Boicots, no bombas: ¿Son eficaces las sanciones económicas impuestas por Occidente?

A raíz de la invasión rusa a Ucrania, las potencias de Occidente decidieron aplicar una serie de sanciones económicas que han mostrado una fuerte repercusión en la economía y el sistema financiero de Rusia. En este informe se analiza la larga lista de sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea en las últimas décadas a varios países con el fin de evitar entrar en conflictos bélicos. ¿Cuán eficaces son estas sanciones en medio de una guerra?

A LA DISTANCIA. Estados Unidos y la Unión Europea han respaldado a Ucrania en la guerra contra Rusia sin enviar tropas a combatir. ¿Cómo ha resultado esto?

A LA DISTANCIA. Estados Unidos y la Unión Europea han respaldado a Ucrania en la guerra contra Rusia sin enviar tropas a combatir. ¿Cómo ha resultado esto?

Foto: Shutterstock

Por Ella Koeze

 

En respuesta a la invasión de Rusia a Ucrania a finales de febrero, las potencias occidentales optaron por una estrategia que se ha vuelto cada vez más común: impusieron una variedad de sanciones que tuvieron efectos inmediatos y devastadores en el sistema financiero y económico de Rusia y en sus ciudadanos.

El uso de este tipo de penalidades ha aumentado considerablemente en los últimos años, según Global Sanctions Database, un proyecto de la Universidad Drexel que se ha convertido en el recuento más importante de su tipo.

Constantinos Syropoulos y Yoto Yotov, economistas especializados en comercio y dos de los investigadores de la base de datos, sugirieron que uno de los factores que conducen a la popularidad de las sanciones podría ser la renuencia a entrar en un conflicto militar. Estados Unidos, por ejemplo, lleva mucho tiempo utilizando las sanciones como una herramienta de política exterior, pero ha acelerado su uso en los últimos 20 años, justo cuando disminuyó el apoyo a las costosas e impopulares guerras de Irak y Afganistán.

Estados Unidos es responsable del mayor número de casos de sanciones, con un 42% de las que se han aplicado desde 1950, según los datos de Drexel. Le siguen la Unión Europea, con un 12%, y las Naciones Unidas, con un 7%.

Además, las sanciones se han vuelto cada vez más específicas. Muchas veces el objetivo es castigar a las partes responsables sin perjudicar a los ciudadanos del país objetivo, diezmar su economía o poner en peligro relaciones comerciales con naciones aliadas.

Conforme su aplicación se ha generalizado, también aumenta la premura de la interrogante: ¿funcionan las sanciones? “No tenemos duda alguna, en términos económicos las sanciones son muy, muy dolorosas”, afirmó Yotov. Pero añadió: “Esto no significa necesariamente que van a lograr su propósito”.

Para evaluar el éxito de las sanciones en su base de datos, los investigadores compararon los objetivos políticos declarados para cada caso con las determinaciones del gobierno o de fuentes oficiales como las Naciones Unidas sobre si se logró el objetivo.

Utilizando este marco conceptual, descubrieron que casi la mitad de los objetivos declarados en los casos de sanciones se alcanzaron al menos parcialmente y alrededor del 35% se lograron en su totalidad. Estas estimaciones coinciden grosso modo con las investigaciones anteriores, aunque Yotov y Syropoulos advirtieron que la cuantificación de los objetivos o los resultados de las sanciones implicaba de por sí cierto grado de subjetividad e interpretación.

A veces basta con la sola amenaza de sanciones para lograr una meta en específico. Las estimaciones de otra base de datos que contiene casos de sanciones hasta el año 2005, tanto amagadas como impuestas, sugieren que si se cuentan los casos en los que solo hubo advertencias de sanciones junto con los casos en los que sí se impusieron, el índice de éxito de las sanciones en general es mayor. E incluso cuando no se logra algún objetivo, imponer sanciones puede hacer más creíbles las futuras amenazas de sanciones, sostuvo T. Clifton Morgan, politólogo de la Universidad de Rice y uno de los principales investigadores de esta base de datos.

"La economía rusa ha estado sufriendo la presión de estas duras sanciones, provocando una reacción en cadena en todo el mundo".

En la crisis actual, la amenaza de sanciones no evitó que Rusia invadiera a Ucrania, y es demasiado pronto para decir si las sanciones impuestas ayudarán a que la guerra termine. Se deben considerar varios factores para determinar qué hace que las sanciones sean exitosas, como cuán coordinadas están en diferentes países y cuán importante es la causa subyacente para el país objetivo, que en este caso sería el deseo del presidente Vladimir Putin por controlar Ucrania.

Alcancen o no sus objetivos declarados, estas sanciones suelen ser eficaces para causar un pesar económico extremo y disminuir gravemente la calidad de vida en el país objetivo. Los rusos están experimentando esto ahora mismo, como lo hicieron en menor medida después de 2014, cuando el producto interno bruto del país se contrajo casi un 2 por ciento tras la imposición de sanciones mientras los precios mundiales del petróleo caían.

Con esta crisis, la primera oleada de sanciones en contra de Rusia fue en gran medida financiera. Los activos internacionales de oligarcas rusos y otros ciudadanos poderosos del círculo íntimo de Putin se congelaron y se limitaron sus viajes al extranjero. Los bancos rusos fueron excluidos de un sistema de comunicaciones crítico utilizado para las transacciones internacionales. Estas acciones formaron parte de una estrategia más amplia para cercenar los medios con los que Putin financia su esfuerzo bélico.

Ante la negativa de Rusia a cambiar de rumbo en Ucrania, los países occidentales han endurecido sus tácticas, entre las que se incluye el bloqueo de la venta de petróleo y gas ruso. Algunas empresas privadas como McDonald’s y compañías de tarjetas de crédito también han dejado de operar en el país, causando aún más estragos.

La economía rusa ha estado sufriendo la presión de estas duras sanciones, provocando una reacción en cadena en todo el mundo, ya que los precios del petróleo y otros costos fluctúan.

La respuesta a un cúmulo de sanciones no siempre es predecible. Una de las preocupaciones de los líderes occidentales es que Rusia pueda estrechar sus lazos con China si se encuentra más aislada del resto del mundo. Por ejemplo, el banco central de Rusia dijo que algunas instituciones financieras del país quizá empiecen a utilizar el sistema de tarjetas de crédito de China después de que los servicios financieros de Visa y Mastercard dejaron de funcionar allí.

A veces, las sanciones también pueden tener el efecto contrario de consolidar el poder de un gobierno autoritario, según Dursun Peksen, un politólogo de la Universidad de Memphis. Cuando una nación queda aislada, el acceso a los recursos del Estado se vuelve aún más importante, y las élites se unen detrás del líder y acallan la oposición. Las sanciones suelen repercutir de manera negativa en los derechos humanos, la democracia, la igualdad de género, la libertad de prensa y la salud pública en los países afectados, como Irán y Cuba, según demostró la investigación de Peksen.

“Rusia se volverá mucho más autoritaria, más aislada, y es el ciudadano promedio ruso el que cargará con el mayor costo”, dijo. En última instancia, añadió, a la hora de imponer sanciones “tenemos que encontrar un equilibrio entre el beneficio político y el dolor civil”.

 

@2022 The New York Times Company

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