En el Perú, el número de mujeres y hombres que trabaja a diario es casi proporcional. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), nuestra fuerza laboral está compuesta por 7.3 millones de mujeres (44,9% del total) y 9 millones de hombres (55,1%), pero si solo nos quedamos con las cifras de las mujeres que ocupan puestos en la alta dirección de sus empresas, veremos que la brecha entre ambos géneros se amplía exponencialmente.
Ojo-Publico.com analizó la base de datos de la Bolsa de Valores de Lima (BVL), que alberga a las principales empresas del Perú que cotizan acciones y realizan negocios dentro y fuera del país, y encontró que solo 10 de las 268 compañías inscritas tienen directorios que procuran mantener la equidad de género, pues están compuestos en un 40% y 66% por mujeres. En el resto de empresas la presencia femenina es ínfima, no proporcional a la presencia de sus colegas varones o inexistente.
La reducida lista de compañías con directorios equitativos la lidera la Caja Rural Los Andes S.A., con sede en Puno, presidida por la iqueña Rosanna Ramos Velita y que tiene a más mujeres que varones en sus principales cargos directivos. También la inmobiliaria Ciudaris, que pertenece al conglomerado familiar del mismo nombre; y la financiera Administradora del Comercio S.A. (exBanco de Comercio) que, si bien están representados por un hombre, los dos puestos directivos restantes están bajo responsabilidad de una mujer.
El ranking de equidad en los directorios continúa con la administradora de fondos de pensiones Integra, del grupo colombiano Sura; y Habitat, de capitales chilenos; el banco Citibank del Perú, de la estadounidense Citigroup; y Electro Perú, empresa de distribución de energía eléctrica, Electro Puno. Además de la minera San Ignacio de Morococha, una empresa familiar y la única de este sector extractivo que tiene cuatro de sus cinco cupos directivos ocupados por mujeres.
Quebrar los roles sociales
Las únicas empresas en la BVL que alcanzaron la paridad de género en sus directorios son Goodyear del Perú, filial de la estadounidense del mismo nombre; y Financiera Confianza, fundada en 1999 por Elizabeth Ventura Egoavil, la primera mujer en ser presidenta de la Cámara de Comercio de Huancayo y con una amplia carrera en el campo de las finanzas.
“El 52% de nuestras clientas son mujeres emprendedoras con un perfil en común: son madres solteras, viven en zonas rurales y tienen acceso restringido a servicios básicos. Mujeres que pese a las dificultades resuelven con valentía su día a día. Sus historias me marcaron y me hicieron entender que no podía limitarme”, dice Ventura, de Financiera Confianza.
La empresaria reconoce que tuvo el apoyo de su esposo e hijos para ausentarse por largas jornadas de su casa para viajes de negocios o hacer tiempos extras en el trabajo. “Estoy convencida de que las mujeres aportamos diversidad de propuestas en los directorios y motivamos un mejor desempeño financiero; pero también sé que no todas reciben la comprensión de su entorno ni la oportunidad de desarrollar sus talentos”, añade.
MÉRITOS. Elizabeth Ventura fue la primera mujer en asumir la presidencia de la Cámara de Comercio de Huancayo. Es fundadora de Financiera Confianza, empresa que logró la paridad de género en su directorio.
Foto: Andina.
El 2012, su financiera se fusionó con la Fundación Microfinanzas del BBVA y ella tuvo que dejar la presidencia del directorio para asumir la vicepresidencia, pero no lo consideró un retroceso porque dice que las metas son las mismas y ahora llegan a otros países.
En la otra orilla están las empresas donde la representación femenina en la toma de decisiones apenas bordea el 6% y el 9%, es decir, una ejecutiva frente a 10 o 14 directivos. Es el caso del Banco Falabella Perú S.A., del grupo chileno Solari, hay solo una mujer en el máximo nivel de gestión de la compañía. Igual ocurre en la Minera el Brocal, filial de Buenaventura, compañía presidida por Roque Benavides; y en la Empresa Editora El Comercio, el decano de la prensa nacional.
Después después de ellos aparecen 177 compañías (de las 268 analizadas) cuyos directorios están únicamente integrados por varones. Es decir, el 66% de todas las que cotizan en la Bolsa de Valores de Lima. En total, son 106 las mujeres que comparten las sesiones del directorio con 974 hombres en estas empresas.
El Centro de la Mujer de Centrum, instituto de investigación de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), participó el año pasado de una investigación similar para comparar la evolución de la participación femenina en los directorios y gerencias registradas en la bolsa entre el 2012, 2016 y 2018. Los resultados determinaron que las diferencias entre uno y otro periodo variaron mínimamente: de 7,4% a 9,2% al cierre del periodo analizado.
Beatrice Avolio, fundadora y directora de esta institución estima que, de seguir esta tasa de crecimiento, alcanzaremos la paridad el año 2040, pero si hacemos una proyección más conservadora, llegaremos a la meta el 2055. “No creo que todavía se deba a estereotipos referidos a que la mujer no es capaz. Más que el techo de cristal, prefiero usar la metáfora del laberinto: roles sociales y culturales que le impiden desarrollarse en este campo”, sostiene.
“Las redes de contacto profesionales son claves como primer filtro laboral y para conocer el potencial de futuros colegas, pero estas son tradicionalmente masculinas. Otro factor son los roles de género atribuidos a la mujer, como la maternidad, el hogar, el cuidado de personas mayores; tareas que no son asumidas en paralelo por el varón. Y, por último, la experiencia laboral: usualmente el hombre adquiere ventaja en este campo porque puede viajar más y dedicar horas extras a su capacitación”, dice la experta.
Herencias y oportunidades
La data analizada por Ojo-Publico.com forman parte de una investigación realizada en alianza con 14 medios que conforman la red internacional creada por PODER, de México, para revisar la composición de las bolsas de valores de Latinoamérica y España. Los resultados permiten dar una mirada regional a la paridad de género en los cargos de responsabilidad y espacios de decisión relevantes en 1.830 compañías de 15 países de América Latina.
Según la base de datos construida para este fin, el porcentaje de participación femenina en los directorios de estas empresas colocan al Perú en el puesto 14 de 15 países analizados, solo por encima de México; con una proporción de diez hombres por cada mujer que ocupa un puesto ejecutivo. En España, Nicaragua y Colombia la relación es de 4 a 1.
Ilustración: El Surtidor.
Desde hace cinco años, la Cámara de Comercio Española y la organización peruana Aequales realizan en el Perú el Ranking PAR para medir la paridad de género en toda la estructura de la organización y capacitarlos a fin de reducir esta brecha. Hoy son 180 las compañías que participan de esta iniciativa, entre públicas, privadas y Pymes, donde el promedio de participación femenina no supera el 24%.
“Los directorios son escenarios claves para la toma de decisiones en las empresas. Pero si la mirada estratégica de una organización está en manos de un grupo integrado por varones de las mismas características y perfil, entonces las soluciones que planteen serán similares. Está demostrado que la presencia de la mujer da mayor diversidad y perspectiva en la toma de decisiones”, dice Andrea de la Piedra, CEO de Aequales.
En el Perú no es obligatorio que todas las empresas cuenten con un directorio, pero sí aquellas que cotizan acciones en el Mercado de Valores. Ocupar el puesto de presidente, vicepresidente o miembro del directorio significa formar parte del principal órgano de administración y decisión en una compañía para asegurar su continuidad a largo plazo, cumplir sus metas financieras y diseñar su estrategia de crecimiento.
Además de emergentes, entre las mujeres que lograron esta posición encontramos a herederas de empresas familiares
Además de emergentes como Elizabeth Ventura, entre las mujeres que lograron esta posición encontramos a herederas de empresas familiares que con los años asumieron el control de una rama de las compañías. Como María Caridad de la Puente Wiese, directora de cuatro filiales del Grupo Wiese y una de los 28 nietos del clan que inició negocios en el Perú en el siglo XX hasta convertirlo en uno de los grupos económicos más poderosos del país, con millonarias inversiones en el sector financiero e inmobiliario.
También está el caso de Rosa Augusta Brescia Cafferata viuda de Fort, heredera del conglomerado Breca tras la muerte de su padre, en 1951; pero cuya fortuna fue administrada por su esposo Paul Fort y luego, tras la muerte de él, pasó al control de sus hijos. Hoy ella se mantiene como directora de tres subsidiarias de este holding con inversiones en los sectores agricultura, finanzas, hoteles, manufactura, minería y bienes raíces.
“En este tipo de grupos económicos las posiciones están predestinadas en función del apellido. Pero quienes no forman parte de una cadena de sucesión tienen otras barreras que sortear para ocupar los mismos cargos, entre ellas el trabajo paralelo no remunerado”, sostiene Hugo Ñopo, economista regional para América Latina y el Caribe, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La OIT ha analizado el impacto del trabajo no remunerado y cómo este impacta principalmente en las mujeres. La denominada “Economía del Cuidado” consiste en actividades socialmente adjudicadas a ellas por su género, como la limpieza del hogar y el cuidado de adultos mayores, parientes enfermos y niños, ante la ausencia de servicios estatales que puedan cubrir esta fuerza laboral. Tareas que disminuyen el tiempo y rendimiento que las mujeres podrían dedicar a un trabajo formal.
“La Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT, 2010) da cuenta que el 80% del tiempo del trabajo doméstico no remunerado es asumido por las mujeres. Si ellas tienen tanta responsabilidad en casa, entonces les es imposible llevar más dinero a sus hogares, capacitarse o ascender en un trabajo. Allí está la trampa en la promesa de igualdad de oportunidades. A eso sumémosle un estudio que confirma el aumento de probabilidades de divorcio cuando la mujer obtiene un ascenso.”, sostiene Ñopo.
Para los expertos consultados en este reportaje, el cambio en los roles de género, es decir, en las funciones que socialmente se le ha asignado al hombre y a la mujer, incluso en actividades cotidianas dentro del hogar, tendría más impacto para impulsar el ascenso laboral de la mujer, que la dación de políticas públicas o fijación de cuotas en el sector privado.
Este cambio implicará quebrar los privilegios que se sostienen a costa de terceros.
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Revisa aquí la plataforma Latinoamericana que analiza la bolsa de valores de 15 países: www.mujeresenlabolsa.org