MATRIARCA. Carmen Palomino, apurimeña, quechuahablante, de 102 años, posa al lado de su hija, Asunta Zegarra, de 66.

Un escudo para una generación de resistentes

Un escudo para una generación de resistentes

MATRIARCA. Carmen Palomino, apurimeña, quechuahablante, de 102 años, posa al lado de su hija, Asunta Zegarra, de 66.

Foto: Musuk Nolte / OjoPúblico

El 16 de abril inició la nueva estrategia de vacunación contra la Covid-19 en Perú, que esta vez tendrá un enfoque territorial y más equitativo. Como uno de los primeros pasos de este proceso, este fin de semana comenzó la inmunización de los mayores de 80 años en 11 vacunatorios de Lima y el Callao. En el Perú hay 4’140.000 personas con más de 60 a más años de edad, pero de este total el 15,6% tienen más de 80, alrededor de 647 mil. Estas son algunas de las historias que recogimos desde OjoPúblico.

18 Abril, 2021

Con el hombro al aire, el bastón en una de las manos y batiendo los brazos al alto, Rubén Martínez canta “¡gracias! ¡gracias! ¡gracias!”. Las enfermeras que lo rodean ríen y aplauden junto a él. El tarmeño de 85 años, padre de tres hijas, abuelo de una nieta, dice estar contento y agradecido por tanto “cariño y humanidad”, a pesar de la demora que tuvieron las autoridades “para atender a los más pobres”. 

Después de más de un año de cuidarse en su casa de Bellavista, en el Callao, Rubén acaba de recibir su primera dosis de la vacuna contra la Covid-19, bajo esta hilera de carpas en el Campo de Marte, uno de los parques más grandes de la capital del Perú. 

 

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SEGURO. Él es Fidel Álvarez Condori, quien está por cumplir 89 años. "¿Me va a doler?" preguntó antes de que le dieran el pinchazo.  Al final no sintió nada. 

 

Dice Rubén Martínez que la tranquilidad y la alegría no la siente por él. “Le tengo mucho cariño a mi familia, a mis hijas, por ellas doy la vida. Por eso me he cuidado bastante para no preocuparlas, para que no tengan ningún sentimiento de tristeza o pena por mí”, cuenta el exabogado y la voz le flaquea. 

Razón ha tenido en extremar la prevención: la letalidad por Covid-19 en adultos mayores es hasta 7,8 veces más que la de los adultos, 31,9 veces más que la de los niños y 68,5 veces más que la de los jóvenes.

Ha llegado de la mano de su hija mayor, Libertad Martínez, de 43 años, quien también asegura estar satisfecha: “Estoy emocionada, alegre y feliz. Este es el comienzo, ahora hay que esperar que venga su próxima vacunación”. 

Mientras se alejan hacia la zona de descanso, en donde deberá esperar unos veinte minutos por si se presenta alguna reacción adversa, Rubén Martínez dice que no tiene miedo. “En mi vida me he vacunado muchas veces, esta solo es una más”. 

 

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SIN DESCANSO. Las enfermeras y enfermeros recibían a los pacientes uno tras otro. También había quienes, con megáfonos, daban las indicaciones sobre los cuidados después de la aplicación. 
 

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Rubén es uno de los millones de adultos mayores del país. En Perú hay 4’140.000 personas con más de 60 años de edad, pero de este total, el 15,6% tienen más de 80 años, es decir alrededor de 647 mil. Ellos forman el grupo de riesgo más vulnerable entre todos los adultos mayores y el actual plan de vacunación contra la Covid-19 tiene como objetivo inmunizarlos bajo la dirección unificada del Ministerio de Salud (Minsa). Esta mañana del viernes 16 de abril de 2021 es el primer día de este proceso. 

Para esta ocasión, el Minsa convocará a las personas con un padrón universal, elaborado con la información actualizada del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec). 

Además, el enfoque será territorial, es decir, se seleccionarán las regiones, provincias o distritos con mayor riesgo de contagios y fallecimientos. La estrategia comienza en Lima y Callao y luego avanzará hacia las regiones y ha sido posible debido a los nuevos lotes de vacunas que comenzaron a llegar desde la quincena de abril.

 

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SOBRE RUEDAS. Victoria Catillo, de 94 años, fue desde La Victoria con una de sus familiares. Así como ella, muchos ancianos llegaban en silla de ruegas.  
 

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Varios adultos van llegando solos al parque. Algunos caminan lento, pero con confianza, otros parecen desorientados. Uno de ellos es Fidel Álvarez Condori, exobrero nacido en Puno, quien recuerda muy bien la fecha de su nacimiento, pero no puede calcular su edad. “Nací el 24 de abril de 1933, tengo 80 años”, dice en voz alta porque tiene baja audición. La enfermera que registra sus datos ríe y mueve la cabeza como diciendo “no”. 

Fidel, que en realidad está a punto de cumplir 89, vive solo y solo ha venido, caminando desde su casa a la altura del Estadio Nacional. “No tengo familia, solo sobrinos. Mi mamá y mi papá ya murieron, ya no existen”, dice. Un sobrino, que había prometido acompañarlo, lo llamó a último momento para decirle que ya no podría porque le tocaba trabajar. 

“Mi sobrino me dijo que tenía que venir al Campo de Marte, si me hubiera tocado en otro sitio no habría ido, no voy a estar caminando por cualquier lado. Además no me alcanza para tomar taxi”, dice. El dinero que recibe de Pensión 65 lo emplea para lo indispensable: “A veces salgo a vender mascarillas por las avenidas Arequipa y Petit Thouars, porque algo gotea para vivir ¡todo es plata!”. 

 

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A SOLAS. Varios adultos mayores llegaron al Campo de Marte sin compañía, algunas enfermeras y otras visitantes se ofrecían a orientarlos y acompañarlos. 
 

Luego de recibir su vacuna, cuenta que a él también le ha dado Covid: “Hace cuatro meses me dolía mi espalda y ya no quería comer, yo me dije ‘acá seguro me voy’. Solo tenía sed, tomaba pura agüita, nada más. Pero míreme, acá estoy, me he salvado”. 

Otro que ha llegado a solas y caminando es Agustín Navarro, también de 89 años. “A pie nomás he venido desde La Victoria, para qué voy a gastar en pasaje si no tengo plata” dice y se ríe como si hubiera contado un chiste. Luego de recibir la vacuna, le indican que vaya hacia el fondo, a la zona de descanso “¿Pero me van a dar cafecito o algo?”, pregunta y vuelve a reír de su ocurrencia. 

El piurano, que lleva más de 70 años en Lima y se dedicaba a la carpintería, vive con su única hija y uno de sus cuatro nietos. Nadie ha podido acompañarlo porque tienen que trabajar. Pero para él ese no es un problema. “Yo salgo solo, nunca paro en mi casa. Paseo, converso con mis amigos, leo mi periódico”, dice señalando “El Misterio”, una especie de revista sobre fenómenos sobrenaturales que lleva en una de sus manos. “Este es mejor que cualquier otro”, asegura.

Hasta ahora, Agustín Navarro no ha conocido el miedo al contagio: “Cuando más miedo tienes, peor es ¡qué me voy a estar escondiendo! No no no”. Parece tomar la vacunación como una anécdota más en sus varias décadas de vida. 

 

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El 14 de abril, el presidente Francisco Sagasti indicó que el primer objetivo de la nueva estrategia de vacunación es conseguir que 180 mil adultos mayores de Lima y Callao reciban la primera dosis de la vacuna contra la Covid-19, hasta finales de la próxima semana. Cada semana se irá aumentando el número de dosis. 

“La nueva campaña tiene como objetivo a corto plazo vacunar a los 718 mil adultos mayores de 80 años a más. Luego, el plan continuará con adultos mayores de 70 a 79 años y posteriormente de 60 a 69 años”, dijo Sagasti. 

Las personas pueden consultar sus fechas, horarios y lugar de vacunación en la plataforma https://consultas.pongoelhombro.gob.pe El gobierno espera terminar de vacunar a los más de 4 millones de adultos mayores antes del cambio de mando, en julio.

 

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PROTEGIDOS. Al ser una de las poblaciones más propensas a desarrollar síntomas graves de la Covid-19, las precauciones al salir a la calle deben ser tomadas al pie de la letra. 

 

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Desde Ate Vitarte, María Anticona, tarmeña de 93 años, ha llegado con la menor de sus siete hijos, Elizabeth Carbajal. “Me siento bien como toda persona, es una gran ayuda para nosotros”, dice sobre cómo se siente que hayan vacunado a su mamá. 

Hace unas semanas, EsSalud llamó a casa de María el mismo día que le tocaba su primera dosis, pero su hija no pudo acompañarla porque trabaja todos los días como jardinera. Tuvieron que reprogramar la fecha. “Menos mal ahora estoy de vacaciones”, cuenta.

María Anticona ha permanecido durante todos estos meses en su casa. Su numerosa familia, que antes solía reunirse celebrar cualquier ocasión especial, ya ha perdido la costumbre. “Yo también tengo siete hijos -dice Elizabeth- pero cada uno vive por su lado, hemos evitado juntarnos. Hacemos eso para que un día al fin nos podamos abrazar”.

 

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DESCANSO. Tras recibir la inmunización, los adultos mayores deben esperar alrededor de 20 minutos, por si se se presenta alguna reacción adversa. 

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En este lugar también hay hijos adultos mayores acompañando a sus padres adultos mayores. Es el caso de una huancavelicana de 98 años, que ha llegado con su hija de 70 años, Micaela Neyra. “¿A mí también no me pueden vacunar de paso?”, pregunta en broma Micaela. Ahora se siente mucho más tranquila porque su mamá ya no correrá tanto peligro. “Mi hijo de 41 años se contagió hace unos meses, por eso tengo tanto miedo”. 

Micaela cuenta que su madre no sufre de nigún achaque o enfermedad crónica. Tal vez, dice, es porque toma suplementos multivitamínicos y come muchas verduras y frutas. Ahora Micaela solo espera que también la convoquen a ella: “¿Cuándo me tocará? ¡Ojalá que no se demoren”, pide. 

 

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FAMILIA. Algunos familiares eran los más emocionados al saber que sus madres, padres o abuelos estarían más protegidos contra el virus que amenaza sus vidas desde hace meses. 

 

El último encuentro es con Carmen Palomino, una anciana apurimeña, quechuahablante, de 102 años. Ha llegado desde el Cercado de Lima con su hija, Asunta Zegarra, que intenta que su mamá no se baje la mascarilla ni se quite la pantalla. “Manam, manam” le decían con las manos las enfermeras, tratando de indicarle que no se toque la cara. 

“Es como una niña, ella es la única reliquia que nos queda. La cuido como un cristal”, dice Asunta, de 66 años, y luego se dirige en quechua a su mamá. “Como tienen demencia senil ya se ha olvidado del español”, cuenta. La anciana reniega, dice que la vacuna que le han puesto ya no vale. 

Carmen Palomino, ama de casa, experta cocinera de patascas, ha llegado vestida con polleras moradas, una blusa melón, una chompa roja y un típico sombrero apurimeño de lazo negro. “No se lo quiere quitar ni para dormir”, dice Asunta. Ahora que han vacunado a su madre, espera que pueda seguir luciendo el sombrero y el resto de sus atuendos por varios años más.

 

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ESPERANZA. Los vacunados y sus acompañantes se retiraban luego de algunos minutos, con la primera de las dosis de una vacuna que les dará más protección contra la enfermedad. 
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