Los agricultores del distrito de Ocucaje, donde se cosechaba el emblemático pallar de Ica, dejan sus tierras por la falta de agua. La única producción próspera le pertenece a su vecina, Agrícola La Venta, que obtuvo en tiempo récord 23 licencias de pozos a través de normas excepcionales en plena declaratoria de emergencia hídrica en esta región.
21 de mayo, 2018

La tarde del 2 de marzo pasado, el pequeño agricultor José Oyague recorrió preocupado sus terrenos de uvas de mesa en San José de Pinilla, un caserío del distrito de Ocucaje ubicado a menos de 28 kilómetros de la ciudad de Ica. El hombre de piel tostada, que ocultaba su rostro de los intensos rayos del sol con un sombrero de tela, observó un panorama desolador: todos sus cultivos estaban secos. “La cosecha de este año se perdió”, nos dijo. Desde su propiedad, se podía escuchar el ruido del motor de un pozo de agua del subsuelo que le recordó las desiguales oportunidades para vivir de la agricultura en esta región. El pozo le pertenecía a su vecina Agrícola La Venta, una de las agroexportadoras de espárragos y uvas más grandes de la zona, que consiguió licencias de agua en los últimos años pese al estado de emergencia hídrica vigente desde el 2005.

Don José Oyague pertenece a la Federación de Pequeños Productores y Usuarios en Defensa del Agua del Valle de Ica (Feproagua) que atribuye la sequía de sus campos a la intensa extracción de agua subterránea que hace Agrícola La Venta. Esta empresa, de propiedad del empresario Francisco Javier de los Ríos Baertl, tiene 23 pozos con licencias en Ica: seis se ubican en Ocucaje y el resto en el pueblo aledaño de Santiago. El problema está en que la compañía consiguió las licencias a través de medidas extraordinarias y en períodos de veda de explotación de nuevos pozos en estas jurisdicciones, según un análisis de Ojo‑Publico.com de las resoluciones emitidas por la Autoridad Nacional del Agua (ANA) en favor de esta empresa.

DESESPERANZA. El agricultor José Oyague recorre su cosecha de uvas arruinada por la falta de agua en Ocucaje./ Mariano Rosales.

En noviembre de 2017, la ANA levantó de forma parcial la veda de explotación de pozos en Ocucaje y formalizó seis perforaciones de Agrícola La Venta que pasaron de tener licencias temporales a permanentes. Antes de este beneficio, la empresa bombeaba agua de sus otros 16 pozos ubicados en Santiago a través de una cañería subterránea de unos nueve kilómetros que cruza un río hasta llegar a Ocucaje. Las autorizaciones de uso de esos pozos también los consiguió mediante regímenes legales especiales aprobados por el Ministerio de Agricultura en los últimos dos años.

Mientras esta agroexportadora ganaba tierras y agua, agricultores como José Oyague perdían no solo sus cultivos de uva, sino también del emblemático pallar de Ica que consiguió la denominación de origen hace una década. El año pasado se sembraron más de 3.000 hectáreas de pallar en esta región, pero la falta de agua afectó su calidad, según el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa). “Con el tamaño de ahora parecen frejoles”, dice la agricultora María Neyra Zevallos mientras separa los pallares grandes de los pequeños de su última cosecha en Ocucaje.

El control de la tierra y el agua

En mayo de 2007, cuando Agrícola La Venta se instaló en el pueblo de Ocucaje, el agua subterránea en la región Ica ya se encontraba en niveles críticos debido a la enorme demanda de las empresas agroexportadoras. Esta empresa contaba con 450 hectáreas de terrenos, pero necesitaba pozos para el riego de sus cultivos en este distrito. Por eso, le compró a la ahora desaparecida Cooperativa Agrícola San Isidro Labrador parte de sus tierras que incluían 16 pozos.

PEQUEÑOS. Agricultores de Ocucaje muestran cómo el pallar de Ica ha disminuido su tamaño./Mariano Rosales

El negocio se concretó tres años después en medio de un conflicto con un grupo de socios de la cooperativa que estaba en desacuerdo. Los pozos vendidos se ubicaban en el vecino distrito de Santiago, desde donde la empresa trasladaría el agua a través de un ducto subterráneo que cruzaría un río hasta llegar a sus tierras en Ocucaje. “Nosotros vendimos por 2.000 soles nuestras parcelas porque hubo una presión muy grande”, dijo María Neyra Zevallos, actual presidenta de la Junta de Regantes de La Banda de Ocucaje, en una entrevista con Ojo‑Publico.com

A mediados del 2012, Agrícola La Venta compró 265 hectáreas de terrenos más para continuar su expansión, como lo hizo la mayoría de agroexportadoras de Ica. “La concentración de la tierra fue un paso previo para el control del agua”, apunta el antropólogo Gerardo Damonte, investigador principal del área de recursos naturales, industrias extractivas y conflictos sociales de la ONG Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE).

Uno de sus estudios académicos reveló que entre 1994 y el 2012 se produjo un cambio significativo en la propiedad de la tierra en Ica: veinticinco grandes empresas adquirieron terrenos en fundos mayores a las 500 hectáreas. Luego, empezó la concentración de fuentes de agua subterránea mediante varios mecanismos, como la compra de propiedades que contaban con pozos en uso o en desuso para su posterior reparación, la inversión en perforaciones nuevas en suelos vendidos por el Estado para impulsar la agroexportación y la compra de pozos de pequeños agricultores.

Las beneficiadas: La Venta y Agrokasa

Las hermanas Antonia y Teresa Chelgue Ormeño almacenan agua en baldes dos veces al mes y durante dos horas. Este es el único horario en el que sale agua potable de los caños de sus casas en San José de Pinilla, uno de los trece caseríos del distrito de Ocucaje. Sus reservas deben servirles para regar su huerta y dar de beber a sus animales, ya que no pueden usar el pozo de agua subterránea que poseen desde 1984.

La Autoridad Administrativa del Agua Chaparra - Chincha les negó la licencia de uso varias veces. Su perforación está ubicada a solo cinco minutos de los terrenos de Agrícola La Venta, que goza de agua de sus pozos durante todo el año. “Para nosotros no hay permisos, pero sí para los señores”, reclama Antonia Chelgue.

La forma con que Agrícola La Venta consiguió sus licencias es sorprendente. En noviembre del 2017, la ANA dispuso por tercera vez en nueve años el levantamiento parcial de la veda de explotación de pozos nuevos en Ocucaje para que las empresas que contaran con permisos temporales de uso de pozos pudieran canjearlos por permanentes. La única beneficiada con esta norma fue Agrícola La Venta que, justamente en julio de ese mismo año, obtuvo seis autorizaciones temporales gracias a dos decretos supremos vigentes desde el 2015.

La empresa logró un beneficio similar en julio de 2008, cuando el Ministerio de Agricultura emitió una disposición que excluyó a Ocucaje de la zona de veda para la extracción de agua del subsuelo y permitió que los usuarios de pozos informales de otras zonas de Ica consigan licencias. La norma facilitó a Agrícola La Venta la formalización de 16 pozos entre noviembre de ese año y febrero de 2009 en el distrito de Santiago para irrigar 450 hectáreas de espárragos y granados. En ese período, el empresario agroexportador Ismael Benavides era ministro de Agricultura del gobierno de Alan García.

SIN AGUA. Antonia y Teresa Chelgue tienen un pozo de agua, pero carecen de permiso para usarlo. Dos veces al mes, tienen que juntar agua en baldes para sobrevivir./ Mariano Rosales.

El mismo beneficio le fue otorgado a la empresa Agrokasa, vinculada al actual director del Banco Central de Reserva y secretario general de Fuerza Popular, José Chlimper Ackerman. Su agroexportadora de espárragos, uva y palta tiene 1.200 hectáreas de cultivos en Ica y factura 30 millones de dólares anuales por año, según los reportes de la Asociación de Exportadores (ADEX). Agrokasa tiene 13 licencias en Ocucaje para la extracción de agua que también fueron aprobadas con normas extraordinarias en plena emergencia hídrica en Ica.

Ojo‑Publico.com solicitó entrevistas a los representantes de Agrícola La Venta y Agrokasa para que dieran sus descargos a esta investigación, pero no contestaron nuestros correos electrónicos ni las llamadas telefónicas a sus oficinas desde febrero pasado.

La planta que nunca funcionó

Desde la cámara de un drone, a más de cien metros de altura, la planta de tratamiento de aguas servidas de Ocucaje se observa como un lago seco. La obra fue inaugurada por la municipalidad distrital en marzo de 2015, pero no está operativa y por eso este distrito solo cuenta con agua potable dos veces al mes y durante dos horas. Ojo‑Publico.com estuvo en febrero pasado en esta zona y constató que la planta no funciona.

AUTORIDAD. El alcalde de Ocucaje, Pablo Albites, niega que la planta de tratamiento de aguas servidas está inoperativa.

La obra es responsabilidad del alcalde Pablo Albites, quien adjudicó su construcción al Consorcio Ocucaje por 5.9 millones de soles en enero de 2015. Albites está en el último año de su segundo período de gobierno consecutivo en este distrito y, aunque no aceptó una entrevista con nosotros, dio en enero estas declaraciones al diario Correo de Ica sobre este tema: “Es falso que la planta se encuentre abandonada e inservible. La cámara de rebombeo se prende automáticamente cada vez que se llena de agua y no es necesario que esté prendida todo el día”. Nos comunicamos con el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento para indagar sobre el estado de esta planta, pero sus voceros declararon que la obra ya no es de su injerencia porque está bajo la administración de la municipalidad.

La escasez de agua en Ocucaje ya ha provocado la migración de sus pobladores por falta de empleo. Hasta hace algunos años, este era un pueblo famoso por su producción de pallar: los agricultores lograban entre 20 y 25 sacos de esta legumbre por hectárea. Ahora, en su última temporada, la producción se redujo a 5 sacos. La disminución del tamaño del pallar ocasionó también que ya no sea atractivo para la exportación y muchos agricultores rematan su cosecha a bajísimos precios. “Nos da pena ver cómo perdemos nuestra inversión”, dice María Neyra Zevallos.

INOPERATIVA. Las imágenes del drone que sobrevoló Ocucaje revelaron que la planta de tratamiento de aguas servidas no funcionaba en febrero.

La situación se agrava porque los agricultores empiezan a tener serios problemas para pagar los créditos que sacaron para su producción. El dinero no les alcanza para cubrir sus necesidades básicas y se ven obligados a buscar trabajo en Pisco o Chincha. La mayoría consigue un empleo temporal en las tierras de las grandes agroexportadoras, pero reciben bajos sueldos por extenuantes jornadas de trabajo.

En Ocucaje, los pequeños agricultores como José Oyague se sienten olvidados por las autoridades. El único pozo de su propiedad tiene doce metros de profundidad, un nivel donde ya no es posible encontrar agua en esta zona del país. Para hallarla, las empresas agroexportadoras hacen perforaciones de 100 a más metros con equipos costosos. “Nos estamos quedando sin nada”, dice Santos Cerrato, presidente de la Federación de Pequeños Productores y Usuarios en Defensa del Agua del Valle de Ica. El agua es ahora un recurso accesible solo para las grandes agrícolas.