CAMBIOS. La emergencia climática exige la reducción del dióxido de carbono y el metano, este último vinculado al gas natural.

El lento avance del Perú para renovar su matriz energética por recursos limpios

El lento avance del Perú para renovar su matriz energética por recursos limpios

CAMBIOS. La emergencia climática exige la reducción del dióxido de carbono y el metano, este último vinculado al gas natural.

Ilustración: Claudia Calderón.

En el Perú la masificación del gas sigue siendo una promesa, en un mercado que todavía depende del GLP y el sector transportes se mantiene fuertemente ligado al petróleo. El contexto mundial ante la crisis climática exige que ambos combustibles fósiles sean limitados o reemplazados por energías limpias como el agua, el sol y el aire; sin embargo, solo el 5,9% de nuestra matriz energética está compuesta por fuentes renovables no convencionales. Desde hace siete años el Estado no promueve nuevas subastas para permitir estas inversiones.

19 Octubre, 2021

La matriz energética de un país puede estar compuesta de combustibles fósiles, altos en emisiones de dióxido de carbono y metano, como el petróleo, gas natural y carbón; pero también de energías renovables como la hidráulica, que se obtiene del aprovechamiento de las corrientes de agua. O fuentes más limpias como la generación eólica, que depende de la fuerza del viento; la solar que se obtiene al captar las radiaciones provenientes del sol, y la biomasa que se produce con la materia orgánica, entre otros. Estas últimas tres se conocen como energías renovables no convencionales.

La puesta en marcha del proyecto Camisea marcó un hito en la reconfiguración de las fuentes de energía que usa el Perú para cubrir la demanda de sus sectores productivos, comerciales y residenciales. De una fuerte dependencia al petróleo y carbón, pasamos a un mayor uso del gas natural y de la fuerza hidráulica; sin embargo, este cambio se ha concentrado en el rubro eléctrico.

La información del Ministerio de Energía y Minas (Minem), al 2019, muestra que el sector eléctrico peruano tiene como principales fuentes de energía a las hidroeléctricas (55,28 %) y termoeléctricas (40,49 %). Pero respecto al recurso empleado, la fuerza hidráulica ocupa el 55 % y el gas natural el 36,9 %, muy distantes de la generación eólica (2,8 %), diésel y carbón residual (2,5 %) y energía solar (1,3 %).

Según la data del Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería (Osinergmin), el uso del gas natural va en aumento cada año, y a la fecha cubre el 22,5 % del mercado energético peruano. Este hidrocarburo es mucho menos contaminante que sus pares fósiles (el petróleo y el carbón), pero está compuesto de gas metano y deja un impacto en el ambiente cuando ocurren filtraciones. Además, se trata de un recurso no renovable y en el Perú, como en el resto del mundo, sus reservas son limitadas.

 

Si bien la matriz eléctrica es menos contaminante por abastecerse de agua y gas, cuando se analiza las fuentes de energía totales, en todos los sectores y para todos los usos, el 45,7 % del consumo sigue dependiendo del petróleo, principalmente porque el transporte público y privado funcionan con este combustible. Cada día se producen entre 39 mil y 53 mil barriles de petróleo, un hidrocarburo que genera altas emisiones de dióxido de carbono (CO2) y cuyo precio de importación es muy volátil ante el contexto internacional y el costo del dólar.

En 2014 el Ejecutivo aprobó el Plan Energético Nacional al 2025 donde se impone como meta abastecer de gas natural al 35 % del mercado y contar con el Gasoducto Sur Peruano para desconcentrar la generación térmica y desarrollar un complejo petroquímico. Estamos diez puntos porcentuales por debajo de esa meta y el mencionado gasoducto se canceló en el marco del caso de corrupción Lava Jato. 

Como parte del Acuerdo de París sobre cambio climático, en 2016 el Estado ratificó el compromiso de reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), una tarea que está fuertemente vinculada a la expansión de las energías renovables. Si bien el Perú fue uno de los primeros en América Latina en incentivar el ingreso de empresas de generación solar y eólica, el aporte actual de ambas a la red energética nacional es de apenas el 5,5 %. 

En contraposición, Chile, que empezó años después, cuenta con una capacidad instalada para cubrir el 36 % de su energía con estos recursos renovables no convencionales. En junio de este año, dicho país inauguró en el desierto de Atacama la primera planta de energía solar concentrada de América Latina, una obra que demandó una inversión de USD 1.300 millones y que le permitirá abastecer a más de 380.000 hogares con energía limpia, incluso en las noches.


Energía del sol y del aire

En 2008, a través del Decreto Legislativo 1002, se creó la Ley de Promoción de la Inversión en Generación de Electricidad con el uso de Energías Renovables con el fin de impulsar la licitación de proyectos de energía limpia. Desde entonces, y hasta el 2015, el Ejecutivo realizó cuatro subastas de adjudicación a empresas generadoras. No se han celebrado nuevos contratos pese a que la norma indica que cada dos años el Minem debe evaluar su necesidad.

Según Paloma Sarria, directora ejecutiva de la Sociedad Peruana de Energías Renovables (SPR), existen proyectos solares, eólicos, geotérmicos e hidroeléctricos valuados en un total de USD 11.608 millones y que están paralizados. “Perú perdió su posición de liderazgo en el impulso de energías renovables no convencionales en América Latina debido al escaso interés del Estado por continuar con esta política de renovación. Desde 2015 no hay nuevas subastas de proyectos”, dijo. 

En 2015 se realizó la última subasta para adjudicar proyectos de generación de energías renovables en el Perú".

La SPR agrupa a más de 30 operadores de plantas de energía renovables no convencionales, desarrolladores de proyectos, fabricantes de tecnología, entre otros interesados. La representante de esta asociación sostiene que el Ejecutivo debería eliminar las barreras normativas que le impiden a las centrales eólicas y solares participar en igualdad de condiciones en las licitaciones convocadas por las distribuidoras de electricidad.

”Hay reformas normativas que podrían resolverse y actualizarse desde el Ejecutivo. Nuestro potencial para generar energía renovable es diez veces más que la capacidad ya instalada del país. Podríamos convertirnos en un hub de producción y exportación de energía renovable si apostamos por distintas tecnologías que se complementen, para no depender de recursos finitos como el gas o de grandes hidroeléctricas expuestas a sequías”, indicó.

Eólica
VIENTO. El país cuenta con siete centrales eólicas que aprovechan los vientos de Ica, Piura, La Libertad y Cajamarca.
Foto: Andina.

 

Esta percepción de desregulación y falta de interés del Ejecutivo es anotada por el propio Osinergmin, entidad estatal adscrita a la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) y que tiene como función regular la inversión en energía. “No existe certeza sobre cuál será la política para promover las tecnologías de generación de energía eléctrica con recursos energéticos renovables (RER)”, señala en su estudio Energías renovables: experiencia y perspectivas en la ruta del Perú hacia la transición energética, publicado en 2019.

“Han pasado cuatro años desde la última subasta, y no se ha anunciado una nueva o aprobado un cambio en la normativa. Se deben analizar los casos por tecnología ya que, por ejemplo, la geotermia, con gran potencial en nuestro país, requiere de mayores estudios, motivo por el cual podría promoverse otro mecanismo de asociación público-privada. Otras tecnologías, en cambio, han ganado competitividad”, señala la entidad.

De acuerdo con los datos del Minem y de Osinergmin, el Perú cuenta con siete centrales eólicas, siete solares, ocho de biomasa y 30 minihidráulicas. Las centrales de biomasa usan residuos sólidos y orgánicos para generar energía, y se encuentran instaladas en Lima y Piura. La primera de estas en iniciar su operación comercial, en 2010, fue Paramonga, la cual utiliza el bagazo de la caña de azúcar para la producción de electricidad.

La energía solar, en cambio, se capta en las regiones de Arequipa,  Moquegua y Tacna, aunque su producción puede disminuir en los meses de mayor nubosidad por la reducción de radiación solar. Su generación se suma a la red energética nacional y sirve de soporte al Programa Masivo Fotovoltaico, implementado por el Estado desde el 2017, y que ha permitido llevar electricidad a 205.138 viviendas rurales.

En tanto, la energía eólica, que se obtiene del viento, está presente en el país a través de las centrales Tres Hermanas, Central Eólica Wayra I y Parque Eólico Marcona, ubicadas en la región Ica; la Central Eólica Talara, en Piura; y la Central Eólica Cupisnique, en La Libertad. Además de ellos, están los proyectos Duna y Huambos, ambos en Chota, Cajamarca.

Central Rubi
SOLAR. En Moquegua funciona la Central Solar Rubí, considerada la más grande del Perú por tener medio millón de paneles fotovoltaicos.
Foto: Andina.

 

La energía que aportan estos tres tipos de recursos renovables no convencionales alcanzó apenas el 5,98 % de la matriz eléctrica nacional, según datos de Osinergmin al 2020. Entre sus operadores hay empresas creadas para promover energías limpias, pero también algunas que invertían en energías fósiles y ahora están apostando por la renovación energética.

Entre ellas se encuentran la italiana Enel y la francesa Engie, que dominan el mercado de distribución de energía y ahora han incursionando en la labor de producción. Enel desarrollaba sus inversiones en Perú través de hidroeléctricas y termoeléctricas que operan con gas natural y diésel, pero desde el 2018 este grupo económico expandió su negocios con su filial Enel Green Power y creó la Central Eólica Wayra I, en Ica, y la Central Solar Rubí, en Moquegua. A la fecha, ambas son las más grandes generadoras en sus respectivos rubros.

 

Avances en Latinoamérica

El Plan Energético Nacional de Perú al 2025 no es muy optimista respecto a las metas de masificación de este tipo de energía renovable y limpia. Por el contrario, el documento elaborado en 2014 estima que los hidrocarburos líquidos y gaseosos (petróleo, gasolina y gas) cubrirán el 76 % de la matriz energética en el país. Es más, señala que se debe "fomentar una política de exploración y producción petrolera que nos lleve a ser un país autoabastecido de crudo".

En abril de 2021 el entonces ministro de Energía y Minas, Jaime Gálvez Delgado, acudió al Congreso para exponer sobre la política de inversión en recursos energéticos renovables y aseguró que, al 2030, la meta del Estado era incorporar las energías no convencionales (solar, aire, biomasa) hasta en un 15 % de la matriz energética. Sin embargo, esta propuesta no forma parte de un plan gubernamental con procedimientos y ejes de acción.

“Las energías renovables representan casi el 6 % del total de la producción eléctrica nacional. Este porcentaje ha ido aumentando a partir del 2011 y creemos que sí es posible, realizando algunas mejoras en el marco normativo, cumplir la meta del 15 % de producción con energías renovables al 2030”, señaló Gálvez Delgado en su presentación. OjoPúblico solicitó una entrevista con un vocero actual del Minem, pero indicaron que no podían dar declaraciones porque aún no se nombran a los viceministros especializados en este tema.

El Minem asegura que la meta al 2030 es que el 15% de la matriz esté compuesta por energías no convencionales".

De acuerdo con el exviceministro de Energía y Minas, Pedro Gamio Aita, la mayoría de países está apostando por una transición energética eficiente, donde el gas natural tenga usos acotados para la industria y el sector eléctrico pueda abastecerse de energías renovables provenientes del sol y el viento. 

“El año 2050 es el punto de quiebre, pues se espera que para entonces el petróleo sea sustituido por la energía solar. La combinación de energías renovables y gas natural permite que las familias ahorren dinero en sus cuentas de luz, el país genera competitividad y desarrollo. Es necesario virar a una economía más limpia y descentralizada”, añadió.

En un reciente estudio de Frankfurt School, con apoyo de Bloomberg y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se destaca el potencial que tiene América Latina para el uso de energías renovables, así como los avances que han tenido los países en la diversificación de su matriz energética. Aunque coinciden en que la transición dominante ha sido en el sector eléctrico.

“América Latina tiene tres ventajas sobre algunas otras partes del mundo. El primero son excelentes recursos para la energía eólica, solar y generación de biomasa, en particular. El segundo es el desarrollo de políticas como las subastas en la asignación de nueva capacidad renovable, basándose en experiencia acumulada en la región. El tercero, conectado con los dos primeros, ha sido la confianza de desarrolladores internacionales y financistas internacionales”, se lee en el documento.

 

 

La información que analizaron muestra a Brasil con una clara ventaja en inversiones limpias durante el 2019, principalmente en obras de energía solar y eólica. Ese año destinó USD 6.500 millones en proyectos de este tipo, un 74 % más que en 2018. Para entonces, este país ya contabilizaba 30 subastas para captar a empresas de energía renovable.

Chile, por su parte, incrementó en 302 % su capacidad de inversión entre 2018 y 2019, con USD 4.900 millones concentrados en un 85% en energía solar. México desembolsó USD 4.300 millones, un 17 % más que el año anterior, pero inferior a los USD 6.100 millones que presupuestó en 2016. Argentina fue el único de los cuatro principales países analizados que redujo en un 18 % sus inversiones durante ese periodo.

El Foro Económico Mundial señala que la consolidación de las energías renovables en el sector eléctrico será fundamental para lograr las metas de reducción de emisiones de la próxima década, pero por sí misma no es suficiente. La institución recomienda reforzar la transición en otras áreas, como el transporte y las industrias del cemento y acero. 

Según sus datos, entre 2011 a 2019 la capacidad instalada de energía solar en el mundo creció siete veces, mientras que la eólica se elevó tres veces. De igual forma, la inversión en la transición energética de los países pasó de menos de USD 300 mil millones por año, en 2011, a casi USD 500 mil millones en 2020. Sin embargo, el 81 % de la energía global todavía proviene de combustibles fósiles. 

 

Gráfico
INVERSIONES. Los indicadores de inversión global en energías renovables se incrementaron en la última década. Al 2020 la cifra llegó a USD 500 mil millones.
Documento: Foro Económico Mundial.

 

Demanda y precios internacionales al alza

En las transiciones energéticas el gas natural es considerado como una fuente intermedia porque reemplaza otros combustibles más contaminantes y sirve de respaldo a la energía renovable intermitente, como la solar. El expresidente de Perupetro, Aurelio Ochoa Alencastre, explica que el Estado debe evitar el quiebre de la matriz energética con un desabastecimiento abrupto de este hidrocarburo, pero que en el largo plazo su uso debería ser destinado a usos específicos o emergencias. 

“El gas natural debería quedar como soporte para la generación eléctrica, en periodos de escasez de lluvias afecte a las hidroeléctricas, no de forma masiva. Su finalidad principal debe ser la petroquímica y la industrialización. En esta transición, los recursos que se obtienen de su exportación deberían servir para ayudar a la economía de los países productores, pero en el caso del Lote 56 de Camisea no hay garantía de que tengan reservas suficientes para cumplir su propio contrato”.

De acuerdo con los cálculos actuales de Osinergmin, las reservas del Lote 88 de Camisea, destinados al consumo nacional, serían suficientes para atender la demanda local en los próximos 30 años, pero no sucede lo mismo con el Lote 56, reservado para la exportación hasta el año 2044. “Si se considera una producción promedio anual de 0.12 TCF (billones de pies cúbicos, por sus siglas en inglés), con las reservas probadas y desarrolladas se tendría produciendo el Lote 56 por diez años más”, indica Osinergmin en su boletín trimestral

Las reservas de gas natural en Perú, especialmente en Camisea, tienen un tiempo estimado de duración de 30 años".

El exviceministro Gamio Aita refiere que en los lotes 88, 57 y 58 aún hay opciones de exploración, pero en el Lote 56 ya se descartaron existencias. “En este momento las reservas totales de gas natural dan para 30 años, pero el mundo está cambiando. Se está empezando a exigir la huella de carbono en el comercio, y el Perú tendrá que asegurarse de reducir las emisiones contaminantes en sus distintas actividades productivas”.

Hace unas semanas el Gobierno peruano creó una comisión multisectorial que se encargará de “evaluar los alcances y acciones para ampliar las reservas de gas natural y fortalecer la industria de los hidrocarburos que permita su masificación a nivel nacional”. Este equipo, liderado por la PCM, tendrá que identificar nuevos puntos de exploración, planificar el desarrollo de una nueva infraestructura de distribución en el sur del país y mecanismos que permitan promover el uso masivo de este recurso.

Esto sucede en un contexto de escasez mundial de gas natural que ha provocado un alza de costos de un 280 % en Europa, y de un 100 % en Estados Unidos, y un consecuente incremento en las tarifas de consumo. Desde setiembre las facturas eléctricas al por mayor en Alemania y Francia se elevaron en 36 % y un 48 %, respectivamente, a un costo de 160 euros por megavatio hora. 

 

 

Entre las razones de esta escasez se encuentran interrupciones en sus cadenas de producción y distribución, una sobredemanda tras la reactivación económica de varios países e impactos climáticos que dificultaron el uso de energía hidráulica -por ejemplo en China y Brasil- y obligaron a realizar mayores importaciones de gas. El precio del carbón también está al alza, debido a mayores compras de China y a problemas de suministro.

En su informe de octubre, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) advirtió que esta escasez de gas natural está impulsando la demanda de petróleo, a razón de unos 500.000 nuevos barriles por día, ocasionando una simultánea reducción de reservas de crudo y el alza de sus respectivos precios. Sus principales compradores son China, Japón y Pakistán (Asia), Alemania y Francia (Europa) y Brasil (América Latina), y se estima que este fenómeno continuará hasta el primer trimestre de 2022.

La semana pasada, el economista y director de la AIE, Fatih Birol, descartó que la subida de los precios del gas, la electricidad y el carbón estén relacionados con “una crisis en la transición energética”, y subrayó los factores externos en las cadenas de producción y suministro que lo propiciaron esta alza. “Algunas personas están pintando esto como la crisis de la transición energética a las renovables. Están muy equivocados, se trata de una caracterización errónea”, apuntó Birol, según la agencia EFE.


Freno a los subsidios de energías contaminantes

La Agencia Internacional de Energía (AIE) asegura que centrar los esfuerzos internacionales únicamente en reducir las emisiones de dióxido de carbono no será eficaz para luchar contra el cambio climático. En su último informe Curtailing methane emissions from fossil fuel operations: Pathways to a 75% cut by 2030 señala que el metano es uno de los principales responsable del aumento global de las temperaturas, por lo que es necesario reducir las emisiones del petróleo y carbón, pero también del gas natural.

Pero estos tres hidrocarburos siguen recibiendo apoyos económicos de los gobiernos que, lejos de desincentivar sus usos, los promueven. En setiembre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) difundió un estudio donde estima que la industria de los combustibles fósiles recibe USD 11 millones por minuto en subsidios aprobados en diferentes países. 

Estos apoyos se brindan con el fin de reducir el precio de la electricidad o servicios que derivan de hidrocarburos para sus consumidores finales, pero con ello continúan haciendo rentable su comercialización. Sin embargo, van en contra de las alertas para reducir las emisiones de carbono ante la crisis climática, y desde 2016 las reuniones del G20 y, luego, del G7, vienen acordando su reducción gradual pero sin éxito.

La industria de los combustibles fósiles recibe USD 11 millones por minuto en subsidios aprobados en diferentes países".

De acuerdo con el informe del FMI, la producción y quema de estos productos fue subsidiada por USD 5,9 billones el año pasado, y sus principales promotores fueron China, Estados Unidos, Rusia, India y Japón. Con la intervención estatal, los precios de estos hidrocarburos se redujeron en menos de un 50% respecto a sus costos reales: en un 99% para el carbón, 52% en el diesel y 47% en gas natural.

En Perú existe el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles Derivados del Petróleo, destinado a evitar que la alta volatilidad de los precios del crudo y sus derivados se traslade a los consumidores que, por ejemplo, usan balones de GLP para cocinar. En paralelo el Gobierno entrega el Vale de Descuento GLP, que reduce en S/20 soles el costo de balones de gas para unos 800.000 hogares en pobreza.

GLP
GLP. El GLP se usa en los balones y está compuesto de derivados del gas natural o del petróleo, un hidrocarburo contaminante cuyo precio varía en el mercado internacional.
Foto: Andina.

 

Ochoa Alencastre y Gamio Aita coinciden en que si los gobiernos aprueban apoyos para el consumidor final estos deben ser en forma de vales o subsidios directos a las familias, no a la industria. Esto, dijeron, debe ir de la mano con un precio adecuado para los combustibles fósiles, con el fin de reducir su dependencia; y con mayores incentivos tributarios y de inversión para alentar el uso de energía renovable.

Las propuestas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) van en la misma línea que el FMI: frenar los subsidios para que estos combustibles reflejen el verdadero costo de sus externalidades negativas, pero mitigando los efectos adversos que podría tener la decisión en las poblaciones vulnerables. En este sentido, recomienda las transferencias monetarias focalizadas.

“Además, la reducción de los subsidios y la creación de un impuesto al carbono, respectivamente, reduce el gasto y aumenta los ingresos fiscales, lo que es particularmente importante para los países de América Latina y el Caribe que tienen un espacio fiscal limitado para implementar un paquete de incentivos económicos”, señala la entidad.

El Foro Económico Mundial señala que los grandes estímulos gubernamentales que se están aprobando para combatir la crisis por la Covid-19 pueden servir para invertir en la transición energética. “Los desarrollos en esta década serán cruciales en reajustar nuestras economías y en nuestra lucha contra el cambio climático. Autoridades políticas y actores privados deben trabajar juntos y aprovechar la oportunidad para sentar las bases de una transición que ofrezca un crecimiento inclusivo”.

En noviembre próximo se celebrará la Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, denominada COP26, una cumbre donde los líderes mundiales discuten nuevas metas para luchar contra la crisis climática. Entre estas se encuentra reducir drásticamente las emisiones de los combustibles fósiles, poner fecha de caducidad al carbón y reducir las emisiones del metano, un compuesto que se encuentra en el gas natural y tiene un gran impacto en el calentamiento global.

Esta reunión tendrá como marco un reciente informe sobre la situación del planeta, publicado por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) de la ONU, y donde se revela la urgencia de reducir a cero las emisiones netas de CO2 y mantener la temperatura global por debajo del umbral crítico de 1,5 ºC. Todo ello para estabilizar el clima y evitar que los impactos ambientales sean de catástrofe.

 

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