Star Wars: Una clase de política con la familia más disfuncional de la galaxia

Star Wars: Una clase de política con la familia más disfuncional de la galaxia
Bruno Rivas

Periodista

En la saga original George Lucas buscó que el Imperio representara a los totalitarismos que amenazaron a la libertad y a la democracia durante el siglo XX. J.J. Abrams ha sabido adaptar el filme a la desesperanza de esta época.

Más de treinta años pasaron para que podamos ver la continuación de la historia que George Lucas dejó en suspenso a inicios de la década del ochenta. El final del Episodio VI-El retorno del Jedi (1983) nos presentaba un escenario esperanzador en el que la Resistencia liderada por Luke Skywalker (Mark Hammil), la princesa Leia Organa (Carrie Fisher) y Han Solo (Harrison Ford) celebraba la derrota del Imperio en una fiesta ewok. Los buenos habían triunfado y los malos como el Emperador o Darth Vader habían muerto o alcanzado la redención.  Todo hacía prever que lo que se venía era la expansión de la justicia y la libertad en la galaxia. Sin embargo, lo que nos acaba de presentar J.J. Abrams en el Episodio VII-El despertar de la fuerza (2015) es todo lo contrario. No solo el Imperio, ahora bajo el nombre de la Primera Orden, sigue operando y poniendo en peligro al universo, sino que los héroes de la primera trilogía están en su peor momento.

¿Qué puede haber ocurrido para que el nuevo hombre fuerte de la saga nos presente ese penoso escenario? Pues argumentaré que Abrams ha hecho un ejercicio correcto de lectura de la época con el cual ha sabido darle la vuelta a la propuesta conservadora inicial de Lucas. Star Wars o La guerra de las galaxias se ha sabido adaptar a la desesperanza que ha traído consigo la posmodernidad.

No solo el Imperio sigue poniendo en peligro al universo, sino que los héroes de la primera trilogía están en su peor momento.

REENCUENTRO. La princesa Leia Organa y Han Solo.

EL FRACASO DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL O LA RESACA DE LA FIESTA EWOK

Documentales y entrevistas dirigidos a explicar los mensajes y subtextos de Star Wars han dejado claro que Lucas buscó que el Imperio representara a los totalitarismos que amenazaron a la libertad y a la democracia durante el siglo XX y que, siguiendo a Hannah Arendt, eran el nazismo y el comunismo. Para Lucas, un mundo sin esos totalitarismos era el equivalente a una galaxia libre de la influencia del lado oscuro. Si tomamos esa línea, el creador de Star Wars se adelantó seis años a la caída del Muro de Berlín. La derrota del imperio era el antecedente perfecto de la desaparición del bloque comunista. La fiesta ewok era el preludio del fin de la historia propuesto por Francis Fukuyama que indicaba que sin totalitarismos de por medio los ciudadanos del mundo podían olvidarse de los enfrentamientos y dedicarse al consumo y la diversión. Pero más de dos décadas después de la caída del muro, todos sabemos que Fukuyama se equivocó ya que estamos muy lejos de una fiesta ewok. Es por eso que Abrams ha tenido que reformular la saga.

En la segunda década del 2000 ya no es posible aceptar la propuesta moderna y conservadora de Lucas. Para conseguirlo el director y guionista decidió tomar el camino de Tarantino creando una historia que tiene apariencia de remake pero que cuenta con una profundidad que le da la vuelta a la historia original y logra imprimirle el espíritu de la época. 

Para Lucas, un mundo sin esos totalitarismos era el equivalente a una galaxia libre de la influencia del lado oscuro.

Recordemos que desde el Episodio IV-Una nueva esperanza (1977) la historia gira en torno a tres personajes: Luke Skywalker, Leia y Han Solo. Cada uno tiene un papel fundamental en la victoria de la Resistencia y ayuda a que la Fuerza se imponga sobre el Lado Oscuro. Ellos eran los rebeldes que lograron cambiar el estatus quo al derrotar al Emperador y a Darth Vader. Sin embargo, y como ya se dijo, treinta años después el Imperio sigue vigente y los tres héroes aparecen frustrados y agotados. El Lado Oscuro ya no es sostenido por sus viejos rivales sino por el Líder Supremo Snoke (Andy Serkis) y su aprendiz Kylo Ren (Adam Driver). Veremos que este último es fundamental para entender la reescritura de la saga estelar.   

KYLO REN, EL MALO DE LA NUEVA ERA

Durante buena parte de la cinta, la identidad de Kylo Ren es un misterio que rodea al espectador. Inicialmente solo se sabe que es un personaje que idolatra al caído Vader y que propone vengarlo. La sorpresa llega a su fin cuando descubrimos que es Ben Solo, el hijo de Leia y Han Solo y además ex discípulo de Luke. Lo que también entenderemos es que Kylo Ren representa el fracaso de los tres protagonistas de la trilogía original. Los personajes que iban a darle el equilibrio a la galaxia fallaron en su misión y han acabado provocando que surja un nuevo representante del Lado Oscuro. Es ese fracaso el que explica el resurgimiento del Imperio y el que ha evitado el fin de las hostilidades.

Sin embargo, a pesar de sus similitudes con Vader, el nuevo antagonista cuenta con diferencias importantes. Abrams reconoce bien que los dos villanos representan dos momentos históricos absolutamente distintos. Mientras Vader representa a la modernidad, al hombre-máquina que ha perdido su individualidad al aceptar la fórmula totalitaria; Kylo Ren es el producto de la posmodernidad, el del fracaso de las revoluciones liberales. Si el villano de la primera trilogía era el padre autoritario que nos decepcionó por sus crímenes, el de esta nueva saga es el hijo que creció sin autoridad y que exige un régimen que le dé sentido a su vida. Finalmente lo que une a los antagonistas es el anhelo conservador. Kylo Ren cree que solo emulando a Vader podrá recuperar el camino que considera perdido.

LADO OSCURO. Kylo Ren, nacido bajo el nombre de Ben Solo, y un grupo de Stormtroopers.

La mejor prueba del ánimo de Kylo Ren es la escena en la que asesina a su padre. En ella, el villano deja en claro que no reconoce en él ninguna autoridad capaz de guiarlo. Solo matándolo podrá encontrar su camino. De alguna manera, el villano está denunciando al padre ausente –Han Solo, el contrabandista que nunca maduró-, a la madre que renunció a su papel materno –Leia, la revolucionaria que deja a su hijo en manos de su hermano- y al maestro sin autoridad –Luke, el jedi que no pudo mantener a su padawan a su lado. Kylo Ren es el perfecto producto de la posmodernidad, una época en la cual los individuos se sienten más desprotegidos que nunca por la ausencia de un Estado que les brinde los servicios fundamentales y por la falta de padres y maestros que puedan imponer límites.  

Pero Abrams no solo ha acertado al poner en evidencia los fallos del sistema. Con los nuevos héroes está imprimiéndole a la nueva trilogía los aires de revolución y esperanza manifestado por los movimientos sociales actuales.

REY Y FINN, LOS INDIGNADOS DE LA GALAXIA

El personaje de Finn (John Boyega) es el perfecto opuesto de Kylo Renn. Es un stormtrooper que en las primeras escenas de la cinta renuncia al Estado totalitario. Al caer en la cuenta de las atrocidades del imperio elige no ser una máquina. Es recién en su primer contacto con la resistencia cuando adquiere un nombre. Es el rebelde Poe Dameron (Oscar Isaac) el que lo bautiza como Finn al negarse a llamarlo por el número que lo identificaba. El personaje poco a poco irá encontrando su camino que es el de unirse a un movimiento colectivo de resistencia que le dará un sentido a su vida.

Por su parte, Rey (Daysy Ridley) es la nueva heroína de la saga. Abrams la presenta como el personaje que está siguiendo el camino seguido por Luke en el Episodio IV. Rey está a la espera inconforme con su situación y anhelando unirse a la resistencia de la que tanto ha escuchado. Socialmente tiene una posición subalterna, pero sabe que es capaz de romper con los estándares y alcanzar su propia voz. Cuando se encuentra con el droide BB-8, y posteriormente con Finn, hallará la ocasión para cumplir con sus anhelos de enfrentar al Imperio.

ESCENA. Rey, la nueva protagonista de Star Wars, en pleno rodaje.

¿Pero de qué Imperio estamos hablando ahora? ¿No se supone que los totalitarismos nazis y comunistas ya han sido derrotados y por lo tanto han desaparecido? Pues tendríamos que reconocer que el imperio es el del neoliberalismo. El del sistema que no ha cumplido con traer paz y democracia al mundo sino que ha azuzado los conflictos. El que ha buscado dejar a un costado al Estado y ha alejado a los padres de sus hijos. El que ha convertido a la educación en un negocio en que el docente es un empleado que debe satisfacer a sus alumnos-clientes. El sistema que ha terminado generando varios Kylo Ren y que relega a personajes como Rey y Finn. Recordemos que la primera es una chatarrera sin oportunidades explotada por un abusivo mercader y que el segundo es un burócrata sin personalidad ni familia que tiene como único destino cumplir órdenes.  Tampoco es casualidad que los nuevos héroes sean una mujer y un afroamericano, género y “raza” históricamente relegados del ejercicio del poder y que hoy en día se han ganado espacios importantes gracias a los movimientos sociales. 

Quizás por eso la escena que desentona con la película y da la impresión de estar demás es aquella en la que el Imperio es representado como una estructura nazi. En un contexto como el actual es poco creíble el resurgimiento de ese tipo de estructuras. Sin duda la influencia conservadora de Lucas apareció en esa escena y manifestó el inconsciente político de una industria como Hollywood, que prefiere evitar una crítica tan directa al sistema.

Tampoco es casualidad que los nuevos héroes sean una mujer y un afroamericano, género y “raza” históricamente relegados.

Fuera de esa escena, como hemos visto Abrams ha sabido recoger el espíritu de la época. Uno en el cual el sistema neoliberal es duramente cuestionado y en el que han surgido movimientos sociales que Manuel Castells ha bautizado como redes de indignación de esperanza. Finalmente, los nuevos rebeldes representarían la frescura de movimientos como Ocuppy Wall Street, los Indignados de España e incluso los Pulpines peruanos.  Grupos que no han llegado a ser revolucionarios pero que sí han cumplido con expresar el descontento de la época. Como indica Alain Badiou, actualmente vivimos un periodo de revuelta en que el sistema es cuestionado. Esa revuelta puede verse reflejada en este nuevo episodio de Star Wars. Como toda gran obra cinematográfica, “El despertar de la fuerza” no solo recoge lo que ocurre fuera de las pantallas. También construye una nueva realidad en la que es posible una nueva esperanza a pesar de los duros tiempos posmodernos.  

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Fotos: Difusión
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