Política contra el racismo: las voces afroperuanas en regioneslas voces afroperuanas en regiones
OjoPúblico

Política contra el racismo:

las voces afroperuanas en regiones

Febrero del 2022

El trabajo invisible

Activistas y movimientos afroperuanos han impulsado, durante décadas, la agenda antirracista y promovido cambios orientados a una mayor participación y reconocimiento. Sin embargo, esto no se ve reflejado en el incremento de la representación política afrodescendiente en el país.

Las Elecciones Municipales y Regionales de 2022 confirmaron lo previsto: la presencia de afroperuanas y afroperuanos en alcaldías y regidurías de los distritos y provincias del Perú es mínima. Un equipo de OjoPúblico recorrió los distritos de El Carmen, en la región Ica, y Mala, en la región Lima, para conocer y entrevistar a un grupo de líderes y lideresas que intentan cambiar esta situación y promueven una participación más activa.


Texto: Sofía Carrillo
Fotos: OjoPúblico / Leslie Searles

Rossmary Palma Reyes es la única autoridad municipal de El Carmen que se autoidentifica como afroperuana. Tiene 26 años y fue elegida como regidora por el partido Alianza para el Progreso en los comicios municipales y regionales de octubre pasado. En este distrito —localizado al sur de Lima— se encuentra la mayor proporción de afrodescendientes de la provincia de Chincha, en la región Ica, con un 17,2 %, según información del Ministerio de Cultura.

El Carmen es conocido porque sus familias cultivan la música y la gastronomía del pueblo afroperuano. Sin embargo, en los procesos electorales de los últimos años son pocos los representantes de este pueblo que han logrado ocupar un cargo de representación política.

Palma Reyes es una ingeniera industrial con muchos sueños para su distrito. Su padre es almacenero y su madre se dedica a las labores de la casa. Con esfuerzo, ambos lograron brindarle estudios universitarios, lo que le ha permitido a la joven desempeñarse en su profesión y, ahora, como una autoridad local.

“En El Carmen vive la mayor proporción de afrodescendientes de la provincia de Chincha, en la región Ica”

La regidora recuerda su etapa escolar como un periodo especialmente difícil. Su escuela estaba fuera de su comunidad, en Chincha Alta, un distrito con población predominantemente mestiza. “Mi hermano [mellizo] y yo, éramos los únicos afros en el salón. En el colegio donde estudiábamos, eso nos lo hacían recordar siempre. ‘Allí están los negritos’ decían. Pero yo fui una niña Lundú”, cuenta la joven regidora.

Cuando Rossmary dice que fue una niña Lundú se refiere al proceso de formación complementario que tuvo: desde pequeña, asistió a talleres sobre identidad étnica y autoestima, en el Centro de Estudios y Promoción Afroperuanos, que le permitieron incorporar la lucha contra el racismo en su vida personal y profesional.

Ahora que ha asumido un cargo de representación política, Palma Reyes quiere ampliar los ámbitos de desarrollo en su distrito. “Debemos trabajar en nuestra identidad, más allá de la danza y la comida. Claro que es parte de lo que somos, pero no lo único”, dice la regidora.

Mujeres del campo

Según el Mapa Geoétnico Afroperuano, en el centro poblado de Yapatera (Piura), 1.590 personas se autoidentifican como afroperuanas.

Zonas rurales

Apenas el 23,5% de las personas de 15 años o más que se identifican como afroperuanas cuentan con estudios superiores.

Zonas rurales

Rossmary Palma Quiroz es la única regidora afroperuana de El Carmen. Fue elegida en las elecciones de octubre del 2022.

Empobrecimiento y racismo

Aunque postular a un cargo público no estaba en sus planes inmediatos, Palma Reyes decidió hacerlo porque considera que era una oportunidad para impulsar cambios positivos para el pueblo afroperuano en El Carmen.

“Me siento contenta y, sobre todo, tengo el compromiso con mi distrito y con cada centro poblado y anexo. Los jóvenes queremos hacer algo por el distrito, y yo, como afroperuana, también quiero hacerlo”, sostiene.

En Perú, la representación afroperuana sigue siendo minoritaria. Rossmary cree que es por la poca credibilidad de los partidos políticos. También considera que el estigma racista tiene relevancia en las elecciones.

“El 50% de personas afrodescendientes en Latinoamérica señala tener ninguna confianza y el 33,3% poca confianza en los partidos políticos”

Lo señalado por la regidora tiene correspondencia con las investigaciones que se han realizado —aunque escasas— sobre la comunidad afroperuana y el ejercicio de sus derechos políticos. En el documento Política Nacional del Pueblo Afroperuano al 2030, por ejemplo, se hace referencia al racismo estructural y, además, se citan datos del Latinobarómetro sobre la desafección política de las personas afrodescendientes.

“El 66,6% de personas afrodescendientes en la región [Latinoamérica] tiene poca y ninguna confianza en la institución electoral del país, en tanto que el 27,8% tiene algo de confianza. Asimismo, con relación a la confianza en los partidos políticos, el 50% señala tener ninguna confianza y el 33,3% poca confianza en los partidos políticos; mientras que el 16,7% [indica tener] algo de confianza”, detalla el documento.

A todos estos factores también se suma la precaria situación económica del pueblo afroperuano. Entre 2012 y 2019, la incidencia de la pobreza en los hogares afroperuanos se incrementó de 21,1% a 26,4%, mientras que en el promedio nacional la tendencia fue inversa, según datos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho).

En 2020, con la llegada de la pandemia, el incremento de la pobreza también afectó de manera desproporcionada a esta población, de acuerdo a información recogida en la Política Nacional del Pueblo Afroperuano al 2030.

Marco Ramírez, abogado afroperuano y autor de La identidad necesaria: participación y representación política del pueblo afroperuano” (Jurado Nacional de Elecciones, 2022) tiene un análisis similar.

“Debemos trabajar en nuestra identidad, más allá de la danza y la comida”, dice Rosemary Palma.

“La baja participación política afroperuana responde a factores de discriminación estructural, contextos de pobreza y marginación histórica que direccionan las prioridades y las aspiraciones del pueblo afroperuano a actividades económicas que contribuyen a saciar sus necesidades básicas”, señala en la publicación.

Desde su adolescencia, Ramírez es activista en Ashanti —como se denomina la red peruana de jóvenes afrodescendientes—. El abogado cuenta que hubo un hecho que lo marcó y motivó que escribiera su reciente libro.

“Con Ashanti alguna vez fuimos a Chincha, a San Regis, en el Carmen, donde entrevistamos a un niño y le preguntamos qué quería ser cuando sea grande, y él dijo: ‘yo quiero ser futbolista’. Entonces, le preguntamos ‘¿por qué no quieres ser presidente del Perú?’ Y él respondió ‘porque, en el Perú, los negros no son presidentes’”, recuerda.

No era un caso aislado. Los prejuicios y estereotipos han hecho que, en el imaginario colectivo, las personas afrodescendientes no sean vistas como posibles autoridades. Por eso, la regidora Palma Reyes considera que su identidad étnica-racial es relevante para su gestión política y puede contribuir a cambios positivos en su comunidad.

“Es necesario que los niños y jóvenes sepan de líderes y héroes afroperuanos, para que vean que es posible hacer muchas cosas”, dice con optimismo. Desde el espacio político, señala, se puede hablar de otros temas.

“[Por ejemplo,] sobre nuestra liberación o fomentar los emprendimientos afros. Yo vivo el racismo. Hasta ahora, no creen que yo, mujer y afro, pueda hacer algunas cosas. Además, trabajo en una empresa de gas como jefa de proyectos. Todos [son] hombres, entonces también hay machismo”, añade.

Mapa Apurímac

El centro poblado de Yapatera, en el norte del país, con notoria presencia afroperuana, tiene como principal actividad económica a la agricultura.

No era un caso aislado. Los prejuicios y estereotipos han hecho que, en el imaginario colectivo, las personas afrodescendientes no sean vistas como posibles autoridades. Por eso, la regidora Palma Reyes considera que su identidad étnica-racial es relevante para su gestión política y puede contribuir a cambios positivos en su comunidad.

“Es necesario que los niños y jóvenes sepan de líderes y héroes afroperuanos, para que vean que es posible hacer muchas cosas”, dice con optimismo. Desde el espacio político, señala, se puede hablar de otros temas.

“[Por ejemplo,] sobre nuestra liberación o fomentar los emprendimientos afros. Yo vivo el racismo. Hasta ahora, no creen que yo, mujer y afro, pueda hacer algunas cosas. Además, trabajo en una empresa de gas como jefa de proyectos. Todos [son] hombres, entonces también hay machismo”, añade.

¿Es posible el salto a la política?

Al ser consultados por una de sus principales líderes sociales, muchos vecinos de El Carmen piensan en Norma Guadalupe Córdova. Ella tiene 55 años, es secretaria de la parroquia de la Virgen del Carmen, e integra el Centro Cultural Afroperuano San Daniel Comboni.

Aunque hay una diferencia generacional con Rossmary Palma Reyes, ambas coinciden en el impacto positivo de las organizaciones afroperuanas en su comunidad.

“Vino [a El Carmen] Asonedh (Asociación Negra de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos) y recibí talleres que ayudaron a empoderarme. Es importante que vengan estas organizaciones, pero deberían ser más constantes porque algunos cursos no logran todos los cambios que necesitamos en nuestra población”, dice Norma.

Entre 2012 y 2019, la incidencia de la pobreza en los hogares afroperuanos se incrementó de 21,1% a 26,4%.

La lideresa reconoce que, aunque la comunidad se organiza alrededor de las actividades pastorales y religiosas, no existe el mismo interés para participar en la política. Guadalupe Córdova cree que, en parte, se debe a la desconfianza y a la corrupción que hay en ese ámbito. Pero sobre todo, sostiene, hay responsabilidades que no se quieren asumir.

“[Los afroperuanos] somos alegres, solidarios, y muy católicos. Pero, como carmelitanos, nos falta mucho, nos falta organizarnos para exigir a las autoridades. Tiene que ver con el desconocimiento y el miedo. Somos personas que queremos llevarnos bien con todos, y exigir conlleva enfrentarse”, reflexiona.

Barreras en el acceso a educación superior

Desde su vivienda en El Carmen, Norma Guadalupe Córdova dice que es consciente de que el racismo impacta en la vida de las y los afrodescendientes. “En su autoestima y en la confianza que puedan tener para afrontar un proceso electoral”, agrega.

Pero hace énfasis, también, en la complejidad del tema. “Nos falta tomar conciencia al respecto. Muchos no tenemos el sentido de pertenencia a la cultura afrodescendiente y nos falta mayor identidad. El racismo existe y no podemos alimentarlo. Pero, a veces, lo hacemos. Incluso en nuestras propias familias”.

Guadalupe Córdova sostiene que las dificultades de la juventud de El Carmen para seguir estudios técnicos o universitarios recortan sus posibilidades para incursionar en distintos ámbitos. Entre ellos, el político.

La escasa oferta educativa es uno de los principales problemas. El Carmen cuenta con cuatro escuelas públicas: dos de educación inicial, una de educación primaria y una de educación secundaria. Sin embargo, no hay ningún instituto y, menos, una universidad en el distrito.

En Chincha, las alternativas de educación superior pública tampoco son muchas. Solo hay una facultad de veterinaria, un instituto tecnológico y otro pedagógico. Para seguir otras carreras, hay que recurrir a algún centro particular o costear pasajes hacia Ica o Lima, que oscilan entre S/12 y S/15 por viaje, un presupuesto que excede las posibilidades de muchas familias.

“El racismo existe y no podemos alimentarlo. Pero, a veces, lo hacemos. Incluso en nuestras propias familias”.

Las cifras oficiales confirman las brechas de acceso a la educación superior que afronta esta población: los Censos Nacionales de 2017 revelaron que apenas el 23,5% de las personas identificadas como afroperuanas de 15 años y más cuentan con estudios superiores (universitarios y no universitarios).

En el caso de la educación superior no universitaria, el 12% de personas afroperuanas accede a esta formación. La cantidad es 2,3 puntos porcentuales más baja que el promedio nacional.

En el caso de la educación superior universitaria, mientras tanto, el acceso de las personas afroperuanas es de solo el 11,5%. Como en el caso anterior, esta cifra es inferior al promedio nacional, con una brecha de 8,2 puntos porcentuales, según los datos citados en la Política Nacional del Pueblo Afroperuano al 2030.

A pesar de que el panorama es difícil para las y los carmelitanos, Norma Guadalupe Córdova es optimista. Dice que confía en que la situación mejore y los afroperuanos participen en mayor medida en las contiendas electorales, pero también en los procesos de vigilancia ciudadana.

“Yo sueño en que podamos organizarnos para ser vigilantes de las gestiones municipales y exigir nuestros derechos. Que no haya más corrupción. Que para cualquier puesto de la municipalidad sean convocados los jóvenes, incluyendo los afroperuanos”, afirma.

Apurímac mujeres

Elvin Palma Quiroz, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Algodón, considera que los partidos políticos tienen reglas muy complejas que limitan el acceso a afroperuanos.

Del activismo a la alcaldía

Julio Marquinho Espichan Asín tiene 32 años y es docente de profesión. En los comicios de octubre fue elegido como alcalde del distrito de Mala (provincia de Cañete, en la región Lima) por el Movimiento Concertación para el Desarrollo Regional La Familia.

Desde muy joven, Espichan Asín conformó la Asociación Cultural Afro de Bujama, con la idea de difundir la cultura afroperuana en su comunidad y, luego, estuvo en la Escuela de Liderazgo de Ashanti. De manera simultánea, abrió su camino en la gestión municipal: asumió la subgerencia de la municipalidad distrital de Imperial, en la provincia de Cañete. Y, después, fue asesor externo de la municipalidad provincial.

Los Censos de 2017 revelaron que apenas el 23,5% de las personas identificadas como afroperuanas cuentan con estudios superiores.

Dice que su objetivo era ser burgomaestre distrital para visibilizar los aportes afroperuanos. “Nosotros hemos hecho mucho en distintos espacios, y aportado a lo largo de la historia. Por eso, se refuerza la responsabilidad que tengo, como alcalde y como afroperuano. Además, espero que vean en mí a un referente”, sostiene.

Las agresiones racistas no han sido infrecuentes en la contienda electoral, especialmente a través de las redes sociales. “Me decían Monoguiño [en alusión a un mono], lo cual era discriminatorio. Lo denuncié porque no lo iba a dejar así. Pero, como eran cuentas de Facebook que no se identificaban, es difícil encontrar culpables”, se lamenta el alcalde.

Zoraida González Diaz también ha recibido comentarios racistas. Como Espichan Asín, participó en los últimos comicios regionales y municipales con el Movimiento Concertación para el Desarrollo Regional La Familia, y fue elegida regidora de la alcaldía de Mala.

Durante la campaña, recuerda la regidora, también tuvo que afrontar diversos prejuicios. “Cuando me veían decían ‘¿ella podrá?’ ‘¿esa zambita podrá?’ ‘¿esa negrita sabrá?’”.

Ambas autoridades coinciden en que es clave generar espacios para difundir la cultura y el aporte afroperuano. Posteriormente, consideran que estos se deben diversificar y abordar, incluso, la participación política. “Hay brechas que vencer. No sé si los [distintos] espacios quieren a los afroperuanos. Quizá acá, en provincia, es más fácil”, dice Espichan Asín.

Mujeres jóvenes de zonas rurales

Norma Guadalupe, lideresa comunitaria del distrito de El Carmen (Ica), confía en que la situación del pueblo afroperuano mejorará.

Racismo normalizado

Esther Cartagena Castrillón —una lideresa afroperuana conocida como Mamainé— vive y gestiona un restaurante en El Guayabo, un centro poblado a ocho minutos en carro desde El Carmen.

En dos oportunidades fue regidora por su distrito y, una vez, consejera regional de Ica. Pero ahora, sostiene, se ha alejado de esa esfera. “Yo siempre estoy acá [en el restaurante]. La política hizo que descuidara mucho mi local, pero ya estoy acá. No quiero saber nada de política, hay demasiadas cosas feas. La gente habla mucho y yo, incluso, he llorado durante esa época”, cuenta.

Aunque Cartagena Castrillón es reacia a hablar de racismo y discriminación, reconoce que hubo situaciones que la marcaron. “Cuando era regidora, estuve peleando para que hicieran la pista al Guayabo. Hasta me puse a llorar y el alcalde me dijo: ‘oye negra, no llores. Las negras son fuertes no lloran’”, recuerda.

Estereotipos como ese son, precisamente, los que aborda Rocío Muñoz Flores en Representaciones sociales de las mujeres afroperuanas (Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, 2014). “[Estas representaciones] siguen manteniendo la raza y el color de la piel como elementos centrales, en un contexto que las invisibiliza y subvalora. La discriminación racial, simbólica y estructural puede darse de manera simultánea y hacer más complejas las experiencias de exclusión”, señala la investigadora.

Cartagena Castrillón, en cambio, prefiere destacar que, con solo sexto de primaria, logró ser autoridad de su distrito. Y, luego, de su región.

“Antes era así. Yo terminé mi primaria a los 28 años, con mi hija en brazos. Luego, me dieron media beca para estudiar cocina y lo hice, aunque de joven a mí me hubiera gustado ser enfermera. Antes era así: sabías leer y ya te sacaban del colegio. Mi esposo solo estudió hasta tercero de primaria porque el patrón le dijo a su papá ‘ya sabe leer y escribir, tráelo para que trabaje en la chacra’. Los padres hacían caso…Yo salí del colegio para cuidar a mi hermano”.

También hubo otra oportunidad en la que un comunicador y excandidato a la alcaldía provincial la despreció por no tener secundaria. Aquella vez, recuerda la exconsejera regional, lloró de impotencia ante las cámaras de televisión al contar las ofensas que había sufrido.

Estos hechos convencieron a Cartagena Castrillón de alejarse de la política. “Yo estoy mejor, tranquila, en mi restaurante. Tengo el orgullo de tener a mis cuatro hijos profesionales y, en mi trabajo como autoridad, logré que se hiciera la pista de El Carmen al Guayabo. Ese es un logro, aunque no lo quieran reconocer”, dice orgullosa.

En opinión de doña Esther, hay otra razón por la que más afroperuanos no están en política: “Hay que incentivar más a la juventud. Por el hecho de ser negro piensan que no se sale adelante. Se tiene que concientizar que el negro puede salir adelante, igual que el cholo, el gringo, el blanco. Con su esfuerzo puede salir adelante. Antes había más organizaciones afroperuanas que daban talleres para hablar de todo esto. Ya no veo mucho, y eso es importante”, dice.

Alimentar a los cuyes

Julio Marquinho Espichan Asín fue electo alcalde del distrito de Mala, en la región Lima. Antes se desempeñaba como activista de derechos humanos.

Challhuahuacho

La presencia de afroperuanas y afroperuanos en alcaldías y regidurías de los distritos y provincias del Perú es mínima.

Puente de Isaela

El “Puente de Isaela”, en El Carmen, conocido así porque fue gestionado por la lideresa afroperuana Isaela Blanco, se encuentra en el centro poblado Punta de la Isla.

Barreras en los partidos políticos

Si hay algo en lo que coinciden las lideresas y líderes afroperuanos de El Carmen y Mala es en la necesidad de que los partidos políticos abran sus puertas a esta población. La lucha individual y colectiva de las y los afrodescendientes también debe ser más fuerte, afirman.

Elvin Palma Quiroz, carmelitano presidente de la Asociación Nacional de Productores de Algodón, cree que los partidos políticos tienen reglas muy complejas que no brindan oportunidades para las nuevas generaciones. “Están el hijo del presidente o el hijo del congresista, pero no hay espacio para otras personas. Aunque, claro que también es cuestión de nosotros”, dice.

Palma Quiroz cuenta que, gracias a su trabajo gremial, se ha reunido con tres presidentes —Alejandro Toledo, Alan García y Pedro Castillo— junto a personas de distintas etnias. Ahora, en medio de la gran convulsión política y social que enfrenta el Perú, no es indiferente a la crisis que ha dejado decenas de fallecidos, sobre todo en el sur del país.

“Yo creo que [la presidenta] Dina Boluarte no es una usurpadora, pero no podemos seguir teniendo más muertes. Debe renunciar. Luego, se evaluará lo ocurrido, pero esto no puede seguir”, sostiene.

La incertidumbre actual amplía las dificultades de esta población para participar en política y acceder a listas —y posiciones— con probabilidades de éxito en una futura contienda electoral. Por lo pronto, desde la gestión municipal, las nuevas autoridades afroperuanas esperan abrir el camino para más afrodescendientes en la política.

Gráfico 2

Isaela Blanco es una lideresa que se hizo conocida por encadenarse en Lima pidiendo un puente para el distrito de El Carmen. El puente fue construido meses después.

Zenobia Huamaní Quispe

Plaza de Armas de El Carmen, el distrito con mayor proporción de población afroperuana de la provincia de Chincha, en Ica.

Zunia Rimache Mendoza

Zoraida González Diaz, regidora del distrito de Mala, señala que lucha permanentemente contra el machismo y el racismo

Naida Huamaní Peña

CRÍTICO. Entre 2012 y 2019, la incidencia de la pobreza en los hogares afroperuanos se incrementó de 21,1% a 26,4% entre 2012 y 2019.

Luciana Aguilar Aquino

Esther Cartagena Castrillón fue dos veces regidora de El Carmen y una vez consejera regional de Ica