Cynthia Sanborn: “Nuestro Gobierno no tiene ninguna visión de política exterior”

La docente e investigadora conversó con OjoPúblico sobre la reconfiguración política de América Latina, la desconexión de Perú en los nuevos esfuerzos de integración regional, las oportunidades desaprovechadas con China —el principal socio comercial del país— y los inesperados cambios en el terreno diplomático. “No hay estrategia, no hay planeación, ni visión”, sostiene.

POLÍTICA EXTERIOR. La investigadora considera que la falta de visión e interés en el tema está dejando al Perú aislado en el ámbito regional e internacional.

POLÍTICA EXTERIOR. La investigadora considera que la falta de visión e interés en el tema está dejando al Perú aislado en el ámbito regional e internacional.

Foto: Concytec

Actualización: 14 de agosto de 2022 - 1:05 p.m.

 

Cynthia Sanborn es profesora de Ciencia Política de la Universidad del Pacifico e investigadora del Centro de Estudios sobre China y Asia-Pacifico de la misma universidad. Es, también, investigadora afiliada del Woodrow Wilson International Center for Scholars en Washington D.C., Estados Unidos, donde ha pasado buena parte del año investigando y analizando la relación de nuestro país y otras naciones de la región con China.

El Perú atraviesa, como en otros frentes, un momento convulso en lo que a política exterior respecta. Hace unos días, luego de la salida del excanciller César Landa y la juramentación de Miguel Ángel Rodríguez Mackay como nuevo responsable del ministerio de Relaciones Exteriores, renunciaron Harold Forsyth y Manuel Rodríguez Cuadros, los representantes del Estado peruano ante la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), respectivamente. Todo esto, cuando en menos de dos meses Lima acogerá la 52ª Asamblea General de la OEA.

OjoPúblico conversó con Sanborn para entender cuál es la situación actual del país en el tablero internacional, qué está ocurriendo con los cambios políticos que se vienen dando en América Latina y qué lugar ocupa Perú en los nuevos esfuerzos de integración regional. “Si no levantamos la cabeza de nuestros ombligos y miramos nuestro rol en el mundo y en la región, vamos a perder nuevamente el tren”, señala la investigadora.

Quería empezar preguntándole cómo se ve la actual crisis política peruana desde fuera, en particular desde una institución como el Woodrow Wilson International Center, donde se encuentra como visiting scholar (profesora invitada).

En efecto, estoy aquí desde enero. Creo que es importante entender que, en realidad, el Perú no es tan relevante, no existe tanta atención a lo que ocurre en nuestro país, salvo como parte de una tendencia u oportunidad regional de cambio. 

En ese sentido, lo que más me preocupa, además de la inestabilidad y los problemas domésticos, es que Perú está perdiendo una importante oportunidad para aliarse con nuevos gobiernos en la región y, con ello, buscar soluciones de consenso a una serie de problemas que son claves. En este momento sí hay mucho interés en lo que va a hacer [Gabriel] Boric en Chile, [Gustavo] Petro en Colombia, lo que eventualmente podría ser otro gobierno de Lula [da Silva] en Brasil [de ganar en las elecciones de octubre]. Hay interés por esta tendencia, que no solamente es de izquierda sino, más bien, de gobernantes que parecen querer promover más colaboración en la región.

Perú está perdiendo una importante oportunidad para aliarse con nuevos gobiernos en América Latina".

Perú no parece encontrarse en el mismo barco.

Así es. Perú debería estar. Anteriormente ha estado en otras iniciativas de colaboración entre países de la región, pero en este momento nos encontramos en offside, estamos fuera de la conversación. Tenemos un Gobierno completamente incoherente y únicamente preocupado en su propia supervivencia, sin visión ni interés en ser un actor internacional. 

Más allá de que estos gobernantes de los que estamos hablando sean más o menos de izquierda, porque en realidad tienen retos estructurales profundos que hacen difícil que se vayan a plasmar agendas radicales de izquierda, se abre una ventana de oportunidad para que haya nuevamente coordinación regional. 

No es casual que América Latina sea una de las regiones más rezagadas en el mundo en todos los indicadores. En buena medida, estamos rezagados porque no coordinamos. Nos llenamos la boca hablando de la solidaridad latinoamericana, pero en la práctica ninguno de los mecanismos ha funcionado.

A su modo de ver, ¿esto puede cambiar ahora?

Creo que hay una nueva oportunidad. Perú debería estar sentado a la mesa, y no estamos. En realidad no es solamente el Ejecutivo, que merece todas las críticas. También tenemos [un Congreso con] esa no autorización a Castillo para que viaje a la toma de mando [de Gustavo Petro] en Colombia. Simbólicamente fue muy fuerte, y no dignifica para nada a la oposición parlamentaria. Es más, creo que rebota a favor de Castillo. Pero perjudica al país porque ahí los jefes de estado están conversando, por ejemplo, sobre cómo relanzar la Comunidad Andina, cómo reforzar la CELAC [Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños], etc. 

Hay un sinfín de temas que requieren coordinación en la región. Por ejemplo, infraestructura. Somos una región muy poco conectada, por razones políticas y por falta de infraestructura. Esfuerzos pasados han tenido problemas graves de corrupción, pero es el momento de repensar y replantear este tema. No solamente infraestructura física, también infraestructura digital. Otro tema clave es la transición energética. Todos estamos buscando reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles, y el Perú está fuera de esas conversaciones. Tenemos un Gobierno y una oposición que no están pensando para nada en el país como un actor regional.

Tenemos un gobierno y una oposición que no están pensando para nada en el Perú como un actor regional”.

Además de los mencionados, ¿cuáles son, desde su perspectiva, los grandes temas que están en agenda en la región y en los que Perú está quedando al margen?

Hay muchos. Primero, hay que entender el actual contexto global, donde tenemos conflictos entre las grandes potencias: China, Estados Unidos, Rusia. A eso hay que sumarle que estas potencias y otros actores están realizando una búsqueda activa de recursos que nosotros tenemos. Nos encontramos ante un nuevo posible boom de exportación de minerales. También la región tiene un papel clave que jugar en la seguridad alimentaria. 

Tenemos recursos para satisfacer esas demandas. Pero, si no nos unimos para agregar valor, para decidir qué queremos hacer, para obtener posiciones ventajosas de negociación, vamos a seguir siendo países pequeños, exportadores primarios, con enormes desigualdades y sin una verdadera capacidad para mejorar la situación de nuestras sociedades.

¿Sigue faltando voluntad, diría usted, para romper ese ciclo? 

Mira, el gran excanciller Rafael Roncagliolo, que en paz descanse, tenía este sueño de que el manejo del litio y otros minerales fundamentales para la transición energética sea producto de una coordinación en América Latina. Los recursos están, la demanda está, tenemos que coordinar para ser actores clave y fuertes en esa negociación. 

No solo tenemos una suerte de nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y China, sino que hay un interés en las grandes potencias por acelerar su transición energética. Para eso, se necesitan recursos, y esos recursos los tenemos nosotros. Los países latinoamericanos, dueños de esos recursos, tenemos que defenderlos y necesitamos coordinar para tener una mejor posición en la mesa. Chile y Colombia están empezando a coordinar. Sin duda Lula, si llega a ganar en Brasil, se va a sumar a esa conversación. ¿Y nosotros? Pues, lastimosamente, nuestro Gobierno actual no tiene ninguna visión de política exterior, pero nuestro Congreso menos aún.

Pedro Castillo_Andina

CRÍTICA.Sanborn cree que el gobierno de Pedro Castillo solo está preocupado por su supervivencia y no tiene interés de ser un actor internacional.
Foto: Andina

 

¿Diría usted que se trata de una crisis concreta, de un momento concreto, o de un desinterés general?

Bueno, negarle el viaje a Colombia al presidente Castillo es un ejemplo claro y concreto de esa falta de visión [por parte del Legislativo]. Pero también lo es el personal que se está colocando en Relaciones Exteriores. Cambiar al canciller [César Landa] y poner a una persona [Miguel Ángel Rodríguez Mackay] que está en contra del Acuerdo de Escazú y no tiene idea de la cartera [es otro ejemplo]. Lo mismo con el ministro de Comercio Exterior [Roberto Sánchez Palomino], que va apagando incendios, y cuyo principal trabajo parece ser defender al presidente. Y estamos hablando de sectores claves. 

En términos energéticos, estamos hablando de un asunto que cruza fronteras. La electricidad es un asunto de infraestructura que pide coordinación regional. Lo mismo con los recursos estratégicos, o con agregar valor a nuestras exportaciones básicas. La infraestructura es uno de los grandes asuntos pendientes en nuestra región, ya sea ferroviaria o digital, infraestructura que nos beneficie y acerque como países. 

Otro tema en el que tenemos un retraso enorme es en la colaboración en salud pública. La pandemia lo ha dejado claro: ante la necesidad de vacunas, hemos visto la falta de producción de estas en la región. Ahora Chile y Brasil están avanzando por su cuenta, pero necesitamos coordinar entre vecinos. El próximo virus que venga tendría que encontrarnos preparados para producir vacunas propias. Ocurre lo mismo en educación, necesitamos que nuestras universidades coordinen y tengan programas comunes.

Los recursos están, la demanda está, tenemos que coordinar para ser actores clave".

¿Qué tipo de coordinación puede hacer un país como Perú, con un Gobierno que tiene casi 60 ministros en un año?

Exacto. No hay estrategia, no hay planeación. Hay otro tema, promovido por distintos expertos, la idea de un movimiento no alineado. En los años 60 había un movimiento de no alineamiento muy importante en el sur, y nuestro país fue parte. Pero ya no lo somos, estamos lejos de serlo. Y está la necesidad de no alinearse con Estados Unidos, con China o Rusia, de crear organismos que sirvan para tener un mayor peso a la hora de negociar con las grandes potencias. 

Eso requiere fineza, capacidad, estabilidad. Yo creía que, pase lo que pase con Castillo u otro gobierno, Relaciones Exteriores iba a tener una coherencia, una línea que venía manteniéndose por años. Y ya no. No llego a entender este último cambio que ha hecho el Gobierno [de canciller], por ejemplo. ¿Qué significa? Porque parece que no hay el menor interés en tener una política de Estado. 

En enero publicó un artículo con otros investigadores del Wilson Center en el que hablaban de cuál iba a ser la relación o los intereses de Estados Unidos de cara a Latinoamérica. ¿Cómo ve, siete meses después, la posición del gobierno de Joe Biden respecto a la región? ¿Me equivoco o no parece que haya una política activa?

No, no hay. Y es una de las cosas que me ha quedado clara en este tiempo aquí, en Washington D.C. Sabía un poco, a la distancia, pero estando aquí resulta muy evidente que América Latina no importa, con algunas pocas excepciones, como la posibilidad de acercarse a Venezuela para tener una fuente alternativa de petróleo. Creo que también va a haber preocupación por Colombia, porque ha sido uno de los países que ha recibido más apoyo y ha sido parte fundamental en la guerra contra las drogas, y el gobierno de Petro promete cambiar eso. 

Perú también es un país muy importante en el esquema de tráfico de cocaína y toda la cadena de droga, pero ¿cuál es la política de Castillo al respecto? Tenemos a [Ricardo] Soberón como presidente ejecutivo de Devida [la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas], una persona que tiene mucha experiencia en ese tema, pero no necesariamente es quien toma las decisiones más importantes en el Gobierno. Y vuelvo aquí al tema de la cooperación en la región: si Petro, desde Colombia, va a hacer un cambio en la guerra contra las drogas, ese giro debería ser regional, debería ser consensuado, y Perú debería tener una voz. Pero al Gobierno peruano no parece importarle el tema. 

China es una importante fuente de inversión y colaboración para Perú. Pero no veo que se esté haciendo nada al respecto".

Hace un momento hablaba también de China, ¿ve el caso igual?

Lastimosamente, sí. Y este es un tema muy importante para mí, al que vengo dedicando mi investigación en los últimos años. China es, desde hace tiempo ya, nuestro principal socio comercial, nuestro primer mercado, el lugar a donde va buena parte de nuestras exportaciones minerales, agrícolas, etcétera. China es una importante fuente actual y potencial de inversión y de colaboración. Sin embargo, no veo que se esté haciendo nada al respecto. 

Por ejemplo, tenemos un TLC con China que tocaba renegociar a los 10 años, en 2019. Y, ojo, tenemos una relación favorable, el TLC es favorable para el Perú, pero hay cosas que actualizar, asuntos relacionados a aduanas y tarifas, así como el tema ambiental, un asunto donde había que poner más énfasis; pero no se ha renegociado. Chile renegoció su TLC con China hace un par de años e incorporó aspectos muy ventajosos. En nuestro caso, la negociación quedó trunca. Empezó en 2019 y se frenó debido a la pandemia, pero el tema ya no es la pandemia. En mi opinión, está truncado porque a nadie en el Gobierno le interesa. Y ya estamos 2022, han pasado tres años.

¿Quiénes son los responsables de esa negociación?

Comercio Exterior y Cancillería, [aunque] Comercio Exterior debería liderar. Y ahí está el ministro [Sánchez Palomino], al que vemos yendo a Las Bambas e intentando negociar con los campesinos de la zona, lo cual es importante, pero no es su rol. Lo vemos también de escudero del presidente, defendiéndolo de las acusaciones, pero no lo vemos liderando el que debería ser el tema principal, que es el TLC con China. 

Hay gente capaz en el Estado, gente que conoce bien la relación con China, pero no están tomando decisiones, que yo sepa. Por supuesto, estas son negociaciones que se hacen en privado, no contamos con toda la información, pero todo indica que no se está avanzando. 

Mencionaba que Chile sí renegoció su TLC. ¿En qué otras áreas están colaborando con China?

Chile, igual que nosotros, tiene una larga relación con China. E incluso Colombia, que está empezando, porque históricamente ha tenido una relación mucho más cercana con Estados Unidos, pero ahora está corriendo a mil por hora para acercarse a China. Y nosotros nos estamos quedando atrás. Es muy triste, no estamos innovando, no estamos siendo creativos. Por ejemplo, le vendemos minerales, invierten en el sector minero, vendemos frutas, y eso está muy bien, genera empleo, pero dónde está la innovación en transferencia tecnológica, la innovación en colaboración científica y tecnológica, en conectividad digital. 

Tenemos el puerto de Chancay, por ejemplo, que creo que va a ser importante. Pero el Gobierno peruano tiene que poner de su parte y animar a los empresarios, buscar que ese puerto se aproveche, que lleguen exportadores nuevos, pero no hay nada. No veo que haya interés ni capacidad de aprovechar la relación con China ahí tampoco. Lo mismo en energías alternativas, Chile y Argentina están avanzando mucho en energía solar, y eso es en colaboración con los chinos.

La inestabilidad que tenemos no es buena, ni para los inversionistas ni para las comunidades".

En otro artículo señalaba la frustración de ver cómo este Gobierno, que tuvo como una de sus banderas la renegociación minera para favorecer a las comunidades, sacar adelante proyectos más justos y solucionar los conflictos, no ha salido de las arengas. 

Así es. No hemos visto avances. Y se trata de nuestro principal sector exportador, que es también la principal fuente de conflictos, aunque eso no tiene por qué ser así. Yo creo que hay que repensar ciertas cosas. No todos los proyectos en portafolio son viables, no todos son deseables. Pero somos un país donde la minería es importante y la relación con las comunidades cercanas a las minas está muy mal manejada. Eso no es solo con este Gobierno, viene de antes. 

La inestabilidad que tenemos hace que se hagan acuerdos y se cambien, no se respeten y eso no es bueno, ni para los inversionistas ni para las comunidades. Pero, claro, con [casi] 60 ministros qué acuerdo se va a hacer, cómo van a ganarse la confianza de las comunidades. Y, al no lograr que haya realmente beneficios duraderos y un poco más de confianza en las zonas alrededor de las grandes operaciones, no se va a conseguir expandir los proyectos. 

Hace poco, la ministra de Energía y Minas [Alessandra Herrera Jara] junto a un grupo de empresarios y funcionarios viajaron a Canadá y presentaron un portafolio lindo de inversiones. Estamos de nuevo en un buen momento para el cobre, por ejemplo. Pero en el país se están fomentando o exacerbando los conflictos, y varios de estos nuevos proyectos no van a salir. No tienen cómo. Y no creo que tenga que ver con ser un gobierno “de izquierdas”, o un gobierno “del pueblo”, sino con falta de capacidad y de agenda. 

A eso le sumamos la oposición histérica que tenemos. Una oposición que se dedica a atacar y ya, en lugar de intentar plantear una agenda de país, de verse como estadistas. Yo no creo que Castillo se vaya a ir tan rápido. Con esta oposición, Castillo se va a quedar.

Pleno_ Congreso Perú

AISLADOS. No autorizar el viaje de Castillo a la toma de mando de Gustavo Petro es una muestra de la falta de visión por parte de la oposición, en opinión de Sanborn.
Foto: Congreso de la República del Perú.

 

 

Tenemos este estancamiento producto, por un lado, de la ineficiencia del Gobierno, de sus escándalos de corrupción y su falta de visión. Y, por otro, de un Congreso que sigue sin aceptar la legitimidad del Ejecutivo ni parece preocupado por temas relevantes para el país. Con la perspectiva que le da estar fuera y tener una mirada amplia de la región, ¿ve una situación equiparable en algún otro país?

Yo puedo hablar de las realidades que conozco mejor, como Chile, que tiene sus propios problemas. Ahora mismo todo lo relacionado con la Constituyente, por ejemplo, pero tiene políticas de Estado y sus líderes tienen una visión de país, que a nosotros nos hace falta. 

De hecho, ahora mismo me preocupa más Estados Unidos, en ese sentido. Porque los consensos y las políticas de Estado que funcionan en Estados Unidos son las de Guerra Fría o las de confrontación con terceros, más que en temas domésticos, donde el presidente Biden tiene muchos frentes abiertos. Pero, sí, lo que ocurre en Perú es excepcional en el sentido de la falta de visión de Estado, de la miopía del Gobierno, la histeria de la oposición y la incapacidad que hay para pensar temas del Estado que debemos cuidar, y en los que debemos estar o ponernos de acuerdo y avanzar.

Tenemos una oposición que se dedica a atacar y ya, en lugar de intentar plantear una agenda de país, de verse como estadistas".

Como señalaba antes, en particular en asuntos de política y comercio exterior.

Claro. Pasa una cosa también, y es que América Latina es una región muy desarticulada, una de las más desarticuladas del mundo. Leía el otro día, por ejemplo, que solamente la quinta parte del comercio que se hace en América Latina ocurre dentro de la región. Me parece que es la región menos integrada en términos de comercio, bienes y servicios, y conectividad. Eso exacerba la pobreza y desigualdad de todos. 

Perú, en otras épocas, ha sido líder en tratar de lograr una América Latina más coordinada. Ahora, lastimosamente, no está en capacidad de serlo. Lo que me preocupa, además, es que el horizonte no es muy favorable para un cambio. No creo que el Congreso vaya a tener los votos pronto para sacar al presidente, no creo que el presidente quiera renunciar. Pero, aún si llegara el caso y hay nuevas elecciones nacionales, tampoco veo mucho liderazgo nuevo. Ese estancamiento no parece tener solución y nos está llevando a perder muchas oportunidades. 

Somos parte de una región rezagada, pero que tiene una cantidad de recursos y potencial que todo el mundo quiere. [Aún así], si no nos ponemos de acuerdo, si no levantamos la cabeza de nuestros ombligos y miramos nuestro rol en el mundo y en la región, vamos a perder nuevamente el tren.

En su más reciente artículo para el Wilson Center veía un indicador que me llamó la atención y es que hasta mediados de julio de este año el Gobierno sólo había utilizado 25% o menos del presupuesto de inversión pública.

Sí, revisando indicadores se ve que, en temas de inversión en desarrollo, innovación y otros proyectos que el país necesita, los presupuestos no están siendo utilizados. Esto, claro, es producto de ese estancamiento del que hablábamos y de la obsesión única del Gobierno por la supervivencia. Eso está ocurriendo a todo nivel y en distintas áreas. 

Un tema que me preocupa, por ejemplo, es la expansión de las actividades ilegales en la Amazonía, que se producen por el descuido y desinterés del Gobierno, por la alta rotación en puestos y responsables. Estamos hablando de la tala ilegal, la [hoja de] coca, la minería ilegal, todo eso está explotando. Y, al igual que en los conflictos sociales en zonas mineras, es otro tema en el que se suponía que este Gobierno tenía más cercanía y una especial preocupación.

¿Diría usted que, asumiendo el poco interés que genera el Perú en el ámbito internacional, y más allá de los indicadores económicos desfavorables, hay una preocupación en los actores extranjeros por el futuro inmediato de nuestra democracia?

Creo que a nuestros socios lo que les preocupa, particularmente a China, es la inestabilidad y los mensajes incoherentes. No saber a qué atenerse. Y esto es clave porque, vuelvo a insistir, la relación con China tiene un enorme potencial. A los chinos les interesan nuestros recursos minerales, nuestra agricultura comercial y demás. Y no estamos explotando y aprovechando bien ese interés, no estamos desarrollando ese potencial. 

Tampoco lo estamos haciendo con otras potencias emergentes, como India o Corea del Sur, que son países que tienen interés en el Perú, pero no encuentran con quiénes hablar, con quiénes sentarse a la mesa, no encuentran autoridades capaces de desarrollar esa relación. Y no tiene que ser así. Históricamente, Relaciones Exteriores y Comercio Exterior han tenido profesionales innovadores y con visión, que han sabido encarrilar y llevar a cabo políticas de Estado, que han sido creativos a la hora de conseguir acuerdos beneficiosos para nuestro país.

A nuestros socios lo que les preocupa, particularmente a China, es la inestabilidad y los mensajes incoherentes".

Parecería que el foco del Gobierno, en lo que a relaciones con China se refiere, estaría en esos contratos oscuros con ciertas empresas de infraestructura de no demasiado buena fama que hemos conocido por denuncias periodísticas.

Bueno, ahí ni siquiera el Gobierno ha tomado la iniciativa para explicar lo ocurrido y despejar dudas o sancionar a quienes hayan realizado actos indebidos. Creo, también, que el periodismo tendría que poner en contexto el tema. Se ha hablado, con cierto sensacionalismo y ligereza, del Club del Dragón y cosas parecidas, y me parece que el periodismo debería explicar mejor las cosas y separar a los malos actores de los buenos. 

Perú tiene una gran deficiencia en infraestructura que es urgente resolver, más aún después de la pandemia. Necesitamos todo tipo de infraestructura: colegios, hospitales, caminos, conectividad digital, etc. Las grandes empresas brasileñas se retiraron por las razones que todos conocemos: un nivel tremendo de corrupción. Las grandes empresas nacionales están en mal estado. 

Ante nuestras necesidades de inversión, ¿quiénes van a concursar? Están concursando todos: españoles, franceses, mexicanos, canadienses y chinos. Y, si tú miras la lista de las 20 empresas constructoras más importantes del mundo, las primeras cuatro o cinco son chinas. Entonces, es lógico que concursen y que busquen licitaciones en Perú. Porque, además, tienen incentivos para hacerlo, por la relación comercial que existe entre nuestro país y China. 

No tenemos por qué asumir que su conducta no va a ser adecuada, lo que tenemos que hacer es asegurar que así sea. Por lo que he podido ver, hay unos cuantos casos menores, en términos de monto y tipo de obra, donde ha habido actuaciones poco honestas de las empresas chinas y sus socios peruanos. Esos casos deben ser investigados y, llegado el caso, sancionados. Pero no sabemos bien qué porcentaje del total representan. Deberíamos saberlo, debería haber información para corregir lo que se hace mal. 

Pero, como decía, en lugar de que haya una actitud proactiva del Gobierno, de investigar y denunciar los casos irregulares y defender los que están bien, no se hace nada. Lo mismo ocurre con el Congreso, que anuncia una comisión investigadora, pero finalmente no se hace nada. Todo esto perjudica la relación con China [en un contexto en el que] necesitamos inversión, necesitamos empresas extranjeras en el país. Lo que tenemos que hacer es que las reglas se cumplan y se sancione a quien no lo haga.

En las últimas semanas hemos visto una escalada en las tensiones entre China y Estados Unidos. ¿De qué manera podríamos vernos afectados si el conflicto entre ambas potencias sigue escalando?

En términos de las tensiones recientes, Estados Unidos ha tratado de presionar a los países de Sudamérica para que no reforzemos o continuemos nuestra relaciones con China. Yo creo que somos muy grandecitos para eso. Nuestras relaciones con China datan de tiempo ya, y esa actitud de Estados Unidos es demasiado paternalista. 

Ahora, en Chile ha habido dos casos muy sonados. Los chilenos se han echado para atrás en la instalación de cableado transoceánico con Asía por la presión de Estados Unidos, según analistas chilenos*. Y también había un tema de pasaportes, donde ganó un consorcio chino-alemán para hacer nuevos documentos de identidad, y Estados Unidos explícitamente dijo que los privilegios de viaje de los chilenos se podían ver afectados. Entonces, sí bien sabemos que Estados Unidos puede impresionar, no he visto casos similares en el Perú. Pero este tipo de presión podría ocurrir, sobre todo en asuntos de infraestructura. 

Cuando hay un conflicto bélico, la cosa puede ser algo distinta. Yo sí creo en el no alineamiento activo, pero nuestro país también tiene valores que defiende. Y uno de los valores es el no a la intervención y no a la agresión. En el caso de la invasión rusa a Ucrania, nuestra Cancillería ha sido muy rápida y correcta en denunciar, y hemos votado internacionalmente para criticar a Rusia por la actividad bélica agresiva. 

Siempre va a haber esa tensión entre nuestros valores como país —la defensa de la no intervención y la soberanía— y nuestro no alineamiento con las potencias cuando una se enfrenta a la otra. Pero, claro, deberíamos estar planificando, elaborando políticas de Estado, para saber cómo reaccionar en estos asuntos. De igual manera, deberíamos estar planificando y entendiendo lo que significa la guerra Rusia-Ucrania para nosotros en el mediano-largo plazo.

Deberíamos estar planificando lo que significa la guerra entre Rusia y Ucrania para nosotros en el mediano y largo plazo".

¿Y no parece que lo estemos haciendo? 

No, para nada. Parece un chiste, si no fuera tan trágico, lo que ha ocurrido con la compra de fertilizantes. Hasta ahora no podemos hacer una compra. No es que sea fácil, ojo: Brasil, que es una potencia agrícola mucho más grande que nosotros, también ha tenido problemas para asegurar compras. Pero hay que planear, hay que ejecutar, y no lo estamos haciendo. 

En la campaña se habló de lograr cierta independencia en este sentido, de fábricas de fertilizantes propias, y no veo que se haya avanzado nada. Tampoco veo que estemos buscando coordinar con nuestros pares de la región para enfrentar el problema juntos. De nuevo, no estamos sentándonos con nuestros socios para resolver estos problemas que nos atañen a todos. No tenemos iniciativa en ese sentido.

Otro de los temas de los que se habló mucho en la campaña y con el que se suponía que el presidente Castillo tenía una especial sensibilidad es la educación. ¿Ha visto usted avances en esta materia?

No, no he visto. Yo soy integrante del Consejo Nacional de Educación, aunque pedí licencia cuando vine aquí en enero, así que no tengo tanta información como tendría estando en Perú. Pero, por lo que he podido ver, no hay avances. Es evidente que el principal interés del presidente ha sido gremial. Su meta ha sido reconocer su sindicato, y ya lo logró. Pero en términos de una mejora significativa de infraestructura, de calidad educativa, de calidad docente, por lo que he visto no se ha podido avanzar. Y también preocupa esta defensa férrea de un sindicalismo magisterial que valora más la seguridad laboral y el puesto del docente que el mérito bien evaluado y la calidad educativa. De hecho, tampoco hemos podido preparar nuestras infraestructuras para la vuelta a la presencialidad.

Somos uno de los países más golpeados por la pandemia en este aspecto.

Así es. Si no me equivoco, somos la región donde más se ha desplomado la calidad educativa de los niños en la pandemia. Pero, incluso dentro de América Latina, Perú está en el fondo. Y eso que el presidente es un maestro. 

Yo tengo alumnos que tienen entre 17 y 22 años, y una de las cosas que más me preocupa es la desilusión de los jóvenes. Venimos de varias generaciones de jóvenes que, si bien muchas veces terminan trabajando en el sector privado, apostaban por tener una experiencia de servicio público. Se convirtió en algo decente, deseable, interesante, trabajar en un ministerio y otras instituciones del Estado. 

He tenido alumnos con años de servicio público y a la mayoría los han ido sacando. Y los veo a ellos y a las nuevas generaciones desilusionados sobre la posibilidad de ser servidor público en el Perú. Esto es una preocupación de largo plazo. Estamos formando cuadros profesionales valiosos que se van del país o se van al sector privado, y no aportan al Estado lo que podrían. Es muy triste y vamos a ver consecuencias negativas en el corto plazo.

 

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*La respuesta fue actualizada a la 1:05 p.m. por una precisión realizada por la entrevistada.

 

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