MUY TEMPRANO. La mañana comienza en la caleta de Chorrillos, en Lima, con la llegada de los primeros botes que traen los recursos extraídos por los pescadores en la noche previa.

La lucha de los pescadores artesanales contra la informalidad y la pandemia

La lucha de los pescadores artesanales contra la informalidad y la pandemia

MUY TEMPRANO. La mañana comienza en la caleta de Chorrillos, en Lima, con la llegada de los primeros botes que traen los recursos extraídos por los pescadores en la noche previa.

Fotos: Gerardo Marín

La pandemia también trajo incertidumbre para los pescadores artesanales del Perú. Lo cuenta don Jorge Melgarejo, que tiene 78 años y vive en el puerto de Chimbote: “No se podía trabajar, se salía a pescar solo algunos días”, recuerda. La falta de acceso a derechos laborales, créditos y bonos obligó a muchos pescadores artesanales a exponerse al contagio de la Covid-19. Otros, tuvieron que paralizar su actividad y experimentaron serios problemas para costear su canasta básica familiar. Hoy, aunque intentan retomar su trabajo, se ven limitados por la falta de apoyo estatal y problemas estructurales del sector.

29 Junio, 2021

Fotografías: Gerardo Marin

 

Don Jorge Melgarejo Córdova vive en el puerto de Chimbote, tiene 78 años y 45 de estos los ha dedicado a la pesca artesanal. La llegada de la pandemia al Perú, cuenta, cambió radicalmente su vida: de tener ingresos que le permitían solventar los gastos de su familia –conformada por su esposa y una hija con discapacidad– pasó a vivir días inciertos, sin tener con qué comprar alimentos. “No se podía trabajar, se salía a pescar solo algunos días”, recuerda.

De acuerdo al  Ministerio de la Producción, en 2019 había más de 76 mil pescadores artesanales a nivel nacional. El 51% de estos trabajadores estaban concentrados en las regiones Piura, Áncash e Ica. Aunque las restricciones implementadas para contener el avance de la pandemia no han impedido la actividad, el temor a contraer la enfermedad, la falta de transporte, la baja demanda y una disminución en los precios de sus productos paralizó parcialmente al sector.

El responsable del Observatorio Socio Económico Laboral de la Dirección Regional de Trabajo de Áncash, Juan Mendoza Galarreta, indica que la pesca en general y en especial la artesanal se afectó notablemente por la pandemia, sobre todo durante los primeros meses de confinamiento. “El estado de emergencia interrumpió todo, se cerraron los restaurantes, que son los compradores de pescado, y las personas, al quedarse sin empleo, disminuyeron su capacidad adquisitiva y compraban menos. Todo esto afectó a los pescadores artesanales”, explicó a OjoPúblico.

Mendoza Galarreta sostiene que los altos índices de informalidad del sector agudizaron las dificultades económicas de estos trabajadores, pues esta condición limitó su acceso a créditos en la banca privada. Si bien el Ministerio de la Producción (Produce) trató de paliar estas dificultades con un programa especial de créditos de hasta S/ 2.000 con bajas tasas de interés, a través del Fondo Nacional de Desarrollo Pesquero (Fondepes), solo el 11% de los trabajadores logró acceder a los préstamos.

Hoy, tras 15 meses de emergencia, los trabajadores intentan reanudar su actividad con desembarcaderos, herramientas y botes sin mantenimiento y un escaso apoyo estatal, que no contempla los problemas estructurales del sector. 

Pescador

ESFUERZO. Un grupo de pescadores traslada un bote hacia la orilla para evitar que se deteriore por el fuerte oleaje. 
Foto: Gerardo Marín

Pescador

MUJERES. Una trabajadora del mercado pesquero de Chorrillos, en Lima, alimenta a los pelícanos y gaviotas que han llegado hasta la zona. 
Foto: Gerardo Marín

 

 

Bonos y créditos: un apoyo aislado

 

Los pescadores artesanales son aquellos que extraen recursos hidrobiológicos, con o sin uso de embarcaciones o artes de pesca (anzuelos, red de enmalle y otros instrumentos manuales o mecanizados), para el consumo humano directo. Los que trabajan en las orillas del mar o peñas son llamados no embarcados, y los que usan una chalana, bote o pequeñas embarcaciones son denominados embarcados. 

Carlos Mamani, conocido por sus compañeros como “Cali”, es un pescador artesanal del distrito limeño de Chorrillos. Él aprendió a pescar cuando tenía 11 años, y lleva más de cuatro décadas dedicado a esta actividad. Desde que comenzó la pandemia, este trabajador -padre de cuatro hijos- no ha recibido ningún subsidio o ayuda por parte del Estado.

Como se recuerda, el año pasado el Gobierno dispuso la entrega de bonos económicos para apoyar a las familias más vulnerables. Sin embargo, los dirigentes Almenzor Gómez Lucio y Fredy Velásquez Varas, de Áncash, coinciden en que fueron muy pocos los pescadores artesanales que accedieron a estos apoyos. La mayoría, señalan, no recibió siquiera las canastas de víveres que repartieron las municipalidades. “Nunca hemos recibido ninguna ayuda. Incluso pedimos al Ministerio de Economía y Finanzas un bono para los pescadores artesanales, mandamos la relación, pero nunca nos atendieron”, detalló Velásquez.

En abril del año pasado, a unas semanas del inicio del confinamiento total, el Estado emitió el Decreto de Urgencia N° 036-2020, mediante el cual autorizó al Fondepes a realizar una modificación de su presupuesto para otorgar créditos a los pescadores artesanales y acuicultores. Los préstamos individuales eran de S/ 2.000, a pagar en 36 meses, con 3% de interés y con un periodo de gracia de seis meses.

 

Pescador

DETERIORADO. Así luce la parte posterior del local de la Capitanía de Chorrillos y el área administrativa de la Asociación “José Silverio Olaya Balandra”. 
Foto: Gerardo Marín

Pescador

JUNTOS. Jorge Cuya (54) señala un posible destino para la recolección de peces, labor que realiza acompañado de Fidel Chúmpitaz (82), quien le brinda apoyo con el cargamento de las redes. 
Foto: Gerardo Marín

 

Para acceder a este programa, no obstante, era necesario estar dentro del padrón oficial de pescadores, contar con un carné de pesca, patente de buzo o certificado de pescador no embarcado. El mencionado carné de pesca debe ser renovado cada tres años y requiere pasar por un examen médico. Los trabajadores de Chorrillos explicaron a OjoPúblico que la Dirección General de Capitanías y Guardacostas (Dicapi) les sugiere asistir a una clínica particular para solicitar el certificado médico, que cuesta unos S/ 200. Además, la emisión del carné tiene otro costo adicional, que es difícil de costear para muchas familias. 

A estas barreras, indican, se sumó la dificultad que experimentaron los pescadores artesanales -en su mayoría adultos mayores poco familiarizados al manejo de tecnología- para tramitar el crédito de manera virtual. En este contexto, solo  8.494 pescadores artesanales lograron acceder al programa de créditos por un monto total de S/ 16'988.000, de acuerdo a un informe de Fondepes de febrero último. Esta cifra de beneficiarios representa apenas al 11% del total de trabajadores del sector.

En Áncash, por otro lado, el director regional de la Producción, Arturo Cárdenas Infante, señala que el año pasado el gobierno regional de esa jurisdicción anunció un programa de apoyo alimentario para las familias y sectores más afectados por la crisis económica, que incluía a los pescadores artesanales. Sin embargo, este apoyo todavía no se ha concretado.

 

Los estragos de la pandemia

 

Según el Reglamento de la Ley General de Pesca, el pescador artesanal acredita su condición con su respectivo carné o la patente de buzo. En un sector donde predomina la informalidad, la falta de este documento también significó una barrera para que los pescadores artesanales pudieran desarrollar sus labores durante los primeros meses de la pandemia.

El presidente de la Federación de Pescadores Artesanales de Áncash, Almenzor Gómez Lucio, recordó que durante el confinamiento los controles de la Policía eran frecuentes y muchos de sus compañeros, al no tener el documento, no tenían como acreditar su condición. Esto, en otras palabras, hizo que muchos trabajadores no pudieran trasladarse desde sus domicilios hasta el mar.

 

Pescador

SACRIFICIO. Navegar en medio de la oscuridad es común en las labores de pesca artesanal. 
Foto: Gerardo Marín

Pescador

CANSADOS.Los pescadores artesanales realizan largos recorridos para acceder a las zonas donde se encuentran los recursos. 
Foto: Gerardo Marín

 

La organización regional agrupa a unos 400 pescadores, la mayoría de ellos adultos mayores. Ese, explica, fue otro factor que los expuso a una gran vulnerabilidad. “La mayoría de personas que viven de la actividad, y que es adulto mayor, burlaba los controles. Por ejemplo, yo salía de Chimbote y me iba hasta la playa Los Chimus (Nuevo Chimbote), y de ahí me iba con mi bote por el mar hasta Casma, para pescar allí”, cuenta.

En paralelo, el cierre de restaurantes y cevicherías, además de las restricciones en los horarios de atención de los mercados, durante los primeros meses de pandemia, limitó la comercialización de sus productos. “Algunos vendían lo que pescaban a sus vecinos, otros se iban en triciclo a vender casa por casa a los pueblos jóvenes, y el precio cayó… Eso, más el temor que teníamos de contagiarnos, hizo que solo alrededor del 20% de los pescadores saliera a hacer sus actividades”, cuenta Fredy Velásquez Varas, presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales y Extractores Marinos El Ferrol de Chimbote.

En esas condiciones, las dificultades para costear la canasta básica de alimentos fueron frecuentes. “En una buena temporada un pescador con chalana puede sacarse unos 100 soles, en una mala temporada unos 30 a 40 soles… Con la pandemia sacaban muy poco, a las justas para el almuerzo”, explicó.

Don Jorge Melgarejo, por ejemplo, abandonó la actividad el año pasado, pues no lograba reunir más de S/20 al día. Entonces, empezó a revender pescado en un mercado de Chimbote. Pero meses después, aquejado por una enfermedad, también debió dejar esta labor. Actualmente sus únicos ingresos provienen de la venta de bolsas que confecciona a base de red, y de la ayuda que le hacen llegar sus compañeros pescadores, en tanto espera que le programen una operación, que será cubierta por el Seguro Integral de Salud (SIS).

Pescador

FAENA. Tres pescadores trabajan juntos en la zona costera del distrito de Magdalena del Mar. 
Foto: Gerardo Marín

Pescador

RECURSOS. El Machete es una de las especies que extraen los pescadores artesanales. Este generalmente se encuentra en zonas costeras de aguas templadas y templadas frías. 
Foto: Gerardo Marín

 

Las barreras para acceder a tratamientos médicos oportunos se han replicado entre muchos otros trabajadores. Ese fue el caso, por ejemplo, de Rosendo Espinoza Rojas (67). “Estaba muy preocupado porque no podía trabajar y no había para comer, me dio un derrame cerebral”, cuenta el pescador de Chimbote, que actualmente depende del apoyo de su familia.

A más de 400 kilómetros allí, en Lima, los pescadores artesanales de Chorrillos están organizados en agrupaciones que reúnen a aproximadamente 350 trabajadores: La Asociación “José Silverio Olaya Balandra” y Gremio de Pescadores Artesanales San Pedro de Chorrillos. Como en otras regiones, ellos tuvieron que exponerse al contagio para sobrevivir. Sin embargo, la poca disponibilidad de transporte para movilizar la mercadería y una reducción en los precios por parte de los comercializadores mayoristas -relacionada con la merma en las ventas- terminaron por afectarlos.

Pescador

COMPAÑERISMO. Un encargado del traslado de la mercadería recibe varios kilos de pescado que fueron obtenidos durante la jornada nocturna. 
Foto: Gerardo Marín

Problemas estructurales

  

Como otras actividades económicas, la pesca artesanal va volviendo a la normalidad poco a poco. Sin embargo, con desembarcaderos sin mantenimiento y la falta de acceso a créditos para adquirir herramientas y mejorar sus pequeñas embarcaciones, la situación sigue siendo precaria.

Fondepes, creado en 1992, tiene como función promover el desarrollo integral de la actividad pesquera artesanal y acuícola en el Perú. Así, además del mencionado crédito extraordinario de S/ 2.000, esta entidad otorga otros préstamos para fomentar el aprovechamiento de los recursos de manera sostenible. 

Sin embargo, según algunos pescadores, estos créditos no llegan a quienes más lo necesitan. “Desde hace tiempo me dedico a brindar paseos turísticos. Hace 20 años solicité el apoyo para comprar un motor que necesitaba mi embarcación y, hasta la fecha, no tuve respuesta”, cuenta Walter Sifuentes, de 68 años.

La semana pasada, el Ejecutivo aprobó un proyecto de ley para promover el consumo y compra de productos hidrobiológicos a los pescadores artesanales, cooperativas pesqueras y pequeños productores acuícolas. La propuesta busca que las entidades del sector público destinen, como mínimo, el 10% del total del presupuesto para la compra de alimentos de consumo humano directo en la adquisición de recursos provenientes del sector.

La propuesta, que contempla un presupuesto estimado de S/ 77 millones para el 2022, ha sido recibida con esperanza en un sector altamente golpeado por la crisis económica. No obstante, de aprobarse, este proyecto apenas beneficiará a 14.250 pescadores artesanales, es decir un 18% de los trabajadores del rubro.

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