Trump es acusado de atentar contra la democracia de EE.UU. por toma del Capitolio

La comisión bipartidista que investiga la toma del Capitolio describió un plan de siete pasos ejecutado por Donald Trump para anular una elección democrática, libre y justa, en Estados Unidos. De acuerdo con los testimonios recogidos durante la investigación, el expresidente sabía que no había ocurrido un fraude generalizado pues su propio entorno se lo dijo y, aún así, convocó a una turba para que detuviera la entrega del poder a Joe Biden y, cuando el ataque comenzó, se quedó cruzado de brazos.

NEGACIÓN. Donald Trump y sus seguidores han intentado desestimar el trabajo de la comisión, tildándolo como una supuesta difamación partidista.

NEGACIÓN. Donald Trump y sus seguidores han intentado desestimar el trabajo de la comisión, tildándolo como una supuesta difamación partidista.

Foto: Samuel Corum / The New York Times

Por Peter Baker

 

Es muy probable que en los 246 años de historia de Estados Unidos nunca se haya hecho una acusación más comprometedora contra un presidente estadounidense que la presentada el jueves por la noche en una cavernosa sala de audiencias del Congreso, donde el futuro de la democracia parecía estar en juego.

A otros mandatarios se les ha acusado de actuar mal, incluso de cometer delitos e infracciones, pero el caso contra Donald Trump, formulado por la comisión bipartidista de la Cámara de Representantes que investiga el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, no solo describe a un presidente canalla, sino a un aspirante a autócrata dispuesto a pasar por encima de la Constitución para aferrarse al poder a toda costa.

Como lo describió la comisión durante su audiencia televisada a la hora de mayor audiencia, Trump ejecutó una conspiración de siete partes para anular una elección democrática, libre y justa. Según el panel, le mintió al pueblo estadounidense, ignoró todas las pruebas que refutaban sus falsas denuncias de fraude, presionó a los funcionarios estatales y federales para que anularan los resultados de las elecciones que favorecían a su contrincante, alentó a una turba violenta a atacar el Capitolio e, incluso, señaló su apoyo a la ejecución de su propio vicepresidente.

“El 6 de enero fue la culminación de un intento de golpe de Estado, un intento descarado, como dijo uno de los alborotadores poco después del 6 de enero, de derrocar al gobierno”, dijo el representante demócrata de Misisipi, Bennie Thompson, presidente de la comisión especial. “La violencia no fue un accidente. Representaba la última oportunidad de Trump, la más desesperada, para detener la transferencia de poder”.

La violencia no fue un accidente. Representaba la última oportunidad de Trump para detener la transferencia de poder".

Las palabras de los propios asesores y personajes nombrados por Trump fueron las más incriminatorias. Se proyectaron en video en una pantalla gigante sobre el estrado de la comisión y se transmitieron a una audiencia de televisión nacional. Se pudo ver cómo su propio fiscal general le dijo a Trump que sus denuncias de una elección falsa eran “patrañas”. Su abogado de campaña testificó que no había suficientes pruebas de fraude para cambiar el resultado. Hasta su propia hija, Ivanka Trump, reconoció haber aceptado la conclusión de que la elección no fue robada, como su padre seguía afirmando.

Buena parte de las pruebas fueron presentadas por la principal figura republicana en la comisión, la representante de Wyoming Liz Cheney, quien ha sido condenada al ostracismo por Trump y por buena parte de su partido por denunciar una y otra vez las acciones del entonces presidente después de la elección. Inquebrantable, esbozó el caso y, luego, se dirigió a sus compañeros republicanos que han optado por apoyar a su derrotado expresidente y justificar sus acciones.

“A mis colegas republicanos que defienden lo indefendible les digo: llegará el día en el que Donald Trump se haya ido, pero el deshonor de ustedes permanecerá”, declaró.

Muchos de los detalles ya se habían informado con anterioridad y muchas interrogantes sobre las acciones de Trump quedaron sin respuesta por ahora, pero Cheney resumió los hallazgos de la comisión de una forma implacable y acusadora.

Algunas de las nuevas revelaciones y las confirmaciones de las noticias recientes fueron suficientes para provocar exclamaciones de asombro en el recinto y, tal vez, en las salas de todo el país. Se informó que, luego de que se le dijo que la multitud del 6 de enero coreaba “cuelguen a Mike Pence”, el vicepresidente que desafió las presiones del presidente para bloquear la transferencia de poderes, Trump respondió: “Quizá nuestros seguidores tengan la idea correcta”, y agregó: “Mike Pence se lo merece”.

Imagen de Donald Trump en una pantalla.

PRUEBAS. La primera audiencia pública del Comité que investiga el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021.
Foto: Kenny Holston / The New York Times

 

Cheney, vicepresidenta del panel, informó que en la víspera del ataque del 6 de enero, miembros del propio gabinete de Trump hablaron de invocar la 25.° enmienda para destituir al entonces presidente del cargo. Reveló que el representante de Pensilvania, Scott Perry, y “otros congresistas republicanos” que habían participado en el intento de anular la elección buscaron el perdón de Trump durante sus últimos días en el cargo.

Cheney reprodujo un video en el que se veía a Jared Kushner —yerno del exmandatario y asesor principal que se ausentó después de la elección, en lugar de combatir a los teóricos de la conspiración que le calentaban el oído a Trump— desestimar las amenazas de Pat Cipollone, el consejero de la Casa Blanca, y otros abogados de renunciar en señal de protesta. “Me pareció que solo eran lloriqueos, para ser sincero”, declaró Kushner.

Trump no tuvo aliados en la comisión de nueve miembros de la Cámara de Representantes, y él y sus seguidores rechazaron el trabajo del panel con el argumento de que es un intento partidista para desprestigiarlo. En Fox News, que optó por no transmitir la audiencia, Sean Hannity se esmeraba por cambiar de tema y atacó a la comisión por no centrarse en las violaciones de seguridad del Capitolio, de las que culpa principalmente a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, aunque el senador de Kentucky, Mitch McConnell, entonces líder de la mayoría republicana, compartía con ella el control del edificio en ese momento.

Antes de la audiencia, Trump trató una vez más de reescribir la historia al presentar el ataque al Capitolio como una manifestación legítima de agravio público contra unas elecciones robadas. “El 6 de enero no fue solo una protesta, sino que representó el mayor movimiento en la historia de nuestro país para hacer a Estados Unidos grandioso de nuevo”, escribió en su nuevo sitio de redes sociales.

Trump, por supuesto, ya fue impugnado en dos ocasiones y absuelto otras dos, la segunda por su involucramiento en el ataque del 6 de enero. Pero, aun así, el caso en su contra ahora es mucho más extenso y expansivo, después de que la comisión llevó a cabo unas 1.000 entrevistas y obtuvo más de 100.000 páginas de documentos.

Las palabras de los propios asesores y personajes nombrados por Trump fueron las más incriminatorias".

Lo que el comité intentaba demostrar era que no se trataba de un presidente con preocupaciones razonables sobre el fraude o una protesta que se salió de control. En cambio, el panel estaba tratando de obtener las pruebas de que Trump formó parte de una conspiración criminal contra la democracia; que sabía que no había un fraude generalizado porque su propio entorno se lo dijo, que, de manera intencional, convocó a una turba para que detuviera la entrega del poder a Joe Biden, y se quedó cruzado de brazos sin hacer casi nada cuando el ataque comenzó.

No está claro si el panel pueda cambiar las opiniones públicas sobre esos acontecimientos, pero muchos estrategas y analistas políticos piensan que es poco probable. Con medios más fragmentados y una sociedad más polarizada, la mayoría de los estadounidenses ya tienen una opinión sobre el 6 de enero y solo escuchan a quienes la comparten.

Sin embargo, había otro espectador de las audiencias, el fiscal general Merrick Garland. Si la comisión estaba exponiendo lo que consideraba una acusación formal contra el expresidente, parecía estar invitando al Departamento de Justicia a seguir el caso de verdad con un gran jurado y en un tribunal de justicia.

Al adelantar la historia que se contará en las próximas semanas, Cheney casi le escribió el guion a Garland. La representante dijo: “Van a escuchar sobre complots para cometer conspiración sediciosa el 6 de enero, un delito definido en nuestras leyes como conspirar para derrocar, derrocar o destruir por la fuerza el gobierno de los Estados Unidos u oponerse por la fuerza a la autoridad del mismo”.

Pero si Garland no está de acuerdo y las audiencias de este mes resultan ser el único juicio al que se enfrente Trump por sus esfuerzos para anular las elecciones, Cheney y sus compañeros de la comisión estaban decididos a asegurarse de que, al menos, sea condenado por el jurado de la historia.

 

@2022 The New York Times Company

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