado el año pasado en la población joven representa más del doble de los casos de 2018. En tanto, todas las etapas de vida reportan una tendencia en alza desde 2020, año que empezó la pandemia por covid-19.

 

Según un reciente reporte del CDC, al que accedió OjoPúblico, de una muestra de 1.742 casos de 2023, el 67% no reportó consumo de sustancias psicoactivas. En el grupo con registros, el que tuvo más frecuencia fue el alcohol (304).

Carlos Vera Scamarone, psiquiatra del Hospital III de Emergencias Grau de Essalud, cuenta que, a inicios de año, atendió de manera particular el intento de suicidio de una universitaria de 25 años. El especialista explica que la joven empezó a atravesar, de manera progresiva, problemas académicos. Y, luego, depresión moderada; pero la familia no prestó atención a las señales de alerta. 

“Un intento suicida es algo que va a mover la psicología y la psicodinámica de la familia (...). Las señales de alerta que tenemos para los intentos suicidas son personas que dejan algún tipo de nota, o hablan de desaparecer, personas que se van aislando progresivamente, que presentan una tristeza mayor, que van presentando problemas, y que se desmotivan con mucha fuerza”, detalla Vera Scamarone. 

El suicidio es la cuarta causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años en el mundo, alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS).

 

El caso de Ayacucho 

La herida aún está abierta en Ayacucho. Esta región tiene el mayor número de fallecidos (29.259, según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación) durante el conflicto armado interno, entre 1980 y 2000. Dos décadas después, encabeza —solo por debajo de Lima— la lamentable estadística de mayores intentos de suicidio en Perú. 

El vínculo entre las secuelas de la época del terrorismo y la salud mental ha sido reconocido en estudios científicos y por la Dirección Regional de Salud (Diresa) de Ayacucho. 

“Las causas son multifactoriales. Una de las razones a las que se debe ese alto índice, precisamente, son las secuelas, las consecuencias que ha dejado la violencia política. Esas secuelas, básicamente, son prácticas que se reflejan en la violencia familiar. Hay un alto índice de alcoholismo, y esa es una situación que preocupa bastante a las autoridades”, explica el psicólogo Vladimir Estrada Alarcón, especialista de salud mental de la Diresa.

Un estudio epidemiológico de salud mental del Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, realizado en 2017 en Huamanga (Ayacucho), Cajamarca (capital de Cajamarca) y Huaraz (Áncash), detectó que los trastornos mentales más frecuentes en las tres ciudades fueron episodio depresivo (23,4%), desorden de estrés postraumático (9,7%), y problemas relacionados al alcohol (9,1%).

Huamanga

DUELO. Ayacucho, la región más golpeada por el terrorismo, también presenta secuelas en la salud mental de sus habitantes, que necesitan seguimiento.
Foto: OjoPúblico / Leslie Searles

 

“Las personas con algún familiar fallecido o desaparecido (...) en la época terrorista tuvieron una mayor prevalencia (47%) de cualquier trastorno mental, en comparación con las personas que no tuvieron esas pérdidas”, refiere el informe. Esta proporción, agrega, es mayor en Ayacucho —el centro de la violencia terrorista por muchos años—, y afecta por igual a hombres y mujeres.

Además, la investigación expone que el 9,4% de la población de las tres ciudades ha tenido pensamientos suicidas en algún momento de su vida, siendo este porcentaje mayor en las mujeres y en Ayacucho. Los principales motivos de los deseos, pensamientos y planes suicidas estuvieron vinculados a problemas de pareja, con los padres, problemas de salud y dificultades económicas. 

“Ayacucho ha sido un lugar bastante neurálgico en cuanto a la subversión de los años 80, 90 (...). El cerebro guarda todo en un determinado lugar. Hay marcadores que se guardan y se activan en diferentes situaciones (...). La pobreza también es un tema álgido”, sostiene, por su parte, el presidente del Comité de Psicología en Prevención de la Conducta Suicida del Colegio de Psicólogos del Perú, José Francisco Castro Escobar. 

Entre las razones del alto índice [en Ayacucho] se encuentran las consecuencias que ha dejado la violencia política".

La publicación Desplazamientos y cambios en salud Ayacucho, Perú 1980-2004, del médico José Moya Medina y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), también hace referencia a los efectos de la salud mental tras los desplazamientos humanos producto de emergencias y conflictos. 

Allí se narra que, entre 1996 y 1998, en todas las provincias de Ayacucho se organizaron las Unidades Locales de Análisis Epidemiológico (Ulaes), las cuales permitieron observar problemas de salud “que pasaban desapercibidos y que estaban ligados a la historia de guerra, como el consumo de alcohol en mujeres viudas e intentos de suicidios, como consecuencia de su afectada salud mental”. 

Entre enero de 2021 y octubre de 2023, esta región registró, asimismo, más de 21.000 casos de trastornos en la salud mental. Entre ellos destacan la depresión, la ansiedad y el estrés postraumático. Esta cantidad solo fue superada por Lima Metropolitana, cuya población es 15 veces mayor. 

Según el especialista en salud mental Vladimir Estrada Alarcón, la región cuenta con un psiquiatra en cada uno de sus siete Centros de Salud Mental Comunitaria y en el servicio itinerante en la provincia de Paranicochas. A estos se suman dos profesionales nombrados en el Hospital Regional de Ayacucho, y, eventualmente, tres o cuatro contratados. 

Las situaciones estresantes en Ayacucho no solo están vinculadas a la violencia política, sino también a la estructura de la sociedad, la desigualdad social y la exclusión, así como la extrema pobreza y la discriminación. Otros factores de riesgo están asociados a problemas intrafamiliares, violencia y bullying en las escuelas.

Niños

HUELLAS. Los problemas con padres y en la escuela son señales de alerta pueden ser determinantes en la salud mental de los adolescentes y jóvenes.
Foto: OjoPúblico / Leslie Searles.

 

La OPS, en un informe de 2023, recordó el pedido por la atención de salud mental de las personas afectadas por la violencia política en Perú. Esta exigencia también adquirió visibilidad en el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR).

La entidad internacional también ha hecho un llamado sobre la necesidad de una estrategia nacional de prevención del suicidio. Hasta 2021, solo 38 países del mundo contaban con dicho documento, que permite, además, cumplir con una de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: reducir en un tercio la tasa mundial de suicidios para 2030. 

Según la psiquiatra del Minsa, Natalia Ascurra Cano, aún está en proceso un documento de gestión en ese sentido. No obstante, señala, trabajan con difusión y cuentan con una guía con pautas para la prevención del suicidio dirigida a la población. Los casos de intentos de suicidio pueden ser atendidos en 276 Centros de Salud Mental Comunitaria (CSMC), 49 Unidades de Hospitalización, y a través de la línea gratuita 113, las 24 horas. 

Humberto Castillo Martell, exdirector del Instituto de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, sostiene que el suicidio es el desenlace de condiciones de vida y de salud que se hacen críticas con el tiempo. Para evitar esas muertes por suicidio con causas psicopatológicas, se requiere de un sistema de diagnóstico y tratamiento temprano. “Eso implica un buen programa de salud mental. Las rutas están, solo que faltan destinar recursos, más CSMC, más equipados y con personal”, refiere. 

Cuando se identifican señales de alerta como, por ejemplo, que una persona verbalice que quiere suicidarse, tenga comportamientos no esperados como pago de deudas, dejar su testamento, entregar claves a otras personas, se recomienda preguntar directamente si está pensando en el suicidio y derivarlo a tratamiento profesional.

“Es un mito que no se deba hablar de suicidio. Es imposible implantar ideas. Preguntar es algo bueno. Así obtienes información para poder ayudar”, advierte el psicólogo Álvaro Valdivia Pareja.

Las personas que sienten este dolor intenso necesitan ser escuchadas, lejos del estigma y con empatía.

"En estos momentos de desesperación, por más que uno no encuentre sentido a su vida, siempre hay personas que están pendientes de nuestro bienestar, de que estemos bien, [y para las que somos] importantes. En momentos de depresión o crisis uno no se siente útil, no siente que la vida vale la pena. Pero esos pensamientos tienen forma de ser controlados y de desaparecer de la mente. Con apoyo familiar y profesional, podemos darnos cuenta que la vida tiene sentido”, sugiere como mensaje para quien hoy tiene esos pensamientos el psiquiatra Arturo Changana Arroyo, del Honorio Delgado-Hideyo Noguchi.

 

Si tienes pensamientos sobre acabar con tu vida o atraviesas un duelo por suicidio, recuerda que puedes pedir ayuda, compañía y buscar el soporte de profesionales en salud mental. Puedes revisar esta guía del Minsa; llamar gratis, las 24 horas, al 113, opción 5; o ingresar a este directorio de primeros auxilios psicológicos.

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