SIN RESTRICCIONES. La falta de legislación e información permite que los vapeadores se adquieran fácilmente, se utilicen en lugares públicos, y tengan popularidad entre los jóvenes.

Falta de reglamento de vapeadores facilita su uso y venta entre los más jóvenes

Falta de reglamento de vapeadores facilita su uso y venta entre los más jóvenes

SIN RESTRICCIONES. La falta de legislación e información permite que los vapeadores se adquieran fácilmente, se utilicen en lugares públicos, y tengan popularidad entre los jóvenes.

Ilustración: OjoPúblico / Claudia Calderón

Los cigarrillos electrónicos se introdujeron en el mercado con el argumento de que ayudarían a los adictos al tabaco a dejar los cigarros tradicionales. Sin embargo, este producto no tiene la misma regulación que el tabaco y su uso se ha popularizado, sobre todo, entre los jóvenes. La falta de legislación permite su compra por personas de cualquier edad y su uso en cualquier espacio, tanto público como en ambientes cerrados. La evidencia científica disponible apunta a que los vapeadores no son inocuos: contienen compuestos cancerígenos, metales pesados y pueden irritar las vías respiratorias, además de agravar problemas de salud, como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o provocar lesiones pulmonares asociadas a estos dispositivos.

19 Junio, 2022

Actualización: 21 de junio del 2022 a las 11:47 p.m.

Aunque los cigarrillos electrónicos contienen compuestos potencialmente nocivos, su uso no está regulado en Perú y no existe información epidemiológica actual sobre la población que los utiliza ni un monitoreo sobre sus impactos en la salud.

Los precios, que oscilan entre los S/50 y S/300, la disponibilidad en tiendas físicas y virtuales (incluso para menores de edad), su introducción como un producto supuestamente menos tóxico que los cigarrillos tradicionales, la variedad de más de 7.000 sabores y la falta de restricciones para su consumo permiten que los vapeadores  —una de las denominaciones más comunes para los cigarrillos electrónicos— circulen libremente en el país sin ningún tipo de control.

Estos sistemas electrónicos de administración de nicotina (SEAN) —coloridos y con olores y sabores similares a chocolate, menta, frutas o café— se han extendido entre la población joven. Sin embargo, poco se habla de su alto potencial adictivo y las cada vez mayores evidencias de su afectación a la salud.

En Perú, el 6,3% de estudiantes de entre 13 y 15 años consumieron cigarrillos electrónicos en el rango de un mes, según los últimos datos disponibles en la Encuesta mundial sobre tabaquismo en jóvenes de 2019. Además, el 12,5% de universitarios lo han usado alguna vez en su vida, de acuerdo con el Estudio epidemiológico andino sobre consumo de drogas en la población universitaria de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de 2017.

Los cigarrillos electrónicos poseen una variedad de sustancias químicas carcinógenas y potencialmente tóxicas".

Ante la popularización de este producto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y agencias internacionales de salud, como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), han alertado sobre su baja seguridad. Los estudios científicos disponibles indican que los cigarrillos electrónicos exponen a los pulmones a una variedad de sustancias químicas.

En el vapor que se inhala —producto del calentamiento de líquidos, como la nicotina— se han hallado sustancias químicas carcinógenas, metales pesados, como níquel, cadmio y plomo, y líquidos saborizantes con compuestos vinculados a enfermedad grave a los pulmones, como el diacetilo. Además, se ha asociado el uso de los vapeadores a problemas de salud como tos, síntomas de bronquitis y daño pulmonar.

A ello se suma el hecho de que la nicotina genera adicción y su consumo, a través de los cigarrillos electrónicos, incrementa las posibilidades de recurrir al tabaco en el futuro. A pesar de eso, en Perú no existe ninguna reglamentación que los prohíba ni regule su venta o consumo. Es decir, estos cigarrillos no tienen el mismo tratamiento restrictivo que el tabaco, por lo que en la práctica incluso menores de edad podrían comprarlo.

 

 

Frank Rojas, psicólogo e investigador de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) que realizó un metanálisis sobre los estudios y riesgos del uso de cigarrillos electrónicos, explicó que, desde la publicación de la ley peruana antitabaco en el 2006, la normativa no ha sufrido mayores modificaciones que permitan regular este nuevo producto de nicotina. “La ley peruana se ha quedado en el tiempo. Ni siquiera toma en consideración el tema de cigarrillos de sabores ni a los cigarrillos electrónicos”, dijo a este medio.

Especialistas consultados por OjoPúblico sostienen que los vacíos de información sobre los hábitos de consumo de cigarrillos electrónicos en el país invisibilizan la necesidad de regular este producto y sus impactos en la salud.

Alfonso Zavaleta, asesor médico y de investigación del Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Drogas (Cedro), señaló que, para impulsar una regulación, se necesita que el uso de vapeadores sea considerado un problema emergente, con datos actualizados de tasas de consumo en escolares y jóvenes. Además, detalló, se requiere información clínica sobre sus efectos tóxicos en la población, algo que ya se ha demostrado en investigaciones médicas internacionales.

“Ambos datos de la literatura científica [información epidemiológica y clínica] hacen un cuerpo de conocimiento de un problema de salud pública que no está regulado. Si no tienes esa evidencia, cuando queramos promover un cambio de la legislación, los congresistas van a decir que no hay pruebas”, enfatizó.

Ilustración: OjoPúblico / Claudia Calderón

 

Sin evidencias sobre su seguridad

Los vapeadores no han demostrado efectividad para ayudar a dejar de fumar ni son inofensivos para la salud. “No es cierto que estén exentos de peligro bajo ningún concepto. La nicotina y otros componentes químicos pueden producir alteraciones cardiovasculares y en el sistema nervioso”, dijo Alfonso Zavaleta a OjoPúblico sobre algunos de los principales problemas asociados al consumo de este producto.

Carlos Farías, por su parte, destacó la adicción a la nicotina y la presencia de químicos cancerígenos. “Si nos dijeran que este cigarrillo electrónico no tiene sustancias tóxicas, la posición de la Organización Mundial de la Salud o de la comunidad académica sería totalmente diferente”, afirmó.

En efecto, una revisión de la literatura disponible, realizada por neumólogos peruanos y publicada en la Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública en 2020, señala que 11 estudios en los que participaron 16.406 personas en total describen la irritación de la boca o garganta, ansiedad, estado de ánimo depresivo, náuseas e insomnio como los eventos adversos más frecuentes. Estos cambios, asociados a la salud mental, se explican por la capacidad estimulante de la nicotina.

“El consumo de una sustancia psicoactiva, como la nicotina, va a afectar al sistema nervioso. Aún cuando las personas dicen ‘quiero fumar algo para poder relajarme’ es algo contradictorio porque es una sustancia que te activa”, explicó Ronnie Rengifo.

No es cierto que [los cigarrillos electrónicos] estén exentos de peligro", explicó Alfonso Zavaleta, asesor médico y de investigación de Cedro.

En términos biológicos, explica el Instituto Nacional de Salud (NIH) de Estados Unidos, cuando este compuesto ingresa al cuerpo se absorbe rápidamente por la corriente sanguínea y, allí, estimula las glándulas suprarrenales para que liberen la hormona epinefrina (adrenalina). Esta, a la vez, estimula el sistema nervioso central y aumenta los niveles de dopamina. “Estas sensaciones motivan a algunas personas a consumir nicotina repetidamente a pesar de los posibles riesgos para la salud y el bienestar”, precisaron.

Aún no hay un consenso sobre cuáles son los efectos a largo plazo del consumo de cigarrillos electrónicos. Sin embargo, estudios científicos han reportado afectaciones a corto plazo producto de los químicos que se vaporizan y de algunos materiales presentes en el dispositivo.

Hasta el momento, la inhalación de propilenglicol y glicerina, dos compuestos comunes en el consumo oral, ha demostrado producir irritación de las vías respiratorias; lo cual puede agravar enfermedades como el asma, la fibrosis quística y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

Al ser calentados, estos químicos producen compuestos mutagénicos y cancerígenos como el formaldehído, el acetaldehído y la acroleína. Asimismo la vaporización de nicotina tiene conocidos efectos adictivos, y puede perjudicar el desarrollo del cerebro en los adolescentes —proceso que continúa hasta los 20 o 25 años— y es tóxica para los fetos en desarrollo.

La lesión pulmonar asociada al cigarrillo electrónico (evali, por sus siglas en inglés) incluye daño grave y síntomas gastrointestinales".

A estos impactos a la salud producto de las soluciones que se vaporizan, se agregan aquellos que pueden generar compuestos químicos provenientes del mismo dispositivo. Tal es el caso de líquidos con alto contenido de níquel y cromo, que podrían provenir de los serpentines de calentamiento del dispositivo vaporizador hecho de nicromo.

Aunque no hay mucha información sobre todos los posibles efectos del consumo de cigarrillos electrónicos, ya se ha podido identificar una enfermedad vinculada al uso de estos productos: lesión pulmonar asociadas al cigarrillo electrónico (evali, por sus siglas en inglés). La misma se caracteriza por un daño pulmonar grave y síntomas gastrointestinales.

En 2019, Estados Unidos reportó 2.022 pacientes hospitalizados por evali. El informe de los casos monitoreados por el Centro para el Control Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos reveló que el 82% usaban productos que contenían THC (principal psicoactivo del cannabis) y un 33% solo THC. Mientras que el 57% reportaron haber usado productos que contenían nicotina y 14% exclusivamente nicotina.

La OMS ha considerado a los daños asociados al uso de cigarrillos electrónicos como un trastorno. Dicha clasificación incluye “pruebas de la presencia de infiltrado pulmonar, como opacidades en radiografías simples de tórax”. En esa línea, el NIH sostiene que “es necesario realizar más investigaciones sobre las consecuencias que la exposición repetida a estas sustancias químicas tiene sobre la salud”.

Al respecto, una reciente declaración científica de la American Heart Association publicada en junio 2022 en la revista Circulation: Research concluyó que los efectos adversos a corto plazo del uso de cigarrillos electrónicos pueden acumularse y conllevar a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y pulmonares a lo largo del tiempo de vida de quien los usa. “El desarrollo pulmonar de una persona continúa hasta los 20 años, por lo que los adolescentes que vapean corren el riesgo de atrofiarse o alterar su desarrollo pulmonar y es posible que no alcancen la función pulmonar completa”. destacó Loren Wold, presidente del grupo de redacción del artículo, en una nota de prensa.

Por eso, los expertos especializados en ciencias básicas, biología celular y vascular, toxicología, farmacología y epidemiología que participaron en la declaratoria emitieron recomendaciones para limitar el uso de estos dispositivos potencialmente perjudiciales: retirar del mercado todos los cigarrillos electrónicos saborizados; regular su comercialización en tiendas tradicionales, en línea y en redes sociales; proporcionar más educación a los jóvenes y sus padres sobre los riesgos para la salud, y crear programas hospitalarios para que adolescentes y adultos dejen de vapear.

 

Un jalador hacia la nicotina

Los cigarrillos electrónicos se introdujeron en el mercado con el argumento de que ayudarían a las personas adictas al tabaco a dejarlo. Pero, en la actualidad, su consumo se ha popularizado, principalmente, entre jóvenes que no han consumido ningún tipo de tabaco o nicotina previamente.

En 2003, el farmacéutico Hon Lik patentó este sistema electrónico de entrega de nicotina con la finalidad de evitar los efectos nocivos de los otros compuestos presentes en el cigarrillo convencional. El humo de este último desprende una mezcla de más de 7.000 sustancias químicas), 250 de ellas dañinas (como el cianuro de hidrógeno, el monóxido de carbono y el amoníaco) y 69 cancerígenas (como acetaldehído, arsénico, benceno y aminas aromáticas).

Mientras que los cigarrillos electrónicos —también llamados e-cigs, vapeador (vape), bolígrafo vapeador (vape pen), pipas de agua electrónicas (e-hookah) y sistema de tanque recargable (tank system), según el NIH— utilizan líquidos con casi 2.000 químicos no informados por los fabricantes (incluidos productos industriales y cafeína). Además, 20 de las soluciones que se utilizan son carcinógenas (como el óxido de propileno, formaldehído y glicidol) y seis poseen potencial tóxico (propilenglicol, glicerina, nicotina, etanol, acetol y óxido de propileno).

María Guadalupe Ponciano, investigadora mexicana del Programa de Investigación y Prevención del Tabaquismo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó en una conferencia médica de mayo pasado que estos sistemas electrónicos se han puesto a la venta con productos de diferentes generaciones.

“En la primera generación, se parecían mucho a un cigarrillo e incluso tenían una luz led que prendía. [Con] la segunda [generación] empiezan a ser más gruesos, como lapiceros. La tercera son los vapeadores que tienen un gran pila que calienta muy rápidamente todo el líquido que se pone. Y, ahora, hay una cuarta generación que son los pods. Estos parecen un USB y tenemos de muchísimos sabores”, detalló.

No existe evidencia que compruebe la eficacia de los vapeadores para ayudar a las personas a dejar el tabaco".

A pesar de la amplia oferta en el mercado y de la menor cantidad de compuestos químicos respecto a los cigarrillos tradicionales, a la fecha, no existe evidencia que compruebe la eficacia de los cigarrillos electrónicos para ayudar a las personas a dejar el tabaco. “No encontramos evidencia de calidad de una asociación entre el uso de cigarrillos electrónicos y el abandono del hábito de fumar”, concluye una revisión de 28 estudios, publicada en la revista Tobacco prevention and cessation en 2021.

El principal argumento para promover el uso de cigarrillos electrónicos, señala un informe del Ministerio de Sanidad de España, consiste en un trabajo, publicado en European Addiction Research en 2014, en el que 12 expertos afirmaron que el riesgo para la salud de este tipo de productos era un 95% inferior al de los cigarrillos tradicionales.

La diferencia entre los productos en los que se fuma tabaco y los electrónicos, explicó el médico Alfonso Zavaleta a OjoPúblico, consiste en que estos últimos no queman ni utilizan hojas de tabaco (es decir, no hacen combustión), sino que vaporizan un líquido que suele contener nicotina y que es inhalado por el usuario.

Sin embargo, desde entonces han surgido investigaciones que cuestionan el hallazgo de ese estudio. Un artículo publicado en American Journal of Public Health en 2020, por ejemplo, señaló que, debido a los avances en las investigaciones sobre los compuestos perjudiciales de estos dispositivos, las conclusiones de ese trabajo no pueden considerarse válidas y proponen que “las evidencias actuales sean las que sirvan como referencia a las autoridades sanitarias a la hora de recomendar los cigarrillos electrónicos en sus estrategias frente al tabaquismo”.

Además, el especialista Frank Rojas afirma que el estudio de 2014 fue desestimado tiempo después porque tenía conflictos de intereses. “Lo que no dicen [los defensores de los cigarrillos electrónicos] es que este estudio de Nutt y otros autores fue financiado por algunas entidades que están asociadas a la venta de estas nuevas tecnologías que permiten que la nicotina se mantenga en el mercado”, señaló a OjoPúblico.

De hecho, la investigación advierte que tres de sus autores se desempeñaron como consultores para empresas interesadas en los tratamientos para la dependencia del tabaco, como Pfizer, GSK y J & J. En esa línea, un metanálisis de 404 estudios de Tobacco Induced Diseases, halló que “las conclusiones en publicaciones con conflicto de intereses, que estaban principalmente vinculadas a compañías farmacéuticas, tenían más probabilidades de ser favorables al uso de cigarrillos electrónicos”.

Los vapeadores se están utilizando como una forma de inicio en el consumo de nicotina".

En contraste con la inicial promoción de este producto como un desincentivador del consumo de tabaco, los reportes sobre el consumo de cigarrillos electrónicos evidencian que este se está utilizando como una forma de inicio en el consumo de nicotina.

Entre 2014 y 2019, el consumo de cigarrillos electrónicos entre jóvenes peruanos de 13 a 15 años aumentó 3,9 puntos porcentuales. Hace ocho años, el 2,4% de estudiantes de ese grupo etario afirmó haber usado cigarrillos electrónicos en los últimos 30 días, según la Encuesta mundial sobre tabaquismo en jóvenes de la OMS. Mientras que, en 2019, el mismo monitoreo reveló que el porcentaje de menores de edad que consumían estos productos era de 6,3%.

Ronnie Rengifo, especialista de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), contó que en las charlas que realizan en el programa Habla Franco —un servicio de consejería psicológica e intervención en temas de drogas—, los adolescentes han preguntado si los cigarrillos electrónicos son mejores o peores que los de tabaco y sobre los aceites de cannabis. “Los jóvenes ya dominan esta información y es algo que está en su medio”, dijo a OjoPúblico.

Asimismo, un informe elaborado por el Ministerio de Sanidad de España en 2022 afirmó que “la proporción de adolescentes y adultos jóvenes que han probado o utilizan los cigarrillos electrónicos es notable y está sufriendo un alarmante aumento”. En ese país, la mitad de los estudiantes de 14 a 18 años utilizaron en alguna ocasión cigarrillos electrónicos, según el Estudes 2018-2019.

Además, de acuerdo con el CDC de Estados Unidos, en 2019, más de 5 millones de estudiantes que cursaban la escuela intermedia (10,5%) o secundaria (27,5%) usaron cigarrillos electrónicos en el mes previo al monitoreo. Esa cifra es superior al 1,5% que representó la población joven que usaba ese producto ocho años antes.

 

 

Este incremento en el consumo cobra relevancia si se tiene en cuenta que la evidencia disponible indica que el inicio de consumo de cigarrillos electrónicos conlleva a una mayor predisposición para el consumo de cigarros tradicionales en el futuro, como concluye un estudio hecho en Estados Unidos con 3.757 voluntarios, publicado en Addictive Behaviors. Una investigación similar, de 2007, halló que los jóvenes que se iniciaban con cigarrillos electrónicos tenían cuatro veces más probabilidades de empezar a consumir cigarros tradicionales que aquellos que nunca usaron el producto no combustible.

“La nicotina es sumamente adictiva. Los sistemas electrónicos de administración de nicotina son dañinos y deben regularse mejor. De no prohibirlos, los gobiernos deben adoptar políticas adecuadas para proteger a su población de los daños que causan los sistemas electrónicos de administración de nicotina e impedir que los niños, los adolescentes y otros grupos vulnerables empiecen a utilizarlos”, destacó Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.

 

Un producto sin restricciones

Los cigarrillos electrónicos se venden a través de redes sociales, páginas web y también en tiendas físicas, pero no existe ninguna legislación sobre quién puede vender, comprar ni consumir. “Puedes comprarlo indiscriminadamente en internet y quienes los compran son niños que tienen el dinero suficiente para pedir uno de estos dispositivos”, afirmó María Guadalupe Ponciano, investigadora mexicana de la UNAM, en una conferencia académica.

La OMS recomienda que en los países en los que no se prohíben estos productos —como Perú—, al menos, se implementen medidas para reglamentarlos. Carlos Farías, expresidente de la Comisión Nacional de Lucha Antitabáquica (Colat), señaló a OjoPúblico que la entidad internacional de salud orienta a los países a adoptar fuertes restricciones al cigarrillo electrónico, pero, de preferencia, la prohibición de su consumo por el fin precautorio.

“El fin precautorio o de precautoriedad es un principio que emplea la jurisprudencia por el cual un producto del que se sabe y se conoce que puede, potencialmente, producir algunos daños, lo mejor en salud pública es no utilizarlo”, explicó.

A pesar de esas advertencias, en Perú no hay una legislación que incluya a estos productos. La Ley N° 28705, Ley general para la prevención y control de los riesgos del consumo del tabaco, que regula los “productos de tabaco” no aplica a los cigarros electrónicos. Esta normativa define a los compuestos de tabaco como “productos preparados totalmente o en parte utilizando como materia prima hojas de tabaco y que están destinados a ser fumados, chupados, masticados o utilizados como rapé”. Los vapeadores no tienen como materia prima el tabaco y la forma de consumo tampoco encaja con los descritos allí.

Ley general para la prevención y control de los riesgos del consumo del tabaco no aplica a los cigarros electrónicos".

La falta de legislación responde, según los especialistas consultados por este medio, a los vacíos de información sobre su uso en el país. “No existe data epidemiológica sobre esto”, subrayó Alfonso Zavaleta. El especialista indicó que, para poder detectar el uso de vapeadores se tiene que ampliar el tamaño de muestra, si es posible enfocarlo en los escolares, y hacer preguntas específicas sobre si, aparte de cigarrillos convencionales, consumen alguna otra sustancia que tenga nicotina.

“Como menciono en mi aporte [académico], el Ministerio de Salud no ha hecho ninguna investigación de campo para saber si alguna persona presenta problemas respiratorios a raíz de ese vapeador, y no hay mayor interés desde la propia ley”, resaltó Frank Rojas. OjoPúblico se contactó con el Ministerio de Salud (Minsa) para conocer si contaban con información actualizada sobre el uso de estos aparatos en el país. Sin embargo, hasta el cierre de este informe no se obtuvo respuesta.

Al respecto, el representante de Devida, Ronnie Rengifo, remarcó que su organización trabaja todo lo relacionado al consumo de drogas en el país: “No sabría [decir] si es que hay un último estudio sobre el tema de cigarro electrónico, pero sí hay estudios respecto al consumo de tabaco y otras drogas en jóvenes”. El especialista agregó que se deben revisar las investigaciones disponibles para tener una data completa y, a partir de ahí, proponer políticas y una serie de talleres o herramientas de difusión.

En general, los esfuerzos por reglamentar los cigarrillos electrónicos en el país han sido escasos. En 2019, Alexandro Saco, entonces Director de Promoción de la Salud del Minsa, dijo que desde el ministerio estaban elaborando una propuesta dirigida a la prohibición total del ingreso al país de estos productos. Sin embargo, hasta el momento, no se ha aprobado ninguna.

La falta de legislación sobre los vapeadores responde a los vacíos de información en Perú, según especialistas".

Ese mismo año, un representante del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) señaló a El Comercio, que estaban elaborando un proyecto de ley para gravar los cigarrillos electrónicos; e indicaron que se habían reunido con el Minsa y realizado consultas a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la American Cancer Society.

En comunicación con este medio, Saco precisó que la propuesta del Minsa no se llegó a presentar al Congreso y, luego, con la llegada de la pandemia, no continuaron con la formulación de la misma. OjoPúblico también se puso en contacto con el área de prensa del MEF para conocer el estado actual de su iniciativa, pero no respondieron a las comunicaciones. Las instituciones de salud mencionadas también fueron consultadas al respecto vía correo electrónico. Sin embargo, no se obtuvo respuesta hasta el cierre de este informe.

En los últimos años, a contramano de las recomendaciones de la OMS, desde el Congreso se impulsó una iniciativa para que este producto electrónico de nicotina esté permitido en el país. Carlos Alberto Domínguez Herrera (Fuerza Popular) presentó, en enero de 2019, el Proyecto de Ley N°. 3833-2018 que buscaba modificar la Ley N° 28705 incluyendo a los cigarrillos electrónicos e imponiéndoles similares restricciones que las exigidas para los cigarrillos tradicionales.

Esta iniciativa proponía cambios que permitían el consumo de ambos productos en espacios semiabiertos y que las advertencias sanitarias ocupen el 15% del producto, en lugar del 50% actual. Dos meses más tarde, luego de recibir críticas por parte de Colat y la Sociedad de Comercio Exterior del Perú (Comex), el exparlamentario retiró su proyecto de ley. Por lo que, hasta el momento, no existe ninguna legislación que regule los cigarrillos electrónicos.

 

El mercado peruano

Los cigarrillos electrónicos tienen una amplia oferta en el mercado internacional y nacional. El NHI indica que, en la actualidad, hay más de 460 marcas diferentes de cigarrillos electrónicos en el mercado. Además, hasta 2014, sus ventas a nivel mundial alcanzaron los USD 2.500’000.000. “Se espera que sobrepasen la de los cigarrillos convencionales para el 2023”, se lee en un artículo de 2020.

En Perú, están disponibles a través de tiendas físicas y virtuales. La importación de estos productos está a cargo, principalmente, de ocho empresas que traen vapeadores y líquidos saborizantes desde China y Estados Unidos. Ecasing Peru E.I.R.L. es la empresa que ha realizado la compra de carga más pesada (2.600 kilogramos), enviada desde China y por el monto más alto (USD 81.000), según información de Aduanas.

Desde octubre de 2020 hasta febrero de 2022, esta empresa ha importado soluciones para cigarrillos, que incluyen la glicerina y saborizantes líquidos. Ecasing Peru E.IR.L. es una organización creada en 2013 y, según información de Aduanas, se dedica al comercio exterior, importaciones y exportaciones.

 

La compañía que le sigue en el peso de productos importados y con altos costos es Artifum Eirl, con 292 kilogramos provenientes de China. Esta mercadería tuvo un precio de USD 6.900 y se trajo al país entre 2017 y 2019. Dichas compras estuvieron orientadas, principalmente, a adquirir los dispositivos electrónicos y solo un envío contenía líquidos vaporizantes.

Artifum Eirl inició actividades en 1999 y, desde su creación, ofrece diferentes artículos para fumadores. Las seis empresas restantes, por su parte, cuentan con importaciones menores a los 100 kilogramos, y con costos inferiores a los USD 900.

 

Aunque la presencia de los cigarrillos electrónicos se ha expandido en el mercado, no ha ocurrido lo mismo con las leyes que controlan su circulación. A nivel mundial, los avances para prohibir o regularizar estos dispositivos son escasos. Según la OMS, hay 84 países —incluido Perú— que no tienen reglamentaciones ni restricciones para los sistemas electrónicos de administración de nicotina (SEAN). Apenas, hay 32 naciones en los que están prohibidos y 79 que han “adoptado, al menos, una medida parcial para prohibir el uso de dichos productos en lugares públicos, poner cotas a la publicidad, promoción y patrocinio conexos o exigir advertencias sanitarias en el empaquetado”.

La falta de legislación, sostiene la entidad internacional, puede incentivar el uso de otros productos, como el tabaco. “El uso de SEAN en espacios públicos donde está prohibido fumar puede volver a normalizar el consumo de tabaco en público”, acotó la OMS.

 

 

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