La recesión de las mujeres se siente en Latinoamérica

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Esta pandemia nos ha afectado a todos: nos quitó a personas cercanas e, incluso, la oportunidad de decir adiós. Vimos peligrar nuestros empleos.Tuvimos que aprender a convivir con el encierro y la incertidumbre. Nos tocó poner distancia con aquellos que necesitábamos más, cuando efectivamente los necesitábamos más. Y con los otros, los que tenemos cerca, enfrentamos el desafío de cuidarnos en una rutina atroz.

Aún así, la enfermedad no nos ha marcado a todos por igual. En los últimos seis meses, las desigualdades no han hecho más que ampliarse. Entre ellas, las de las mujeres. En julio, por ejemplo, por cada hombre que dejó de trabajar en Colombia, lo hicieron dos mujeres. El desempleo de ellas alcanzó al 26,2%, diez puntos por encima del porcentaje que afectó a los hombres, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), de Colombia.

El problema, no obstante, es regional. Mientras la ocupación de los hombres, en México, aumentó en más de dos millones con respecto a junio, la de las mujeres disminuyó cerca de 800 mil, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de ese país. En Perú el panorama no es más alentador: las mujeres han tenido una disminución de la ocupación de más de 10 puntos porcentuales con respecto a los hombres, según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) de junio de este año.

Esto, por supuesto, ha implicado que cada vez más personas vivan en la pobreza. Pero, también, ha generado que más mujeres se encuentren en esta condición de vulnerabilidad.

¿Simple coincidencia?

No, desafortunadamente. La desigualdad de género en el mercado laboral -aunque había disminuido en la última década- era algo cotidiano para la región; y la pandemia no ha hecho más que exacerbar la carga desigual en las labores de cuidado.

Es el reconocimiento de que el trabajo de cuidar a otros y hacer las tareas domésticas, en general, que tradicionalmente ha estado a cargo de las mujeres, aporta riqueza a las economías de los hogares y de los países porque sin ese trabajo muchos otros no podrían realizarse; eso implica que deba ser remunerado, como lo es el sistema de educación o de salud. Según Lina Buchely, directora del Observatorio para la Equidad de Las Mujeres OEM de la Universidad Icesi, Colombia, tradicionalmente, la sociedad y el Estado han asumido que las mujeres deben cuidar a los niños, a los ancianos, a los enfermos, hacer la limpieza del hogar, lavar la ropa, cocinar los alimentos, e incluso hacer una labor de escucha y apoyo psicológico de sus hijos, padres, hermanos, porque se les ha socializado que esos son roles propios de su género y que por ser además parte del ámbito privado de los hogares y producto del cariño y el afecto al interior de la familia, no deben ser pagos. Varios países están trabajando para corregir esto a través de diferentes tipos de medidas. Según Buchely, hay unas más radicales como las de Francia o México que han optado por pagarle, con recursos públicos, un sueldo a las mujeres por realizar estos trabajos; otros como Chile les reconocen un bono pensional por cada hijo, y otros como Uruguay y, más recientemente, Colombia, puntualmente, Bogotá están desarrollando sistemas de cuidado que a partir de la división de la ciudad en manzanas, comunas u otras unidades de medidas, y del mapeo de las personas que en cada una de ellas necesita cuidado: niños, ancianos, enfermos, busca conectar la demanda y la oferta de cuidado a través de oferta pública, comunitaria y privada (regulada por el mercado): jardineras comunitarias, enfermeras sociales, ollas comunitarias, comedores públicos, sistemas de restaurantes.

En agosto, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe señaló que las mujeres dedican, en promedio, tres veces más tiempo a trabajos no remunerados que sus pares hombres.

No son solo cifras.

Susana López, una enfermera de México, trata de seguir superándose profesionalmente; mientras afronta jornadas extenuantes en dos hospitales distintos.

Mayra Pablo, una joven madre y cobradora de buses del Perú, intenta recuperar su empleo en medio de una crisis económica sin precedentes.

Juliet Romero, dueña de un jardín infantil en Colombia, debió cerrar su negocio y sobrevivir con sus dos hijos con trabajos de lo más diversos.

Estas tres mujeres, de distintas latitudes, compartieron su día a día durante una semana, para este reportaje. Así, junto a un grupo de expertas, intentamos entender qué implica la desigualdad de género durante la pandemia.

Jamundí, Colombia

Juliet: cuando toca volver a empezar de cero

León, México

Susana: sin tiempo ni dinero para crecer

Lima, Perú

Mayra: trabajar para sobrevivir

Un proyecto periodístico de:
Coordinación general: Gloria Ziegler, Nelly Luna Amancio (OjoPúblico) y Natalia Arbeláez (La Silla Vacía).
Diseño y montaje: Adelaida Ávila
Ilustraciones: Einnar Espinosa Gaviño
Investigación y reportaje: Elizabeth Salazar (Perú), Kennia Velázquez (México), Natalia Arbeláez (Colombia)
Edición Colombia: Juanita León
Edición Perú y México: Gloria Ziegler
Edición creativa: Daniela Amaya
Setiembre, 2020.