Entre los años 2010 y 2017 la policía peruana rescató 2.781 víctimas de trata y explotación. Ninguna era trans.
Seis historias confirman que la violencia y la esclavitud persiguen a esta población.
Captada y esclavizada como cocinera en un prostíbulo del Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), zona ocupada por el narcotráfico.
"Encerrada 1 año y 8 meses, sin comer, sin dormir bien, ni ver la luz del día. Le dije al policía. No me habrá creído (...) Quizá porque era maricón y yo no quería trabajar, la señora me encerraba para no salir".
Fue dos veces captada por la trata de personas con fines de explotación sexual. La primera vez, en Huánuco; la segunda, en Argentina.
"La señora nos decía: Si no trabajan las vamos a golpear (...) Tienen que hacer lo que sus clientes les pidan. Y nosotras, como éramos chibolas, de 13, 14 años, decíamos ya nomás. Por querer trabajar, por salir adelante".
A los 13 años huyó de casa. Se subió a una embarcación y llegó a la capital de la región, donde trans adultas la introdujeron en la prostitución.
“[Escapé] por miedo, por temor, porque que mis padres no me aceptaban; como yo tenía ya mi ‘defecto’ de ser así. En mi vida me han golpeado duro porque ellos querían que yo me arregle. Querían que sea más varonil”.
Estuvo en Argentina, ejerciendo la prostitución callejera, y ha sido testigo de la violencia y explotación que se ejerce contra las migrantes trans.
"La mayoría que llevan chicas al extranjero a trabajar les cobran el triple, cuatro veces más (..) Travestis y homosexuales que viven años allá (Argentina) tienen experiencia, y si no les pagas te mandan a golpear o balear".
Aceptó ir a Argentina para ejercer la prostitución, pero quien la llevó era parte de una red de drogas. Ella retornó; su prima, en cambio, falleció.
“Me dijo: bueno Verona ya estás acá y te voy a explicar cómo va a ser tu trabajo ¿Cómo? -le digo- ¿no voy a trabajar en la calle? No, acá todas trabajamos con la que te conté ¿La que te conté?, insisto. Con droga”.
Llegó a Lima a los 13 años, escapando de la pobreza y la discriminación. Hoy vive sometida al comercio sexual y no se identifica como víctima.
“Nos enamoramos de un hombre, pero este ve que puede ganar mucho dinero con nosotras (...) Entonces te chantajean, hacen de ti lo que quieren y lo único que queda es obedecer y darles el dinero”.
La violencia y desarraigo que impactan la vida de las trans las hacen vulnerables a la explotación, pero el Estado peruano no las busca ni las rescata.